Seguidores

Edita con nosotros

Mostrando entradas con la etiqueta spinoza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta spinoza. Mostrar todas las entradas

jueves, 1 de marzo de 2018

¿Cómo explicarte lo que he entendido de Spinoza?


“Para Paty… por las preguntas y las noches de desvelo…”

ONTOLOGÍA DEL SER.

Por Xiomara






 Me preguntaba, mientras me decías que te leyera de él sin explicarte cada palabra que yo creía no entendías. Cómo lograr que te quedes, aun que sea un poco, con otra concepción del pensamiento de este gran filósofo.
Pues bien, es casi imposible no tener que mencionar la mayoría, si no es que todas,  sus ideas para llegar a explicarte las que más interesantes me parecieron y sobre las que platicamos. Sin embargo, trataré de hacerlo. Recurriendo, primero, a explicarte la diferencia de su pensamiento (lo que Deleuze llamaría una verdadera ontología)  con las demás propuestas filosóficas que hay y ha habido (o filosofías de lo Uno). Para después poder decirte por qué para Spinoza no hay ni Bien ni Mal, sino que todo es necesario y así concluir en cómo su pensamiento se entrelaza con muchos de los problemas de ética práctica actuales.
He de decirte también que todo mi texto estará guiado por la interpretación spinociana de Deleuze que, evidentemente, es el más acertado, claro e interesante que mi pensamiento ha podido toparse.
Entonces, te contaré primero lo que Deleuze define como ontologías de lo Uno, diferenciándolas de lo que llama ontologías puras. Las ontologías de lo Uno son ontologías que tratan, principalmente, de jerarquías, jerarquías de lo existente. “hay jerarquías por todas partes, jerarquías celestes, jerarquías institucionales, jerarquías políticas” [1] Son ontologías que se fundan en algo “más allá” en algo que sustenta todo, o por lo menos estas son las consecuencias de pensar jerárquicamente, que inevitablemente  se forma una idea de causalidad. Es decir, al pensar que hay algo superior al ser, al pensar que hay algo “más allá” del ser, se genera una idea de causalidad, si hay algo “más allá” ese “algo”, ese Uno que es trascendente, debe ser la causa original, la causa primera o emanativa que me ha creado, debe haber algo más que el “simple ser”. Sin embargo, a lo largo de la filosofía la inquietud por hacer de lo Uno una causa inmanente, o sea, una causa tal que no sólo en ella misma estuviera y permaneciera el producir, si no que lo producido, el producto, permaneciera también en ella; siempre había estado presente. Una inquietud en donde no fuera necesaria una distinción causa-efecto como: Dios creó el mundo, el mejor de los mundos posibles y me creo a mí inferior a él. Si no una inmanencia en donde la distinción creador-creación fuera casi imperceptible, donde  la diferencia  Dios-criatura fuese una línea tan delgada que se perdiera.




