Según
S. E. Boehmer, el término “panteísta” fue usado por primera vez por John Toland
(Socinianism Truly Stated, 1705), y el término “panteísmo” por su adversario J.
Fay (Defensio religionis, 1709). Para Toland y Fay, panteísta es el que cree
que Dios y el mundo son la misma cosa, y panteísmo es la correspondiente
doctrina o filosofía: “puede llamarse ‘panteísmo’ a la doctrina que
enfrentándose con los dos términos, ‘Dios’ y ‘mundo’, procede a identificarlos.
(…) Ha sido usual en la Época Moderna considerar la filosofía de Spinoza como
el más eminente y radical ejemplo de doctrina panteísta, a causa del sentido
del famoso Deus sive Natura (‘Dios o Naturaleza’) spinoziano. Sea o no panteísta…
la doctrina de Spinoza, lo cierto es que en torno a la misma se armaron
innumerables debates.” (José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía de
bolsillo 2, Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1983).
Spinoza afirma
que el universo es idéntico a Dios y a la Naturaleza. Dios es la sustancia
causante de todas las cosas. Todo se unifica en Dios. Dios es la sustancia
infinita. Las leyes de la Naturaleza son de Dios, y las leyes de Dios son de la
Naturaleza: “las dos sustancias finitas cartesianas se convirtieron, en el
pensamiento de Spinoza, en los atributos de una única sustancia divina (…) las
almas individuales y las partes de la materia no son ‘cosas’ sino aspectos del
ser divino.
Esta forma de pensamiento que concibe a Dios en todas las cosas, de modo
sustancial y esencial, se conoce con el nombre de panteísmo.” (Laura Silvani,
Historia de la filosofía, Editorial Óptima, S. L., Barcelona, 2003).
Russell describe magníficamente el panteísmo de
Spinoza: “The metaphysical system of Spinoza is of the type inaugurated by
Parmenides. There is only one substance, ‘God or Nature’; nothing finite is
self-subsistent. (…) Thought and extension were both attributes of God. God has
also an infinite number of other attributes, since He must be in every respect
infinite; but these others are unknown to us.
Individual souls and separate pieces of matter are … adjectival; they
are not things, but merely aspects of the divine Being. There can be no such
immortality as Christians believe in, but only that impersonal sort that
consists in becoming more and more one with God. Finite things are defined by
their boundaries, physical or logical, that is to say, by what they are not:
‘all determination is negation’. There can be only one Being which is wholly
positive, and He must be absolutely infinite. Hence Spinoza is led to a
complete and undiluted pantheism.” (History of Western Philosophy). El
pensamiento humano sería, pues, parte del pensamiento divino, y el cuerpo
humano, parte la extensión divina: “Pensamiento y extensión son solo dos de los
infinitos atributos divinos, la mayoría de los cuales nos resultan del todo
desconocidos.” (Mosterín, Los judíos).
Spinoza afirma
que sólo hay una sustancia, la cual constituye el universo entero. Esta
sustancia es Dios. Todo en el universo es Dios y todos los seres y todas las
cosas forman un gran todo. No existe pluralidad de sustancias ni diversas
sustancias creadas. Las partes no son autosuficientes, sólo lo es el todo: “Substance
(…) is absolutely independent of everything, for it is everything. It is infinite, self-caused, and self-determined. It
has no limits, was made by itself. And it is determined by nothing but itself.
This God, or Nature, is the world. This unifying conception is known as
‘pantheism’. (…) This substance, God, expresses itself in an infinite number of
attributes, but man can grasp only two, -extension and thought -. God, or
Nature, is both body and mind. Further, these attributes are absolutely
independent of each other. Body does not affect mind nor does mind affect body.
But both are manifestations of one and the same universal reality, God. (…) The
two attributes of God, extension and thought, are found in man. Man is a form
of God or the universal substance of reality. Each individual man is a mode of
extension, or body, and a mode of thought. Indeed, everything in the universe
is both a mode of matter and a mode of mind.” (S. E. Frost, Jr., Basic teaching
of the great philosophers, Barnes & Noble, Inc., New York, 1942).
Así
pues, todos los individuos son parte de la misma sustancia. Esta sustancia, que sería Dios, siempre ha existido y
siempre existirá: “It was Spinoza who wored out what seemed then a asterful
solution of the problem left by Descartes. For him God is the … independent
substance of the universe. Outside of God there can be no substance. Mind and
body, thought and extension, are attributes of God and not independent of him
(…) God is a single, eternal, infinite, self-caused principle of nature and of
all things. God and the world are one. Here is clear pantheism.” (S. E. Frost,
Jr., Basic teaching of the great philosophers). Dios sería un ser infinito con
infinitos atributos.
Al
equiparar Dios a la naturaleza y al mundo, Spinoza lleva a sus últimas
consecuencias la idea de Maimónides de eliminar el antropomorfismo del dios
bíblico. No existe un dios que premie y castigue (eso sería un infantilismo):
“Dios no establece ninguna ley a los hombres a fin de premiarlos cuando la
cumplan (…) las leyes de Dios no son de tal naturaleza que puedan ser
transgredidas.” (Spinoza, Tratado breve).
