“Pensar
alto, sentir hondo, hablar claro” Antonio Machado
Éxito
Literario
Por
Luis Ossa Gajardo
Algunas personas a las cuales invité a la presentación de mi libro
“Travesía Azul “realizada en la feria internacional del libro de Viña del Mar
versión año 2015 se excusaron por no asistir- unas comprensibles por la
distancia que nos separaba, otras cercanas que por causas diversas de algún
modo se justificaron. En todo caso, desde el día que se inventaron las excusas
ninguno ha salido mal parado...
Antes de proseguir con el tema que deseo
exponer, agradezco sinceramente a aquellos nobles amigos y público en general
que nos acompañaron en el reciente evento, cuya presentación estuvo a
cargo de mi compañera en la vida y en la
poesía, la poeta Laura Medina Espinoza y nuestro hijo el escritor Alexis Ossa
Medina, todos -incluyendo al que escribe estas líneas- pertenecientes a la Sociedad de Escritores de
Valparaíso. Agradezco también en forma muy especial a quien nos deleitó -en los
intermedios- con agradables sones musicales, me refiero al profesor de
matemáticas candidato a magíster y músico Sr. Sergio Gómez Gómez.
Para quien no ama la siempre eterna, vana y torpe figuración personal
es imposible no experimentar una sensación de vértigo, semejante a quien se
acerca a un profundo abismo. Tal es el sentimiento de quien presenta un libro
en un ámbito precisamente no cultural, donde personas aun no han acostumbrado
el oído a las resonancias líricas, ni a la musicalidad de bellas estrofas
poéticas y per se incapaces de percibir
el ágil ritmo que enriquece el verso. Donde pocos en este medio circundante,-aunque
no les favorece- logran una concentración total para elevarse a las cimas de la
mística donde el espíritu vibra lejos de
toda materialidad.
Muchos de los que
se excusaron y no asistieron me decían: “buena suerte” “buena fortuna” “que te
vaya bien” “éxito” etc., entonces desde el fondo entrañable de mi conciencia me
pregunto: ¿Qué es el éxito literario? ¿Acaso es lograr una audiencia numerosa?
¿O es lograr el mayor número de ventas y un buen recaudo monetario? ¿O pretende
el autor que el sol de la fama bese sus pies? Sí tal es la íntima aspiración de
quien presenta un libro, demasiado mezquina y torpe sería su actitud porque no coincide con la
generosidad y grandeza de alma que todo genuino poeta y/o escritor debe
poseer.
Chile, -la patria de Pezoa Véliz, Huidobro, Pablo Neruda, Gabriela
Mistral, Pedro Prado y tantos otros auténticos poetas-, necesita salir de su
oscurantismo cultural. Y sobre todo de su ignorancia poética.
Por doquier se realizan
concursos de poesía frecuentemente constituidos por jurados ineptos, en lugar
de efectuar cruzadas culturales que conlleven a la comprensión real del arte de
la escritura lírica, donde se incluya el hábito de la lectura, en este caso, de
egregios poetas universales de todos los tiempos, porque de continuar en este
rumbo, razón habrá de la actual infinitud de rechazos hacia la lectura
poética...hacia la grotesca poesía que impera en nuestra época donde miles de
seres repiten sin discernir e irracionalmente solo antipoesía. Esta tarea
corresponde indubitablemente a círculos, sociedades y agrupaciones literarias,
pero si gran parte de sus miembros ni siquiera se interesan por adquirir nuevos
conocimientos que ayuden a su propia voluntad creadora y otorgue a su cosmos
interior impulsos a su natural talento ¿Qué se puede esperar para este mundo de
relativismo alarmante?
Algunos autores en un arrebato de egocentrismo extremo anteponen su
rostro en la portada de sus libros, como si tal acto contribuyera a dar cauces
nítidos y sólidos a la cultura; sórdida expresión de un mundo de vanidades, vacuo
y mercantilista.
La cultura es solo un privilegio
alcanzable para el ser humano, quienes la desarrollan dentro de sí adquieren
aquella extraordinaria virtud espiritual que ilumina nuestra propia
inteligencia y nos conduce a la más
elemental reflexión que nos ayuda a separar lo grotesco de lo sustancial.
¡Oh poeta y/o escritor, oh simple sombra mortal! , si tus escritos lograran
trascender más allá
de tu propia muerte y leyeran
tu obra las futuras generaciones entonces exclamaran:
¡He ahí: un éxito literario!
***
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