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jueves, 16 de diciembre de 2010

Patti Smith: punk = libertad

Patti Smith: punk = libertad
noviembre 4, 2010
por Roberto Careaga

Hablé con Patti Smith el jueves 19 de agosto. Marqué su número varias veces y recién a la cuarta escuché su voz. “Llámame en media hora, por favor”, me dijo y ahí me puse nervioso. Me pasa esto con Patti Smith: más que su música, me gusta ella. Más que Horses (que me encanta), más que todos sus discos, me gusta ella. Me fascina la idea de la Smith moviéndose por miserables primeros días del punk en Nueva York. La Smith entre los idiotas drogadictos que inventaron el punk. A la distancia, brilla su desbordante energía. Después de leer Eramos Unos Niños, brilla la inocencia con la que en 1970 creía que las Iluminaciones de Rimbaud funcionaban como un programa de vida. La adolescencia. El tiempo también le ha otorgado una dignidad inquebrantable y la ha metido en esa categoría de leyendas vivientes del rock americano que, cosa más bien rara, también escriben. Y no mal.

Eramos Unos Niños -sus memorias sobre los 70 y su amistad con Robert Mapplethorpe- no siempre está tan bien escrito, pero es entrañable. Emocionante y esperanzador. La historia de dos vagabundos que se salen con la suya: convencidos de que son artistas, terminan por ser parte de la generación que redefinió la cultura pop americana (En en el libro Por Favor Mátame hay otro retrato: loca ansiosa por meterse en los círculos bohemios y gran poeta) . Entrevisté a Patti Smith por su libro y también, cómo no, por su público fanatismo por Roberto Bolaño. De todo lo que me dijo, me quedo con esto: “Si necesitas algo, ya tienes mi número”.

Hubo un par de cosas más que dejé fuera. Por ejemplo, Patti me contó que vive al lado del Hotel Chelsea, que más que poemas quería escribir libros para niños (“como Pinocho o Peter Pan”) y novelas de detectives, y que siempre lleva un diario (“los cuadernos de notas y los diarios de los escritores son sus más importantes posesiones”) que en los 70 tenía anotaciones como estas: “Cuando le corté el pelo a Robert, el día en que conocí a Janis Joplin, el día en que fuimos a Coney Island, cuando la luna estaba llena”.

Dos cuñas más:

“Me han llamado wild mustang del rock and roll, poeta rockera, la reina del punk, luego fui la madre, ahora soy la madrina… Mientras más envejezco, mis títulos cambian. Realmente no me importan. Simplemente soy una trabajadora”

“Siempre me he sentido libre. Cuando te sientes reducido por la sociedad o por la cultura que te rodea, terminas abriendo las puertas a patadas. Como decía Jim Morrison, atraviesas hacia el otro lado. Uno se libera. Ser libre o no, al menos que estés es prisión, es una ilusión: todos somos libres, pero es algo que debemos ganarnos constantemente”.

Al final Smith me adelantó que quería venir a Chile. “Voy a ir en primavera (de EEUU). Voy a ir a tocar. Estoy trabajando en ello. Porque me encantaría ir. Definitivamente iré”. Ojalá. Habrá que esperar. Dejo aquí la nota que salió en el diario.

Hacia el final de la noche, un veinteañero de afro revuelto se subió al escenario con una Gibson Les Paul. Fue el 23 de julio pasado en San Feliú de Guixols, España. Lautaro Bolaño se sumó a la banda de Patti Smith para tocar Blak leaves, la canción que la “madrina del punk” escribió en homenaje a su padre. Es el último capítulo de una pasión: casi obsesionada con Roberto Bolaño, Smith leyó una y otra vez sus novelas, le escribió un poema, luego una canción, y cuando supo que giraría por España, pidió una cita con su familia. Pocas horas después, Lautaro, el hijo mayor del escritor, estaba en el escenario con ella. “Fue una noche maravillosa”, dice Smith con una ligera emoción.
Al teléfono desde Nueva York, la voz de Smith se oye pastosa y cálida. “Me hizo muy feliz saber que alguien de Chile, de la tierra de Bolaño, quería hablar conmigo”, dice en otro arranque de fan. Más que la legendaria creadora del disco Horses (1975), pareciera estar hablando la adolescente que a fines de los 60 llegó a Manhattan con una copia robada de Iluminaciones, de Arthur Rimbaud, y sin un peso en los bolsillos. Es un eco de Eramos unos Niños, el libro en que Smith narra su amistad con el fotógrafo Robert Mapplethorpe y recorre su papel protagónico en el estallido del underground neoyorquino de los 70.
Recién en Chile, Eramos Unos Niños es la historia de los primeros pasos de Smith y Mapplethorpe: dos vagabundos que pasaron de juntar pesos para arrendar los más miserables departametos, a animar la bohemia de Nueva York junto a Andy Warhol William Burroughs, John Cale, y liderando la vanguardia artística y la irrupción del punk. Terminaron moldeando parte de la cultura popular de nuestros días.
En esa época, cuando apenas podían comprar leche y pan, ¿qué esperabas de tu vida como artista?
Nosotros no esperábamos nada. Yo sólo quería conseguir suficiente dinero para vivir, hacer mi trabajo, seguir estudiando. Lo que más me interesaba era poder hacer una buena obra, una obra que mereciera ser recordada. Esa era mi principal preocupación.
Le prometió este libro a Mapplethorpe antes de que muriera, en 1989. ¿Por qué demoró tanto en escribirlo?
Se lo prometí el día antes de que muriera. Pero fue difícil. Me tomó un tiempo procesar la pena de perder a Robert y encontrar las palabras adecuadas. Luego, tuve una serie de pérdidas: murió mi pianista, luego mi esposo (Fred “Sonic” Smith) y después mi hermano. Me costó mucho escribir sobre un tema como la pérdida.
Pero no es un libro amargo.
No, yo no soy una persona amarga. No tengo ninguna amargura.
Hasta hoy siento conmigo a Robert. Nunca he tenido la sensación de perder a Robert como mi amigo y guía.
Justamente Eramos unos niños se lee como una celebración de tu amistad con Mapplethorpe.
Escribí sobre el tiempo en que nos conocimos, fue a finales de los 60 y en los 70. Traté de describir el aura de nuestros días, cómo era un día cualquiera en nuestra vidas, el ritmo de la ciudad. Cuando éramos jóvenes, lo material todavía no era tan importante.
Nadie tenía tarjetas de crédito. Y no podías tener nada que no pudieras pagar: no teníamos celulares, ni computadores, ni siquiera televisores, tampoco teléfono. Y fueron años maravillosos, porque estábamos inventando nuestra voz cultural.