Bien, justo aquí es donde se plantan de frente las ontologías puras. La ontología pura, principalmente, repele las jerarquías, es más, estas ontologías son anti-jerárquicas. No hay un Uno superior al ser, y por lo tanto, todo lo que se dice se puede decir en un solo sentido. Es un mundo inmanente, un mundo donde todo lo que se dice es y es en él mismo, sin apelar a nada superior. Es un mundo de inmanencia ontológica. Justo esta ontología es la ontología de Spinoza, en la cual solo hay un mundo y una sustancia “Por sustancia entiendo aquello que es en sí y se concibe por sí, esto es, aquello cuyo concepto no necesita del concepto de otra cosa para formarse”[2] Que es ontológica y epistemológicamente independiente, libre “libre [es] aquella cosa que existe por la sola necesidad de su naturaleza y se determina por sí sola a obrar”[3]
Es decir, no es una sustancia que dependa de nadie pero, al mismo tiempo, tampoco es más importante que nadie; repito, la diferenciación entre criatura-Sustancia se vuelve verdaderamente difícil. Solo hay una sustancia y ella es infinita, libre etc. o sea, posee todos los atributos que conocemos y los que ni si quiera somos capaces de conocer. Ni si quiera hay criaturas,  no existen las criaturas como tal, no hay una diferenciación, no hay una jerarquía de Sustancia-criatura, si no que las criaturas en realidad son modos o maneras de ser de esa sustancia. Todos los atributos son modos de ser de la sustancia, y por lo tanto, todos tienen el mismo valor. Todo queda dentro de una sustancia absolutamente infinita que comprende todas las cosas y por tanto el ser es absolutamente univoco. Todos los seres son en el ser, son iguales en él. Si la extensión (el cuerpo) y el pensamiento (el alma) son atributos de Dios, entonces, no hay uno más importante que otro, ambos tienen el mismo valor. El mundo, está aquí y ahora, sin nada superior pues todo es y es aquí, en el mundo. Es un mundo inmanente.
¿Puedes ver  entonces que las ontologías puras están en función del ser? De lo que está aquí, de lo que es y existe y no de algo superior? No hay un Uno superior al ser, el ser se dice de todo lo que se puede decir, o sea, el ser se dice de todo lo que es, todo tiene ser, todo es ser en un mismo sentido. Las diferencias dejan de ser jerárquicas porque todos los seres son en el Ser. Puedes ver entonces por qué el castigo vendría de más, éste sólo es justificable cuando hay algo “más arriba” que nos dice qué es lo Verdadero, qué es lo Correcto y cuáles son los lineamientos a seguir; ya que aquello superior, sabe lo que es Correcto. Por ejemplo, tendríamos el derecho de juzgar porque hay algo juzgable y algo que juzga: el Uno superior al ser. En este mundo trascendente es necesario dar órdenes y obedecerlas porque de hecho existen El Bien, Lo Correcto y La Verdad. En este mundo se vuelve una necesidad realizar nuestra esencia, es decir, nuestra racionalidad y ése es nuestro fin, el fin último del hombre será actuar racionalmente; el fin de, por lo menos, una vida Correcta será- por medio de leyes superiores- el cómo guiarse racionalmente. La racionalidad  por tanto será el fin que el hombre busque, encontrar su esencia será el fin último, será su deber. Pero observamos que la racionalidad sólo está en potencia, ya que claramente hay actos irracionales, entonces, el deber del hombre, su fin, será pasar de la potencia al acto, será realizar su esencia. Y si alguien no es capaz de realizarla podrá ser juzgado y castigado.
 Por el contrario, cuando todo es uno, cuando todo es ser, solo se necesita una exigencia: el cómo ser libre, en una libertad plena, o sea, en cómo efectuar mejor la potencia, en definir las condiciones para aumentar la potencia de mi ser. Ya no necesito, como en una filosofía de lo Uno, de lo superior, ya no necesito ésta relación de obediencia-castigo; solo necesito entender cómo  puedo relacionarme mejor con el Ser; ese ser que yo mismo soy, puesto que estoy contenido, ya no soy un ente dentro de un mundo, si no que el ser soy yo y yo soy el ser, yo soy lo existente y lo que es. Yo soy esencia pero en un sentido de existencia, mi esencia es ser y existir. De modo que lo que es igual a todos es el ser, pero eso no significa que todos los seres tendrán la misma potencia, hay diferencias, no todas las potencias son iguales. Una piedra no tiene la misma potencia de obrar que una mariposa, ni una mariposa tiene la misma potencia de obrar que un león, ni un león tiene la misma potencia que una rosa, ni una rosa la misa potencia que… Asimismo, cualquier acto será sólo en función de nuestra potencia y cualquier consecuencia también, ahora vista con otro enfoque: el ser.  “De cierta manera usted dice: cualquier cosa que usted haga, usted solo tendrá lo que se merece. Alguien dice o hace algo, usted ya no relaciona eso con los valores. Usted se pregunta, ¿cómo es posible eso? ¿Cómo es posible de manera interna? En otros términos, usted relaciona la cosa o lo dicho al modo de existencia que implica, que envuelve en sí mismo. ¿Cómo hay que ser para decir eso? ¿Qué manera de ser implica? Usted busca los modos de existencia envueltos, y no a los valores trascendentes. Es la operación de la inmanencia (...)”[4] Se trata ahora de plantearnos una pregunta diferente ¿de qué eres capaz? ¿Qué tipo de potencia tienes para poder hacer tal o cuál? El hombre se definirá para Spinoza por lo que puede, por su potencia y no por lo que es (un animal racional) donde se toma en cuenta lo que ya, de hecho, se “es”: Una mesa qué “es”? una superficie plana de cuatro patas, un gato qué “es”? Un mamífero etc. Spinoza se interesa, en cambio, por lo que la cosa puede, por lo que el animal puede y por lo que el hombre puede. Por lo que los diferentes modos del ser pueden. Este no puede moverse, éste puede correr, aquél puede sentir, este otro puede pensar. Esos son los modos de existencia, los modos del ser sin ninguna supremacía ontológica. “hay que ver a la gente como pequeños paquetes de poder” dice Deleuze, hay que explorar las cosas para poder encontrarles el sentido, que de hecho ya tienen y así encontraremos qué son capaces de hacer y soportar. Entre más intensa es una cosa, entre más potencia tiene una cosa, está más en relación con el ser. “Las cosas ya no están definidas por una esencia cualitativa (el hombre animal racional), sino definidas por una potencia cuantificable.”[5] Es decir, por lo que el hombre puede. En definitiva esta es la razón por la cual Spinoza no entiende cuando decimos que el hombre bueno vale más que el que no lo es ¿en qué sentido vale más si todo viene del ser? la única razón sería en su potencia pero no Vale más, no es más Bueno, que aquél que está loco o que aquel que mata.
Para la naturaleza nada es contradictorio, para el ser, solo hay relaciones que se conforman y componen mediante sus potencias, pero nada es errado, pues ¿cómo sería posible esto si todo es parte del ser?