¿Qué es Dios,
pues, para Spinoza?: “God, for Spinoza, is neither personality nor
consciousness. He is not characterized by intelligence, feeling, or will. His
actions are not directed by purpose; but all things follow for his nature
according to strict law.” (S. E. Frost, Jr., Basic teaching of the great
philosophers). Dios
no es ningún padre, amo o Señor que nos castiga ni que nos da regalitos
dependiendo de si nos portamos bien o mal. Dios es el mundo, el todo, la
realidad: “Dios no es una persona, no es alguien al que se le pueda rezar, ni
pedir, ni del que quepa esperar amor o temer castigo. Dios es la realidad
entera, sometida a leyes inexorables, que podemos descubrir, pero sobre la que
no podemos influir. Dios no depende de nadie, pero tampoco desea ni elige nada,
pues se limita a actuar conforme a sus leyes, que son las de la naturaleza:
Dios obra en virtud de las solas leyes de su naturaleza, y no forzado por
nadie.” (Spinoza, Ética). A Dios, pues, no hay que temerle. El terror es un
arma para educar a la masa. La naturaleza no puede castigarnos: “no temamos
ante Dios como temen otros ante el diablo, que ellos han inventado (…) ¿cómo
podríamos temer a Dios, que es el mismo bien supremo, por el que todas las
cosas, que tienen su esencia, son lo que son?” (Spinoza, Tratado breve)
El
Dios de Spinoza carece, pues, de atributos humanos. No odia, no ama, no siente
pasiones. La crítica a los monoteísmos se vislumbra en la Ética: “quienes
confunden la naturaleza divina con la humana atribuyen fácilmente a Dios
afectos humanos, sobre todo mientras ignoran cómo se producen los afectos en el
alma (…) Los hay que se representan a Dios como un hombre: compuesto de cuerpo
y alma y sometido a pasiones; pero ya consta … cuán lejos vagan éstos de un
verdadero conocimiento de Dios (…) Dios es concebido por el vulgo como un
hombre, o a semejanza de un hombre (…) Dios está libre de pasiones y no puede
experimentar afecto alguno de alegría o tristeza (…) Dios no puede pasar ni a
una mayor ni a una menor perfección (…) Dios, propiamente hablando, no ama a
nadie, ni odia a nadie (…) Quien ama a Dios no puede esforzarse en que Dios lo
ame a él.”
UN
CRUDO DETERMINISMO
El
determinismo sostiene que “todo lo que ha habido, hay y habrá, y todo lo que ha
sucedido, sucede y sucederá, está de antemano fijado, condicionado y
establecido (…) Los deterministas radicales han afirmado que no solamente los
fenómenos naturales, sino también las acciones humanas … están sometidas a un
determinismo universal”. (Ferrater, Diccionario de filosofía de bolsillo 1).
¿Es la filosofía de Spinoza una filosofía determinista? El determinismo de
Spinoza podría considerarse, según Robert C. Solomon & Kathleen M. Higgins,
más afín al destino que a la ciencia: “Spinoza también defendió la tesis
generalmente conocida como determinismo (…) En la perspectiva de Spinoza, todo
lo que nos pasa nos ocurre necesariamente. Dado que el universo es Dios,
podemos tener la seguridad de que lo que nos pasa tiene una razón” (Breve
historia de la filosofía, Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1999).
Según
Spinoza, sólo la ignorancia hace pensar al ser humano que puede cambiar su
destino. El futuro, al igual que el pasado, está fijado. Viktor Frankl, Sartre
y Camus se escandalizarían con esta afirmación tan derrotista, la cual no da al
ser humano ningún poder sobre su existencia.
En
una carta de Spinoza a G.H. Schuller de 1674 puede apreciarse su crudo
determinismo. La libertad humana, el tesoro del existencialismo, no existe para
Spinoza: “Una piedra recibe de una causa externa … cierta cantidad de movimiento
con la cual, después de haber cesado el impulso de la causa externa, continuará
necesariamente moviéndose (…) Y lo que aquí se dice de la piedra, hay que
aplicarlo a cualquier cosa singular … toda cosa es determinada necesariamente
por una causa externa a existir y a obrar de cierta y determinada manera (…)
Esa piedra … creerá que es totalmente libre y que la causa de perseverar en el
movimiento no es sino que así lo quiere. Y ésta es esa famosa libertad humana,
que todos se jactan de tener, y que tan sólo consiste en que los hombres son
conscientes de su apetito e ignorantes de las causas por las que son
determinados.” (Citado en Onfray, Antimanual de la filosofía).
En el universo
sartreano no hay nada necesario: tanto el mundo como la existencia son absolutamente
contingentes. La vida y la existencia son absurdas, afirman explosivamente
Sartre y Camus. Para Spinoza, en cambio, no existe nada contingente: “todo está
determinado a existir y obrar de cierta manera (…) Las cosas no han podido ser
producidas por Dios de ninguna otra manera y en ningún otro orden que como lo
han sido.” (Spinoza, Ética).
¿Dónde
queda entonces la libertad? La libertad,
según Spinoza, es “ser justamente lo que se es y no otra cosa (…) El
riguroso determinismo del sistema de Spinoza … encuentra … una puerta de escape
en la idea del aumento de la potencia del entendimiento como ideal propio del
sabio y del hombre libre.” (Ferrater, Diccionario de grandes filósofos).
La voluntad
queda desgraciadamente reducida a la afirmación o negación de lo que es
verdadero o falso: “In
Spinoza we find a complete abandoning of the idea of freedom. His philosophic system is absolutely deterministic.
Everything in the universe follows from something else in a definite causal
chain each lin of which is necessary connected with the one preceding and the
one following (…) Thus, there cannot be any such thing as a free will (…) The
will is nothing more than an idea which one might have affirming or denying
itself.” (S. E. Frost, Jr., Basic teaching of the great philosophers). Todo se rige
por una necesidad lógica. Así pues, el pecado no tiene sentido en el
pensamiento de Spinoza. Todo ocurre por una necesidad lógica. La libertad
humana apenas se vislumbra, y la casualidad no tiene cabida. Todo lo que ocurre
es una manifestación de la naturaleza divina.
