La biografía de un poeta está
en sus libros más auténticos,
porque la verdadera poesía
está hecha de vida.
Juan Domingo Argüelles
Para Ana, luz, asombro
y eco, en mi universo.
Ante los ojos del poeta, toda la materia se transfigura. Se despliega en un espacio donde nombrar parece un rito; prueba de amor y fe en las palabras. De la raíz el árbol, antología poética de Roy Dávatoc (1981), propone una visión conjunta de sus cuatro libros –de Alma, cuando un corazón emigra, La lluvia nos detiene, Gradus y Confesiones para Raziel- obra viva que ha empezado a latir en la nueva generación de poetas peruanos.
De la raíz el árbol, es un libro que canta, celebra, conversa, discute, explora y rompe las cosas que nombran al mundo. Se desborda en los márgenes del oficio poético. Asume el asombro como una vibración luminosa y la revela en sonidos inconfundibles; produce correspondencia entre ellas. El eco se hace voz y la mirada, luz instantánea.
Como una carta de navegación, se registran los plenos poderes de la condición fugaz del hombre, su esencia transitoria de su desdoblamiento natural y el reflejo de una geografía apenas desplegable en el inevitable paso del tiempo. En estos poemas, se entrecruzan las diferentes voces de las tradiciones literarias del S. XX, mismas que siguen el movimiento del pensamiento hecho palabra. Las amplias fronteras que traza el autor en esta selección poética, constituyen una posibilidad de reflexión sobre temas como el amor, la muerte, la vida y la integridad de las cosas del entorno perfectamente visible y en constante movimiento. Cada poema, parece una piedra pulida lentamente. Cumplen con el requerimiento estético que los erige.
El lenguaje en estos poemas, irradia pequeños universos gozosos y precisos, sus trazos se deslizan entrañablemente al centro de un testimonio vivo y deslumbrante.
Alma, cuando un corazón emigra, título que abre la presente antología, es un homenaje a lo femenino, nombra la circunstancia de su deseo:
Ella
era muy bonita y diminuta
recogía los orgasmos que
el mar dejaba en la luna
y los vaciaba en sus ojos
Convierte su asombro en erotismo, cuando nombra la vitalidad de su espíritu:
Y mi lengua de pronto
cabalgó tus poros hasta la madrugada
entre mis relámpagos
El universo contenido aquí, anima la pasión táctil y sonora que produce el reconocimiento de la voz que canta, que sostiene en resplandores el dominio del pensamiento único. Para Roy Dávatoc, nombrar es revelación, y así lo registra en otro poema (Alma), que marca el tono conversacional que habrá de fluir en su obra en expansión:
Se hacía el milagro
y Dios olvidó parpadear esa tarde
de revoluciones constantes
cuando latíamos en un solo pecho
Éramos hermosos
o por lo menos tú
que siempre me amaste sin escatimar ensueños
El texto abreva en su diálogo a una cadencia bíblica y erótica, apunta hacia la contemplación e introspección de lo mirado por el poeta. Sustancia que reconoce la forma y despliega en silencio toda la materia iluminada. Es una confesión profunda de lo cotidiano, invocación y estampa de nuestro tiempo.
En La lluvia nos detiene, segundo ciclo de esta obra que va cincelando esculturas transparentes, erguidas en los instantes múltiples que experimenta la diversidad de las formas rítmicas, contiene poemas que constituyen un vínculo fundamental con los temas que delinean su oficio y que marcan un punto central en la nueva poesía joven peruana.
Cada poema abre una puerta a instantes indelebles que nos hacen permanecer entre los elementos plasmados de su metamorfosis, composiciones sencillas que expresan su nostalgia personal y su secreta unidad. Su tránsito luminoso, interminable canto que nos interroga, invoca la sombra que lo refleja. Nos sumerge en un territorio inesperado, múltiple y privado:
Nunca he recibido una carta de amor,
completado un crucigrama, o hecho aros
con el humo del cigarro
nunca he comprendido cuestiones de óptica
ni de repostería o de navegación
Pero me imagino que hay un punto en que el agua pierde
su consistencia antinatural y se vuelve torrente
en el espacio negro
quiero decir:
Podría tomarme un café ahora mismo
y morir moderadamente
Roy despliega en este poema su experiencia de vida, se sabe único y nombra, se transfigura, nos muestra cómo sobrevivir. El ritmo reconoce el instrumento preciso que lo destaca.
En Gradus se delinea un rasgo discreto de coherencia, vasto y primordial, que constituye la transparencia de su testimonio. Cada poema se entrelaza a un momento determinado, haciendo de la estancia rítmica un canto sugerente en los novísimos poetas peruanos, mismos que han empezado a cincelar versos en un escenario en constante construcción. En este libro, el paisaje muta, se confunde en un diálogo que abreva ciertos ecos de la mejor poesía escrita el siglo pasado; filón cenital impecable.
Confesiones para Raziel, poemario con el que se cierra este ciclo de cuatro estancias en De la raíz el árbol, dibuja destellos de una vitalidad de gran eficacia, donde fluye un lenguaje iluminador, experiencias entrañables que el poeta usurpa al mundo, para que podamos ver la hermosura y el desgarramiento único que sostiene su escritura. Constatación de que lo que brilla y se incrusta en el tiempo es una voz limpia, que quiere permanecer dúctil y extensa entre lo que la mirada construye. Porque donde la claridad del día siempre devora al mundo -de dominio y asombro- en su esplendor, todavía no se ha dicho la última palabra. Todo arde.
