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viernes, 30 de octubre de 2009

Poemas de Celia Gourinski - Argentina


Celia Gourinski


Nació en Buenos Aires en 1938. Estudió música y filosofía.

texto extraído del blog del taller literario de Celia Gourinski

La poesía es una llaga necesaria. Es un espléndido parto doloroso: surge del conocimiento por ese deseo, un acto de amor con amor con muerte con odio con densidad. También es Mutación: nace un engendro –la obra- y crece hasta convertirse en un solo ser con dos cabezas, dos sexos, un cuerno y alas, clamando por parir a su padre. Cundo lo logra le da el beso de adiós a su progenitor-creado y se desprende mientras lo mata, mientras sonríe con entraña, su nuevo Nombre.

La poesía es un no tener más remedio.

Cordón umbilical que relaciona y confunde al hombre con lo sagrado.


del libro Inocencia Feroz (1999, Ed. Argonauta)

VISIONES

No me quites la memoria no me quites la visión de
todos los lugares donde mis tripas donde mis alas
pactaron contigo, ángel oscuro
Ángel ávido y vengador de la noche elegida para
amar con todos los elementos del mundo
No me quites ni un mendrugo de memoria soy tan
ociosa para morir
No me quites la memoria del pequeñísimo instante
en el que parpadean los ojos y es una brecha letal
que espanta a quien se animó a pactar la unión de
tu negrura de ángel enjaulado y el fulgor de los
esponsales de los hermanos
juntos alguna vez en la
Gran Obra

Llegó el momento
Benditas las lluvias que nos anunciaron nuestro beso
tan largo, nuestra estadía en la intemperie, con
plegarias sin destino, amado, las tantas que fui en
el filo de la tierra, ángel oscuro, quién será quién
a quién me entrego

El ángel es un resto de dios y no perdona
El que yo amo olvida el hambre en el momento de la
cena

Y no me quites la memoria, ni la más pequeña
memoria desgarrada, por si reviviera la bellísima
caricia en un ahora, ven aquí, no hay daño si nos
une la carne y el cielo
memoria de carne de cielo

CARTA MUERTA

Mi señor
alguna vez te he obedecido desde las sombras
fantasmas en los anónimos que hayan besado mis
tierras
Te guardo el castigo de un amor en las veredas de tu
cuerpo mientras sueñas mientras hueles mientras
trepas ese sol de madrugada, el que mora entre tu
aliento y mi aliento
Señor no pidamos permiso para empaparnos en el
único delirio de las bestias celestiales, late un bello
gemido en las caricias de la niña perversa que se
entrega a siestas prohibidas entre tu aliento y mi
aliento, perversa niña gratitud en todas las pasturas
delicadas y salvajes, señor alguna vez te he obedeci-
do fuera del pacto con las aves que se pierden, niña
perversa heme aquí
yo, señor, que te advengo en los horizontes
del deseo
yo, señor, con los colores sagrados del que ama
yo, señor, desde el precipicio qie siempre está
en lo alto
yo, señor, que no creo
que creo, señor, en el alcohol que tu boca
derrama en mi vida
Señor de los barcos que parten, hacia dónde... señor
de las moradas habitadas por labios tan tristes,
señor de mis labios tristes tan cerca de la tierra, mi
tierra, la de los fugitivos que te obedecieron alguna
vez
Toco tu enjambre de estrellas en el bello gemido de
niña perversa y sabia al revés
Señor tírame la tabla que flota en todas las aguas,
señor que te vas, señor mi señor pero nada me
salva ni tu tabla ni los pájaros
Adoratriz de tu sol niña perversa

Y quiero y me uno a ti, señor,
en la deriva


INOCENCIA DESPUÉS

Inocencia, no desesperes en la culpa de los cuerpos
marchitos
Ellos nunca fueron elegantes, nunca un fulgor echó
sobre ellos su hechizo
Inocencia de bellas crueldades, acompáñame a
recorrer lugares reservados a los dioses burlones,
que juegan a devorar toda ley inventada por sus
vástagos
mira mis rodillas poco sumisas en el reino del verano
Mira mi escondrijo lleno de cofres que guardan
ropajes saturados de hastío en las maravillosas
familias
Mira la sombra de despedidas apresuradas, erróneas,
que se conviertieran en reflejos extremos del amor,
oh tembladeral de vidas
Te invito a pasear conmigo en los bosques, matas de
pelo en el lomo de la loba, en las axilas con olor
a cielo, en el duelo de los romances perdidos
Porque contigo he de cruzar leyendas majestuosas,
despojos feéricos, insignificantes cuartos perdidos
en la hondura de tu estigma, resurrecta orden de
no obedecer al amo más que cuando se acerca el
medidiodía del espanto en el recinto vecino allí,
donde el muerto querido alza una copa de alcohol y
aúlla concediendo una visita al infierno
Tu ríspido imperio me eriza, me vuela, me estremece,
me hace desear padecer partir sin consuelo. Tu
sombra anega, pasionaria de los viajes trazados en
el vértigo del soñador

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