[6]Nosotros pensamos y creemos que las cosas son diferentes porque nuestro entendimiento ve que un cierto tipo de relaciones aumentan nuestra potencia de obrar, y otro tipo la disminuyen, por eso damos el nombre de Bueno y Malo, pero desde la naturaleza no existe nada errado pues ella es y abarca todas las relaciones. “nada sucede en la naturaleza que pueda atribuirse a un vicio suyo; es, en efecto, la naturaleza siempre la misma, y en todas partes una y la misma su virtud y potencia de obrar; esto es, las leyes y reglas de la naturaleza, según las cuales suceden las cosas y mudan de unas formas en otras, son siempre y en todas partes las mismas; y, por tanto, uno y el mismo debe ser también el método para entender la naturaleza de las cosas, cualesquiera que sean, a saber, por medio de las leyes y reglas universales de la naturaleza. Así pues, los afectos del odio, la ira, la envidia, etc., considerados en sí mismo, se siguen de la misma necesidad y virtud de la naturaleza que las demás cosas”[7] Lo que el hombre, en su conocimiento limitado y mal logrado de las causas entiende por Bien es aquello que aumenta su potencia, aquello que no lo afecta de ninguna manera negativa, y lo que llamará Mal será aquello por lo cual su ser es afectado de tal manera que su potencia disminuye, su potencia de obrar, de ser, de lograr “llamamos bueno o malo lo que es útil o perjudicial para la conservación de nuestro ser, esto es, lo que aumenta o disminuye, favorece o reprime nuestra potencia de obrar”[8] Entonces llamaremos Bien y Mal simplemente a aquello que nos conviene. Por ejemplo, si estoy en el mar chapoteando, y de pronto llega una ola que me arrastra llamare Malo al mar, y tendré miedo de meterme en él y mi felicidad dependerá de lo lejos que pueda estar del océano. Pero, para un pescador, el mar es Bueno, es fuente de vida, de comida y de dinero, por lo que entre más veces pueda entrar al océano y sacarle el mayor provecho más feliz será. Todo se compone de relaciones y de la forma en la que éstas aumentan o disminuyen mi potencia. Es decir, en el momento que yo comprenda el movimiento de las olas, y pueda agacharme cuando una llegue y pueda salir a la superficie cuando se calme, habré comprendido que era su naturaleza ser así, y que no es ni Buena ni Mala.
Esto nos  podría  llevar a suponer que éste tipo de ontologías nos conducen a un nihilismo radical, en donde todo vale; y si, en un sentido, todo vale,  si lo tomamos desde el ser, ya que nada es algo que no sea ser, todo ente efectúa su ser en tanto que él es ser. Todo está conectado y relacionado y todo es en el ser, ves? Ya no vivo en un mundo donde todo es variable, donde hay cosas incomprensibles, irracionales, Malas y que me hacen entristecer porque no entiendo por qué suceden; si no que todo transcurre en un apacible movimiento. El mundo inmanente es un mundo de relaciones. Si alguien me hace daño, ese alguien disminuye mi potencia de obrar, supongamos que ese alguien me golpea constantemente, entonces ese alguien está constantemente disminuyendo mi potencia, y ese alguien, para mí, es Malo, entonces voy, que se yo, a derechos humanos y lo encarcelan, y ya no me puede golpear; entonces, se restablece mi potencia de obrar y derechos humanos o la policía serán, para mi Buenos, pero para el otro que me golpeaba, que ha perdido su potencia de obrar serán Malos. No es que ellos sean Buenos ni Malos en sí, si no que aumentan o disminuyen ciertas potencias. Desde mi entendimiento hay cosas Buenas y Malas porque no entiendo que todo está en un entramado. Pero por el contrario, desde Dios, o desde la naturaleza todo es composición, todo “es” y por ello Dios no concibe ni Bien ni Mal. Hay un orden que yace en la naturaleza, que proviene de la única sustancia que hay y que se da de todos los modos posibles, todas las relaciones son y serán efectuadas.
El conocimiento verdadero y la verdadera felicidad del hombre vendrán cuando estas relaciones queden entendidas. El hombre libre no es aquel que cree tener libre albedrio, que cree poder decidir lo que él quiera cuando a el mejor le convenga, que sigue creyendo que hay algo más fuera de él y entonces sigue guiándose por sus pasiones, entristeciendo y siendo feliz cuando le conviene o cuando esas pasiones lo afectan; el hombre libre y feliz no es aquél que llama a las cosas Buenas y Malas y no entiende la necesidad de la naturaleza, este hombre en realidad es esclavo “Llamo servidumbre a la falta humana de poder para moderar y hacer frente a las emociones. Porque el hombre que se somete a sus emociones no tiene poder sobre sí mismo, sino que está en manos de la fortuna, en tal medida que muchas veces está obligado, aunque pueda ver lo que es mejor para él, a seguir lo que es peor”. “Nada deseamos porque juzgamos que es bueno, sino que, por el contrario, llamamos bueno lo que deseamos; y, por consiguiente, llamamos malo, lo que aborrecemos; por lo tanto, cada cual juzga o estima según su afecto, lo que es bueno, lo que es malo, lo que es mejor, lo que es peor”[9] El hombre verdaderamente libre es aquel que vive según la naturaleza, aquél que entiende la necesidad de ella y no es sometido a las pasiones de la tristeza ni del odio por causa de ideas inadecuadas, es aquel que sabe ajustarse sabiamente a las leyes necesarias a las cuales ya está sometido; esa es la vida virtuosa: “No es propio de la naturaleza de la razón considerar las cosas como contingentes si no como necesarias”[10] Si tomáramos las leyes como lo que realmente significan, es decir, como un conjunto de relaciones, de composiciones, entonces el castigo, la obediencia, el mandato, el bien y el mal, nos serian inservibles. Poniéndote un ejemplo podría decirte: tú nunca dirías que a un árbol le falta visión, pues, cuando falta algo es porque ese algo se puede poseer, pero no creemos que un árbol pueda poseer visión, por eso no lo decimos; evidentemente no lo pensamos porque esa es toda la potencia que tiene, así es su naturaleza, el árbol es tan perfecto en función de la potencia que tiene. Pues igual de estúpido seria decir que a un ciego le falta visión, pues,  esa es toda su potencia, tanto un árbol como un ciego tienen una potencia diferente, pero no ven, y esa es su naturaleza y su necesidad.
Si se nos dice una ley, de la cual no entendemos nada, entonces la tomaremos como una orden. “No matarás” pero, si la comprendemos verdaderamente, veremos que esa ley es una relación que aumenta nuestra potencia.
Mas claramente: Supongamos que yo empiezo  tocar el violín, pero no entiendo nada, no entiendo las notas de las partituras, no entiendo cómo la nota “Do” en una partitura es poner dos dedos en la cuerda “La” del violín; y aun que paso muchas horas estudiando y estudiando me cuesta mucho trabajo tocar una simple melodía y entonces pienso: el maestro es Malo para enseñar, y cambio de maestro y sigo igual, y entonces pienso: la partitura es Muy Difícil, y trato de tocar otra pieza y todo continua siendo catastrófico, entonces finalmente digo: yo soy Mala, no sirvo para el violín, soy arrítmica. Pero si viera que todo tiene un tiempo, una armonía; que las notas altas están en la parte superior de una partitura y las bajas en la parte inferior; si comprendiera los tiempos, a saber, que una blanca tiene el valor de dos negras y una negra el de dos corcheas etc. si comprendiera que todo es una relación, entonces, tal vez ya no sería Mala, y entonces el violín empezaría a aumentar mi potencia, si es que tengo esa capacidad y soy  capaz de entender las relaciones.
Pues justo así es el mundo para Spinoza, una gran obra musical, una gran partitura donde la pieza ya está escrita y tiene los tiempos y las notas que tiene por qué así es su naturaleza, si yo me creo libre, creeré que yo puedo tocarla como quiera y cuando quiera, pero en realidad ella ya se toca, la libertad vendrá cuando yo pueda tocarla perfectamente, aumentando, con cada nota, mi potencia.  Ah!! Pero lo más importante!! La pieza es una sinfonía, y ella sólo funcionará cuando yo entienda que lo más importante para que una sinfonía se toque adecuadamente es que todos la ejecuten y la ejecuten a la perfección; no solo un violín o un cello, si no que todos, violas, violines, clarinetes ejecuten la pieza, varios instrumentos conjuntamente. Entonces, la persona que toca el clarinete y aquél que toca el contrabajo serán, al final de cuentas, útiles para mí mismo: el hombre es lo más útil para el hombre mismo “nada se da de más útil al hombre para conservar su propio ser y para disfrutar de una vida racional que un hombre guiado por la razón”[11]. Luego, el bien y el mal estarían de más, yo no le cortaría la mano o mataría a aquél que toca el clarinete porque sé que al final la sinfonía no se escucharía a la perfección, estaría incompleta y mi potencia no sería la misma. No perjudicaría al otro porque al final me perjudicaría a mi misma en la gran sinfonía de la vida. Por lo tanto, el ser humano tiene que comprender que lo primordial para él es conservar su ser, y para que esta conservación suceda es indispensable otro hombre. El hombre es lo más importante y útil para el hombre mismo.
