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sábado, 4 de junio de 2022

ENTREVISTA:CHANTAL MAILLARD | POETAS ESPAÑOLAS DE HOY -FUENTE EL PAIS.COM

 ENTREVISTA:CHANTAL MAILLARD | POETAS ESPAÑOLAS DE HOY

"Yo creo que corazón ya no tengo"

16 JUN 




La experiencia del dolor le viene a Chantal Maillard (Bruselas, 1951) de antiguo. Fue feliz, según declara, hasta los 7 años, pero a partir de ahí, los continuos cambios de internado en Bélgica y después la adaptación a España, donde se trasladó con su familia en pleno franquismo, la convirtieron en una niña desubicada y silenciosa. Nació sin embargo con el don de la escritura, en la palabra encontró cobijo y, a los 14 años, ya había escrito dos novelas y más de cien poemas. Y así hasta hoy. Poeta, filósofa y gran conocedora del pensamiento y estética orientales, es autora de una docena de títulos, entre los que destacan sus diarios, Diarios indios y Filosofía en los días críticos, un milagro de simbiosis entre filosofía y poesía. En 2004 obtuvo el Premio Nacional de Poesía por Matar a Platón, un libro seco y despojado, escrito durante su grave enfermedad, en el que la muerte y el dolor, sin concesiones literarias, palpitan en cada una de sus páginas. Su nuevo poemario, Hilos, posterior a la imprevisible muerte de su hijo, revela a una de las voces poéticas más intensas, honestas y radicales del panorama actual.


"Hilos es un libro marcado por el suicidio de mi hijo. ¿Qué más puedo decir?"

"El gran pecado de Occidente es la tristeza"

"La filosofía es voluntariosa, requiere indagación. La poesía es receptiva, requiere un decaimiento de la voluntad"

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En la trama del mundo

Benarés o el tiempo de las chanclas

PREGUNTA. Entre su poesía y su pensamiento apenas hay ruptura. ¿Qué son una y otro para usted?


RESPUESTA. Es difícil ligarlos porque son dos modos de encarar la realidad. El modo poético es receptivo, y el filosófico requiere la indagación, y la actitud en filosofía es voluntariosa, mientras que la poesía requiere un decaimiento de la voluntad. Yo pretendo ligar una y otra porque participo de ambas. Lo que no se puede hacer es filosofía cuando se hace poesía ni poesía cuando se hace filosofía, eso descartado.


P. ¿Por fidelidad a los géneros?


R. No. Creo que es una cuestión de ritmo, de musicalidad. La musicalidad poética está reñida con la indagación filosófica que, como digo, es voluntariosa.


P. Afirma que tiene problemas con los conceptos tradicionales. ¿La historia del pensamiento occidental es tramposa?


R. Lo que es tramposo es la metafísica cuando uno piensa que lo que cuenta metafísicamente es la realidad. La filosofía, cuando no se aplica a objetos como el arte, la ciencia etcétera, es una lógica aplicada al ámbito del saber y ahí no hay problema. Pero cuando la lógica se aplica en ámbitos que rebasan el conocimiento, es un juego parecido al del ajedrez: tienes unas piezas y se juega en el tablero, pero si pretendes que ese tablero es la realidad exterior, es tramposo. Juegos metafísicos los hay en todas partes, pero la trampa es creer en los grandes conceptos, cuando creemos que las palabras dicen algo de lo concreto. Lo concreto es singular, y los conceptos son universales, la poesía trae a la pantalla lo singular, y la filosofía juega con los universales, ésa es la diferencia. Yo intento, y lo hago a partir de Husos e Hilos, tropezar continuamente con los conceptos. El lenguaje está plagado, tanto en Oriente como en Occidente, de conceptos y yo los cuestiono.


P. Husos e Hilos, ¿qué quiere significar con una y otra palabra?


R. Los husos son parte de una geografía mental, lo que visualmente corresponde a cada estado de ánimo. Los veo como un haz de fibras y cada una de ellas es un hilo mental. Podemos saltar de un huso a otro según cambien los estados de ánimo, y al cabo del día, vamos cambiando y saltamos de uno a otro.


P. ¿Habla de la vida, de nuestra vida?


R. Sí. No concibo una filosofía que hable continuamente en tercera persona. El pensamiento debe recuperar a la persona concreta, al singular que está viviendo con sus emociones. Si la teoría pierde de vista al sujeto concreto, no funciona, y yo intento recuperarlo con el material de mi propia vida.


P. ¿Qué quiere contar?


R. En general, la dificultad de saberse en el mundo y como sujeto. Toda mi vida he observado mi propia mente y mi capacidad de ver el mundo. Todo lo que he escrito ha sido desde la necesidad de observar la capacidad de conocer. A través de mi indagación en la filosofía india descubrí que cualquier cosa que observes terminará siendo observada dentro de la propia mente, por lo tanto, cualquier contenido es mental, cualquier cosa que puedas mirar es un pensamiento, y si queremos extrapolarlo a realidades que están fuera de la mente nos equivocamos. Eso el budismo lo tiene muy claro.


P. Eso es lo que cuenta en Benarés y en sus Diarios indios.


R. Sí, en ambos hay una toma de conciencia de nuestra imposibilidad para saltar sobre nuestra sombra que es nuestra mente, no podemos ir más allá de ella. Grandes palabras como Dios, verdad, mundo o realidad, no son más que pensamientos y esos son los hilos, imágenes-pensamiento que van pasando. En Hilos, hay un personaje que tropieza con los conceptos, los cuestiona, pero cada vez que lo hace, se paraliza y termina siendo el personaje "Cual", un interrogativo y un genérico, que aparece en la segunda parte del libro. "Cual" quiere decir ¿quién soy?


P. En su escritura se percibe un proceso muy doloroso. ¿Está conectado con su experiencia?


R. Sí, tanto Husos como Hilos son cuadernos de duelo, de un momento trágico que he pasado y por eso el huso principal en el que estoy en esos libros es el del dolor. Pero no quisiera entrar mucho más en lo personal.


P. Es por abordar los hechos que desencadenan su pensamiento actual, primero su enfermedad, después la muerte repentina de su hijo.


R. Husos e Hilos son libros de pérdidas. Pérdida de mi integridad física, por un lado, y por supuesto la pérdida de mi hijo. Está marcado por el suicidio de mi hijo. ¿Qué más puedo decir? Es todo.


P. Su escritura habla del sujeto, de lo que nos pasa.


R. Me cuesta hablar de ello en el lenguaje ordinario. Mi manera de contarlo es en la escritura. Es verdad que la filosofía tiene muy poco trato con el dolor, se ha escrito mucho más poéticamente sobre él, pero no tengo problemas en desnudarme, en expresarme en los detalles mínimos cuando escribo. Con el cuaderno estoy a solas conmigo y sé que, escribiendo, llego a mucha gente porque la experiencia del dolor es la experiencia de todos. El compadecer con otros está presente en mi escritura, es un grito de dolor que pertenece al momento de mi enfermedad. Lo que he escrito después pertenece a una pérdida incluso más consustancial que la pérdida física, que es la pérdida de un hijo. Esa estrategia de la geografía mental me permitió distanciarme de mí misma. Observarme en la pena, en el dolor, y construir o, simplemente, sobrevivir. Sin esa escritura, sin ese decirme desde la distancia que la escritura procura, no habría sobrevivido a tanta pérdida.


P. ¿Qué es para usted lo más importante de la vida?


R. Pequeñas, grandes cosas: el canto de un pájaro, el gesto de un búfalo, el sonido del pájaro por la mañana, el olor del monte al abrir la ventana, sonidos del bosque.


P. ¿No tiene horizonte?


R. Si alguno tengo, es la paz. Obtener un estado de paz, y sólo lo obtengo a partir de olores y sonidos que percibo y reconozco en el origen.


P. Pero tiene otro hijo, otros afectos. ¿No son importantes las relaciones?


R. Sí, pero yo creo que corazón ya no tengo. Aspiro a una neutralidad, a una ecuanimidad, que es también una palabra del budismo. Situarme en la ecuanimidad, en ese centro desde el cual puedes percibir las cosas con neutralidad. Una neutralidad que es germen de paz.


P. ¿Qué le ha dado el pensamiento oriental?


R. La idea de que todo lo que pasa por la mente tiene el mismo estrato y es de la misma naturaleza. Que los pensamientos forman sentimientos y por tanto éstos son sentimentales, y que la paz se encuentra en otro sitio. Yo no sé si el amor entendido desde nuestra tradición, quizás cristiana (aunque temo meter grandes palabras, borre, borre). No sé, que haya algún tipo de entendimiento del amor que pudiera situarse en esa neutralidad, entonces sí hablaríamos de amor. Aunque hablaría más bien de compasión en el sentido budista, desde una tranquilidad, desde una paz, no desde efusiones sentimentales de ningún tipo.


