Juicio al dolor
Pasa el día a descansar,
sobre la espera establece un nocturno
donde crepitan melodías desgastadas
de cielos sombríos,
cuando la vida ha cubierto de polvo
los Orinoco desterrados.
¿No fue acaso mi hueso tu apoyo?
Vida soy y muerte en callejón del olvido,
he colgado en tu puerta mi nao
mientras tú, dolor,
desbordabas con fruición los pinceles del llanto
en pupilas tan pobres de lágrima
donde habita el alma de un poeta.
No te bordes más en mi, tristeza.
Y yo, que fui viento cabalgando entre las olas,
cauce de río, espuma del desove,
tierra fértil desangrándome en desiertos.
Heme aquí, aún de pie, con la frente sin mancha,
levantando esta sinfonía de amor hecho poesía
sólo por respirar el polen del recuerdo.
Rossana Arellano
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