RACIONALISMO
Hacia
1660 – 1661 Spinoza escribió el Tractatus de intellectus emendatione –TIE-
(Tratado sobre la reforma del entendimiento), el cual quedó inconcluso. Según
el TIE, hay 4 formas de conocimiento: por la mera transmisión verbal; por la
experiencia; a partir de propiedades esenciales de las cosas; y por la intuición de la esencia de las cosas.
Para Spinoza, igual que para Descartes, el conocimiento más fiel es el último:
el pensamiento puro y matemático.
TRACTATUS
THEOLOGICO-POLITICUS
En
1665 Spinoza dejó de trabajar en su Ética para escribir el Tractatus Theologico
– politicus (Tratado teológico-político) (TTP). El TTP es una lectura crítica
del Tanaj. El Tanaj no es la palabra de Dios, sino un conjunto de libros de
varios autores mayoritariamente desconocidos escritos en diferentes épocas.
Spinoza defiende la libertad de pensamiento y expresión y la separación del
Estado y la Iglesia. La religión debe ser personal, no un instrumento de poder
del Estado.
El
éxito del TTP fue espectacular: “En los primeros meses de 1670, apareció en
Holanda un extraño libro (…) A las pocas semanas se lo leía en Alemania,
Francia e Inglaterra. Pese al anonimato y al falso pie de imprenta (‘Hamburgi,
apud Henricum Künraht, 1670’), no se tardó en averiguar que su autor era …
Spinoza, y que el verdadero editor era … Rieuwertsz”(Introducción de Atilano
Domínguez en Tratado teológico – político). La Iglesia calvinista holandesa vio
en el TTP un verdadero peligro (¡tal vez el TTP haría pensar a la gente, qué
horror!) y en 1674 prohibió la obra. Pero a pesar de su condena y prohibición,
el TTP era muy solicitado y Rieuwertsz hizo todo lo posible por reeditarlo y
distribuirlo (hubo dos ediciones antes de la prohibición oficial de 1674 y dos
ediciones después de la prohibición oficial). En 1678 fue traducido al francés
y publicado bajo tres falsos títulos. En 1689 se tradujo al inglés, en 1693 al
holandés, en 1787 al alemán, en 1875 al italiano y en 1878 al español. Según
Ferrater, la filosofía política de Spinoza es una defensa de la tolerancia
religiosa e ideológica dentro del Estado, cuya misión es la realización de la
justicia.” (Diccionario de grandes filósofos 2 ).
La
teoría política de Spinoza debe mucho a Hobbes. Al igual que Hobbes,
Spinoza defiende la superioridad del
Estado frente al poder de la Iglesia.
En
el TTP Spinoza critica la superstición. La superstición existe porque la
humanidad tiene miedo: “La causa que hace surgir, que conserva, y que fomenta
la superstición es, pues, el miedo.” (TTP). El Tanaj fue escrito por hombres de
carne y hueso. El Dios monoteísta no es mencionado. Para Spinoza, el fin del
Tanaj y del Nuevo Testamento es la obediencia. Los fieles no razonan, sino que
tan sólo obeceden: “hemos dicho que el único objeto de la Escritura era enseñar
la obediencia. Esto nadie lo puede discutir. ¿Quién no ve … que uno y otro
Testamento no son otra cosa que una doctrina de obediencia y que tan sólo
intentan que los hombres obedezcan de corazón? Pues … Moisés no procuró
convencer a los israelitas por la razón, sino obligarlos con la alianza,
juramentos y beneficios y, después, amenazó al pueblo con penas y lo exhortó
con premios para que obedeciera a las leyes; … Por su parte, la doctrina
evangélica no contiene nada más que la simple fe, es decir, creer a Dios y
reverenciarlo o, lo que es lo mismo, obedecerle (…) la fe no exige tanto la
verdad cuanto la piedad y sólo es piadosa o salvífica en razón de la
obediencia, y … por consiguiente, nadie es fiel más que por la obediencia.”
(TTP).
En
el TTP, Spinoza separa la teología de la filosofía. La filosofía se dirige a la
búsqueda de la verdad; la fe pretende educar a la masa: “entre la fe o teología
y la filosofía no existe comunicación ni afinidad alguna … pues se diferencian
radicalmente. En efecto, el fin de la filosofía no es otro que el de la verdad;
en cambio, el de la fe … no es otro que la obediencia y la piedad” (TTP).
Spinoza
critica la hipocresía de los creyentes que hablan de amor y piedad, pero que
actúan mezquina y cruelmente. Esta crítica sigue vigente hoy en día, en pleno
siglo XXI: “Me ha sorprendido muchas veces que hombres, que se glorían de
profesar la religión cristiana … se atacaran unos a otros con tal malevolencia
y se odiaran a diario con tal crueldad, que se conoce mejor su fe por estos
últimos sentimientos … Tiempo ha que las cosas han llegado a tal extremo, que
ya no es posible distinguir quién es casi nadie –si cristiano, turco, judío o
pagano-, a no ser por el vestido y por el comportamiento exterior, o porque
frecuenta esta o aquella iglesia o porque, finalmente, simpatiza con tal o cual
opinión y suele jurar en nombre de tal maestro.” (TTP). Desgraciadamente, la religión
siempre ha sido un pretexto para atacar y perseguir al diferente. Onfray
describe genialmente cómo la fe idiotiza y priva a la gente de pensar por sí
misma. Desgraciadamente, la religión, históricamente, ha sido la causa primera
de exclusión, condenas, torturas y matanzas.