P. ¿Cuáles cree que son los pecados de Oriente y cuáles los de Occidente?


R. La tristeza es el gran pecado de Occidente y uno de los grandes pecados que deben ser evitados en Oriente. Es uno de los síntomas del deseo y si la erradicamos, la paz y el amor son posibles. Me considero una gran pecadora occidental porque la tristeza me define, y mi horizonte es el logro de su erradicación aun en los máximos dolores. Oriente es más ducho en esa erradicación, tiene tradición y sistemas en su haber para procurarlo. Nosotros a eso lo hemos llamado la sumisión del indio. Yo creo en cambio que es un camino de comprensión y la mejor manera de estar en el mundo. No tienen grandes logros tecnológicos, pero mire dónde vamos nosotros por ese lado. Y ahora estamos exportándolo a India y a Oriente en general. Ése es otro gran pecado de Occidente: la necesidad de colonizar. De Occidente y de Oriente Próximo, de todos los monoteísmos. La India no ha tenido nunca esa necesidad. Uno de sus pecados es el síndrome de Estocolmo: su admiración por el colonizador. La aceptación del otro siempre ha sido una virtud en ellos, han aceptado las creencias ajenas, pero ahora también están aceptando y emulando las formas de vida de Occidente. Se están convirtiendo en una gran potencia. ¿Para bien de ellos? Yo creo que para mal de todos.


P. ¿Cómo fue Chantal niña?


R. Ese recuerdo es muy bonito y es parte del retorno, el tema en el que estoy trabajando ahora. Escribo un nuevo diario de la memoria que se llamará Bélgica. Es una vuelta al origen, pero lo que me lleva a volver es un charquito de agua. El diario es la búsqueda del destello de la memoria, que te sitúa de pronto en un lugar o una experiencia que no acabas de ver, no tienes la imagen. En ese charquito de agua lo que había era gozo, un gozo que sólo puede tener el niño, antes del pensamiento, del juicio y del lenguaje. ¿Qué es el rojo antes de saber que el rojo se dice rojo y empieza a perder color con la palabra? Es lo que era el rojo para esa niña que se quedaba mirándolo durante yo no sé el tiempo. La experiencia en intensidad, no en tiempo. La Chantal niña tenía muchas cosas de éstas porque como hija única y a menudo sola fue desarrollando esa percepción.


P. ¿Por qué la internaban en colegios siendo hija única?


R. Mi madre vino antes que yo a España, y mi abuela trabajaba y era difícil para ella. En España me internaron porque la niña molestaba al padre, yo era un elemento molesto. Conocí a mi padre tarde y nunca hizo oficio de tal. He pasado por internados de muy distinto calado, pero esas experiencias me permitieron el descubrimiento de la escritura. En régimen carcelario belga escribí mi primera novela, tenía 12 años, era de capa y espada. Entre los 13 y 14 años escribí una novela social. Lo tiré todo, los cientos de poemas, las canciones, todo. Pero el año pasado, en Bélgica, volví a encontrar a un amigo de infancia que vino con un ejemplar de mi primera novela.


P. ¿Tiene esperanza?


R. No. Creo que hay que erradicarla, la esperanza es parte del deseo.

martes, 27 de febrero de 2018

Vida de Spinoza



La vida de Baruch de Spinoza nos es descrita fundamentalmente en un corpus ya canónico de biografías[1]: Lucas, Kortholt, Bayle, Colerus y Monnikhoff; documentos que en unos son producto de una profunda admiración, y en otros, una forma de propaganda negativa para prevenir contra los efectos del autor y su doctrina monstruosa. Parte fundamental de ese corpus, lo constituye también, el valioso conjunto de la correspondencia del autor[2] y se complementa con trabajos más recientes que cuentan con una sólida base documental como los de Dujovne, Feuer y Th. De Vries.


Baruj de Spinoza[3] nace en la comunidad judía de Ámsterdam en la primera mitad del siglo XVII. Desde muy temprana edad experimenta la pérdida con la muerte de su madre Hana Devora quien muere cuando él tenía seis años y posteriormente la de sus hermanos Yitzhak y Miriam. Su familia era acaudalada y se dedicaba al comercio, su padre Michael de Spinoza era una importante figura en la comunidad, tanto, que llegó a ser varias veces parnas, anciano o mayor, tenía un negocio en el cual Spinoza trabajó desde la edad de trece años y hasta dos años después de la muerte de su padre, acaecida en 1656, asociándose entonces con su hermano Gabriel y fundando la compañía comercial de importación y exportación de frutos Bento et Gabriel de Spinoza.

En el seno de la comunidad judía estudia hebreo, las escrituras, el Talmud y materias comerciales, y por su cuenta ciencias, dando muestras de ingenio e inteligencia. Ya en su juventud muestra especial interés por el estudio del latín por
lo que recibe instrucción inicial por parte de un estudiante alemán para después pasar a las manos del médico y profesor de latín Franz van den Enden quien posteriormente fue sospechoso de un ateísmo divulgado entre sus jóvenes alumnos, y que se dice, terminó sus días colgado en Francia por alentar la subversión de una provincia a favor de la liberación de los Países Bajos.[4] Spinoza se relacionó tanto con la familia de este médico que llegó a considerar la posibilidad de casarse con su hija única. También traba relación de aprendizaje con el rabi Menasshe ben Israel al lado de quien conoce a varios libre pensadores amigos suyos, como el famoso teólogo calvinista y hereje Isaac Peyrere a quien trata justo seis meses antes de hacer pública su separación de la sinagoga y de la ritualidad cotidiana, suponiendo algunos estudiosos que por ese periodo también mantuvo relación con Juan de Prado, notable personaje anatemizado antes que Spinoza[5].




En las biografías se nos dice que desde muy joven tenía concepciones sumamente particulares respecto de los textos bíblicos, la teología y la religión sobre las cuales era muy discreto.

… estaba, sin embargo, en apariencia, lleno de dudas y pensamientos heréticos. Conocía la Biblia de memoria y encontraba contradicciones. Consideraba, por ejemplo, que la noción de milagro se contradecía tanto con la razón como con las leyes de la naturaleza. Y en los profetas veía pruebas de un gran poder imaginativo pero no de pensamiento racional ordenado. Las ordenanzas de la Torá (ley escrita) y la halaká (ley oral) le parecían arbitrarias y meramente históricas, sin ninguna relación con las leyes de Dios. Si en efecto Dios tenía leyes, no podían ser sino inherentes al universo mismo, y adoptar la forma de leyes inmutables y universales de la naturaleza. La muerte era el fin absoluto de toda criatura viviente… Dios, objeto del amor del hombre, era antes bien el universo mismo, en la medida en que podía ser aprehendido como totalidad…[1]

Con la suma de los rumores de las ideas que sostenía y cultivaba en la clandestinidad[2] y el abandono absoluto de la ritualidad y la relación con la institución clerical, tras la muerte de su padre; el 27 de julio de 1656 en una ceremonia a la cual no asiste se le dicta el siguiente herem a Spinoza:

Por decreto de los Ángeles y la palabra de los Santos proscribimos, separamos, maldecimos y anatemizamos a Baruch de Spinoza […] con todas las maldiciones escritas en la Torá: Maldito sea de día y maldito sea de noche, maldito en su reposo y maldito en su vigilia, maldito en su acercarse y maldito en su entrar; y no quiera el Señor perdonarlo, y ardan en él la ira y el celo del Señor […] y los que fuisteis fieles a nuestro Señor hoy estáis vivos. Prevenimos que nadie puede tener con él contacto oral o escrito, ni hacerle favor, ni estar con él bajo el mismo techo, ni leer papel que haya hecho o escrito.[3]

Y si de por sí la expulsión de una comunidad resulta una medida muy dura y significativa, en el caso de la comunidad judía de Ámsterdam lo fue aún más ya que se trataba de una comunidad que se fundaba exclusivamente en el reconocimiento y la realidad de sus relaciones fácticas que era lo único que vinculaba y protegía al individuo judío, al carecer propiamente hablando de un ordenamiento jurídico y de las instituciones político-administrativas que hicieran efectivo legalmente ese ordenamiento. Y entonces,  despojar fácticamente al individuo de sus relaciones con la comunidad, consistía en despojarle de todo vínculo con la única comunidad a la que podía pertenecer por las circunstancias antisemitas de la época. Considerado esto desde la perspectiva de que se trataba de una comunidad marcada por la persecución y la exclusión, cuando en sus manos se encuentra la posibilidad de sancionar recurre a la exclusión y la nulificación como la medida más radical, resultando de ello una especie de círculo
perverso, en el cual, ciertas fuerzas heterodoxas en la comunidad van apareciendo paulatinamente enfrentándose a las más ortodoxas y “conservadoras”, como una anomalía que encubierta y subterráneamente va abriéndose paso hasta que termina por enfrentarse a aquellas fuerzas que han adquirido la modalidad tan bien exterior de la exclusión, lo cual se asemeja mucho a la concepción genealógica de la aparición de la filosofía que Nietszche propone en la Genealogía de la moral[4]. En el caso de Spinoza esto adquiere un nivel prodigioso ya que él termina por devenir una especie de anomalía constante[5] en todos los medios por los cuales pasa y donde lo único que parece solicitar era tolerancia, “sólo un poco de tolerancia”, la suficiente para la realización de sus fines, insólitos en ese momento para todos, tanto para las religiones como incluso para la filosofía racionalista contemporánea, ya que su concepción panteísta de Dios fundada en una inmanencia radical, principio y pilar de su pensamiento, le distancia abismalmente tanto de las tradiciones religiosas como de los pensamientos racionales deístas o protoseculares también a su modo trascendentes.

