MUDA ESTRELLA SOBRE EL AGUA
Milton Rava
“Decidme
cuántos ángeles pueden nadar en una gota de agua.”
(Carlos de Rokha)
No alumbra
muda estrella sobre el agua.
Un corcho el corazón,
una balsa sin norte los huesos
contra las rocas,
no alumbra.
*
ENTRE LOS DÍAS QUE MUEREN NACE EL SOL
lejos
y aquí otro imposible sol cae a plomo sobre los
hombros.
Un sol que se pierde con mis pasos junto a un río,
sagrado como el Ganges
o triste como el Mississippi que imagino.
Un río como el Mapocho
tragándose nuestros sueños
y nuestras pesadillas.
Aquí he visto unos niños correr
algunos perros dormir
ciertas noches llorar a mi lado
y el viejo puente que lo sabe todo,
menos rezar.
Aquí en la superficie veo brillar los días de mi vida
entre unas angustias y unos árboles. Aquí
espero el día que vengo postergando siempre.
Y he tocado unos rostros y unos pies
que no termina nunca de aflorar
ni de hundirse. Aquí el deseo constante
y la vileza, las horas de euforia
y la pena que no llega a sumar
un día nuevo.
Entre los días que nacen cae un sol muerto
sobre los hombros
y mis ojos crecen como manos
anhelantes al horizonte.
Entre los días que brillan
cruza un río que ahoga mi tiempo.
*
EN VANO CÍRCULO ME CIERRO
-trazo y temblor-,
para que no entre el grito del mundo
ni unos ojos que duelen.
Para dejar afuera lo perdido en las ventanas;
un niño que nunca llegó al mar
un hombre partiendo siempre a él.
No es el círculo de Cristo en la arena
el canto que esperaba mi madre
ni la llama del sueño,
pero hay que seguirlo;
soltarse de unas piernas que asfixiaban
en la noche
bajar las teas
y recoger el ancla de la memoria.
No es un vislumbre para otros,
Sino el trazo que cierra el vacío a mis pies.
*
DE DÓNDE EL PRÓXIMO GOLPE SI ES DE NOCHE
y qué beso en el viento,
si no alcanzo a conocer al que me antecede
ni al que sigue.
Si la noche aceza sobre los hombros
como una plaga de langostas
y el cielo estrangula la luz de otro día
entre los árboles.
Dónde el próximo puerto para apoyar la frente
y curar los pies,
besar del equipaje una foto amada
y volver a partir con los muertos al mar.
No somos niños viendo los barquitos
que avanzan,
somos los mismos barcos hundiéndose lentamente
retrocediendo en el suelo
zarpando a un puerto de origen y olvido.
*
ESTACIONARSE ES EL RIESGO.
Encoger la mano que iba a tocar un rostro en la lluvia;
La ilusión de no caer.
Quién espera ahí y tiende su dolor desde un pueblo dormido,
Qué día empapado se abre en los ojos de un niño
Qué frío muerde sus pies
Después de correr conmigo un trecho largo y extraño
como un sueño.
Me pregunta antes de llegar
Si fue cierta la niebla y la mujer que amé
entre la niebla,
(una ventana sobre ruinas.)
Estacionarse es no tocar ése rostro,
Decir niño, no me llames allá
Hace frío
Enciende una fogata con tu caballo de palo
Siente
-mientras te duermes-
Cómo se consume esta canción.
TAMBIÉN PUEDE LLOVER CUANDO ES FEBRERO.
También puedo llorar y extender una mano a la
luz rota de las nubes.
También puedo huir en círculos cada vez más
amplios de esa luz,
como las ondas de una piedra en un lago
y expandir mis latidos,
o contraerme en un círculo que se estrecha
con todo lo que duele
hasta ser un ojo triste en mi palma.
Puedo ser esa piedra que va hacia el fondo
o esa onda creciente
a las orillas más lejanas del amor.
*
CÓMO UNIR MI VOZ A ESA VOZ,
antes de que salga
antes de ser grito que me nombra
en la espesura,
y caer mi tiempo a la noche que viene.
Después de correr todas las hojas al frío
y las bestias de sangre tibia al matadero.
Después de abrir una zanja profunda
en el camino,
y cubrir unos ojos con barro
la lividez con un beso
una herida con nada.
Después de amar lo que se hunde
y enmudece para siempre.
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