Relinchos Malsanos
A campo traviesa galopo tu recuerdo de potro indomable; la eternidad en mis ancas y el futuro fósil de tu amor en las entrañas.
Veneno, jamás dejé de reír en tu epopeya de olvido involuntario, pues soy la yegua que parió el tormento de tu alma, cuando andabas por ahí peinando la muñeca, de tanto buscar y buscar un sentido inexistente.
Percherón, el escupo de tus faltas fue destiñendo el pelaje que sostenía tu agobio, cuando noche tras noche te apareabas por error en la juerga de la vida, dejándome apestada de relinchos malsanos y carreras perdidas para siempre.
No te culpo, cómo hacerlo, el Derby del amor no estaba en tu destino. Me acorralaste hasta el día en que vencí tu resistencia para abrir de par en par el corralón de mis desdichas y escapar...en honor al linaje que me habita.
Vicio
Llevas un maletín negro y una miradas de esas que: ¡hay, cómo te digo!...
Me esperas desde hace doce minutos (si no lo sabré), y cuando me ves, una mirada de esas me deja algo aturdida. Ya era hora que esto terminara, sin duda, en eso coincidimos plenamente, pero cuando algo se convierte en vicio resulta difícil dejarlo.
El maletín negro te acompaña a la habitación y yo subo contigo. Te digo que ya, que bueno, pero recuerda: esta es la última vez. La primera vez fue en aquel balcón, mientras mi abuelita dormía la siesta bajo los efectos de unos sedantes. Luego fue en aquel parque, escondidos tras los matorrales, mientras un fetiche disfrutaba de la escena (no quiero recordar). Ahora tú, descarado, me pides que lo hagamos como la última vez pero variando la forma, esto es, más y más rápido, y yo me niego a pensar que hayas evolucionado tanto en este burdo oficio de autogratificación.
El maletín negro descansa sobre mis muslos, mientras un poco de licor me moja los tobillos desnudos. ¡Había que brindar esta vez! Después de todo, puede ser la última y ya, Todo lo disfrutado se quedará rondándonos la mente como un fantasma de aquellos que ayudan a vivir.
Coges el maletín, retiras el contenido con una cara de esas que me dan miedo. Retrocedo un poco, y me quito la ropa procurando no arrugar las prendas. Es entonces cuando envuelves mi cuerpo con los billetes y me rellenas los pechos y caderas con sublime maestría. Porque en esto sí eres un experto.
Tomamos la última copa y la dejamos allí, junto al maletín prolijamente limpiado y al nombre falso que dimos en portería, que seguro coincidirá con el del próximo huésped. Finalmente caminamos por la avenida, como una pareja de enamorados, mientras la conciencia me oprime las sienes y yo me pregunto por enésima vez, si esta será la última.
Destino
Vienes como siempre, a las diez y quince, con aquella tenida de payaso dominguero y un saxo bajo el brazo por si cae algo. Reímos por las calles como dos perros vagos y la luz de los faroles comienza a iluminarnos. Dices que sí, que esta noche será la vencida, que hay amigos influyentes por ahí, apostando por ti y yo me río: te digo que es por un chiste que recordé, y me guiñas el ojo alegremente, como diciendo: vale, esta será la vencida. Pero aunque niegas reconocerlo, sabes que tu destino es tocar en los burdeles, oliendo a sexo barato y cigarrillo trasnochado; viéndome sólo a mi, cuando el frío de todos los inviernos te desgarre la garganta de tanto darle y darle, de esperanza en esperanza. Me preguntas qué me pasa, no entiendes que estoy divagando. Dices que aún vale la vida, porque estoy a tu lado, y me das justo en el pecho de loca desvergonzada. Aseguras que algún día el mundo verá tu talento, y te aplaudo en la avenida haciéndote una reverencia. La calle nos pertenece, mi bufón de pacotilla: mira como todos vienen a escucharte, y te dejan monedas que recojo en mi sombrero, y te aplauden cuando gritas: ¡esta será mi noche!, yo quisiera llorar, pero prefiero lanzarme alrededor de tu cuello y besarte con locura, como en un fin de mundo. La gente nos aclama, en un enorme alboroto. Los vecinos se aproximan, si hasta la policía aparece de improviso.
Cuando lleguemos al bar y aparezcan los amigos...los amigos aquellos...
Agacho la cabeza mientras entramos al carro policial. Le pido al matón aquel que nos deje en libertad y te devuelva el saxo, pero dice que no, por ofensas a la moral...Ofensas a la moral...ofensas a la moral...quién mejor que nosotros puede saber de eso, respondo en voz bajita, sólo por no atormentarte, pues sigues reza que reza: cuando lleguemos al bar y aparezcan los amigos...los amigos aquellos...entonces será mi noche. ¡Basta Rubén!- te suplico- ¡Basta de darle a los sueños!-. Sólo me respondes: Juan..., y quedas como volando...