Spinoza
critica el fanatismo y hace un llamado a la tolerancia religiosa:
“aquellos que desprecian completamente
la razón y rechazan el entendimiento … son precisamente quienes cometen la
iniquidad de creerse en posesión de la luz divina. Claro que, si tuvieran el
mínimo destello de esa luz … aprenderían a rendir culto a Dios con más
prudencia y se distinguirían, no por el odio que ahora tienen, sino por el amor
hacia los demás; ni persiguirían tampoco con tanta animosidad a quienes no
comparten sus opiniones, sino que más bien se compadecerían de ellos, si es que
realmente temen por su salvación y no por su propia suerte.” (TTP). Spinoza
defiende la libertad de opinión. La fe individual debe medirse por las obras de
cada uno, no por las palabras: “hay que dejar a todo el mundo la libertad de
opinión y la potestad de interpretar los fundamentos de la fe según su juicio,
y que sólo por las obras se debe juzgar si la fe de cada uno es sincera o
impía” (TTP). A la razón le corresponde el “reino de la verdad y la sabiduría”
y a la teología, “el reino de la piedad y la obediencia” (TTP).
KORTE
VERHANDELING VAN GOD, DE MENSCH EN DESZELFS WELSTAND (TRATADO BREVE SOBRE DIOS,
EL HOMBRE Y SU FELICIDAD)
Redactado
probablemente entre 1656 y 1661, el Tratado breve sobre Dios, el hombre y su
felicidad contiene el bosquejo de las ideas fundamentales de la Ética: la
prueba de la existencia de Dios, la demostración de la sustancia con sus
infinitos atributos, las ideas del bien y del mal, la predestinación, la
naturaleza del hombre, las pasiones, la razón y la felicidad. El Tratado breve
fue por primera vez publicado en latín en Amsterdam en 1862; su traducción
holandesa se publicó en 1869, también en Amsterdam: “El Korte Verhandeling
comienza con la prueba de la existencia de Dios, pero el Dios cuya existencia
se prueba no es el Dios personal de las religiones tradicionales, el Dios
bondadoso o justiciero que se preocupa por nosotros, que imparte órdenes,
premios y castigos, sino un Dios filosófico, una sustancia infinita con
infinitos atributos, de la cual todas las cosas son meros modos. Dios no está
separado de la naturaleza, sino que toda naturaleza fluye de Dios con necesidad
absoluta, e incluso se identifica con Dios. El conocimiento de Dios es el
conocimiento de la naturaleza, en que consiste también el amor a Dios y la
felicidad humana. (…) Todo en la naturaleza, incluidas nuestras acciones, está
estrictamente determinado por las leyes de la naturaleza, es decir, fluye
necesariamente de Dios. El bien y el mal no son nada en sí mismos, son meros
entes de razón. Las cosas y acciones sólo son buenas o malas con respecto a
nuestras expectativas, concepciones e ideales.” (Mosterín, Los judíos).
El
Tratado breve consta de dos partes. En la primera parte, Spinoza habla sobre la
naturaleza de Dios y sus atributos. En la segunda parte, sobre la existencia
del hombre y sus pasiones, su razón y su libertad. La primera parte consta de
10 capítulos: “Si existe un Dios, decimos que … puede ser demostrable, ante
todo, a priori … Todo lo que nosotros entendemos clara y distintamente que
pertenece a la naturaleza de una cosa, lo podemos afirmar también con verdad de
esa cosa (…) que la existencia pertenece a la naturaleza de Dios, lo podemos
entender clara y distintamente (…) Las esencias de las cosas son desde toda la
eternidad y permanecerán inmutables por toda la eternidad. La existencia de
Dios es esencia (…) A posteriori … Si el hombre tiene una idea de Dios, Dios
debe existir formalmente. Ahora bien, el hombre tiene una idea de Dios.” (TB).
La
segunda parte consta de 26 capítulos.
Spinoza habla del amor y del odio: “El amor no es nada más que gozar de una
cosa y unirse con ella (…) El amor nace… del concepto y del conocimiento que
tenemos de una cosa. Y cuanto mayor es la cosa, tanto mayor y más excelente es
en nosotros el amor (…) El amor es de tal naturaleza que jamás intentaremos
(como lo hacemos con … las otras pasiones) liberarnos de él. Y ello por dos
razones: porque es imposible y porque es necesario que no nos libremos de él.
Imposible, porque él no depende de nosotros, sino tan sólo del bien y utilidad
que descubrimos en el objeto. Ya que, si no quisiéramos amar nada, sería
necesario que antes no conociéramos nada, lo cual no depende de nuestra libertad:
porque si no conociéramos nada, sin duda tampoco seríamos nada (…) El odio es
una inclinación a desechar de nosotros algo que nos ha causado algún mal (…) el
odio es una turbación del alma contra alguien que nos ha hecho mal voluntaria y
conscientemente.” (TB).
Spinoza
describe brillantemente la alegría, la tristeza, el aprecio, el desprecio, el
orgullo, la humildad, la soberbia, la falsa humildad, la esperanza, el temor,
la seguridad, la desesperación, la fluctuación, el coraje, la valentía, la
emulación, la pusilanimidad, el miedo, los celos, el remordimiento, el
arrepentimiento, la burla, la broma, la risa, la envidia, la cólera y la
indignación, la honra, la vergüenza, la desvergüenza, el reconocimiento, la
gratitud, la ingratitud y el pesar.
