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jueves, 14 de junio de 2007

Walt Whitman

CANTOR INMORTAL DEL HOMBRE


Berthy Ríos.


A poem is inmortal not only because it continúes to be read by generation after generation of readers but also because eacb sensitive reader, ha»ing once ezperienced the poem, absorbe the ezperience and continúes to íeel it always, and further, because a trne poem expresses an inmortal human trutb.

Oscar Williams.





Hay hombres como montañas, gigantes y frondosos, la raíz profunda en la tierra y la frente hundida en un firmamento de nubes.
Walt Whitman es uno de esos.
De él puede decirse lo que de Benedetto Croce expresó Bernard Wall: su presencia fue "un acontecimiento humano formidable".
En Whitman no sólo es humano el hombre, sino la obra, los pensamientos, el tránsito vital, y la muerte. Todos sus actos convergen hacia una expresión de categórica humanidad.
Como apóstol del Hombre, el poeta nació solo. No encontró tradición.
Cooper, Irving y Poe, son el aventurismo, la fantasía y el dolor; Hawthorne, es la novela; Emerson, la filosofía; Thoreau, el idealismo; Whittier y Longfellow, son la religión y la leyenda.
Sólo Whitman es la poesía en su mas auténtica elocuencia. Continental y universal. Poeta cósmico.

Negado y calumniado por el puritanismo conventual de su época, prende al fin en grandes zonas mentales de Europa y América Latina. Bazalgette lo introduce en el Viejo Continente y Martí lo da a conocer al Nuevo Mundo. Ernest Crosby y Horace Traubel, se hacen sus mejores testamentarios en su propia patria.
Dondequiera que se traduzca a Whitman, allí está América pletórica de fuerza y porvenir. Su verso es el Nuevo Mundo, virginal, portentoso y multiforme.

ALMA DEL NUEVO MUNDO

Después de Whitman -excepción de un Martí, un Almafuerte, un Chocano o un Udón Pérez-, nuestros poetas son traducibles; a todas las lenguas, pero con ellos no va nada del Alma de América



Parnasianos, simbolistas y románticos, quedan bien en Grecia, Francia o España. Modernistas, quedan bien lo mismo en Persia que en Alemania. Nativistas, quedan bien en todas partes.

Imitación, servilismo mental, exotismo literario, fantasía ajena. Nada propio. Nada original.

Rubén Darío está en Ornar, que es persa. Pérez Bonalde está en Heine, que es alemán. Andrade, en Hugo, que es francés. Acuña, en Bécquer que es español. ¿Los nuevos ismos? Marinetti, Apollinaire, Tristán Tzará, Bretón y Reverdy los crean en Europa, y aquí los siguen una legión de talentos superiores y una muchedumbre de versificadores de última clase.

González Martínez, Eguren, Huidobro, Queremel, Tamayo, Vallejo, Borges, toda una constelación de magníficos poetas frustrados como expresión telúrica americana.

¿Ercasty, Vasseur, Neruda?

En la grandiosidad de sus cantos está vivo el aliento de Whitman.

La poesía afroamericana es quizás la única expresión original que puede presentar América Latina. El spiritualismo dé los poetas negros norteamericanos nada tiene que ver con el verso que cultivan Guillen, Ballagas o Palés Matos.
Queda la América bárbara, la América india, la América mestiza, la América híbrida, la América de todos los pueblos y todas las razas, la América de todo6 los anhelos y todas las esperanzas.

Eso está en Whitman

La raíz de su canto formidable se nutre en Homero, en Valmiki, en Isaías; en la Escocia de Ossián; en la Germania de los Nibelungos; en la Florencia del Dante; en la Inglaterra de Shakespeare.


"HOJAS DE HIERBA"


Un viento profético estremece ese manojo de Hojas de Hierba con que el poeta de Long-Island esparció al Mundo la simiente de la nueva religión del Hombre.

Un libro mesiánico, anunciador de un Mundo de fuerza y abundancia, donde se augura una Raza de Hombres y Mujeres libres, sin miedos y sin ídolos, atentos a la magna labor de su perfección moral y física.

Sobre las ruinas de un mundo decrépito no se alzará una cruz, símbolo de Muerte. Se alzará un arado, símbolo de Trabajo, significación de Vida. Ese será el milagro de la clamación visionaria de Walt Whitman.



El Hombre cósmico conjugará en sí la raíz de la tierra y la nube del cielo. Será positivo e idealista, como un navegante.

El mundo no será para el Hombre Cósmico sino eso, una nave en constante ascensión hacia el dominio total de la Naturaleza. Su impulso no será la fe, como esperaba Santo Tomás. Será la Ciencia una Ciencia humana, como quería Thoreau.

