Este libro incluye las cartas que Gabriela Mistral escribe a Doris Dana, entre 1948 y 1956. En estas cartas, de naturaleza privada, encontramos las claves de la esencia de Gabriela Mistral, sus temores y sus amores.
Sin lugar a dudas, la obra de Gabriela Mistral amerita y justifica su Premio Nobel de Literatura en 1945. Pero, más allá de su valiosa obra, cabe preguntarnos, ¿qué tanto conocemos a Gabriela Mistral?
La vida de Gabriela Mistral es lamentablemente, una vida triste, llena de sufrimiento y soledad, marcada por el suicido de su sobrino Juan Miguel Godoy, Yin-Yin. En 1946, en Nueva York conoce a Doris Dana, una joven profesora universitaria (30 años menor que Mistral), en una conferencia sobre el escritor alemán (nacionalizado norteamericano) Thomas Mann.
Gabriela Mistral
Foto: El Mercurio
Gabriela Mistral siempre se mantuvo cauta sobre su vida privada, distanciada de los medios y de la sociedad chilena, siguiendo una vida en distintos países entre México, Estados Unidos y otros. Es en Estados Unidos donde conoce a Doris Dana, y es la joven profesora quien comienza la relación epistolar enviándole algunas cartas relacionadas con la traducción de algunos de sus escritos y sobre todo, mencionándole su gran admiración por la gran poeta chilena.
En Niña Errante (Lumen) encontramos la correspondencia entre Gabriela Mistral y Doris Dana desde el 1948 hasta fines de 1956 antes de la muerte de la Nobel de Literatura. Si bien las cartas escritas por Gabriela Mistral son en número y extensión mucho mayores a las cartas (que aparecen publicadas en el libro) enviadas por Doris Dana, los lectores podemos ver, a lo largo de los años, cómo la relación entre ellas es cada vez más íntima y podemos descubrir a una Gabriela Mistral enamorada y amante, y nos ayuda a entender esa pasión e inspiración transversal en su obra.
Es tal la entrega de Gabriela Mistral en sus cartas, que nos encontramos con una mujer que busca el rol masculino de la relación, es ella quien intenta proteger a la joven Doris, y es ella también quien se preocupa tanto por su estado de salud como por su situación económica.
Encontramos cartas tiernas, con un tono sobreprotector, pero también cartas cargadas de desesperación, de miedo y soledad. Gabriela Mistral suplica a Doris Dana, en tono mendigante y a veces autoritario, que le escriba, explicándole que el sólo hehco de no tener noticias de ella le afecta en su ánimo y en su salud. Son recurrentes las cartas en las que Gabriela Mistral dice “dejar en libertad” a Doris Dana, que siga su vida lejos de ella que siempre la espera, sorprendiéndonos en la carta siguiente con una Gabriela Mistral paciente que agradece a Doris un llamado o una carta. Si nos fijamos en el contexto, se entiende la desesperación de Mistral, un correo lento y que falla, una comunicación telefónica deficiente y menos telegramas recibidos de los que espera. A una personalidad ansiosa como la de Gabriela Mistral, la espera y la distancia siempre le juega en contra.
Hay también un rasgo de Gabriela Mistral inesperado, tal vez débil; se siente inferior en cuanto a “raza” de Doris, marca la diferencia entre ambas, su amada de raíces inglesas y ella, que se autodenomina “indígena” o “latina”, siempre en un tono peyorativo en comparación a la joven y libre Doris. Es a veces esta raza inferior a la que dice pertenecer, la que la justifica de sus arrebatos de celos e inseguridad.
Sin lugar a dudas, en Niña Errante encontramos una mirada profunda de la vida de Gabriela Mistral, de su intimidad y de sus miedos, sus debilidades y obsesiones. Una correspondencia rica también en detalles cotidianos que nos deja asomarnos a su vida íntima y que nos permite hacernos una idea de quien era realmente esta tremenda mujer, nuestro orgullo nacional.
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