Pensar de este modo distanciaba a Spinoza tanto del judaísmo como del cristianismo e, incluso, de la tradición filosófica aceptada: era un hereje desde el punto de vista, no sólo de las religiones establecidas, sino también de los libre pensadores y de las diversas clases de deísmo filosófico que éstos proponían por entonces.[6]

Y al decir de Deleuze:

Ahí adquiere todo su sentido la soledad del filósofo. Pues no puede integrarse a ningún medio, no es bueno para nadie… Pues por todas partes donde está, no pide, no reclama, con más o menos posibilidades de éxito, más que ser tolerado, él y sus fines insólitos, y según esa tolerancia juzga el grado de democracia, el grado de verdad, que una sociedad puede soportar, o bien, por el contrario, el peligro que amenaza a todos los hombres.[7]


También es significativa la respuesta que da Spinoza al herem al no asistir a la ceremonia ni retractarse de las acusaciones, a pesar de que como señalan algunos de sus biógrafos haya existido el ofrecimiento de un arreglo incluso económico a favor de él propuesto por los rabi; sino muy al contrario, como también consta en varios documentos y biografías, redactó una Apología para justificar su salida de la Sinagoga escrita en español,[8] según muchos exegetas antecedente directo del Tratado teológico político, que se encuentra perdida. Con lo cual, reivindica su posición como la condición necesaria de su vida de libre pensador, que no podía encontrase sujeta a los dogmas y restricciones de una comunidad religiosa fundada en el engaño y el control del hombre a través de la manipulación y apropiación del culto, uno de los temas centrales del Tratado teológico político.

Y a pesar de que trata de continuar con su vida en Ámsterdam a la manera en que
ya venía haciéndolo, distanciado de la instancia eclesiástica y al margen de la ritualidad cotidiana, no es posible hacerlo en una comunidad fundada precisamente en aquello que con ideas criticaba y con su vida misma ponía en entre dicho, la dominación a través de la gestión y administración del culto.

La vida se le volvió difícil en Amsterdam. Quizás después de un intento de asesinato por un fanático, se traslada a Lyden para continuar los estudios de filosofía y se instala en las afueras de Rijswijk. Se cuenta que Spinoza guardaba su abrigo agujereado por un navajazo, para recordar mejor que no siempre el pensamiento es amado por los hombres; pude ocurrir que un filósofo acabe en un proceso, pero es más extraño que empiece con una excomunión y un intento de asesinato.[9]

Así las cosas, después de ser expulsado de la comunidad a los 24 años de edad sale en completa soledad y pobreza de Ámsterdam, pues al romper con el medio religioso también rompe con el medio económico (en un acto integralmente consecuente puesto que la vida de la comunidad judía en su itinerancia había privilegiado estos dos elementos) abandonando los negocios paternos y renunciando a la herencia familiar, al sólo pedir su cama en un gesto que podría ser considerado deliciosamente cínico o fabulador, y que perfectamente podría formar parte del catálogo de anécdotas contadas por Diógenes Laercio en su Vida de filósofos ilustres, o del estilo literario de Kortholt[10] al intentar delinear como a un personaje los caracteres del protagonista de la biografía que escribe. Entonces, el camino de la soledad y la itinerancia comienza de una manera plena para no terminar en toda la vida del filósofo, al convertirse Spinoza en un permanente inquilino de paso rodeado apenas de algunas personas que forman parte del contexto del lugar en turno y si bien contaba con leales amigos, con los cuales guardaba muy cordiales relaciones que pueden seguirse en su correspondencia, tenía apenas contacto físico con ellos en las extraordinarias ocasiones en que aquellos lo iban a visitar, encontrándose el resto del tiempo solo y dedicado a la producción de su obra, la investigación científica, sobre todo de óptica, y al trabajo artesanal de pulir lentes, con el cual, obtenía los recursos para su subsistencia.

Algunos de los biógrafos cuentan que por entretenimiento tenía fumar, dibujar y echar a pelear moscas y arañas que capturaba en frascos, peleas que podía contemplar durante horas con un regocijo que llegaba a las carcajadas. Al respecto de cómo estas anécdotas y hábitos delinean el rostro histórico de Spinoza es importante destacar el sentido de la anécdota en la vida del filósofo, como nos advierte Deleuze directamente en relación a Spinoza, y en particular, respecto a uno de los dibujos realizado por él mismo y que refiere su biógrafo Colerus:

Negri est sans doute le premier à donner son plein sens philosophique à l’anecdote selon laquelle Spinoza s’était lui-même dessiné en Masaniello, le révolutionnaire napolitain (cf. ce que Nietzsche dit sur l’importance des « anecdotes » propres à la « pensée, dans la vie d’un penseur».[11]

Y es que nos refiere Colerus un cuaderno de dibujos realizados por Spinoza, en el
cual, el último de sus caseros el señor Henryk van der Spyk decía reconocer “en todos los detalles” el rostro de Spinoza en un dibujo de Massaniello,[12] Tommaso Aniello d´Amalfi, quien fue un pescador que se convirtió en uno de los líderes de las insurrecciones napolitanas de 1647-1648, acontecidas en el virreinato español de Nápoles.

El motín fue el más agudo de su época, tanto en su carácter antifeudal, antiestatal y autónomo, y fueron "los diez días que conmovieron al mundo" barroco. Masaniello deviene el primer día un orador furioso, un gran tribuno, que conjuga la protesta con formas horizontales de organización, con una representatividad social insuperable, un antipolítico consumado, que desarma el mecanismo del gobierno vicerreal: mediación aristocrática, lúmpenes y provocadores paramilitares, estructuras populistas, ritos de honor y religión. Su brevísima "Reppubblica" popular, que reclamaba derechos iguales, reforma fiscal y representación de la plebe en las cámaras de gobierno, enfrentada al modelo barroco, es una contradicción en carne viva, que culminará con su asesinato.[13]

El dibujo en cuestión con el rostro de Spinoza emulaba la manera común de representar a este revolucionario en los grabados y cuadros de la época, pues siendo pescador se le representaba en camisa y con una red de pescar sobre el hombro derecho. Con lo cual, nos encontramos con la primera cercanía del “Filósofo” con la revolución, en el momento de su génesis misma, antes que Hegel, antes que Marx, antes que todos, y si Spinoza tiene este privilegio es por la grandeza de su pensamiento que lo hace engendrar una nueva concepción del poder, radicalmente inmanente, y por ello, potencialmente creativa a partir de darle un giro completamente radical a la metafísica con la inmanentización de la realidad y la divinidad como base de dicha concepción, tesis propuesta por Toni Negri en La anomalía salvaje[14] y apoyada plenamente por Deleuze en el prólogo que realiza a tal obra.


Como advierte Nietzsche, existe un sentido filosófico en las anécdotas de las vidas de los filósofos que son efecto de la dimensión vital o práctica de la filosofía, pues la vida misma, la existencia, en ciertas filosofías -al menos las que a él le importan- se convierte en un efecto de la propia filosofía al devenir una vida filosófica que, en cuanto tal, se convierte en testimonio y efecto de la filosofía que como auténtico acontecimiento filosófico es filosofía práctica. Y en ese sentido, dichas anécdotas constituyen una especie de literatura histórica que con sus personajes y sus acciones es así mismo un texto integrado con signos y símbolos que se convierten en parte de la obra filosófica, acompañante esencial de la obra teórica; así, resulta sustancial la vida y el fin de Sócrates en la manera en que lo entendemos, ni que discutir al respecto de los presocráticos y especialmente de los cínicos que tenían un discurso fundamentalmente integrado de una performática filosófica, o de las célebres muertes de Epicuro y Séneca.

Nietzsche dispone de un método de su invención: no hay que contentarse ni con la biografía ni con la bibliografía, hay que alcanzar un punto secreto en el que es la misma cosa una anécdota de la vida y un aforismo del pensamiento. Es como el sentido que, en una cara, se atribuye a estados de vida y, en la otra, insiste en las proposiciones del pensamiento. Hay ahí dimensiones, horas, lugares, zonas glaciares o tórridas, nunca moderadas, toda la geografía exótica que caracteriza un modo de pensar, y también un estilo de vida. Quizá Diógenes Laercio, en sus mejores páginas tuvo un presentimiento de este método: encontrar Aforismos vitales que fueran también Anécdotas del pensamiento: la gesta de los filósofos. Empédocles y el Etna, esa es una anécdota filosófica. Vale tanto como la muerte de Sócrates, aunque opera precisamente en otra dirección.[15]

De tal manera, la otra anécdota descrita según la cual una de las diversiones de Spinoza consistía en contemplar con deleite peleas entre arañas o entre éstas y moscas, que cazaba para luego depositarlas en frascos o ponía en sus mismas telarañas para ver las batallas que libraban hasta la muerte, tiene un sentido que nos descubre Deleuze en relación directa con la posición absolutamente afirmativa del pensamiento de Spinoza donde la totalidad es una sola e infinita afirmación, Dios, y las existencias particulares, expresiones divinas de la totalidad, pura afirmación cuyo negación o aniquilación temporal solamente puede venir de fuera, posicionándose con ello en una postura afirmativa que impugnaba los poderes de la negatividad: tristeza, servidumbre, muerte y esclavitud, en virtud de la reivindicación del poder de la vida y el mundo, en una acto de suma inocencia y confianza en la afirmación.