En Hojas de Hierba, libro optimista y conmovedor, no hace nido el Dolor, fuente miserable de la degeneración del Hombre.


El Dolor no es natural.

Es la invención vergonzosa de los eunucos del espíritu, de los miserandos de corazón, de los castrados mentales, para hacer del Mundo, que es luz y armonía, una inmensa sala de hospital donde el Hombre es a la vez paciente y enfermero, y se le obliga a padecer, y ser al mismo tiempo el consolador de sus propios padecimientos.

EL HOMBRE LUMINOSO Y LIBRE

Whitman insurge contra este derrotismo sostenido en dogma, que coloca al Hombre, como un pordiosero, a merced de las fuerzas invisibles de todas las supersticiones, y levanta la palabra de liberación en cuyas alas cabalga el Hombre Nuevo, listo para entrar en posesión del Mundo Nuevo, y ser feliz.



El poeta canta:



Anuncio que los seres naturales se levantan;

anímelo a la triunfante justicia;

anuncio la libertad y la igualdad inflexibles;

anuncio la justificación del orgullo.



Anuncio a un hombre y a una mujer del porvenir. Acaso tú eres uno. (iAdiós!)



Anuncio al gran individuo, fluidor como la Naturaleza, casto, afectuoso, compasivo, lleno de fortaleza.



Anuncio una vida que ha de ser copiosa, vehemente, espiritual, osada; anuncio una muerte que, luminosa y alegremente, encontrará su transformación.



Anuncio miríadas de juventudes, hermosas, atléticas,

de pura casta, de dulce condición;

anuncio una raza de espléndida y salvaje ancianidad.



Concepción de vasta hermandad entre hombres y mujeres, presidida por los altos símbolos de la Comprensión, la Justicia y el Amor, sin nomenclaturas de la razas, idiomas, fronteras y nacionalidades.



The life long love of comrades fue la augusta divisa del Poeta, puesta como un gonfalón de Libertad en el frontispicio de una Ideal Confederación Humana.



Moisés fue la encarnación de un pueblo. Whitman es la aspiración de toda la Humanidad.



En su obra vibra la ruda sinceridad de su corazón de Hércules, con la misma gozosa vitalidad de un niño fuerte y robusto.



LO TOTEMICO EN WHITMAN



Y esta poesía órfica, sublime en su belleza intrínseca, fue declarada obscena, Whitman cantó el más hermoso porvenir del Hombre, pero también entonó un himno hedonista a ese prodigio de perfecciones que es el cuerpo humano.



Yo, el poeta de los Cantos Adánicos,

desbordante de vida, fálico, poseedor de potentes

y originales riñones, perfectamente puro,

Indestructible, Inmortal, retorno a través de las edades.

Ahora recorro el nuevo Edén,

el gran Oeste de mi raza, evoco sus capitales,

mientras me abandone a mi delirio anunciando

la venida de cuanto es engendrado,

ofreciendo estos cantos, ofreciéndome yo mismo,

bañado en el sexo de mi ser y mis himnos,

retoño de mi semen.



No es narcisismo. Es repleción de vida. Toca fondos totémicos, y se emparenta con esa sana religión vital de los himnos védicos.



Por eso fue el asombro de una sociedad aferrada a caducos prejuicios de casta y religión, dependiente aún de una Inglaterra colonialista y agresiva, con la que Walt Whitman no podía transigir.



Emerson, Rossetti, Swinburne, y algunas mujeres admirables, Mary Smith y Ana Gilchrist, reivindicaron el nombre del Poeta y enjugaron su inválida ancianidad.



CONCEPTO ECUMENICO DE SU POESÍA



Whitman se da íntegro en su poesía, con la entrega absoluta del viento y el fuego en aras de la Libertad total. El hombre en quien encarnó su sueño redentor fue Lincoln.



Tal vez uno de sus cantos más inspirados fue el que le arrancó el asesinato del gran antiesclavista:



Cuando las últimas lilas florecían en la puerta del patio,

y el gran astro descendía por Occidente hacia la noche,

yo lloré y aun lloraré con la eterna primavera.



Eterna primavera, una trinidad segura te trae a mí:

las perennes lilas que florecen, el astro que se oculta por el Oeste

y el recuerdo del que amo.



Este recuerdo y este amor no lo abandonaron nunca. Y junto a estos sentimientos, están su identificación con la Naturaleza, y su gran Pasión Universal por la felicidad del Hombre.



Whitman se hace cargo de su destino de reformador, de innovador, de revolucionario como poeta, y busca en la Vida, en el Hombre, en su Realidad y Esperanza, la clave victoriosa de su Canto.