Juan Carlos Recinos
Real de Minas, México.
XVII
DIOS ve
............parte
..................y acomoda
se abre por el tronco
en estrellas
vigas
torres
arcas llenas de grano
pulsa cuerdas de piel
de agua
ojos
rutas de parvada
nubes
ramas como dedos rotos de una mano;
igual que un pensamiento puro
crece en una casa acodada
a las copas del cielo
entre árboles de humarada
la flor amarilla
el hombre
la mariposa negra y el río furioso
lo desatan.
XIX
ESTÁ la vida y una caída grande
están las vacas pastando
como en pensamientos
el eco de caña de la bardiza
que no corea y si responde
el tren los sueños negros y la paja
está todo lo que inquieta el recuerdo
como pulsando dentro de las manos.
XXI
EN mi cabeza; tempestad de risa.
Una estatua antropoide se amputa
y se arma
Hay una evolución a la primera luz
y todo en este mundo se pulveriza:
los amores y los huesos.
Ahora tú te abres paso entre metales puros,
el mármol,
el fuego…
XXII
CLARA
Chirriante luz detonando en las sombras
Los pájaros hacinan en mi boca
tu esclavitud de árbol
tu vaguedad de río
Es linfa pujante rompiéndome la cabeza
tu voz que me tortura
tu mar y sus rocas
que son acequias azules en los campos
de mi memoria.
XXIII.
ERES vos que sales de mi,
de mi garganta aquí posada entre mis manos
y allá fuera en la calle
eres voz grave de sol caliente y desesperante
te astillas en un hachazo de mortal felicidad
en mi frente.
Mírame que estoy triste en los pechos de todos los hombres
pero vos te quedas siempre y yo siempre me quedo.
XXIV
AQUÍ dentro de mi cabeza
se apaga el fuego y apenas
una charca de sombra se agita y llora
y los ojos se cierran.
Aquí dentro –como si fuera dentro de las manos-
siento el latido pausado de las venas
Miro la lluvia:
todo se termina o se esconde
en algún lado.
XXV
TÚ
La voz brotando de mi vidrio disuelto y gotas de luz
sangre
fiebre chapaleando en el charco de la sien
ámbar de corazón rojo
manos palomitas en el firmamento
te rompes en mi pecho como en las olas inmortalmente
cuando sales
sol
en las alas dormidas
la luz es vuelo
escucha
la lluvia encostra en la carne.
XXVI
TENÍAS UNA TRENZA NEGRA, noble sobre tu espalda
un esqueleto de virgen tiritando en un río
y tu voz pasada sal marina
devoraba las malquerencias de mi espíritu,
y en tus pensamientos habían mieses
y en tu piel reposaban cuerdas lunares;
y ahora que te han quebrado tantas veces
eres una boca rota abierta por la sed
culebra de sangre turbulenta
por mis neuronas
tenías un botón de vida frágil
entre los pechos
y me tenías a mi muerto en
la ingrávida charca de tus ojos.
XXVII
FINALMENTE te oxidaste en un canto
como una máquina herrumbrosa
que se desmonta con la brisa.
Tú
y el alma se me disuelve en un hilo de saliva.
La fiebre enrama desde la garganta
hasta azotar los campos de mi pecho.
XXVIII
A ti te doy un ramillete
de mentas
de vidrio soplado
de flores
un ramillete de mí
hacinado con mis nervios
reposo la cabeza/contra la tierra
y llega la paz
con todos los pájaros del trópico
-yo no sé
lo único que siempre llega
es la noche.
XXIX
Cerca de las diez
en Enero/ en un callejón / un farolito
de luz fría nos alumbraba
las niñas vendían lirios
la luna/la luna misma era un lirio
con su espora/su brazo iridiscente
perla hundida
en el pantano brutal
de esta noche
XXXI
Yo soy el equilibrio entre vida y la muerte
el triunfo y la derrota
el metal más puro
la transformación
golpeando en tu pecho
soy
tu sangre endurecida en las rocas
la ola rompiendo en la costera
en los muelles
lo salvaje de nuestra historia
soy de ti la sustancia evaporada
acero y plomo y latido intermitente
y bruma como ojos
en la cornisa muriendo de altura
soy el metálico sonido
en el silencio
la resurrección de la lluvia
de la vida eterna
bajo la arena
como reloj
la carne atrapada por unas manos
buscando un destino
Biografía:
Roy Dávatoc, seudónimo
de Roiser David Dávila Atoche (Jaén-Perú, 1981). Actualmente reside en la
ciudad de Lima.
Estudia la carrera de
Administración de empresas en la universidad nacional Enrique Guzmán y Valle
“La Cantuta” .
Forma parte de la
fundación cultural “Laberintos” en Colombia y es miembro del grupo literario
“Puka Yuraq” en Perú.
Algunos de sus poemas
y textos han sido publicados en las revistas literarias como: “Remolinos” de
Perú; “El quirófano” de Ecuador, “Poeta” de Argentina, “Antropofagia” de
Colombia, “Letras” de España; así como también tiene participación en la
revista “Atanor” de España; y el centro cultural “El túnel” de
Pamplona-Colombia y algunos blogs que usan algunos poetas para la difusión del
arte.
También se hace
presente a través del la difusión televisiva “Arte y Cultura” que dirige la
poeta española Antonia Pérez García. Ha publicado varios
libros de poemas.
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