Su biógrafo Colerus cuenta que le gustaban los combates entre arañas. “Buscaba arañas a las que hacía luchar, o moscas que echaba en la telaraña, y a continuación contemplaba esa batalla con tanto placer que a veces reía a carcajadas”. Ocurre que los animales al menos nos enseñan el carácter irreductiblemente exterior de la muerte. No la llevan en ellos, aunque se den muerte necesariamente unos a otros: la muerte como un mal encuentro inevitable en el orden de las existencias naturales. Sin embargo, todavía no ha inventado esa muerte interior, ese sadomasoquismo universal del esclavo-tirano… En un mundo roído por lo negativo, tiene suficiente confianza en la vida, en el poder de la vida…[16]


Así las cosas, tenemos dos anécdotas propias de una filosofía práctica en la vida, una que es signo de la inmanentización del poder y otra de la absoluta afirmación de la realidad total y de toda existencia particular, que convierten a Spinoza en un visionario y un vidente, un pulidor de lentes que con su obra tiene la finalidad de hacer ver al hombre enfermo y paralizado, despojado de su poder, al corregir su visión con las lentes para el alma que son las proposiciones del método geométrico; y reivindicar con ello lo propio de que sólo se es despojado a base del engaño, la violencia y las mentiras de sacerdotes y tiranos: el poder.

El método geométrico deja de ser un método de exposición intelectual; ya no se trata de una ponencia profesoral, sino de un método de invención. Se convierte en un método de rectificaciónvital y óptica. Si el hombre está en cierta manera torcido, se rectificará este efecto de torsión relacionándolo a sus causas more geometrico… Hay que comprender el método geométrico en un todo, la profesión de pulir lentes y la vida de Spinoza. Pues Spinoza forma parte de los vivientes-videntes. Dice, precisamente, que las demostraciones son ojos del alma. Se trata del tercer ojo, el que permite ver la vida más allá de todos los falsos pretextos, las pasiones y los muertos.[17]


De una manera semejante nos es descrita la austeridad voluntariamente asumida en la que vivía Spinoza en descripciones de una vida cotidiana carente de lujos y cubierta elementalmente en sus necesidades básicas con habitaciones modestas y comidas sobrias. Y la negativa a la posibilidad de vivir de otro modo ya que además de renunciar a la fortuna familiar después rechaza el ofrecimiento de su amigo Simón de Vries para ser su heredero sugiriéndole que mejor legue sus bienes a su propio hermano, y a este, una vez heredado con la cláusula de hacer llegar una suma periódica de dinero a Spinoza, que la suma sea menor a la señalada[18]; así como el rechazo a la propuesta del Conde de Ultrech de que le dedicara una de sus obras a cambio de dinero[19] y el rechazo al ofrecimiento de la cátedra de filosofía en la Universidad de Heidelberg con una supuesta “cum libertate philosophandi amplissima” (con la mayor libertad de razonar) hecha por el elector palatino Carlos Luis a través de una carta del doctor Johann Fabritius,[20] invitación que Spinoza rechaza, en la carta con la que responde a Fabritius, con la respuesta de que no había pensado en la enseñanza pública y que le quitaría tiempo para la realización de sus investigaciones, pero sobre todo y en realidad, porque la propuesta contenía la cláusula de que la libertad otorgada no se podría malgastar en perjuicio de la religión pública establecida.

Tras la salida de Ámsterdam esta vida de austeridad y recogimiento continuó desarrollándose, aunque en diferentes lugares, en Holanda. Establece, pues su vivienda lejos de sus conocidos, primero en Rijnsburg, después en Voorbug y finalmente en La Haya, donde fallece de cierta enfermedad llamada tuberculosis.[21] Durante ese itinerario Spinoza guarda, aunque a distancia y casi solamente por correspondencia, relaciones estrechas con sus amigos, la mayoría de ellos entusiastas seguidores y estudiosos de sus ideas para quienes en ocasiones llegó a elaborar textos de carácter didáctico y a quienes se debe el trabajo y los recursos tanto para la preservación de la obra como para su publicación. El Tratado Breve es un texto en latín expuesto a sus amigos en Rijswijk, quienes toman notas y uno de ellos, Jelles, lo traduce al holandés. En 1661 escribe el Tratado de la reforma del entendimiento, que a decir de Deleuze “se abre con una especie de itinerario espiritual, a la manera menonita, centrado en la denuncia de la riqueza”;94 y es oportuno también señalar que emulando en tono y forma retóricas a la introducción de las Meditaciones metafísicas de Descartes. Aproximadamente en 1663 redacta los Principios de la filosofía de Descartes, acompañado de los Pensamientos metafísicos que consistía en un análisis crítico de las concepciones de la escolástica, escritos con la finalidad didáctica de colaborar a la instrucción de un joven aprendiz que durante algún tiempo vivió con Spinoza, el texto es publicado por su amigo Riewertz con los recursos proporcionados por Jelles y Balling, otro amigo, lo traducirá al holandés, mientras que el médico y poeta Louis Meyer precursor de un nuevo teatro en Amsterdam elabora el prólogo a la obra. Con estos trabajos termina la parte de la obra de Spinoza identificada por Deleuze como “profesoral” por estar prioritariamente dirigida a la instrucción didáctica. La Ética comienza a escribirla en 1661, año en que abandona la redacción del Tratado de la reforma del entendimiento dejándolo inconcluso para embarcarse en la empresa de la producción intelectual del propio pensamiento de una manera plena, ya que las obras anteriores son sobre todo de carácter expositivo, o en todo caso, germinales de muchas de sus principales tesis, conceptos y metodología mientras que el Tratado Teológico Político, y sobre todo, la Ética demostrada según el orden geométrico de las cosas constituyen su obra capital, donde está expuesta de una manera total y sistemática su filosofía inmanente y afirmativa.

En 1663 se muda primero a Voorburg y después a La Haya, aproximándose con ello al centro político de Holanda en el que se desarrolla la disputa política entre el
conservadurismo calvinista de la casa de Orange y el partido liberal republicano liderado por los hermanos de Witt, que tras la falta de rey Guillermo II, al morir repentinamente de viruela apenas a unos días de haber nacido su heredero, toman el gobierno de una república más establecida por la fortuna que por la decisión y conquista popular, lo que en cierto modo explica el apoyo de las masas populares al partido de la casa de Orange.

Entre los dos grandes partidos, calvinista y republicano, la situación pude resumirse así: el primero permanece apegado a los temas de la independencia, a una política de guerra, a las ambiciones de la casa de Orange, a la formación de un estado centralizado. El partido republicano, de una política de paz, a una organización provincial y al desarrollo de una economía liberal […] a la conducta pasional y belicosa de la monarquía Jean de Witt opone la conducta racional de la república apoyada en un método natural y geométrico.[22]


Spinoza entabla relaciones muy estrechas con los hermanos de Witt, sobre todo
con Johan de Witt,  líder del partido liberal, quien le frecuenta en su vivienda de
La Haya y se convierte en su protector. En esta tónica, en la que el pueblo holandés se encuentra en una república contingentemente y con su descontento, Spinoza suspende la redacción de la Ética para dedicarse a la elaboración del Tratado teológico político que tiene como uno de sus temas principales desentrañar el problema de la servidumbre al tirano:

¿Por qué el pueblo es tan profundamente irracional? ¿Por qué se gloria de su propia
esclavitud? ¿Por qué los hombres luchan “por” su esclavitud como si fuese su libertad? ¿Por qué una religión que invoca el amor y la alegría inspira la guerra, la intolerancia, la malevolencia, el odio, la tristeza y el remordimiento?[23]

Y en 1670 el libro es editado anónimamente simulando ser una edición alemana, provocando tal repuesta en su contra que es precisamente en ese momento cuando la leyenda negra de Spinoza se consolida pues al tratar estos temas que se encuentran en el corazón de la mayoría de propuestas políticas y pensamientos de la época como un dogma o un principio incuestionable, entonces, todos los círculos bienpensantes se vuelven en contra de la obra y del autor una vez que es  descubierto.

La repuesta negativa desatada en contra de el Tratado teológico político revela el carácter anómalo del filósofo, ya mencionado antes, puesto que si bien Spinoza frecuenta algunos círculos de grupos minoritarios desde su juventud o retoma algunos de sus elementos en su libros y planteamientos: menonitas, cristianos, liberales o cartesianos; siempre lo hace de una manera parcial, y sobre todo, como parte de una estrategia (recordemos el criptojudaísmo) que le permite por una parte, aprovechar las condiciones de cierta tolerancia que acompañaba a estos grupos, para inicialmente poder entablar mínimamente un intercambio de ideas, y posteriormente, para posibilitar la producción y la difusión de la obra. Así, en el caso del cartesianismo se hace patente la distancia abismal que separa a éste con Descartes en el momento en que los cartesianos casi compiten por ver quien se deslinda más eficazmente de las ideas spinozistas, y sobre todo, de las conclusiones de estas posiciones: el cuestionamiento de la religión, de las categorías escolásticas tradicionales o de la concepción panteísta de substancia que es irreconciliable con los planteamientos de Descartes. En este sentido, pasa algo semejante con las relaciones que entabla con Leibniz quien niega tener alguna relación con él, cuando a partir de la correspondencia de Spinoza es posible saber de una relación epistolar, y por testimonios, que el mismo Leibniz fue en alguna ocasión a visitar a Spinoza en1667.