EL LUNAR
Este extraño lunar que crece y crece, piensa él cada mañana frente al espejo. No es que sea grande grande, sin embargo, a él le parece que está cada vez más puntiagudo, que adquirió de pronto el carácter de una montaña, después de haber sido sólo un punto muerto en medio de la cara. Y no es que le preocupen las marcas en el rostro y esas tonterías, es sólo que él, está consciente de la azarosa lucha por el sustento diario y de sus graves problemas económicos, protestos piensa, mientras se rasca el lunar y le mueve sutilmente la cúspide. Vendrán los acreedores y lo coge de la base, incrustando levemente la uña de su índice derecho. Aquello del jefe fue una chambonada, mire que considerarlo incompetente, bueno, son cosas que pasan. Apoya su rostro sobre el espejo, el lunar no lo percibe y parece no existir, la humedad de su respiración empaña sus facciones, lo vuelve dúctil y etéreo como la nada. Piensa que esta vez todo acabó, que hoy recibirá el sobre azul, quizás sí, quizás no. Su esposa ignora la situación, sus hijos juegan a ser grandes en la habitación contigua mientras él se aleja del vidrio, su rostro está sudoroso, el lunar sigue allí, más grande aún, en verdad piensa, esta vez ha crecido demasiado, su tamaño se ha vuelto cósmico, será mejor que lo extirpe.
BREVE RESEÑA
Roxana Heise nació en Victoria (Chile) el 20 de abril de 1964. Sus textos han sido publicados en la revista "Escribir y Publicar" de Editorial Salvat, revista periférica
(Portugal), Repertorio Latinoamericano (Argentina), Revista Nitecuento, Gibralfaro.org, El Escribidor, Revista ADES, Divague.com, ALMIAR, Revista Libre Internacional, Los Nóveles, Mis escritos.com, Revista Expresiones, Boletín de literatura Aledaños, Culturízate.com, Bestiario, revista de contos. etc.
El año 2001 obtuvo mención de honor en concurso de cuentos breves "Alfred Hitchcock".
Seleccionada para antología “Los magos del cuento”, ediciones El salvaje refinado, U.S.A 2001.
Finalista año 2004 concurso “Civilia, todos somos diferentes”, publicada en antología “Libertad bajo palabras”.
Traducida al portugués por Fernando Gouveia para revista periférica (octubre 2004).
Seleccionada en concurso del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura. (Chile - junio 2006) con novela “Frenético Sosiego”, la cual fue publicada en formato tradicional y distribuida en bibliotecas públicas del país. Actualmente es traducida al polaco por los investigadores literarios: Mieszko A. Kardyni y Pawel Rogozinski,
A campo traviesa galopo tu recuerdo de potro indomable; la eternidad en mis ancas y el futuro fósil de tu amor en las entrañas.
Veneno, jamás dejé de reír en tu epopeya de olvido involuntario, pues soy la yegua que parió el tormento de tu alma, cuando andabas por ahí peinando la muñeca, de tanto buscar y buscar un sentido inexistente.
Percherón, el escupo de tus faltas fue destiñendo el pelaje que sostenía tu agobio, cuando noche tras noche te apareabas por error en la juerga de la vida, dejándome apestada de relinchos malsanos y carreras perdidas para siempre.
No te culpo, cómo hacerlo, el Derby del amor no estaba en tu destino. Me acorralaste hasta el día en que vencí tu resistencia para abrir de par en par el corralón de mis desdichas y escapar...en honor al linaje que me habita.
Vicio
Llevas un maletín negro y una miradas de esas que: ¡hay, cómo te digo!...
Me esperas desde hace doce minutos (si no lo sabré), y cuando me ves, una mirada de esas me deja algo aturdida. Ya era hora que esto terminara, sin duda, en eso coincidimos plenamente, pero cuando algo se convierte en vicio resulta difícil dejarlo.
El maletín negro te acompaña a la habitación y yo subo contigo. Te digo que ya, que bueno, pero recuerda: esta es la última vez. La primera vez fue en aquel balcón, mientras mi abuelita dormía la siesta bajo los efectos de unos sedantes. Luego fue en aquel parque, escondidos tras los matorrales, mientras un fetiche disfrutaba de la escena (no quiero recordar). Ahora tú, descarado, me pides que lo hagamos como la última vez pero variando la forma, esto es, más y más rápido, y yo me niego a pensar que hayas evolucionado tanto en este burdo oficio de autogratificación.
El maletín negro descansa sobre mis muslos, mientras un poco de licor me moja los tobillos desnudos. ¡Había que brindar esta vez! Después de todo, puede ser la última y ya, Todo lo disfrutado se quedará rondándonos la mente como un fantasma de aquellos que ayudan a vivir.
Coges el maletín, retiras el contenido con una cara de esas que me dan miedo. Retrocedo un poco, y me quito la ropa procurando no arrugar las prendas. Es entonces cuando envuelves mi cuerpo con los billetes y me rellenas los pechos y caderas con sublime maestría. Porque en esto sí eres un experto.