Según
Spinoza la fe verdadera y la razón nos conducen al conocimiento del bien y del
mal. Las pasiones buenas son esenciales y necesarias; las pasiones malas,
absolutamente innecesarias: “todas las pasiones que son buenas, son de tal
índole y naturaleza, que no podemos ni existir ni subsistir sin ellas, y … nos
pertenecen de algún modo esencialmente, como sucede con el amor, el deseo y
todo lo que es propio del amor (…) Cosa muy distinta sucede … con aquellas que
son malas y dignas de ser rechazadas por nosotros, ya que no sólo podemos muy
bien existir sin ellas, sino que sólo somos propiamente lo que nos corresponde
ser, cuando nos hemos liberado de ellas.” (TB).
Spinoza
niega la existencia del demonio. Si el demonio no posee nada de Dios significa
que es la nada mima y, por tanto, no existe: “Si el demonio es una cosa
totalmente contraria a Dios y no tiene absolutamente nada de Dios, viene a
coincidir exactamente con la nada (…) si no hay necesidad alguna de tener que
afirmar la existencia de los demonios, ¿por qué se afirma que existen? Pues
nosotros no tenemos, como otros, necesidad de suponer la existencia de los
demonios para hallar las causas del odio, la envidia, la ira y otras pasiones
similares, puesto que hemos encontrado suficientes sin tales ficciones.” (TB).
ETHICA
ORDINE GEOMETRICO DEMOSTRATA (ÉTICA DEMOSTRADA DE UN MODO GEOMÉTRICO)
Para
Russell y para mucho otros filósofos, Spinoza es el filósofo más noble que
jamás ha existido, con una ética suprema. Spinoza tuvo la virtud de vivir conforme a su doctrina: “Spinoza (…) is
the noblest and most lovable of the great philosophers. Intellectually, some
others have surpassed him, but ethically he is supreme. (…) Spinoza’s Ethics
deals with three distinct matters. It begins with metaphysics; it then goes on
to the psychology of the passions and the will; and finally it sets forth and
ethic based on the preceding metaphysics and psychology. The metaphysic is a
modification of Descartes, the psychology is reminiscent of Hobbes, but the
ethic is original, and is what is of most value in the book.” (Russell,
History of Western Philosophy).
Según
Robert C. Solomon & Kathleen M. Higgins, la Ética de Spinoza es una sincera
proposición acerca de cómo vivir mejor, una solución al aislamiento y la
soledad, una respuesta al sufrimiento y a la frustración de la vida: “La obra
más importante de Spinoza es la Ética, un título que suele confundir a los
lectores, que abren el libro esperando una filosofía de la vida y se encuentran
con una espinosa maraña de prosa aliñada a modo de tratado geométrico, con sus
axiomas, teoremas, corolarios y pruebas. Sin embargo, las apariencias engañan.
Descartes introdujo sus demostraciones lógicas en el acogedor contexto de una
meditación … pero la filosofía de Descartes es cualquier cosa menos íntima (…)
Spinoza, por el contrario, disfraza su
angustia personal … en el estilo más formal y deductivo posible.” (Breve
historia de la filosofía).
Para
Spinoza, no tiene sentido desear lo que no está determinado que tengamos. Es
muy importante aprender a controlar nuestras emociones, y la aceptación ayuda a
controlar las emociones. A diferencia de los estoicos, Spinoza no rechaza las
emociones, sino que propone vivirlas y aprender a aceptarlas.
Para
Spinoza lo bueno es lo útil. El error es una falta de conocimiento. El odio
aumenta cuando es recíproco, y por otro lado puede sin ser destruido por el
amor. Spinoza, al igual que Sócrates y Platón, cree que todas las “malas”
acciones son debidas a un error intelectual. El hombre que entiende sus
circunstancias actuará sabiamente. El individuo debe vivir de acuerdo con la
razón. Las emociones que nacen de ideas inadecuadas se llaman pasiones.
El
ser humano es mortal. Pero lamentarse por la muerte es, según Spinoza, una
pérdida de tiempo. Obsesionarse con la idea de la muerte o temer la enfermedad
y la desgracia es una una verdadera esclavitud y no sirve para nada. Spinoza
invita a que nos preocupemos por la vida, y no por la muerte.
En
1675 Spinoza acabó su Ethica ordine geometrico demostrata, obra en la que llevaba
trabajando unos 10 años. La Ética es una obra fascinante que consta de 5
partes: Parte Primera: De Dios; Parte Segunda: De la naturaleza y origen del
alma; Parte Tercera: Del origen y naturaleza de los afectos; Parte Cuarta: De
la servidumbre humana, o de la fuerza de los afectos; Parte Quinta: Del poder
del entendimiento o de la libertad humana.
Spinoza
hace uso de definiciones, axiomas, postulados, proposiciones, demostraciones,
lemas, escolios y corolarios, lo que hace que la lectura sea muy clara.
En
la Parte Primera, Spinoza habla de Dios, un dios que no es antropomórfico, sino
que lo es todo y que todo lo envuelve: “[Dios] existe necesariamente; … es
único; … es y obra en virtud de la sola necesidad de su naturaleza; … es causa
libre de todas las cosas; … todas las cosas son en Dios y dependen de Él, de
suerte que sin Él no pueden ser ni concebirse; … todas han sido predeterminadas
por Dios … en virtud de la libertad de la naturaleza de Dios, o sea, su
infinita potencia (…) Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es,
una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales
expresa una esencia eterna e infinita.” Según Spinoza, Dios existe
“necesariamente”: es la causa primera y es eterno.