Allí está, vibrante de Futuro, el sentido panteísta y cosmogónico de Walt Whitman, soñando el Mundo de Mañana engendrado por la fuerza universal de los pueblos.



"Algunas veces he pensado, en verdad, —dice en sus Papeles— que la única vía y medios para una reconstrucción de la sociedad, dependían, primariamente, de un nuevo alumbramiento, elevación, expansión y vigorización de la mujer, produciendo, para las razas del porvenir, una perfecta maternidad".



Whitman coloca a la Mujer en el epicentro de su Visión de Fraternidad Universal, y exalta un tipo de Literatura nueva, acorde con la Raza Nueva. "Una vida literaria —afirma— fundamental, religiosa, compatible con la ciencia, enlazando los elementos y las fuerzas con el poder competente, logrando la total redención de la mujer fuera de estas increíbles ataduras y artificios de la necedad, del adorno y de toda clase de dispépticas vaciedades, garantizando así a los Estados una fuerte y dulce raza de mujeres, una Raza de Madres perfectas".



¡Santayana, que lo analiza con ojos de filósofo, no le concede "mundo interior" al gran bardo norteamericano!



PROYECCION HISTORICA DE WHITMAN



Como poeta de amplitud histórica, Walt Whitman proyecta su voz hacia los siglos por venir. Como poeta de dimensión humana, su obra no tiene precedentes.



Antes de Whitman no se había cantado al Hombre tan intensa, tan profundamente. Los mitos, las guerras, las leyendas, el amor y la muerte, temas fueron de los que se nutrió exhaustivamente la Poesía de todos los siglos. El Hombre fue siempre el Extraño, el Desconocido, el Perpetuo Desterrado de sus dominios luminosos. Whitman haría de él la gran Realidad del Universo.



Sólo en Whitman se ofrece el Hombre en toda la plenitud de su grandeza, superior a todos los dioses, hijos mismos de su Fantasía.



El Hombre en Whitman es una Fuerza Concéntrica hacia cuyo núcleo convergen todos los mundos. Nada está fuera de él. Todo está en él. Todo es él.



América ha realizado el prodigio de incorporar al Hombre a los grandes temas de la Poesía Universal, desnudo y auténtico, con la sagrada desnudez de su presencia real.



El Cantor de Long-Island quería para el Hombre un Mundo ancho y luminoso, como el océano, donde corriesen vibrantes los vientos de todas las libertades, y se respirase la atmósfera de la más hermosa coexistencia humana.


DESTINO FINAL:



SOL Y TIERRA


Y el Poeta que anheló todo lo justo y bello para el Hombre, sólo pedía para él la tierra, el sol y los animales, la Naturaleza, la misma Libertad. Un Diógenes moderno, que se agigantaba al cantar su propia independencia, que a la vez ansiaba para todos los pueblos.

Soy para los que nunca han sido domeñados;

para los hombres y mujeres cuyo carácter nunca ha sido domeñado;

para aquellos a quienes las leyes, las teorías, los convencionalismos,

jamás podrán domeñar.



Soy para los que avanzan de frente por toda la tierra;

para los que se renuevan a fin de que todo se renueve.



No quiero ser intimidado por las cosas irracionales;

quiero penetrarlas de humanidad,

quiero volver contra ellas sus más agudos sarcasmos.

Quiero hacer que las ciudades y civilizaciones me respeten.

Esto es lo que he aprendido en América,

he aquí la suma que, a mi vez, enseño.



¡Oh Democracia! Mientras de todas partes

las armas se aguzaban contra tu pecho,

he visto dar a luz serenamente hijos inmortales,

he visto en sueños dilatarse tu forma,

te he visto con tu inmenso manto, rival del sol, cubrir el mundo.



"Hojas de Hierba" será así el Mahabharata del Hombre del Futuro que está a punto de nacer, con el cual el mismo Whitman se encontrará, sin duda, en un genésico abrazo de hermandad cósmica.



Mi fe es la más vasta de todas,

y al mismo tiempo la más insignificante de ellas:

abarca el culto antiguo y el moderno,

y todos los cultos que existieron entre lo antiguo y lo moderno.

Creo que volveré a la tierra dentro de cinco mil años.



El formidable autor de Leaves of Grass debió morir con la convicción de que, si la Naturaleza siempre inconclusa y siempre definitiva, es eterna, su Canto nuevo e innovador, si es la inconclusa expresión del Hombre, lo contiene todo en su esencia inmarcesible, y es inmortal como la Naturaleza y el Hombre.



¡Tal es la gloria imperecedera de Walt Whitman!



Marzo, 1960.


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