En tales términos, la relación que Spinoza guarda con los hermanos de Witt es muy especial pues si como decíamos, el resto de relaciones que mantiene con ciertos grupos que gozan de alguna tolerancia las tiene de una manera estratégica sin compartir convicciones ni ideas, con los hermanos de Witt existe una particular comunión y colaboración que resulta tan evidente como significativa pues no solamente existe la coincidencia entre el contenido del Tratado teológico político y el Tratado político con los problemas que agobiaban al partido de los de Witt en su pugna con la casa de Orange,[24] también están las visitas regulares de Johan de Witt al filósofo en La Haya. Además, existe una última anécdota-aforismo que como una rúbrica firma esta relación con el sello de la comunidad en la búsqueda política de un mundo muy otro al de la tiranía y la servidumbre.

Tras el asesinato de los hermanos de Witt realizado con extrema brutalidad, pues no sólo fueron desollados, empalados y exhibidos sus cadáveres y corazones públicamente, sino que incluso, se dice que fueron repartidos trozos de su carne para ser comidos por la multitud; Spinoza considera y siente de tal modo este
hecho que considera la idea de colocar un libelo en el lugar del asesinato que
califique literalmente ese acto de Ultimi barbarorum arriesgando con ello su propia
vida al hacer pública sus relaciones con el enemigo del régimen en turno, mostrando así, una cercanía y fraternidad del filósofo político con el político profesional, en cierto modo revolucionario, frente al conservadurismo, pero sobre todo, frente a la tiranía de la casa de Orange que llega al extremo de la barbarie. La anécdota termina con la decisión del casero de cerrar con llave al filósofo para salvar su vida, mientras aquel se encontraba en el único episodio que se sabe donde se hayan desbordado sus pasiones.



Con este tono cerramos la aproximación histórica a un Baruch de Spinoza próximo
y fraternal con la política, la más radical de su tiempo y la más radicalmente futura,
puesto que la aproximación que hemos hecho ver aquí trata sobre todo de mostrar esta vinculación del pensamiento inmanente de Spinoza con la política más inmanente, que es la afirmativa y vital que ha animado desde ese entonces el espíritu de revuelta y la revolución, y si bien, a Spinoza generalmente se le trata de ver como un antecedente, aunque imprescindible siempre como un momento, de la política moderna liberal-burguesa, ya sea como antecedente de Hegel o continuador y confirmador de las ideas racionalistas liberales o contractualistas, cuando, como nos hacen ver Deleuze y Negri, constituye un pensamiento revolucionario que piensa por primera vez la posibilidad y necesidad de una realidad política inmanente, para lo cual, realiza una transformación radical de la metafísica que conlleva una nueva concepción del poder. Pues a decir de Negri: La filosofía de Spinoza es una filosofía de su tiempo: ¡Su tiempo es el futuro![25] Y especulando un poco, solamente un poco, quizá sea lo que nos diga ese espacio en blanco dejado en el último libro de Spinoza, el Tratado político –que Deleuze califica de simbólico-, más específicamente en su última parte dedicada a la descripción de las formas de gobierno existentes, al quedar incompleto con la muerte de su autor acaecida en febrero de 1677, precisamente en la parte de la democracia, quizás, porque la democracia aún no se había vivido en los tiempos de Spinoza como tampoco en los nuestros, quizás también, porque Spinoza pensaba en la posibilidad de una democracia absoluta y de una política absolutamente inmanente que como el estado de gracia del hombre, beatitud, consistiría en la mayor plenitud, poder y felicidad socialmente posibles para todos los hombres.

Y si es posible que el hombre consiga un estado tal de gracia en su existencia y vida, un estado virtuoso en sí mismo que no espera ni recompensa ni castigo, una sociedad en tales términos será a sí mismo una en la cual no se espere nada más allá del bienestar común definido en los términos de la existencia misma.

La verdadera ciudad propone a los ciudadanos más el amor a la libertad que esperazas de
recompensa o incluso la seguridad de los bienes; pues “a los esclavos y no a los hombres
libres es a quienes se recompensa por su buen comportamiento”.103

Terminemos este retrato filosófico de Baruch de Spinoza realizado con los trazos y los fantasmas de la memoria hecha palabra, que acompañan a la filosofía como la otra cara de una moneda áurea que en un lado tiene grabada la imagen del sol, las ideas-conceptos, y en la otra refleja los rayos del astro mismo, la fuerza de los conceptos convertidos en vivencias y acciones, por ser en cierta manera la imagen y la presencia del sol, el astro mismo que se hace presente en el pensamiento y en la vida de los hombres. Y hagámoslo con un último destello, una de las visiones más significativas de la imagen de Spinoza, aparecida en América Latina.



Baruch de Spinoza

Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de jacinto.
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y el mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.

Jorge Luis Borges


[1] Ibíd. p. 23
[2] “Los Caballeros de la comunidad de la Mahamad [el Consejo Rector] le hacen saber que, conociendo desdehace cierto tiempo las malignas opiniones y obras de Baruch de Espinoza, se ha esforzado por varios medios y promesas de apartarlo de sus malas costumbres; y no siendo capaces de remediarlo, sino al contrario,recibiendo cada día más noticias sobre las horribles herejías que practica y enseñó, y las abominables acciones que cometió, y teniendo de esto muchos testimonios fiables, todos dados en prueba del dicho Espinoza, que los concibió; y habiendo examinado todo esto en presencia de los Caballeros Hahamin [rabinos], resolvieron con el consentimiento de ellos que el dicho Espinoza sea sometido al herem [proscripción] y proscrito de la nación de Israel, como en vedad lo proclama el siguiente herem:…” Fragmento de la sentencia del herem contenida en el libro de registros de la comunidad de Amsterdam. Ibíd. p. 21.
[3] Ibíd. pp. 20 y 21.
[4] Según Deleuze Nietzsche propone el modelo del travestismo para comprender el proceso genealógico con el que algo nuevo aparece en la sociedad o la cultura, al aparecer y por ser inicialmente débil, lo novedoso tiene que simular ser otra cosa para ganar el tiempo suficiente en que su fuerza sea mayor y el de las fuerzas hostiles disminuyan, el ejemplo que da es el del surgimiento del filósofo que al principio asume la apariencia del antiguo sabio asceta como una estrategia de sobrevivencia,
[5] Término acuñado por Toni Negri en sus estudios sobre Spinoza realizados durante su estancia en prisión y de los cuales el primer fruto es Spinoza la anomalía salvaje y el segundo la recopilación de ensayos Spinoza subversivo.
[6] Yovel. Op. cit. p. 23.
[7] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. pp. 10 y 11.
[8] Domínguez. Op. cit. Colerus [18]. p. 109.
[9] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p.12.
[10]  “Al morir su padre, dejó la patria y toda la herencia con la única excepción de una cama a sus parientes…” Domínguez. Op. cit. Kortholt [3] p. 92.
[11] “Negri es sin duda el primero en dar su pleno sentido filosófico a la anécdota, según la cual, Spinoza se dibujó a sí mismo como Masaniello, el revolucionario napolitano.” Fragmento del prólogo escrito porDeleuze al libro Spinoza la anomalía salvaje escrito por Negri. Página de la revista Multitudes consultada el día 20/01/09: http://multitudes.samizdat.net.
[12] “Tengo en mis manos todo un librito con esos dibujos, en los que ha dibujado a distintos personajes relevantes que le eran conocidos y que ocasionalmente le habían visitado. Entre éstos encuentro en la página cuatro un pescador dibujado en mangas de camisa y con una red de barco sobre su hombro derecho, justamente de la forma en que los grabados históricos han dibujado al célebre jefe de los rebeldes napolitanos: Massaniello. A este respecto me decía el señor Henryck van der Spyck, que fue el último hospedero de Spinoza, que éste se parecía a él punto por punto y que seguramente lo había esbozado sobre su propio rostro…” Domínguez. Op. cit. Colerus [20] p. 110.
[13]http://www.poderautonomo.com.ar/buenas%20companias/viejo/spinoza%20el%20pescador%20rebelde.htm página consultada el día 20/01/09.
[14] Toni Negri. La anomalía salvaje. Anthropos, UAM-I. México. 1993.
[15] Gilles Deleuze. Lógica del Sentido. pp. 139 y 140.
[16] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p. 20.
[17] Nos señala además Deleuze que en la propia obra de Spinoza está presente esta metáfora de los ojos para el alma en el TTP, cap. 13; Ética, V, 23, escolio. Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p. 22.
[18] Domínguez. Op. cit. p. 114. (Colerus [24])
[19] Ibíd. Colerus [30]. p. 116.
[20] Ibíd. Colerus [31]. pp. 117 y 118.
[21] Ibíd. Jelles [4]. p. 46
[22] Deleuze. Spinoza, Kant y Nietzsche. p. 16.
[23] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p. 17.
[24] ¿Qué posibilidades tiene una aristocracia comercial? ¿Por qué ha fracasado la república liberal? ¿De dónde proviene el fracaso de la democracia? ¿Resulta posible convertir a la multitud en una colectividad de hombres libres en lugar de un conjunto de esclavos? Todas estas preguntas animan el Tratado político, que queda inconcluso, simbólicamente, al principio del capítulo sobre la democracia. Ibíd. p. 19.
[25] Toni Negri. La anomalía salvaje.