En
la Parte Segunda, Spinoza habla de los atributos de Dios, de la naturaleza del
hombre y de la naturaleza del alma: “Entiendo por cuerpo un modo que expresa …
la esencia de Dios, en cuanto se la considera como cosa extensa (…) Entiendo
por idea un concepto del alma, que el alma forma por ser una cosa pensante (…)
Por realidad entiendo lo mismo que por perfección.” El pensamiento y la
extensión son algunos de los infinitos atributos de Dios. La sustancia es
infinita, inmutable e indivisible: “la esencia del hombre está constituida por
ciertas modificaciones de los atributos de Dios”. Según Spinoza, el alma humana
es una parte del entendimiento infinito de Dios.
En
la Parte Tercera, Spinoza habla de la naturaleza y fuerza de los afectos y de
la potencia del alma sobre ellos: “Por afectos entiendo las afecciones del
cuerpo, por las cuales aumenta o disminuye, es favorecida o perjudicada, la
potencia de obrar de ese mismo cuerpo, y entiendo, al mismo tiempo, las ideas
de esas afecciones (…) si podemos ser causa adecuada de alguna de esas
afecciones, entonces entiendo por ‘afecto’ una acción; en los otros casos, una
pasión.” Las ideas del alma humana son a veces “adecuadas y otras mutiladas y
confusas”. Las ideas adecuadas nos hacen obrar; las ideas inadecuadas nos hacen
sufrir y nos dificultan la acción: “Las acciones del alma brotan sólo de las
ideas adecuadas; las pasiones dependen sólo de las inadecuadas.”
Spinoza
jamás defendería los sentimientos y las acciones autodestructivas. Él lo tiene
claro: el que ama debe esforzarse por conservar a aquél que ama; y el que odia
debe esforzarse por apartarse de aquél que odia. Así de simple. El amante se
alegra si el amado siente alegría, y se entristece si el amante siente
tristeza. El amante también ama aquello o aquél que le da alegría al amado.
Spinoza
describe las diferentes pasiones humanas: la envidia, la soberbia, la
sobreestimación, el menosprecio, la benevolencia, la ambición, la humanidad, la
alabanza, el vituperio, la gloria, la vergüenza, el arrepentimiento, el temor,
el miedo, el pudor, la consternación, la ira, la venganza, el agradecimiento o
gratitud y la crueldad. Cito aquí varias, ya que las descripciones son muy acertadas e
interesantes: “la soberbia es una alegría surgida del hecho de que el hombre se
estima en más de lo justo (…) Esa voluntad o apetito de hacer el bien, que
surge de nuestra conmiseración hacia la cosa a la que queremos beneficiar, se
llama benevolencia (…) Este esfuerzo por hacer algo (y también por omitirlo) a
causa solamente de complacer a los hombres, se llama ambición, sobre todo
cuando nos esforzamos por agradar al vulgo con tal celo que hacemos u omitimos
ciertas cosas en daño nuestro o ajeno; de otro modo, suele llamarse humanidad
(…) a la alegría acompañada de la idea de una causa exterior la llamaremos
gloria, y vergüenza, a la tristeza contraria (…) llamaré contento de sí mismo a
la alegría acompañada de una causa interior, y arrepentimiento a la tristeza
contraria (…) El esfuerzo por inferir mal a aquel a quien odiamos se llama ira,
y el esfuerzo por devolver el mal que nos han hecho se llama venganza (…) el
esfuerzo por hacer bien a quien nos ama y se esfuerza … en hacernos bien, se
llama agradecimiento o gratitud (…) si prevalece el odio, se esforzará por
hacer mal a aquel por quien es amado. Este afecto se llama crueldad.
El
hombre juzga lo bueno y lo malo según el afecto que nos produce: “nosotros no
deseamos algo porque lo juzguemos bueno, sino que lo llamamos ‘bueno’ porque lo
deseamos, y, por consiguiente, llamamos ‘malo’ lo que aborrecemos. Según eso,
cada uno juzga o estima, según su afecto, lo que es bueno o malo, mejor o peor,
lo óptimo o lo pésimo. Así, el avaro juzga que la abundancia de dinero es lo
mejor de todo, y su escasez, lo peor. El ambicioso … nada desea tanto como la
gloria, y nada teme tanto como la vergüenza. Nada más agradable para el
envidioso que la desgracia ajena, ni más molesto que la ajena felicidad.”
¿El
odio aumenta o se apacigua con el odio? “El odio aumenta con un odio recíproco,
y puede, al contrario, ser destruido por amor”, dice Spinoza.
La
naturaleza de las pasiones viene condicionada por el objeto que produce las
pasiones: “Hay tantas clases de alegría, tristeza y deseo y … hay tantas clases
de cada afecto compuesto de ellos –como la fluctuación del ánimo- , o derivado
de ellos –amor, odio, esperanza, miedo … como clases de objetos que nos
afectan”. Así, la gula, la embriaguez, la lujuria, la avaricia y la ambición
son diferentes denominaciones del amor o el deseo: “por gula, embriaguez,
lujuria, avaricia y ambición no entendemos sino el inmoderado amor o deseo de
comer, de beber, de copular, de riquezas o de gloria.”