¿Me entiendes hora? ¿Me explico por qué el mal y el bien, el castigo y todo aquello vienen de más? Porque todo está vinculado, no por creador-criatura o causa-efecto, si no porque todo está dentro de una naturaleza necesaria y ordenada.
Finalmente, si has comprendido un poco más la visión spinociana del mundo, te puedo contar, brevemente, sobre un tipo de ética que se desarrolla muy a la par con su pensamiento. Esta ética adquiere el nombre de ética práctica o ética aplicada, y se basa normalmente en un utilitarismo, sin embargo  sostengo que en su propuesta se ve claramente una lectura spinociana.
Recapitulando  lo que te contaban las primeras páginas de este ensayo, recordarás que todo es un modo o un atributo de Dios, y no hay nada más importante y evidentemente nada mejor que otro, pues todo proviene de la naturaleza. La consecuencia es evidente, para la ontología de Spinoza no hay un Uno superior, nada es ontológicamente superior al ser y al mismo tiempo todo lo que se dice es ser, por lo tanto no hay jerarquías, todos los seres tienen valor: el animal, la piedra, el insensato, el loco, el sensato etc. todos valen desde el punto de vista del ser, todos son en el ser y el ser es igual a todos, porque todos existen.
Pues bien, para algunos filósofos contemporáneos como Peter Singer y Derek Parfit por alguna razón, normalmente teológica, creemos que somos especiales, que creemos tener un no-se-que-que que-se-yo que nos hace importantes, tal vez un alma, o una esencia, o un “algo”; creemos que la vida humana es sagrada, creemos que la vida humana es más importante que cualquier otra vida y esto nos lleva a configurar una mentalidad antropocéntrica o especieista. Afirman que tenemos una concepción de persona y de vida, que viene de una raíz filosófica que actualmente no es útil, y más si hablamos de problemas. Necesitamos, por lo tanto, adoptar una postura filosófica diferente, para estos dos filósofos el que tengamos una definición tan cerrada de “persona” es lo que nos acarrea problemas. Nos acarrea problemas porque el criterio de persona es lo que está detrás de todas nuestras decisiones, acciones y creencias, veamos: tenemos una intuición moral de que la persona posee ciertas propiedades, al aceptar esta ciertas propiedades acepto que yo también las tengo; luego, si yo acepto que a alguien, a quien le adjudico el estatuto de persona, se le hagan ciertas cosas, por ejemplo se experimente con él, se le atormente, etc. debería aceptar que también se me hicieran a mi; por lo tanto, ya no soy sólo espectador, seré también participe: esto es lo que se llama propiamente el juicio moral del razonamiento práctico.  
Puedes ver que ese concepto sólo implica personas y nada más, y cómo nos apegamos a la filosofía de lo Uno, ya que somos lo más cercano a la divinidad, es más, estamos hechos a imagen y semejanza de ella. Es claro que trabajamos sobre un concepto un tanto equivocado de persona.  Si tomamos en cuenta la visión spinociana de la ética, diríamos que la ética y sus conceptos necesitan reacomodarse, reinventarse. En la época de los grandes tratados humanos (S.XVII) se inventaron ideas del ser humano, incuestionadas, y que hoy en día nos son inútiles, pero, aun así, las seguimos aplicando. La filosofía  ha inventado un “algo”, llamado persona, ha inventado que la vida humana es algo sagrado y sui géneris como si tuviese algo especial que la hiciese distinta ontológicamente de otro ser. Kant, por ejemplo, menciona que los seres racionales son fines en sí mismos y nunca medios, y por lo tanto poseen dignidad infinita, este tipo de pensamientos, según Singer, este tipo de construcciones filosóficas rayan en la locura. Tenemos un concepto de persona  antiquísima, que siempre ha intentado separarse de lo demás, por ejemplo: No puedo ser un animal ¡soy algo más, debo tener algo más que me separe de ellos!! ¡Ah! ya se, mi logos. El concepto de persona se alimenta únicamente de “algo” superior, que tratamos de buscar y definir sin poderlo justificar por entero; y lo mismo sucede con las ontologías de lo Uno o metafísicas. Creen que el ser humano posee ontológicamente un estatuto diferente. La filosofía se ha guiado por lo que el ser “es” de las ontologías de lo Uno: el ser humano “es” un ser racional, “es” alguien con lenguaje, “es” alguien que tiene creencias y creencias de esas creencias… es… es…Esto nos sirve para excluir a casi todo ser viviente y dejarnos en la cúspide.
Parfit y Singer parten de críticas radicales a la ética tradicional, como la incapacidad para afrontar una serie de problemas contemporáneos. Afirman que Locke, Leibniz, Kant, etc. han inventado conceptos como autoconciencia, individualidad, autonomía, fin en sí mismo; que nos separan de todos los demás seres vivientes, sin embargo, filosóficamente el separar y dar ontológica superioridad a la vida humana no está justificado. Asumimos que la vida de cualquier humano es más valiosa que la de cualquier cosa o animal, y justo esto es lo que debemos someter a crítica, eso que nosotros llamamos intuiciones morales no son intuiciones morales, son en realidad, puras constructores: yo digo “Es malo desconectar de un respirador a una persona que tiene muerte cerebral porque… no sé, pero es malo, debe morir sola, hasta que Diosito quiera” pero ni si quiera puedo justificar el por qué estoy diciendo esto. La deontología kantiana es deficiente a la hora de aplicarse a problemas éticos como el aborto, la eutanasia, la eugenesia, la pobreza, derechos animales, etc.
Siguiendo claramente a Spinoza, la propuesta es que no tomaremos sólo como personas a los entes que son racionales, no respetaremos sólo a aquellos entes que tienen un lenguaje y una racionalidad superior, como Kant supone: sólo los seres racionales son fin en sí mismos (o sea, implica que poseen dignidad), todo lo demás es un medio (y entendemos por lo tanto que podemos hacer con ellos lo que queramos). Si desplazamos la consideración ética, ya no en la capacidad de ser racional, sino en la capacidad potencial de un ser, es decir, en lo que un ser puede, a saber, puede sentir. Tal vez, algún día, como sucedió con las personas de color, el tener cuatro patas o la de vellosidad de la piel no serán más un problema. La cuestión no será más (como en las ontologías de lo Uno) qué se “es”, se es racional, sino por el contrario, qué se puede, se puede sufrir, se  puede sentir. Así el ámbito de consideración moral se abriría de una manera que muchos de los actos que llamamos inmorales dejarían de serlo.
Concluyendo, si tomamos en cuenta la visión spinociana y si tomamos en cuenta estas éticas, tendremos que ampliar el campo de noción de aplicación de persona a seres que tienen la potencia de sentir. Debemos dejar de pensar que sólo se es persona si se posee razón, lenguaje, conciencia, etcétera, ya que esto nos lleva a las filosofías de lo Uno, sin embargo, una ontología como la de Spinoza nos permite ampliar nuestra visión ética y moral. Debo aclararte que esto no significa que absolutamente todas las cosas tienen la misma dignidad, pues que hay seres que pueden sufrir, pero, al igual que para Spinoza, no todos tienen la misma potencia, es decir, no todos sufren igual o no todos poseen la capacidad de hacer de ese sufrimiento algo de lo que puedan elegir[12] A estos seres les tendremos que prestar más atención porque no hay nada, absolutamente nada que justifique su inferioridad ante nosotros. Y si evitamos el sufrimiento de estos seres tendremos una verdadera acción ética.
Como consecuencia de todo lo anterior tendremos la aplicación de la ética a campos no humanos, la desacralización de la vida humana y tendremos también, como carga, formular  nuevos criterios, pues los que utilizamos en la ética tradicional tiene grandes deficiencias.