viernes, 31 de marzo de 2017

Sor Juana Inés de la Cruz se hizo monja para poder pensar


Fue una niña prodigio y una mujer de portentoso talento. De madre criolla analfabeta y padre militar español, aprendió a leer a muy corta edad (cuentan que a los tres años) en el nada feminista siglo XVII y tuvo la osadía de consagrar su vida al estudio y la escritura y no a su marido y a su progenie. Para ello se hizo monja, primero carmelita y luego jerónima, no tanto por vocación divina como por necesidad de encontrar un espacio para sí misma y para dedicarse al conocimiento. Convirtió su celda en una gran biblioteca y en un punto de encuentro cultural. Fue una poeta intelectual, según Octavio Paz. Gracias a su determinación, la literatura tardía del Barroco, el Siglo de Oro de las letras en español, ganó una de sus escritoras más insignes y la lucha por la igualdad de las mujeres, a uno de sus referentes protofeministas. Fue Juana de Asbaje o Juana Ramírez, nacida en 1648 (puede que en 1651) en la población mexicana de Nepantla y fallecida en 1695 en la Ciudad de México, aunque muy pronto se la conoció como sor Juana Inés de la Cruz. 


ALGO MÁS....

Octavio Paz: "Sor Juana Inés de la Cruz se hizo monja para poder pensar"
Las ‘juanas’ y el machismo literario
Ahora, un libro reúne algunos de sus poemas más íntimos. No se trata de una compilación al uso, sino una revisión de su obra a la luz del afecto mutuo que se profesaban la monja y la virreina de México María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, condesa de Paredes, protectora de la escritora y promotora de su obra tanto en México como sobre todo en España. Un amar ardiente es el título de la obra, que la editorial Flores Raras lanza la próxima semana, bajo la coordinación de Sergio Téllez-Pon. Es el compilador de la antología poética que versa sobre los desvelos amorosos de una escritora que empezó a darse a conocer muy joven con composiciones religiosas.

"Muchos estu­diosos y aficionados de la obra de sor Juana", escribe en la introducción Téllez-Pon, "han coincidido en que la relación entre la monja y la virreina fue más allá del «incienso palaciego» pero solo algunos se han dedicado a reunir o a publicar los poemas como testimonios de esa relación. Entre los pocos que lo han hecho, en España está Luis Antonio de Villena, quien seleccionó un romance (núm. 21) de la monja mexicana en Amores iguales. Antología de la poesía gay y lésbica' (La esfera de los libros, Madrid, 2002), sin embargo, en su nota de presentación De Villena no hace referencia a la pasión por María Luisa y tampoco es uno de los poemas más intensos o representativos de la rela­ción entre la monja y la condesa".

Poeta, ensayista, crítico y editor, Sergio Téllez-Pon (Ciudad de México, 1981) responde por correo electrónico a algunas preguntas formuladas por este periódico a propósito de la publicación el 3 de abril de la recopilación de la obra de sor Juana Inés de la Cruz, en la que confluye la sociedad de la Nueva España, el culteranismo de Góngora y la influencia de Quevedo y Calderón.

Pregunta. ¿Cómo surgió su investigación? ¿Y cuál fue su propósito?


Respuesta. Surgió a partir de la muerte de Antonio Alatorre, eminente sor juanista y quien fue mi profesor en la universidad, específicamente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde junto con él leí la obra de sor Juana Inés de la Cruz. Él cuenta en su edición de 2009 de la Lírica personal de sor Juana que le habría gustado poner en un apartado todos los poemas que la monja le escribió a la virreina. Pero esto no fue posible porque no se lo permitieron en el Fondo de Cultura Económica (editorial mexicana). Así que yo retomé la idea y, en homenaje a él, lo hice pues, desde 1689 Francisco de las Heras, el secretario de la virreina y el primer editor de sor Juana, se propuso poner los poemas dispersos para que el lector no se pudiera dar cuenta bien a bien de cómo fue esta intensa relación. De manera que a lo largo de más de tres siglos no hemos podido leer esta veta de la poesía de sor Juana.

Mi propósito es invitar al lector que ya conoce la obra de sor Juana o que se acerca por primera vez, a que la lea sin una venda en los ojos, sin prejuicios ni tabús sexuales. Que lea cómo las relaciones humanas son lo mismo de apasionadas sin importar el género o la sexualidad de los enamorados.

P. ¿Cree que su visión sobre la relación amorosa y lésbica entre sor Juana Inés y María Luisa Gonzaga Manrique de Lara levantará ampollas entre la legión de seguidores de la escritora?

R. No lo creo, por fortuna, este tema ha sido estudiado por otros “sor juanistas”, lo que pasa es que esos estudios por lo general surgen en la academia, en las universidades, y allí se quedan. Lo que yo he hecho, por decirlo de alguna manera, es sacarlo del armario y sacarlo de las aulas y los cubículos de investigación. Ahora bien, para los muchísimos lectores de sor Juana será otra forma de leerla: justamente en eso consiste esta antología, en proponerle al lector otra forma de leer a la monja jerónima, sin espesos velos hagiográficos, es decir, haciéndola más humana, y por eso mismo sin prejuicios ni tabús sexuales. Estoy seguro de que así, leyéndola de forma más humana, sus innumerables lectores la sentirán más cerca y hasta más actual.

P.  ¿En qué versos, en concreto, fundamenta su tesis?

R. ¡En muchísimos! Son casi 50 poemas dedicados o escritos tan solo para María Luisa pero va un ejemplo: [Lisi es uno de los nombres con los que sor Juana Inés de la Cruz se refería a la virreina]

"Yo adoro a Lisi, pero no pretendo

que Lisi corresponda mi fineza;

pues si juzgo posible su belleza,

a su decoro y mi aprehensión ofendo.



En ese soneto, sor Juana deja claro que ama a la condesa, no importa si es correspondida o no, pero le expresa su sentir y, sobre todo, sabe que este amor no puede ir más allá porque para que el deseo se mantenga vivo no debe realizarse, su consumación sería su propio fracaso. Es un tópico poético muy usado por los poetas: obstinarse en no saciar la sed, viajar sin llegar al destino, como Ulises, porque el viaje es la experiencia y llegar a Ítaca es la conclusión de todo lo que se aprende en el viaje. Sor Juana no quiere consumar su amor y es que tampoco puede porque por una parte, ella obedece sus votos de castidad y, por la otra, la jerarquía de la condesa no le permitiría mantener una relación sexual con una plebeya.

P. ¿Fue un amor platónico?

R.  Al igual que Francisco de las Heras, Octavio Paz y Antonio Alatorre, creo que así fue: una relación intensa pero casta. Para enamorarte de alguien no necesitas llegar hasta la cama. Ahora existe el término “sapiosexual”, es decir, que te enamoras de la inteligencia de alguien más que de su cuerpo o de su estatus y, vaya, viéndolo retrospectivamente, creo que en el caso de sor Juana y María Luisa se enamoraron intelectualmente, pero se enamoraron al fin.

P. ¿Se sintió agobiada por el acoso de la condesa de Paredes?

R. Desde luego, María Luisa era una persona muy importante para ella, fue quien la ayudó a quitarse de encima al odioso padre Núñez de Miranda, quien la estimulaba creativamente, con quien compartía muchas cosas en común. Así que las muestras tiránicas de la virreina la agobiaban mucho. Cualquier señal, gesto tierno o desdén por parte de María Luisa la entusiasmaba o la agobiaba. Los enamorados de ahora nos molestamos porque la persona que amamos (que es alguien muy importante para nosotros) no nos contesta el móvil o nos deja con dos palomitas vistas en el Whatsapp y, bueno, eso también les pasó a ellas: cuando sor Juana no le escribía desde el convento, María Luisa se lo reclamó; y cuando la virreina la fue a buscar y no la encontró o la monja se negó a verla, se molestó muchísimo al grado de que tuvieron una pelea que llegó hasta las lágrimas de sor Juana. Y todo eso no lo digo yo: lo dice sor Juana en sus poemas, ella es la que va dejando las pistas de cómo fue su intensa pero fructífera relación con la condesa. El propósito de este trabajo también es que los poemas hablen por sí mismos, que en su contexto cuenten la historia de amor de estas dos mujeres pues no solo están los poemas de sor Juana, también incluyo los dos únicos intentos poéticos de la condesa que, aunque no son tan explícitos, creo que sí muestran un poco la admiración y la fidelidad que siempre le tuvo a la monja.

