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jueves, 15 de marzo de 2012

Poemas de Carlos de Rokha

Memorial y llaves


 ¡Dadme un sueño de ojos abiertos,
un muro donde caer arrodillado!


Mi sangre está llena de islas,
mis párpados de anunciaciones y agonías.
¡Pero en mi corazón no cabe un dolor más!


Mi piel está llagada por dentro.
Me han cercado los fantasmas del terror y del sueño.
¡Ay, crueles vigías, liberadme
y tú, río del amor, dóname ya la pura
quietud de tus anillos!
¡A mí, que nada poseo
sino las mortajas que nos deja el sueño
los silicios del hambre y del asombro!


Pues atravesé la noche en busca de otros mundos.
Y no encontré nada sino bestias degolladas ensangrentando los caminos.
Nada sino pájaros heridos en los mudos tejados
y niños que morían sin alcanzar el velero de sus sueños,
apostados frente a tierras baldías que desde los pies los devoraban.
Y contra ellos lanzaban los lobos del silencio
y los puñales del abismo que una mano invisible blandía.
Cada vez que sus cantos llenaban la mañana
con corales de júbilo y espera.


¡Ven, dulce muerte de ropaje benigno y ardientes instrumentos!
Porque no encontré nada sino a Ti
en la víspera de cada viaje.
Y en el error de todo tumulto.


Tú llenabas el paisaje de la sierra y las vastas columnas de los ríos.
¡Tú, gran liberadora, y tu ojo de piedra clavado en las ventanas!
¡Ven! quiero que veas a tu huésped desnudo de recursos.
Voy a tender hacia ti las mismas manos que tu santa ceniza recibieron.


Voy a darte mi sed y mi agonía
y los libros de mi redención y mi locura
y las palabras con que nombré tu reino para alcanzar los límites
que el hombre siempre anhela sin lograr sus esencias.
¡Ven, leve viajera y quédate
en tu ligero corcel de plata volando en mis jardines!
Voy a darte mi vida a cambio de los sellos que me cubran el alma.
Y del postrer licor que me moje los labios.
Voy a darte este cuerpo y estos huesos
que hondas hachas hirieron negándome el reposo.




Sonatina



Sí, yo os lo decía: doradas cañas
han de incendiar el alba
y un niño de ojos muertos
dialogará con el río´


¿Veremos, veremos esa llama
lavándose en la piedra
y el sonoro gallo del leve mediodía
bailar en torno a ella?


¡Ah, el gallo de alas de níquel
y la llama, que es rubia manzanera
decorando la hierba con un rubí de sangre
Rescatan libro inédito de Carlos de Rokha, el poeta maldito de la familia

La Fundación de Rokha publica volumen del hijo mayor del clan, quien se mató en 1962.
por Roberto Careaga
 

Después de la muerte de su madre, en 1951, el poeta Carlos de Rokha inició una rutina: cada cierto tiempo ingresaba al Hospital Siquiátrico, en Recoleta. "Me retiro a mis palacios de invierno", anunciaba. El hijo mayor del poeta Pablo de Rokha vivía en altos y bajos. Duros bajos. Medicado por su siquiatra, era parte de la escena literaria chilena de la época y frecuentaba a los surrealistas del grupo La Mandrágora, a Eduardo Anguita, a Jorge Teillier y a Enrique Lihn, entre otros. Internado, no detenía su caudal poético. Por el contrario, el resto de los internos eran sus cómplices: "Verde vejiga", pedía, y un paciente se acercaba con la pintura de ese color. Los entrenaba para que fueran sus ayudantes.

Una mezcla de pastillas y alcohol acabó con la vida de Carlos en 1962. Tenía 42 años y ya pintaba para leyenda. "Era el único que se ajustaba al orbe de los valores surrealistas", decía Lihn hablando de la poesía chilena, mientras Anguita lo llamaba "iluminado" y Mahfud Massis lo consideraba un "poeta sin redención posible". Antes de su muerte, Carlos publicó Cántico profético al primer mundo (1944) y el Orden visible (1956). Póstumos aparecen Memorial y llaves (1964) y Pavana del gallo y el arlequín (1967). Por años, ha corrido la historia de los inéditos del hijo de De Rokha y ahora son publicados.

En el marco del nuevo impulso de la editorial Multitud, el sello creado por Pablo de Rokha, la Fundación que lleva el nombre del clan, con apoyo del poeta Galo Ghigliotto, puso en librerías cuatro títulos de la familia. Tres son reediciones de libros desaparecidos: Acero de invierno y la autobiografía El amigo piedra, de Pablo, y Oniromancia, de su esposa Winett. La novedad es el segundo volumen de El orden visible, inédito de Carlos.

Según cuenta Patricia Tagle, directora de la Fundación De Rokha, su tío Carlos dejó una gran cantidad de textos inéditos. Todos perfectamente ordenados: en cuadernos Torre, están sus poemas escritos en una letra precisa y limpia. También están las instrucciones para ensamblar el segundo tomo de El orden visible. Y las de un tercero, que se publicará próximamente.

Este nuevo libro está compuesto por poemas escritos por Carlos de Rokha entre los 25 y 30 años. Plagado de imágenes surrealistas, sólo comparte con la voz de su padre la vocación por la desmesura. Relato de un viaje, luminoso, pero sobre todo trágico, los poemas bordean constantemente la muerte. Anotó el autor: "Estoy herido, amigos. Herido de surtidores mágicos cuyas anunciaciones me desvelan".

La poesía de Carlos iba a modificarse con los años, pero no perdería la intensidad ni su cercanía con la tragedia. "Surrealista en esta puro", como le decía Lihn, Carlos ganó en 1961 y 1962 el Premio Municipal de Poesía. Por esos años, la vida diaria andaba mal. No era raro que amenazara con suicidarse. Entraba y salía del siquiátrico, hasta donde Patricia Tagle le llevaba casi todos los días comida hecha en casa. El 29 de septiembre de 1962 mezcló alcohol y pastillas. Nunca quedó claro si quería suicidarse.

Para Pablo de Rokha fue un duro golpe. "Perdóname el haberte dado la vida", escribió el líder del clan en Carta perdida a Carlos de Rokha. Seguía así: "Mi sombra rugiente te hacía daño, te hería, te envenenaba a ti, tan alto y bueno como eras, porque los poetas como tú y yo, no deberíamos ser hijos de nadie, padres de nadie". La tragedia no abandonó a la familia: seis años después se mató otro hijo, Pablo, y a los pocos meses el autor de Epopeya de las comidas y bebidas de Chile se suicidó.

Con el mismo sello Multitud, próximamente publicarán otro título del patriarca (Jesucristo) y rescatarán toda la obra del clan. "Lo que me queda de vida pienso dedicarlo a publicar libros y mostrar cuadros. Es mi proyecto de vida", dice Patricia Tagle.
Carlos de Rokha

Nacido en 1920 como Carlos Díaz Anabalón, era el hijo mayor de Pablo y Winnét de Rokha (sus verdaderos nombres eran Carlos Díaz Loyola y Luisa Anabalón). Admirador del poeta maldito francés Arthur Rimbaud, fue el miembro más joven del grupo surrealista La Mandrágora. Con sus libros Memorial y llaves y Pavana del gallo y el arlequín, ganó dos veces el Premio Municipal de Poesía. Afectado de esquizofrenia, entraba y salía del Hospital Siquitátrico. Muere en 1962 por una sobredosis de fármacos y alcohol.


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