Bibliografía:

Deleuze, G., Spinoza: filosofía práctica, Tusquets, Barcelona, 1984.
               
Singer, P., Desacralizar la vida humana, Cátedra, Madrid, 2003.

Spinoza, B., Ética demostrada según el orden geométrico, FCE, México, 1996.

Torralba Roselló, F., ¿Qué es la dignidad humana?, Herder, España, 2005.




[1] Deleuze, G., Spinoza: filosofía práctica, p 26.
[2] Spinoza, B., Ética demostrada según el orden geométrico, p 11.
[3] Ibid.
[4] Deleuze, G., Spinoza: filosofía práctica, p 32.
[5] Ibid. p 21.
[6] Spinoza, B., Ética demostrada según el orden geométrico, I, prop. XVI “de la necesidad de la naturaleza divina deben seguirse infinitas cosas e infinitos modos: esto quiere decir que todo se vincula con Dios a existir y a obrar de un cierto modo”.
[7] Spinoza, B., Ética demostrada según el orden geométrico, III, introducción, p 103.
[8] Ibid. IV, prop. VIII.
[9]Ibid., III, prop. XXXIX, escolio.

[10]Ibid., II,  prop. XLIV.
[11]  Ibid., IV, cap. IX.
[12] Por ejemplo una piedra, evidentemente no sufre, pues no tiene terminaciones nerviosas y no puede evitar el dolor de ninguna forma; caso muy diferente al de un ratón o  un perro que muestran, claramente, miedo, dolor, desesperación, aun que no siempre puedan evitarlo.

martes, 27 de febrero de 2018

Vida de Spinoza



La vida de Baruch de Spinoza nos es descrita fundamentalmente en un corpus ya canónico de biografías[1]: Lucas, Kortholt, Bayle, Colerus y Monnikhoff; documentos que en unos son producto de una profunda admiración, y en otros, una forma de propaganda negativa para prevenir contra los efectos del autor y su doctrina monstruosa. Parte fundamental de ese corpus, lo constituye también, el valioso conjunto de la correspondencia del autor[2] y se complementa con trabajos más recientes que cuentan con una sólida base documental como los de Dujovne, Feuer y Th. De Vries.


Baruj de Spinoza[3] nace en la comunidad judía de Ámsterdam en la primera mitad del siglo XVII. Desde muy temprana edad experimenta la pérdida con la muerte de su madre Hana Devora quien muere cuando él tenía seis años y posteriormente la de sus hermanos Yitzhak y Miriam. Su familia era acaudalada y se dedicaba al comercio, su padre Michael de Spinoza era una importante figura en la comunidad, tanto, que llegó a ser varias veces parnas, anciano o mayor, tenía un negocio en el cual Spinoza trabajó desde la edad de trece años y hasta dos años después de la muerte de su padre, acaecida en 1656, asociándose entonces con su hermano Gabriel y fundando la compañía comercial de importación y exportación de frutos Bento et Gabriel de Spinoza.

En el seno de la comunidad judía estudia hebreo, las escrituras, el Talmud y materias comerciales, y por su cuenta ciencias, dando muestras de ingenio e inteligencia. Ya en su juventud muestra especial interés por el estudio del latín por
lo que recibe instrucción inicial por parte de un estudiante alemán para después pasar a las manos del médico y profesor de latín Franz van den Enden quien posteriormente fue sospechoso de un ateísmo divulgado entre sus jóvenes alumnos, y que se dice, terminó sus días colgado en Francia por alentar la subversión de una provincia a favor de la liberación de los Países Bajos.[4] Spinoza se relacionó tanto con la familia de este médico que llegó a considerar la posibilidad de casarse con su hija única. También traba relación de aprendizaje con el rabi Menasshe ben Israel al lado de quien conoce a varios libre pensadores amigos suyos, como el famoso teólogo calvinista y hereje Isaac Peyrere a quien trata justo seis meses antes de hacer pública su separación de la sinagoga y de la ritualidad cotidiana, suponiendo algunos estudiosos que por ese periodo también mantuvo relación con Juan de Prado, notable personaje anatemizado antes que Spinoza[5].




En las biografías se nos dice que desde muy joven tenía concepciones sumamente particulares respecto de los textos bíblicos, la teología y la religión sobre las cuales era muy discreto.

… estaba, sin embargo, en apariencia, lleno de dudas y pensamientos heréticos. Conocía la Biblia de memoria y encontraba contradicciones. Consideraba, por ejemplo, que la noción de milagro se contradecía tanto con la razón como con las leyes de la naturaleza. Y en los profetas veía pruebas de un gran poder imaginativo pero no de pensamiento racional ordenado. Las ordenanzas de la Torá (ley escrita) y la halaká (ley oral) le parecían arbitrarias y meramente históricas, sin ninguna relación con las leyes de Dios. Si en efecto Dios tenía leyes, no podían ser sino inherentes al universo mismo, y adoptar la forma de leyes inmutables y universales de la naturaleza. La muerte era el fin absoluto de toda criatura viviente… Dios, objeto del amor del hombre, era antes bien el universo mismo, en la medida en que podía ser aprehendido como totalidad…[1]

Con la suma de los rumores de las ideas que sostenía y cultivaba en la clandestinidad[2] y el abandono absoluto de la ritualidad y la relación con la institución clerical, tras la muerte de su padre; el 27 de julio de 1656 en una ceremonia a la cual no asiste se le dicta el siguiente herem a Spinoza:

Por decreto de los Ángeles y la palabra de los Santos proscribimos, separamos, maldecimos y anatemizamos a Baruch de Spinoza […] con todas las maldiciones escritas en la Torá: Maldito sea de día y maldito sea de noche, maldito en su reposo y maldito en su vigilia, maldito en su acercarse y maldito en su entrar; y no quiera el Señor perdonarlo, y ardan en él la ira y el celo del Señor […] y los que fuisteis fieles a nuestro Señor hoy estáis vivos. Prevenimos que nadie puede tener con él contacto oral o escrito, ni hacerle favor, ni estar con él bajo el mismo techo, ni leer papel que haya hecho o escrito.[3]

Y si de por sí la expulsión de una comunidad resulta una medida muy dura y significativa, en el caso de la comunidad judía de Ámsterdam lo fue aún más ya que se trataba de una comunidad que se fundaba exclusivamente en el reconocimiento y la realidad de sus relaciones fácticas que era lo único que vinculaba y protegía al individuo judío, al carecer propiamente hablando de un ordenamiento jurídico y de las instituciones político-administrativas que hicieran efectivo legalmente ese ordenamiento. Y entonces,  despojar fácticamente al individuo de sus relaciones con la comunidad, consistía en despojarle de todo vínculo con la única comunidad a la que podía pertenecer por las circunstancias antisemitas de la época. Considerado esto desde la perspectiva de que se trataba de una comunidad marcada por la persecución y la exclusión, cuando en sus manos se encuentra la posibilidad de sancionar recurre a la exclusión y la nulificación como la medida más radical, resultando de ello una especie de círculo
perverso, en el cual, ciertas fuerzas heterodoxas en la comunidad van apareciendo paulatinamente enfrentándose a las más ortodoxas y “conservadoras”, como una anomalía que encubierta y subterráneamente va abriéndose paso hasta que termina por enfrentarse a aquellas fuerzas que han adquirido la modalidad tan bien exterior de la exclusión, lo cual se asemeja mucho a la concepción genealógica de la aparición de la filosofía que Nietszche propone en la Genealogía de la moral[4]. En el caso de Spinoza esto adquiere un nivel prodigioso ya que él termina por devenir una especie de anomalía constante[5] en todos los medios por los cuales pasa y donde lo único que parece solicitar era tolerancia, “sólo un poco de tolerancia”, la suficiente para la realización de sus fines, insólitos en ese momento para todos, tanto para las religiones como incluso para la filosofía racionalista contemporánea, ya que su concepción panteísta de Dios fundada en una inmanencia radical, principio y pilar de su pensamiento, le distancia abismalmente tanto de las tradiciones religiosas como de los pensamientos racionales deístas o protoseculares también a su modo trascendentes.

Pensar de este modo distanciaba a Spinoza tanto del judaísmo como del cristianismo e, incluso, de la tradición filosófica aceptada: era un hereje desde el punto de vista, no sólo de las religiones establecidas, sino también de los libre pensadores y de las diversas clases de deísmo filosófico que éstos proponían por entonces.[6]

Y al decir de Deleuze:

Ahí adquiere todo su sentido la soledad del filósofo. Pues no puede integrarse a ningún medio, no es bueno para nadie… Pues por todas partes donde está, no pide, no reclama, con más o menos posibilidades de éxito, más que ser tolerado, él y sus fines insólitos, y según esa tolerancia juzga el grado de democracia, el grado de verdad, que una sociedad puede soportar, o bien, por el contrario, el peligro que amenaza a todos los hombres.[7]


También es significativa la respuesta que da Spinoza al herem al no asistir a la ceremonia ni retractarse de las acusaciones, a pesar de que como señalan algunos de sus biógrafos haya existido el ofrecimiento de un arreglo incluso económico a favor de él propuesto por los rabi; sino muy al contrario, como también consta en varios documentos y biografías, redactó una Apología para justificar su salida de la Sinagoga escrita en español,[8] según muchos exegetas antecedente directo del Tratado teológico político, que se encuentra perdida. Con lo cual, reivindica su posición como la condición necesaria de su vida de libre pensador, que no podía encontrase sujeta a los dogmas y restricciones de una comunidad religiosa fundada en el engaño y el control del hombre a través de la manipulación y apropiación del culto, uno de los temas centrales del Tratado teológico político.

Y a pesar de que trata de continuar con su vida en Ámsterdam a la manera en que
ya venía haciéndolo, distanciado de la instancia eclesiástica y al margen de la ritualidad cotidiana, no es posible hacerlo en una comunidad fundada precisamente en aquello que con ideas criticaba y con su vida misma ponía en entre dicho, la dominación a través de la gestión y administración del culto.

La vida se le volvió difícil en Amsterdam. Quizás después de un intento de asesinato por un fanático, se traslada a Lyden para continuar los estudios de filosofía y se instala en las afueras de Rijswijk. Se cuenta que Spinoza guardaba su abrigo agujereado por un navajazo, para recordar mejor que no siempre el pensamiento es amado por los hombres; pude ocurrir que un filósofo acabe en un proceso, pero es más extraño que empiece con una excomunión y un intento de asesinato.[9]

Así las cosas, después de ser expulsado de la comunidad a los 24 años de edad sale en completa soledad y pobreza de Ámsterdam, pues al romper con el medio religioso también rompe con el medio económico (en un acto integralmente consecuente puesto que la vida de la comunidad judía en su itinerancia había privilegiado estos dos elementos) abandonando los negocios paternos y renunciando a la herencia familiar, al sólo pedir su cama en un gesto que podría ser considerado deliciosamente cínico o fabulador, y que perfectamente podría formar parte del catálogo de anécdotas contadas por Diógenes Laercio en su Vida de filósofos ilustres, o del estilo literario de Kortholt[10] al intentar delinear como a un personaje los caracteres del protagonista de la biografía que escribe. Entonces, el camino de la soledad y la itinerancia comienza de una manera plena para no terminar en toda la vida del filósofo, al convertirse Spinoza en un permanente inquilino de paso rodeado apenas de algunas personas que forman parte del contexto del lugar en turno y si bien contaba con leales amigos, con los cuales guardaba muy cordiales relaciones que pueden seguirse en su correspondencia, tenía apenas contacto físico con ellos en las extraordinarias ocasiones en que aquellos lo iban a visitar, encontrándose el resto del tiempo solo y dedicado a la producción de su obra, la investigación científica, sobre todo de óptica, y al trabajo artesanal de pulir lentes, con el cual, obtenía los recursos para su subsistencia.