Tomamos la última copa y la dejamos allí, junto al maletín prolijamente limpiado y al nombre falso que dimos en portería, que seguro coincidirá con el del próximo huésped. Finalmente caminamos por la avenida, como una pareja de enamorados, mientras la conciencia me oprime las sienes y yo me pregunto por enésima vez, si esta será la última.
Destino
Vienes como siempre, a las diez y quince, con aquella tenida de payaso dominguero y un saxo bajo el brazo por si cae algo. Reímos por las calles como dos perros vagos y la luz de los faroles comienza a iluminarnos. Dices que sí, que esta noche será la vencida, que hay amigos influyentes por ahí, apostando por ti y yo me río: te digo que es por un chiste que recordé, y me guiñas el ojo alegremente, como diciendo: vale, esta será la vencida. Pero aunque niegas reconocerlo, sabes que tu destino es tocar en los burdeles, oliendo a sexo barato y cigarrillo trasnochado; viéndome sólo a mi, cuando el frío de todos los inviernos te desgarre la garganta de tanto darle y darle, de esperanza en esperanza. Me preguntas qué me pasa, no entiendes que estoy divagando. Dices que aún vale la vida, porque estoy a tu lado, y me das justo en el pecho de loca desvergonzada. Aseguras que algún día el mundo verá tu talento, y te aplaudo en la avenida haciéndote una reverencia. La calle nos pertenece, mi bufón de pacotilla: mira como todos vienen a escucharte, y te dejan monedas que recojo en mi sombrero, y te aplauden cuando gritas: ¡esta será mi noche!, yo quisiera llorar, pero prefiero lanzarme alrededor de tu cuello y besarte con locura, como en un fin de mundo. La gente nos aclama, en un enorme alboroto. Los vecinos se aproximan, si hasta la policía aparece de improviso.
Cuando lleguemos al bar y aparezcan los amigos...los amigos aquellos...
Agacho la cabeza mientras entramos al carro policial. Le pido al matón aquel que nos deje en libertad y te devuelva el saxo, pero dice que no, por ofensas a la moral...Ofensas a la moral...ofensas a la moral...quién mejor que nosotros puede saber de eso, respondo en voz bajita, sólo por no atormentarte, pues sigues reza que reza: cuando lleguemos al bar y aparezcan los amigos...los amigos aquellos...entonces será mi noche. ¡Basta Rubén!- te suplico- ¡Basta de darle a los sueños!-. Sólo me respondes: Juan..., y quedas como volando...
EL LUNAR
Este extraño lunar que crece y crece, piensa él cada mañana frente al espejo. No es que sea grande grande, sin embargo, a él le parece que está cada vez más puntiagudo, que adquirió de pronto el carácter de una montaña, después de haber sido sólo un punto muerto en medio de la cara. Y no es que le preocupen las marcas en el rostro y esas tonterías, es sólo que él, está consciente de la azarosa lucha por el sustento diario y de sus graves problemas económicos, protestos piensa, mientras se rasca el lunar y le mueve sutilmente la cúspide. Vendrán los acreedores y lo coge de la base, incrustando levemente la uña de su índice derecho. Aquello del jefe fue una chambonada, mire que considerarlo incompetente, bueno, son cosas que pasan. Apoya su rostro sobre el espejo, el lunar no lo percibe y parece no existir, la humedad de su respiración empaña sus facciones, lo vuelve dúctil y etéreo como la nada. Piensa que esta vez todo acabó, que hoy recibirá el sobre azul, quizás sí, quizás no. Su esposa ignora la situación, sus hijos juegan a ser grandes en la habitación contigua mientras él se aleja del vidrio, su rostro está sudoroso, el lunar sigue allí, más grande aún, en verdad piensa, esta vez ha crecido demasiado, su tamaño se ha vuelto cósmico, será mejor que lo extirpe.
BREVE RESEÑA
Roxana Heise nació en Victoria (Chile) el 20 de abril de 1964. Sus textos han sido publicados en la revista "Escribir y Publicar" de Editorial Salvat, revista periférica
(Portugal), Repertorio Latinoamericano (Argentina), Revista Nitecuento, Gibralfaro.org, El Escribidor, Revista ADES, Divague.com, ALMIAR, Revista Libre Internacional, Los Nóveles, Mis escritos.com, Revista Expresiones, Boletín de literatura Aledaños, Culturízate.com, Bestiario, revista de contos. etc.
El año 2001 obtuvo mención de honor en concurso de cuentos breves "Alfred Hitchcock".
Seleccionada para antología “Los magos del cuento”, ediciones El salvaje refinado, U.S.A 2001.
Finalista año 2004 concurso “Civilia, todos somos diferentes”, publicada en antología “Libertad bajo palabras”.
Traducida al portugués por Fernando Gouveia para revista periférica (octubre 2004).
Seleccionada en concurso del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura. (Chile - junio 2006) con novela “Frenético Sosiego”, la cual fue publicada en formato tradicional y distribuida en bibliotecas públicas del país. Actualmente es traducida al polaco por los investigadores literarios: Mieszko A. Kardyni y Pawel Rogozinski,
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