Columna
del profesor Pedro Serrano, Unidad de Arquitectura Extrema UTFSM.
Del
mapudungún kawkaw, "gaviotas", Cau Cau es el emblemático nombre de un
también emblemático fracaso de un proyecto de obras públicas chilenas. Lejos en
nuestra historia están hazañas como el Viaducto del Malleco, 347 metros de
largo y 108 de altura, inaugurado un 26 de octubre de ¡1890!, por el entonces
presidente José Manuel Balmaceda. 116 años después, aún funciona impecable.
Cau
Cau ha sido una idea fracasada en el año 2016, un fracaso de gestión, finanzas,
ingeniería, construcción, control y supervisión, entre otros factores. Una suma
de errores profesionales y políticos, muestra de incompetencias nacionales e
internacionales, atractivo turístico inesperado y vergüenza nacional en el
planeta. Nada fácil de asumir, si además fueron 18 mil millones de pesos de
todos los chilenos, que hoy en día tienen como futuro recomendado la
demolición.
La
idea de esta columna, más allá de esperar que se haga claridad, transparencia,
justicia en la medida de lo posible, es aportar con un par de propuestas
simples para aminorar un poco las pérdidas.
Tenemos
dos estructuras de hormigón armado, reforzado con acero, con dos pistas
pavimentadas, rayas de pavimento, ciclovías y paso peatonal; también barandas
terminadas que, es de esperar, no sean demolidas.
En
Valdivia y la Región de los Ríos, hay una buena cantidad de caminos rurales,
con comunidades aisladas, pequeños ríos y esteros que necesitan un puente
caminero de menos de 45 metros. Así como dichos brazos llegaron en camión,
pueden salir en camión hacia esos destinos, donde solo hay que construir las
estructuras adecuadas de soporte y acceso de borde. Una inversión que ya está
dada por perdida, no se pierde del todo y adquiere un carácter de iniciativa
con valor social en un territorio cruzado por gran cantidad de cursos de agua
más pequeños que el Río Cau Cau.
Por
otra parte, un puente basculante SOBRE el río, que ya ha tenido un costo de 18
mil millones de pesos, que hemos pagado todos los chilenos, con esa obsesión
insana de construir algo obstructivo, sobre el río, podríamos olvidarla, por
favor, pensando mejor en un túnel carretero BAJO el río. Son 100 metros a
salvar, supongamos 200 metros doble calzada incluso doble túnel de doble
calzada, con acceso y salida sobre la peor inundación.
Según
una conocida empresa noruega, que construyó el túnel más largo del mundo
–Laerdal, de 24 kilómetros, dos calzadas, bermas a ambos lados, ventilado,
señalizado, iluminado-, la referencia indica que el metro lineal de túnel
carretero estaría entre los 5 mil 500 y los 15 mil 500 dólares por metro
lineal; es decir, con esta tecnología, para hacer realidad el posible túnel Cau
Cau, bastaría una cifra en torno a los 3 mil 100 millones de dólares.
El
fracaso del Cau Cau, a precio actualizado (661,32 pesos chilenos por dólar),
tuvo un costo para el país de 27 millones 218 mil 290 dólares, descontando los
daños en servicio y prestigio. O sea, el túnel bien hecho resulta por muchísimo
menos de lo ya gastado, y si se hace un túnel de ida y otro de vuelta, serían 6
mil 200 millones de dólares, lo que sigue siendo mucho más barato.
Que
conste que con un par de túneles, no hay que accionar ni vigilar nada cuando un
barco pasa por arriba y el tránsito vehicular por debajo es fluido y continuo.
El
futuro túnel de Agua Negra entre Coquimbo y San Juan en la cordillera de la IV
Región, uno de los más profundos del planeta, en roca cordillerana, tiene un
financiamiento del BID por sobre el billón de dólares y son dos túneles
carreteros de 13,8 kilómetros, lo que da 108,7 millones de dólares por
kilómetro, o sea 108 mil 700 dólares el metro lineal, doble túnel. Aun a este
precio sigue saliendo más barato un túnel doble…
Nos
quedaría ver qué hacer con los dos cabezales, cuya estructura es aun
sospechosa, por la “in-trazabilidad” de los aceros usados, que podrían exhibir
a futuro los sistemas hidráulicos que fallaron y dos pequeñas placitas asomadas
al río, que podrían albergar a pescadores de orilla ocasionales. La curiosa
torre de control podría ser refugio para algún ciudadano local que fue pillado
por la lluvia sin contar con un albergue.
Nada
se pierde, todo se aprovecha, aceptar que no estamos para basculantes, es una
lección de humildad, no a la demolición y sí al túnel…
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