En
la Parte Tercera, Spinoza describe genialmente los 48 afectos humanos: el
deseo, la alegría, la tristeza, el asombro, el desprecio, el amor, el odio, la
inclinación, la repulsión, la devoción, la irrisión, la esperanza, el miedo, la
seguridad, la desesperación, la satisfacción, la insatisfacción, la
conmiseración, la aprobación, la indignación, la sobreestimación, el
menosprecio, la envidia, la misericordia, el contento de sí mismo, la humildad,
el arrepentimiento, la soberbia, la abyección, la gloria, la vergüenza, la
frustración, la emulación, el agradecimiento o gratitud, la benevolencia, la
ira, la venganza, la crueldad, el temor, la audacia, la pusilanimidad, la
consternación, la humanidad o modestia, la ambición, la gula, la embriaguez, la
avaricia y la libídine: “El deseo es la esencia misma del hombre en cuanto es
concebida como determinada a hacer algo en virtud de una afección (…) La
alegría es el paso del hombre de una menor a una mayor perfección (…) La
tristeza es el paso del hombre de una mayor a una menor perfección (…) El amor es una alegría acompañada por la idea
de una causa exterior (…) El odio es una tristeza acompañada por la idea de una
causa exterior (…) La esperanza es una alegría inconstante, que brota de la
idea de una cosa futura o pretérita, de cuya efectividad dudamos de algún modo
(…) El miedo es una tristeza inconstante, que brota de la idea de una cosa
futura o pretérita, de cuya efectividad dudamos de algún modo.”
En
la Parte Cuarta, Spinoza habla de la virtud, la cual define como “la misma
esencia o naturaleza del hombre”. El alma desea conocer. Lo útil es aquello que
lleva al conocimiento. Vivir bajo la guía de la razón es la tarea del hombre
virtuoso. Por ello Spinoza menosprecia el arrepentimiento: “El arrepentimiento
no es una virtud … no nace de la razón; el que se arrepiente de lo que ha hecho
es dos veces miserable o impotente.” Para Spinoza lo bueno es aquello que ayuda
al hombre a vivir una vida racional: “No hay … vida racional sin conocimiento
adecuado, y las cosas sólo son buenas en la medida en que ayudan al hombre a
disfrutar de la vida del alma (…) son … malas las que impiden que el hombre
pueda perfeccionar su razón y disfrutar de una vida racional.”
Aquí
se encuentra la famosa proposición LXVII, la cual lanza un rayo de esperanza a
todos aquellos que tememos a la muerte: “Un hombre libre en nada piensa menos
que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la
vida (…) Un hombre libre, esto es, un hombre que vive sólo según el dictamen de
la razón, no se deja llevar por el miedo a la muerte.”
En
la Parte Quinta, Spinoza habla del poder del entendimiento, y de la manera de
alcanzar la libertad. La razón tiene el poder de regir y reprimir los afectos.
La libertad del alma es la felicidad. Y la felicidad consiste en un constante y
eterno amor a Dios. Pero ya que Dios se encuentra en todo lo que vive, la
felicidad consistirá en un constante y eterno amor hacia los demás hombres y
hacia todo lo que nos rodea.
Spinoza
critica la absurda teoría de Descartes de la unión del alma y el cuerpo
mediante la glándula pineal: “Descartes … admite que … el alma está unida
principalmente a cierta parte del cerebro, a saber, la llamada glándula pineal,
por cuyo medio el alma percibe todos los movimientos que se suscitan en el
cuerpo … Concluye de ello que ningún alma es tan débil que no pueda … adquirir
un absoluto poder sobre sus pasiones. Pues éstas, tal como él las define, son
percepciones, sentimientos o emociones del ánima, que se refieren especialmente
a ella y que … son producidas, mantenidas y robustecidas por algún movimiento
de los espíritus (…) no puedo dejar de asombrarme de que un filósofo que había
decidido firmemente no deducir nada sino de principios evidentes por sí, ni
afirmar nada que no percibiese clara y distintamente … parta de una hipótesis
más oculta que cualquier cualidad oculta. Pues ¿qué entiende, me pregunto, por
‘unión’ de alma y cuerpo?”. Spinoza cree que el alma no muere del todo cuando
el cuerpo muere.
Los
afectos son pasiones. Pero dejan de ser de ser pasiones cuando lo entendemos:
“Un afecto que es una pasión deja de ser pasión tan pronto como nos formamos de
él una idea clara y distinta.”
CONCLUSIÓN
Spinoza
es considerado hoy en día uno de los grandes pensadores de la fiosofía occidental.
Su contribución a la ética y al criticismo bíblico moderno es enorme. Su obra
revela la influencia de doctrinas y autores tan dispares como el estoicismo, el
racionalismo judío, Machiavelli, Hobbes y Descartes; por esta razón, Spinoza es
difícil de clasificar, aunque es a menudo considerado, junto a Descartes y
Leibniz, uno de los grandes racionalistas del siglo XVII.
La
filosofía es para Spinoza la única forma de conocimiento completa y esencial.
Las
doctrinas de Spinoza se mantuvieron en un círculo cerrado en Holanda durante
casi 100 años, hasta que salieron a la luz a finales del siglo XVIII. Con el
auge del romanticismo alemán, la figura de Spinoza fue rescatada y ensalzada
por Goethe, Herder, Schelling y Hegel.
La
valentía de Spinoza es sorprendente. Aunque viviera en Holanda, un país
intelectual, cultural y abierto, la represión del Estado y la Iglesia seguían
siendo brutales. La crítica que Spinoza lanza en el TTP es admirable: “el gran
secreto del régimen monárquico y su máximo interés consisten en mantener
engañados a los hombres y en disfrazar, bajo el especioso nombre de religion,
el miedo con el que se los quiere controlar, a fin de que luchen por su
esclavitud, como si se tratara de su salvación (…) es totalmente contrario a la
libertad de todos adueñarse del libre juicio de cada cual mediante prejuicios”
(TTP).
Russell opina
que la metafísica de Spinoza no es válida, ya que contradice el método
científico: “We cannot believe that the interconnections of the parts of the
universe are logical, because we hold that scientific laws are to be discovered
by observation, not by reasoning alone (…) Spinoza thought that the nature of
the world and of human life could be logically deduced from self-evident
axioms; (…) The whole of this metaphysic … is incompatible with modern logic
and scientific method“. (History
of Western Philosophy).