P. ¿Comparte la afirmación del prologuista, Ramón Martínez, de que la poesía de sor Juana Inés de la Cruz forma parte definitivamente del corpus literario más propio de las personas no heterosexuales? ¿Por qué?

R. Por supuesto. Otros estudiosos queer como Judith Butler y Didier Eribon han escrito que los gais tenemos un “canon alterno” de obras literarias que, dice Butler y la secunda Eribon, ayudaron a la creación de la identidad gay (ellos mencionan a autores en lengua inglesa y francesa, lógicamente, pues Butler es estadounidense y Eribon francés: Melville, Whitman, Wilde o Proust, André Gide, Jean Cocteau y Jean Genet). Y lo mismo se puede decir de los poemas amorosos de sor Juana. Lo que pasa es que en la lengua española nos hemos tardado en asumir y reivindicar a nuestros escritores gais para alimentar nuestra identidad y cultura gay. Espero que este libro sea el inicio para que otros estudiosos lo hagan con otros escritores gais del pasado: sería interesante sacar de las obras completas, la poesía homoerótica de Vicente Aleixandre, un poeta que pocas veces asume que el inspirador de sus versos es otro hombre o que ya sin el ojo de la familia, se puedan leer los poemas gais de García Lorca. Con Cernuda, por fortuna, la cosa es más fácil pues él fue el más radical de todos ellos: Cernuda fue como la sor Juana del 27: sin prejuicios, sin tabús, cantó siempre su amor por otro hombre.

P. ¿Y la opinión de Octavio Paz relativa a que sor Juan Inés estaba absorbida por la pasión del conocimiento, que, precisamente por ella, "tiene que neutralizar su sexo para poder acceder al ansia de conocer"?

R. Bueno, Paz se refiere a que sor Juana tuvo que hacerse pasar por hombre para ingresar a la universidad y así saciar su sed de conocimiento, ¡pero es que hasta en eso fue muy radical esta monja! Querer estudiar, aprender, no era precisamente algo que se les permitiera hacer tan fácil a las mujeres durante el virreinato, así que ella se las ingenió para romper con ese supuesto. Y luego, tampoco entró al convento por ser muy beata o piadosa: si lo hizo, ella misma lo escribió, fue porque no quería que la casaran, tener que pasar sus días atendiendo a un marido y a los hijos: lo que ella quería era leer y aprender y el único lugar donde la podían dejar en paz para hacerlo era en un convento, así que allí fue a dar. Y finalmente, también rompió toda relación con el tiránico padre Núnez de Miranda en tiempos en que se creía que las mujeres eran inferiores intelectualmente y que para dar cualquier paso necesitaban del consejo de un hombre: romper con él fue otra de las muestras de su genialidad, de que ella sola se valía por sí misma. Fue así como rompió con los paradigmas de su sexo (el “sexo débil”, según la misógina definición de la RAE) en pos de su vida intelectual y también, por qué no, de su sexualidad.

Fuente: EL PAIS.COM

sábado, 24 de septiembre de 2016

El Neruda de Huidobro


 por: René De Costa

Comienzo con una declaración: me considero nerudiano..., y huidobriano. Por eso algunos me acusarán de bigamia, pero el hecho es que me gustan los dos. Neruda y Huidobro me tienen fascinado; me atraen tanto por sus pequeñeces como por su grandeza: por las consabidas debilidades de vaca sagrada y de pequeño dios, y por la desmesurada grandeza de su singularidad poética. Quizá por eso me interesa tanto lo que les aproximó (la poesía) como lo que les separó (su carácter).

Lo que me propongo es mostrar algunas facetas poco conocidas y otras totalmente ignoradas de la relación Neruda-Huidobro[1]. Y para realizarlo, he de referirme a una serie de documentos: portadas y colofones, textos impresos y manuscritos, recortes y borradores que testimonian el itinerario de esta relación así como la odisea de mi largo y lento descubrimiento de la auténtica naturaleza de esta relación -llena de simpatías y diferencias, aproximaciones y distanciamientos- entre ambos. Y fueron las pugnas entre Huidobro y Neruda las que mantuvieron divididos a sus lectores, las que los ubicaron en campos opuestos: nerudianos y huidobristas, huidobrianos y nerudistas -imposibilitando, o al menos orillando a la clandestinidad bigamias como la mía.

El año 1938 fue acaso el momento más agitado de la contienda. En junio, la revista Ercilla (con su acostumbrada malicia) dio cuenta de un encuentro en el Salón de Honor de la Universidad de Chile: "Una batalla en la universidad-liridas huidobristas y nerudianos discutieron". Dos años antes, en el 36, Arturo Aldunate Phillips había dado una charla en el mismo salón sobre "El nuevo arte poético de Neruda". En esta ocasión eludió, muy discretamente por cierto, a la enemistad de los poetas (cuyos nombres omitió) y dio a conocer unos fragmentos de un inédito de Neruda -que por el contexto no cabe dudar que se trata de una réplica bélica, altiva y agresivamente titulada "Aquí estoy". Aldunate se explica: "Desgraciadamente se trata de una composición que, por su índole personal, no puede ser dada a conocer totalmente y que, por el lenguaje crudo que en ella se emplea, debe quedar al margen de lo que puede publicarse. Sin embargo...”

Sin embargo, al publicar la charla, Aldunate interpela los fragmentos leídos en ella. Comienzan así:

Aquí estoy con mis labios de hierro
y un ojo en cada mano,
y con mi corazón completamente,
y viene el alba y viene
el alba, y viene el alba
y estoy aquí a pesar
de perros, a pesar
de lobos, a pesar
de pesadillas,
a pesar de pesares
estoy lleno de lágrimas y amapolas cortadas
y pálidas palomas de energías,
y con todos los dientes y los dedos escribo
y con todas las materias del mar,
con todas las materias del corazón escribo...

Y es aquí donde el crítico interrumpe el discurso de Neruda, esto es, suprime un buen número de versos aunque indicando siempre con una línea de puntos suspensivos que se omitía algo.

¡Qué y cuánto omitía sólo supe en el año 68!  En ese entonces trabajaba sobre mi tesis doctoral (sobre Pedro Prado) en el ex-Instituto de literatura Chilena en Macul.  Revisando el archivo que Armando Donoso había donado al Instituto, tropecé con unas páginas escritas a máquina que contenían una versión no expurgada de "Aquí estoy".  Aldunate había publicado 63 versos.  La versión mecanoescrita consta de cinco folios y de unos 250 versos.  Pero mi historia -disculpen- es más larga aún.  Diez años después, en 1978, cuando disponía para la publicación mi libro sobre The Poetry of Pablo Neruda (Harvard, 1978), decidí consultar la colección nerudiana en la biblioteca de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook y allí encontré otra copia de "Aquí estoy".

Esta versión, también de unos 250 versos, es igual a la del archivo Donoso.  Para dar una idea de lo que suprimió Aldunate reproduzco -y sólo de la primera página- la continuación del poema:

…con todas las materias del corazón escribo.

¡Cabrones!
¡Hijos de putas!
Hoy ni mañana
ni jamás
acabaréis conmigo!
Tengo llenos de pétalos los testículos,
tengo lleno de pájaros el pelo,
tengo poesía y vapores,
cementerios y casas,
gente que se ahoga,
incendios,
en mis "Veinte poemas",
en mis semanas, en mis caballerías,
y me cago en la puta que os malparió,
Derokas, patíbulos,
Vidobras,
y aunque escribáis en francés con el retrato

de Picasso en las verijas…

La alusión a Vicente Huidobro es evidente (tanto como la que atañe a Pablo de Rokha).

El poema es crudo, pero bueno.  Es difamatorio, lo que explica que no fuese publicado y que sólo circulase de mano en mano.  La copia de Stony Brook es de 1954, según reza una suerte de colofón:

La presente copia, efectuada por Fernando Rivera Zavala, fue transcrita de otra, facilitada por José María Souvirón, a quien un amigo del poeta se la remitió.  Neruda aprobó su texto y autenticidad, empleándose para reproducirla papel del siglo xvii que perteneciera a don José Toribio Medina y Zavala.

Así sobrevivió Aquí estoy, pasando de mano en mano, circulando entre bibliófilos y eruditos ya que no se publicó por ser impublicable. O al menos así lo creía yo.  Pero la historia es otra.  Porque sí se publicó.  La bibliografía de Becco (1975), registra el título bajo "obra dispersa" dando como serías de publicación, París, 1938.  Fue mi primera noticia de que el poema había sido publicado.  La segunda me sorprende más recientemente, cuando revisando un catálogo de librero, de libros viejos, hallo un libro con las señas consignadas por Becco que está en venta.  Lo pido y me lo mandan.

El texto impreso, de gran formato (25 cm x 36 cm) y sin encuadernar, no difiere de las versiones escritas a máquina.  En la última pagina hay esta nota informativa:

Este poema de Pablo Neruda, titulado Aquí estoy, con viñetas dibujadas por Ramón Gaya, fue impreso por amigos del poeta en la ciudad de París,.durante el año 1938.