Algunos de los biógrafos cuentan que por entretenimiento tenía fumar, dibujar y echar a pelear moscas y arañas que capturaba en frascos, peleas que podía contemplar durante horas con un regocijo que llegaba a las carcajadas. Al respecto de cómo estas anécdotas y hábitos delinean el rostro histórico de Spinoza es importante destacar el sentido de la anécdota en la vida del filósofo, como nos advierte Deleuze directamente en relación a Spinoza, y en particular, respecto a uno de los dibujos realizado por él mismo y que refiere su biógrafo Colerus:

Negri est sans doute le premier à donner son plein sens philosophique à l’anecdote selon laquelle Spinoza s’était lui-même dessiné en Masaniello, le révolutionnaire napolitain (cf. ce que Nietzsche dit sur l’importance des « anecdotes » propres à la « pensée, dans la vie d’un penseur».[11]

Y es que nos refiere Colerus un cuaderno de dibujos realizados por Spinoza, en el
cual, el último de sus caseros el señor Henryk van der Spyk decía reconocer “en todos los detalles” el rostro de Spinoza en un dibujo de Massaniello,[12] Tommaso Aniello d´Amalfi, quien fue un pescador que se convirtió en uno de los líderes de las insurrecciones napolitanas de 1647-1648, acontecidas en el virreinato español de Nápoles.

El motín fue el más agudo de su época, tanto en su carácter antifeudal, antiestatal y autónomo, y fueron "los diez días que conmovieron al mundo" barroco. Masaniello deviene el primer día un orador furioso, un gran tribuno, que conjuga la protesta con formas horizontales de organización, con una representatividad social insuperable, un antipolítico consumado, que desarma el mecanismo del gobierno vicerreal: mediación aristocrática, lúmpenes y provocadores paramilitares, estructuras populistas, ritos de honor y religión. Su brevísima "Reppubblica" popular, que reclamaba derechos iguales, reforma fiscal y representación de la plebe en las cámaras de gobierno, enfrentada al modelo barroco, es una contradicción en carne viva, que culminará con su asesinato.[13]

El dibujo en cuestión con el rostro de Spinoza emulaba la manera común de representar a este revolucionario en los grabados y cuadros de la época, pues siendo pescador se le representaba en camisa y con una red de pescar sobre el hombro derecho. Con lo cual, nos encontramos con la primera cercanía del “Filósofo” con la revolución, en el momento de su génesis misma, antes que Hegel, antes que Marx, antes que todos, y si Spinoza tiene este privilegio es por la grandeza de su pensamiento que lo hace engendrar una nueva concepción del poder, radicalmente inmanente, y por ello, potencialmente creativa a partir de darle un giro completamente radical a la metafísica con la inmanentización de la realidad y la divinidad como base de dicha concepción, tesis propuesta por Toni Negri en La anomalía salvaje[14] y apoyada plenamente por Deleuze en el prólogo que realiza a tal obra.


Como advierte Nietzsche, existe un sentido filosófico en las anécdotas de las vidas de los filósofos que son efecto de la dimensión vital o práctica de la filosofía, pues la vida misma, la existencia, en ciertas filosofías -al menos las que a él le importan- se convierte en un efecto de la propia filosofía al devenir una vida filosófica que, en cuanto tal, se convierte en testimonio y efecto de la filosofía que como auténtico acontecimiento filosófico es filosofía práctica. Y en ese sentido, dichas anécdotas constituyen una especie de literatura histórica que con sus personajes y sus acciones es así mismo un texto integrado con signos y símbolos que se convierten en parte de la obra filosófica, acompañante esencial de la obra teórica; así, resulta sustancial la vida y el fin de Sócrates en la manera en que lo entendemos, ni que discutir al respecto de los presocráticos y especialmente de los cínicos que tenían un discurso fundamentalmente integrado de una performática filosófica, o de las célebres muertes de Epicuro y Séneca.

Nietzsche dispone de un método de su invención: no hay que contentarse ni con la biografía ni con la bibliografía, hay que alcanzar un punto secreto en el que es la misma cosa una anécdota de la vida y un aforismo del pensamiento. Es como el sentido que, en una cara, se atribuye a estados de vida y, en la otra, insiste en las proposiciones del pensamiento. Hay ahí dimensiones, horas, lugares, zonas glaciares o tórridas, nunca moderadas, toda la geografía exótica que caracteriza un modo de pensar, y también un estilo de vida. Quizá Diógenes Laercio, en sus mejores páginas tuvo un presentimiento de este método: encontrar Aforismos vitales que fueran también Anécdotas del pensamiento: la gesta de los filósofos. Empédocles y el Etna, esa es una anécdota filosófica. Vale tanto como la muerte de Sócrates, aunque opera precisamente en otra dirección.[15]

De tal manera, la otra anécdota descrita según la cual una de las diversiones de Spinoza consistía en contemplar con deleite peleas entre arañas o entre éstas y moscas, que cazaba para luego depositarlas en frascos o ponía en sus mismas telarañas para ver las batallas que libraban hasta la muerte, tiene un sentido que nos descubre Deleuze en relación directa con la posición absolutamente afirmativa del pensamiento de Spinoza donde la totalidad es una sola e infinita afirmación, Dios, y las existencias particulares, expresiones divinas de la totalidad, pura afirmación cuyo negación o aniquilación temporal solamente puede venir de fuera, posicionándose con ello en una postura afirmativa que impugnaba los poderes de la negatividad: tristeza, servidumbre, muerte y esclavitud, en virtud de la reivindicación del poder de la vida y el mundo, en una acto de suma inocencia y confianza en la afirmación.

Su biógrafo Colerus cuenta que le gustaban los combates entre arañas. “Buscaba arañas a las que hacía luchar, o moscas que echaba en la telaraña, y a continuación contemplaba esa batalla con tanto placer que a veces reía a carcajadas”. Ocurre que los animales al menos nos enseñan el carácter irreductiblemente exterior de la muerte. No la llevan en ellos, aunque se den muerte necesariamente unos a otros: la muerte como un mal encuentro inevitable en el orden de las existencias naturales. Sin embargo, todavía no ha inventado esa muerte interior, ese sadomasoquismo universal del esclavo-tirano… En un mundo roído por lo negativo, tiene suficiente confianza en la vida, en el poder de la vida…[16]


Así las cosas, tenemos dos anécdotas propias de una filosofía práctica en la vida, una que es signo de la inmanentización del poder y otra de la absoluta afirmación de la realidad total y de toda existencia particular, que convierten a Spinoza en un visionario y un vidente, un pulidor de lentes que con su obra tiene la finalidad de hacer ver al hombre enfermo y paralizado, despojado de su poder, al corregir su visión con las lentes para el alma que son las proposiciones del método geométrico; y reivindicar con ello lo propio de que sólo se es despojado a base del engaño, la violencia y las mentiras de sacerdotes y tiranos: el poder.