La
ética de Spinoza es un remedio para los males del corazón humano, y una
solución para un mayor conocimiento del ser humano, sus pasiones y las
relaciones entre los seres humanos.
Spinoza
defiende un determinismo que no puedo aceptar. ¿Todo lo que ocurre ocurre por
necesidad? Siguiendo a Sartre, pienso que nada ocurre por necesidad. Somos
seres existenciales y definimos nuestra vida, con nuestra libertad y nuestra
responsabilidad. En el universo no rige ni Dios ni el bien ni el mal, sino sólo
la casualidad (y la buena o la mala suerte). No podemos elegir no tener una
enfermedad terminal o no morir, pero podemos elegir cómo afrontamos una
tragedia, como muy bien dice Viktor Frankl. El mal y el bien existen, pero aquí
en la Tierra, y como consecuencia de las acciones de los hombres. No considero
que el universo sea ni bueno ni malo. La moral es una invención humana. En todo
caso, como muy bien dice Russell, el hecho de pensar que el hombre y sus
miserias son una parte minúscula del universo infinito, reconforta un poquito.
De todas maneras, opino que esta reflexión no quita el dolor a una madre que ha
perdido a su hijo, a un niño que no tiene qué comer, a un hombre que ha sido
torturado o a un anciano que ha visto perecer bajo las bombas a toda su
familia. Cada uno vive un gran mundo en su pequeño y minúsculo
mundo: “The problem for Spinoza is easier than it is for one who has no belief
in the ultimate goodness of the universe. Spinoza thinks that, if you see your
misfortunes as they are in reality, a part of the concatenation of causes
stretching from the beginning of the time to the end, you will see that they
are only misfortunes to you, not to the universe, to which they are merely
passing discords heightening an ultimate harmony. I cannot accept this; I think
that particular events are what they are, and do not become different by
absorption into a whole. Each act of cruelty is eternally a part of the
universe; nothing that happens later can make that act good rather than bad, or
can confer perfection on the whole of which it is a part. Nevertheless (…)
Spinoza’s principle of thinking about the whole, or at any rate about larger
matters than your own grief, is a useful one. There are even times when it is
comforting to reflect that human life, with all that it contains of evil and
suffering, is an infinitesimal part of the life of the universe. Such
reflections may not suffice to constitute a religion, but in a painful world
they are a help towards sanity and an antidote to the paralysis of utter
despair.” (History
of Western Philosophy).
Para
acabar, cito aquí unas palabras de S. E. Frost. Sin compartir todas las ideas
de Spinoza, su obra me ha servido para comprender, un poquito más, al ser
humano, y para moldear, un poquito más, mis propias ideas sobre la vida y la
muerte: “The history of philosophy is the story of how different philosophers
have woven different patterns, proposed different solutions to the puzzle that
is human experience. One
philosopher will offer his solution and many will hail it as the answer. But it
will not be long before another philosopher will discover and point to errors
in his pattern, will reveal gaps and distortion, and will propose a somewhat
different solution, one which seems to him more nearly perfect. He, in turn,
will be followed by another who repeats the process. (…) Thus, in a real sense,
you and I can stand on the shoulders of all Great Philosophers of the past. As
we too look out upon the world, we can build our philosophies wih the benefit
of their experiences and advice. We can learn from them, and by learning can
make our picture more accurate and complete. Each philosopher says to us: ‘Here
is what the universe of human experience means to me, and here are the mistakes
which I have found in the other philosophers who have preceded me (…) Take it
and begin your thinking from here.’ You and I stand at the apex of centuries of
struggling with the great problems of mankind. Behind us are great minds who
offer us the service of their experience
and thought. Indeed, we should be greater philosophers than any of the past
since we have all the past to help us. Let us, then, consider what these of the
past tell us. Let us ponder their advice carefully. And let us carry on from
where they have had to stop. This is the way to progress and to a more perfect
philosophy.” (Basic teaching of the great philosophers).
Antonia Tejeda
Barros, Sevilla, febrero de 2009
BIBLIOGRAFÍA
Ferrater
Mora, José, Diccionario de filosofía de bolsillo 1, Alianza Editorial, S. A.,
Madrid, 1983.
Ferrater
Mora, José, Diccionario de filosofía de bolsillo 2, Alianza Editorial, S. A.,
Madrid, 1983.
Ferrater
Mora, José, Diccionario de grandes filósofos 2 (K – Z), Alianza Editorial, S.
A., Madrid, 1986.
Frost, Jr., S.
E., Basic teaching of the great philosophers, Barnes & Noble, Inc., New
York, 1942.
Mosterín,
Jesús, Los judíos, Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2006.
Onfray,
Michel, Antimanual de filosofía, Editorial Edaf S. L., Madrid, 2007.
Romero,
Elena & Macías, Uriel, Los judíos de Europa, Alianza Editorial, S. A.,
Madrid, 2005.
Russell,
Bertrand, History of Western Philosophy, Routledge Classics, London, 2004
Silvani,
Laura, Historia de la filosofía, Editorial Óptima, S. L., Barcelona, 2003.
Solomon,
Robert C. & Higgins, Kathleen M., Breve historia de la filosofía, Alianza
Editorial, S. A., Madrid, 1999.
Spinoza,
Baruch, Ética, Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2007.
Spinoza,
Baruch, Tratado breve, Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1990.
Spinoza,
Baruch, Tratado teológico – político, Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1986.