Después de ver el libro, de examinarlo y de compararlo con otros impresos de la época, y después de consultar con eruditos y testigos de la contienda, después de todo eso, todavía no puedo llegar a ninguna conclusión respecto de la autenticidad del impreso.  No he podido determinar si efectivamente se publicó en el 38 o si se trata de una edición pirata posterior.  Me parecía más valedera esta última posibilidad ya que no había aparecido ningún otro ejemplar.  Pero ahora, con el paso del tiempo, he constatado que tampoco han ido apareciendo otros como éste, lo cual aminora la- -posibilidad de una falsa edición reciente.

Lo que me mueve a referir con tantos pelos y señales esta historia bibliográfica es la ocasión de estar reunidos aquí en Cerdeña los nerudianos más autorizados, así como la existencia de otro documento, recién descubierto entre los papeles de Huidobro en Santiago de Chile.  Se trata del borrador de una carta del 38, año en, que se afirma fue publicado el Aquí estoy parisino.  En este documento Huidobro se muestra indignado por lo que considera las nuevas intrigas de Neruda.  La carta es de octubre de 1938 y en ella Huidobro se dirige a un amigo de confianza, identificado sólo con el chilenísimo apodo de "Poroto".  Veamos el comienzo:

Querido Poroto: Veo por tu carta que las intrigas de la Banda Negra y de su jefe el pobre Bacalao siguen su curso normal.  Sabía que había mandado verdaderas circulares llenas de calumnias sobre mí no sólo a la Argentina sino también a Europa.  La envidia de ese hombrecito amarillo y aceitoso es algo que llega a lo patético...



PABLO NERUDA




AQUI ESTOY




PARIS
1938



Y saltando un párrafo[2], vemos lo que subyace en el fondo del asunto: la política.  Neruda no era entonces comunista, y Huidobro sí:

Soy comunista y ellos no lo son.  Lo soy a pesar de los virajes y contra virajes del partido, a pesar de sus marchas y contra marchas.  A pesar de los pesares.  Y por eso no caigo en éxtasis ante los Frentes Populares ni ante las demagogias nacionalistas, aunque las cante Dimitrof, su madre y su abuela...

Para Neruda, "antifascista de corazón", Huidobro fue comunista, eso sí, pero como dijera en alguna parte del poema Aquí estoy, "un comunista de culo dorado".

Pero la relación de ellos no siempre fue así, tan combativo y tan acriminadora.  Hubo un tiempo de tranquilidad, e incluso de generosidad, una auténtica plataforma de amistad.  Un momento en que Huidobro, joven y triunfante, regresa a Chile; un momento en que Neruda, como escritor de gran talento, se está dando a conocer en Santiago.  Es el año de 1925, después de la publicación de Veinte poemas de amor y cuando Neruda está armando su Tentativa del hombre infinito.

En este momento Neruda ha sido nombrado director de la revista oficial de la Asociación Profesores de Chile, Andamios, armazón cultural tan práctico y tan encauzador como su nombre lo indica.  Neruda cambió el título y la orientación de la revista a algo más aleatorio, más de avanzada: Caballo de Bastos.  Y es entonces cuando se dirige a Huidobro, recién llegado de París, solicitándole colaboración:

Compañero Huidobro: Ya Ud. sabe que pronto aparecerá Caballo de Bastos, revista de avanzada.  Como queremos publicar lecturas novedosas le rogamos nos facilite algún fragmento de Cagliostro que traduciremos apresuradamente.  También quisiéramos poemas o prosa de otros autores que Ud. puede señalarnos.  Haga el favor de buscarnos.  Nosotros pasaremos en la tarde.  Con afecto. Díaz Casanueva y Neruda[3].

Generoso y respetuoso el sentimiento de Neruda.  Y también lo fue cuando publicó Tentativa del hombre infinito (1926), ya que el ejemplar destinado a Huidobro trae una dedicatoria: "A Vicente Huidobro, con entusiasmo y alegría.  Pablo Neruda." Y Huidobro también fue generoso con Neruda en-ese entonces ya que le incluyó en el Indice de la nueva poesía americana (1926), importante antología de vanguardia con prólogos de Borges, Huidobro y Alberto Hidalgo.

Larrea, que andando el tiempo, sería blanco de otro poema difamatorio de Neruda, la hiriente "Oda a Juan Tarrea", le incluyó en Favorables-París-Poema, discreta revista de vanguardia que dirigía con Vallejo.  Apareció allí un fragmento de Tentativa, y es otra vez Huidobro el punto de enlace.  Resulta que Larrea encontró el libro en casa de Huidobro, en París.  Me enteré de esto en el 78, cuando pasé unos días en Córdoba (la argentina), revisando papeles de Larrea y conversando con él de su experiencia literaria.  Cuando tocamos el tema de Tentativa Larrea me contó que fue por medio de Huidobro que primero supo de Neruda.  Dijo que Huidobro venía llegando de Chile en el año 1926, después de separarse de su mujer.  Cenando ellos solos en la casa en París, Larrea comienza a mirar libros y revistas traídos de Chile por Huidobro.  Se encuentra con Tentativa; le interesa por su novedad formal, y pregunta sobre el autor.  Huidobro le dice que el autor, Neruda, es un joven, un "romántico de mala muerte".  Esto no disuade a Larrea, quien le pide prestado el libro para luego incluir un fragmento de él en Favorables-París-Poema.  Por supuesto Neruda ignoraba qué parte había tenido Huidobro en todo eso y que todo provenía, que todo se deshilaba, de aquel ejemplar que le había enviado "con entusiasmo y alegría".

Pero, ¿qué es lo que realmente pensaba Huidobro de Neruda en ese momento? ¿Qué opinión le merecía la poesía de quien había descartado como "romántico"? -basándose seguramente en los Veinte poemas de amor.  Cuando finalmente leyó Tentativa, en el mismísimo ejemplar que Neruda le dedicara, dejó nota de su lectura, subrayando los versos que más le impresionaban.  Versos como:

estrellas crucificadas detrás de la montaña...
atada al cielo con estrellas de lluvia...
estrella retardada entre la noche gruesa…
descienden las estrellas a beber al océano…

Al lado de todos puso "mío".  Obviamente, lo que le llamó la atención fueron las imágenes con "estrellas" y aunque Huidobro no las creó, mucho le hubiera gustado el hacerlo para poder considerarlas también "suyas"'.  Pero no son sólo éstas las imágenes destacadas.  Hay otros versos como:

después colgado en la horca del crepúsculo...
los planetas dan vuelta como husos entusiastas giran...
yo soy el que deshoja nombres y altas constelaciones de rocío...

Lo que señala Huidobro en su lectura de Neruda resulta ser una de las características fundamentales del libro así como de su propia escritura vanguardista.  Las imágenes de Neruda en general son concretas y terrenales, mientras que las de Huidobro tienden a ser abstractas y cósmicas.  De modo que esta imaginaría sideral, aunque no es de Huidobro, sí es de corte huidobriano.

O sea, que para Huidobro, con su característica actitud olímpica, de creador supremo, de "pequeño dios", Neruda sólo podía ser o un "romántico de mala muerte" o un imitador.  Huidobro no podía admitir, reconocer la originalidad de nadie, salvo la suya propia.  Y cuando se enfrentó con algo original, como es el caso de Tentativa, tenía que presumirlo suyo.  Así es como encontró sus imágenes, su propia imagen en esa poesía vanguardista del joven Neruda.  Y estos versos suyos, así subrayados, tenían que haberle gustado. ,

Todo eso pasó en los años de militancia vanguardista.  En esos años, ni Chile, ni el mundo, eran lo suficientemente grandes para contener a ambos, a estos dos gigantes de la poesía.  Sólo en su madurez fue posible una reconciliación, una última tentativa de hombres infinitos.  Fue Huidobro quien tomó la iniciativa; y fue Neruda, quien vivió más, el que la recordó.  En sus Memorias dice:

Huidobro murió en el año 1948, en -Cartagena, cerca, de Isla Negra […]. Poco antes de morir visitó mi casa, acompañando a Gonzalo Losada, mi buen amigo y editor.  Huidobro y yo hablamos como poetas, como chilenos, y como amigos.

Y fue así –“como poetas, como chilenos, y como amigos”- como se aproximaron estos dos grandes, al comienzo; y al final.


De costa, René. “XVIII. El Neruda de Huidobro”. En: Nuevas aproximaciones a Pablo Neruda, Ángel Flores (comp.) pp. 273-279.


[1] Abordé el tema desde otra perspectiva y con menos información cuando el Simposio sobre Vicente Huidobro y la vanguardia, realizado en la Universidad de Chicago en abril de 1978. Véase mi "Posdata: Neruda sobre Huidobro” en las Actas publicadas por la Rev. Ib. núms. 106-107 (ene-jun, 1979), pp. 379-386.

[2] El texto completo de este borrador está reproducido en mi Vicente Huidobro: The Careers of a Poet (Oxford, 1984), p. 171 y también en la versión castellana del mismo libro: Huidobro, los oficios de un poeta, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, pp. 108-109.

[3] Carta inédita en el archivo de la familia Huidobro en Santiago de Chile.




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