LAS ODAS
Luis Ossa Gajardo
Con frecuencia oímos decir a personas aficionadas a la pluma y al papel, “voy a escribir una oda al o a la…” como si esta fuese la máxima expresión del género lírico. Sin embargo, es esta la forma menos lírica de todas las expresiones poéticas existentes. Porque dominado el poeta por una fuerte y grande impresión, como ser imaginativo y apasionado que es, en su exaltación, eleva la voz, más de lo que comúnmente suele hacer: ya no escribe, ni habla con la serenidad de antes, sino, canta…y no precisamente con aquellas notas distintivas, que coherentemente brotan desde su alma como un conjunto de tiernos e íntimos arpegios. La misma efervescencia de su espíritu suele imprimir elevación y vigor a sus pensamientos, estimular sus facultades imaginativas y en su osadía otorga a su expresión una extraña disonancia. Y esto ocurre sencillamente porque el poeta, vivamente conmovido como se halla, no acierta a encadenar sus ideas y suele pasar de un concepto a otro bruscamente, sin transiciones. A esta supresión de nexos o ideas intermedias se les denomina “saltos líricos”.
En la actualidad no son aceptables estos arrebatos poéticos, se prefiere una poesía intimista, en voz baja, una poesía que contenga trazos líricos coherentemente admirables y que, por su jerarquía, encuentre eco en las sensitivas fibras del lector
Los tratadistas dividieron este antiguo género, según su clase en:
a) Heroica, es la que celebra grandes sucesos ejemplo; “A la victoria de Lepanto” de Herrera.
b) Sagrada, la que canta a las glorias de Dios y los afectos piadosos, ejemplo; “A la Ascensión” de Fray Luis de León.
c) Filosófica o moral que discurre sobre la sociedad, las costumbres, el corazón humano, y los vicios y virtudes, ejemplo; “A la vida del campo” de Fray Luis de León.
d) Erótica, la que se inspira en el amor terreno, ejemplo; “Al céfiro” de Esteban Manuel de Villegas, etc.
Sin duda, al escribir mis líneas anteriores, seguramente, ustedes, amables lectores, habrán recordado a Pablo Neruda, nuestro insigne poeta y premio Nóbel de Literatura 1971. Y razón tienen, ya que fue nuestro poeta quién resurgió este género en nuestro país, con la sucesiva publicación de: “Odas Elementales”, Editorial Losada, Buenos Aires, 1954. “Nuevas Odas Elementales” Edición Losada, Buenos Aires, 1956. “Tercer Libro de las Odas” Editorial Losada, Buenos Aires, 1957.
Sin embargo, debo recordaros que, el comienzo en el arte de la escritura lírica de nuestro insigne vate, no se inicia precisamente escribiendo y publicando alguna de sus odas, si así hubiera ocurrido, nadie las hubiera considerado y menos en aquel tiempo. El éxito de su magnífica y temprana irrupción en la literatura chilena, la realizó bajo el genial impulso de sus tiernos y depurados sentimientos, los que se reflejan en sus primeros libros: “Crepusculario”, “Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada”, “El Hondero Entusiasta” etc.
Observemos la riqueza lírica y la profundidad conceptual en una de sus primeras composiciones:
MARIPOSA DE OTOÑO
La mariposa volotea
y arde -con el sol- a veces.
Mancha volante y llamarada,
ahora se queda parada
sobre una hoja que la mece.
Me decían: -No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de las mieses.
Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.
Me decían: -No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Era la hora de las espigas.
El sol, ahora,
convalece.
Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.
Se va la mano que te induce.
Se va o perece.
Se va la rosa que desates.
También la boca que te bese.
El agua, la sombra y el vaso.
Se va o perece.
Pasó la hora de las espigas.
El sol, ahora,
convalece.
Su lengua tibia me rodea.
También me dice: -Te parece.
La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece.
El Vate tenía 14 años de edad.