Un homenaje
Primero fue poeta, luego rockera. Empezó con lecturas dramatizadas de sus poemas y luego sumó al guitarrista Lenny Kaye a sus performances.
“Yo era una persona muy inquieta, con mucha energía y a veces sólo hacer poesía no era suficiente”, cuenta: “Quería algo más energértico y me puse a trabajar con Lenny. Lentamente fuimos evolucionando. Sumamos un piano, un bajo y finalmente una batería. Cambiamos. Empezamos en 1971 y para 1975 éramos una banda de rock and roll. Pero no lo planeamos, fue una evolución orgánica”, agrega.
A uno de los primeros recitales de Smith, en el club The Bitter End, en 1974, llegó un invitado de lujo: Bob Dylan. “Su aparición en el show salió en los diarios y, por supuesto, algo de la atención se concentró en lo que yo estaba haciendo. Poco tiempo después tuvimos un contrato para el disco Horses. El rápido interés de Bob Dylan me ayudó mucho”, cuenta.
Después de que saliera Horses, cuando empezaban bandas como Televisión, The Ramones y MC5, ¿estabas consciente de que nacía un movimiento?
Uno espera que pueda generar cambios. Yo siempre esperé que pudiéramos generar un cambio en el futuro. No andas por la vida diciendo que eres parte de un nuevo movimiento. Nunca lo sabes. Ningún movimiento lo sabe. Los beatniks no pretendían ser beatniks, sólo hicieron su trabajo. Con el tiempo apareció la etiqueta. Todo lo que nosotros queríamos era trabajar en nuestras canciones y poemas y ser libres. De eso es lo que se trata realmente el punk. Es simplemente otra palabra para decir libertad.
Bolaño decía que escuchaba a The Velvet Underground y Suicide. Es probable que también te escuchara a ti.
Oh, no lo sé. Es maravilloso pensarlo. Pero ciertamente yo lo escucho a él. Bolaño es mi escritor favorito.
¿Cómo llegaste a leerlo?
Nadie realmente me lo recomendó. Está en todas partes. Vi el título Los Detectives Salvajes... Me habría encantado escribir esa frase. No sabía nada de Bolaño, pero pensé que cualquiera que hubiera escrito un libro con ese título tenía que ser genial. Luego leí Amuleto. Pero el libro que realmente me sedujo fue 2666. Ya lo he leído cuatro veces. Es una obra maestra. Es la primera verdadera obra maestra del siglo XXI.
¿Qué te impresionó?
En el libro, Bolaño diseña el apocalipsis del mundo. Es una obra maestra en todos los sentidos, lo tiene todo: poesía, belleza, el aire de una novela de detectives, está maravillosamente escrita y, para la literatura, abre nuevas posibilidades de contar una historia.
¿Cómo se gestó la invitación de Lautaro Bolaño a uno de tus conciertos?
Me reuní con toda la familia. Ellos accedieron a verme. Fueron a mi concierto. Su hijo es un gran guitarrista y lo invitamos a tocar con nosotros. Fue simple y maravilloso. Los dos hijos de Bolaños son maravillosos.
¿Estuviste en la casa de Bolaño, en Blanes?
Es un tema privado. Lo acordamos así. Pero puedo asegurarte que tuvimos una gran conexión.
¿En tu nuevo disco incluiras la canción que escribiste para Bolaño?
Sí, ahí estará. Estoy trabajando en un nuevo disco y en dos nuevos libros. Escribo una novela de detectives. Pero, además, voy a publicar un pequeño libro sobre Bolaño. Tendrá algunas reflexiones y varios poemas. Es un homenaje. Es muy triste que nunca haya podido conocerlo y agradecerle por su maravilloso trabajo.


Posted by robertocareaga

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