Ahora observemos en estos versos los admirables trazos líricos y el ritmo musical de sus estrofas en:
La Canción de la Fiesta
Hoy que la tierra madura se cimbra Hombres de risa vibrante y sonora,
en un temblor polvoroso y violento, son los que traen la fiesta en los brazos,
van nuestras jóvenes almas henchidas son los que llenan la ruta de rosas
como las velas de un barco en el viento. Para que sean más suaves sus pasos.
Por el alegre cantar de la fuente Y una canción que estremece la tierra
que en cada boca de joven se asoma: se alza cantando otra vida mejor
por la ola rubia de luz que se mueve en que se miren el hombre y la estrella
en el frutal corazón de la poma, como se miran el ave y la flor.
Tiemble y estalle la fiesta nocturna Se harán agudas las piedras al paso
y que la arrastren triunfantes cuadrigas de nuestros blancos y rubios efebos
en su carroza divina y desnuda que seguirán con los ojos en alto
con su amarilla corola de espigas. volcando siembras y cánticos nuevos.
La juventud con su lámpara clara Tiemble y estalle la fiesta. Que el goce
puede alumbrar los más duros destinos, sea un racimo de bayas eximias
aunque en la noche crepiten sus llamas que se desgrane en las bocas más nobles
su lumbre de oro fecunda el camino. y que fecunde otras bellas vendimias.
***
Tiemble y estalle la fiesta. La risa
crispe las bocas de rosa y seda
y nuestra voz dulcifique la vida
como el olor de una astral rosaleda.
El 14 de octubre de 1921 obtuvo el primer lugar en el concurso de la Federación de Estudiantes de Chile. El vate tenía 17 años
Veamos ahora una de sus posteriores odas:
ODA A VALPARAÍSO
VALPARAÍSO,
qué disparate
eres,
qué loco,
puerto loco,
qué cabeza
con cerros,
desgreñada,
no acabas
de peinarte,
nunca
tuviste
tiempo de vestirte,
siempre
te sorprendió
la vida,
te despertó la muerte,
en camisa,
en largos calzoncillos
con flecos de colores,
desnudo
con un nombre
tatuado en la barriga,
y con sombrero,
te agarró el terremoto,
corriste
enloquecido,
te quebraste las uñas…
El sentimiento fluido y el torrencial lirismo, el verso límpido y trémulo, la estrofa clara y transparente, huyeron lejos de toda esencialidad poética, ahora sólo impera en estos versos la prosa cruda e intrascendente. Se cumple lo que he expresado anteriormente:
En la efervescencia de su
espíritu, Pablo, imprimió elevación y vigor a sus pensamientos, estimuló sus facultades imaginativas y en su osadía otorgó a su expresión una extraña disonancia. Y esto ocurrió sencillamente porque el poeta, vivamente conmovido como se halló, no acertó a encadenar sus ideas y pasó de un concepto a otro bruscamente.
¿Es Pablo Neruda por esta oda y otras odas un mal poeta? En ninguna manera, continúa siendo el excelso poeta de siempre, lo que pretendemos significar es que escribir Odas, es un privilegio sólo de los grandes poetas consagrados, los que esgrimiendo su pluma en la batalla de la idea vencieron en los campos del sueño, para aquellos que con un depurado lenguaje expusieron con frescura la gloriosa luz del sentimiento.
Para un principiante que continúe escribiendo odas tras odas… es abrir las lóbregas alas hacia el abismo, porque significará, tarde o temprano, el quiebre de su propia voluntad creadora.
El relativismo vergonzante de hoy, no solo resta importancia a la estética y a la pureza inmanente que todo artista verdadero debe poseer, sino que en su arrogancia, oscurantismo y perversidad, niega la secreta hondura y el sello glorioso de la dignidad que todo fruto expresivo del espíritu humano debe llevar. Por tal razón todo hombre o mujer que con cálido tesón cultive las letras del lirismo, debe buscar siempre en su recinto interior, el derrotero que fielmente marque el rumbo de su íntimo oficio hacia el místico territorio de la poesía lírica.
Villa Alemana, octubre de 2009.
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