El método geométrico deja de ser un método de exposición intelectual; ya no se trata de una ponencia profesoral, sino de un método de invención. Se convierte en un método de rectificaciónvital y óptica. Si el hombre está en cierta manera torcido, se rectificará este efecto de torsión relacionándolo a sus causas more geometrico… Hay que comprender el método geométrico en un todo, la profesión de pulir lentes y la vida de Spinoza. Pues Spinoza forma parte de los vivientes-videntes. Dice, precisamente, que las demostraciones son ojos del alma. Se trata del tercer ojo, el que permite ver la vida más allá de todos los falsos pretextos, las pasiones y los muertos.[17]


De una manera semejante nos es descrita la austeridad voluntariamente asumida en la que vivía Spinoza en descripciones de una vida cotidiana carente de lujos y cubierta elementalmente en sus necesidades básicas con habitaciones modestas y comidas sobrias. Y la negativa a la posibilidad de vivir de otro modo ya que además de renunciar a la fortuna familiar después rechaza el ofrecimiento de su amigo Simón de Vries para ser su heredero sugiriéndole que mejor legue sus bienes a su propio hermano, y a este, una vez heredado con la cláusula de hacer llegar una suma periódica de dinero a Spinoza, que la suma sea menor a la señalada[18]; así como el rechazo a la propuesta del Conde de Ultrech de que le dedicara una de sus obras a cambio de dinero[19] y el rechazo al ofrecimiento de la cátedra de filosofía en la Universidad de Heidelberg con una supuesta “cum libertate philosophandi amplissima” (con la mayor libertad de razonar) hecha por el elector palatino Carlos Luis a través de una carta del doctor Johann Fabritius,[20] invitación que Spinoza rechaza, en la carta con la que responde a Fabritius, con la respuesta de que no había pensado en la enseñanza pública y que le quitaría tiempo para la realización de sus investigaciones, pero sobre todo y en realidad, porque la propuesta contenía la cláusula de que la libertad otorgada no se podría malgastar en perjuicio de la religión pública establecida.

Tras la salida de Ámsterdam esta vida de austeridad y recogimiento continuó desarrollándose, aunque en diferentes lugares, en Holanda. Establece, pues su vivienda lejos de sus conocidos, primero en Rijnsburg, después en Voorbug y finalmente en La Haya, donde fallece de cierta enfermedad llamada tuberculosis.[21] Durante ese itinerario Spinoza guarda, aunque a distancia y casi solamente por correspondencia, relaciones estrechas con sus amigos, la mayoría de ellos entusiastas seguidores y estudiosos de sus ideas para quienes en ocasiones llegó a elaborar textos de carácter didáctico y a quienes se debe el trabajo y los recursos tanto para la preservación de la obra como para su publicación. El Tratado Breve es un texto en latín expuesto a sus amigos en Rijswijk, quienes toman notas y uno de ellos, Jelles, lo traduce al holandés. En 1661 escribe el Tratado de la reforma del entendimiento, que a decir de Deleuze “se abre con una especie de itinerario espiritual, a la manera menonita, centrado en la denuncia de la riqueza”;94 y es oportuno también señalar que emulando en tono y forma retóricas a la introducción de las Meditaciones metafísicas de Descartes. Aproximadamente en 1663 redacta los Principios de la filosofía de Descartes, acompañado de los Pensamientos metafísicos que consistía en un análisis crítico de las concepciones de la escolástica, escritos con la finalidad didáctica de colaborar a la instrucción de un joven aprendiz que durante algún tiempo vivió con Spinoza, el texto es publicado por su amigo Riewertz con los recursos proporcionados por Jelles y Balling, otro amigo, lo traducirá al holandés, mientras que el médico y poeta Louis Meyer precursor de un nuevo teatro en Amsterdam elabora el prólogo a la obra. Con estos trabajos termina la parte de la obra de Spinoza identificada por Deleuze como “profesoral” por estar prioritariamente dirigida a la instrucción didáctica. La Ética comienza a escribirla en 1661, año en que abandona la redacción del Tratado de la reforma del entendimiento dejándolo inconcluso para embarcarse en la empresa de la producción intelectual del propio pensamiento de una manera plena, ya que las obras anteriores son sobre todo de carácter expositivo, o en todo caso, germinales de muchas de sus principales tesis, conceptos y metodología mientras que el Tratado Teológico Político, y sobre todo, la Ética demostrada según el orden geométrico de las cosas constituyen su obra capital, donde está expuesta de una manera total y sistemática su filosofía inmanente y afirmativa.

En 1663 se muda primero a Voorburg y después a La Haya, aproximándose con ello al centro político de Holanda en el que se desarrolla la disputa política entre el
conservadurismo calvinista de la casa de Orange y el partido liberal republicano liderado por los hermanos de Witt, que tras la falta de rey Guillermo II, al morir repentinamente de viruela apenas a unos días de haber nacido su heredero, toman el gobierno de una república más establecida por la fortuna que por la decisión y conquista popular, lo que en cierto modo explica el apoyo de las masas populares al partido de la casa de Orange.

Entre los dos grandes partidos, calvinista y republicano, la situación pude resumirse así: el primero permanece apegado a los temas de la independencia, a una política de guerra, a las ambiciones de la casa de Orange, a la formación de un estado centralizado. El partido republicano, de una política de paz, a una organización provincial y al desarrollo de una economía liberal […] a la conducta pasional y belicosa de la monarquía Jean de Witt opone la conducta racional de la república apoyada en un método natural y geométrico.[22]


Spinoza entabla relaciones muy estrechas con los hermanos de Witt, sobre todo
con Johan de Witt,  líder del partido liberal, quien le frecuenta en su vivienda de
La Haya y se convierte en su protector. En esta tónica, en la que el pueblo holandés se encuentra en una república contingentemente y con su descontento, Spinoza suspende la redacción de la Ética para dedicarse a la elaboración del Tratado teológico político que tiene como uno de sus temas principales desentrañar el problema de la servidumbre al tirano:

¿Por qué el pueblo es tan profundamente irracional? ¿Por qué se gloria de su propia
esclavitud? ¿Por qué los hombres luchan “por” su esclavitud como si fuese su libertad? ¿Por qué una religión que invoca el amor y la alegría inspira la guerra, la intolerancia, la malevolencia, el odio, la tristeza y el remordimiento?[23]

Y en 1670 el libro es editado anónimamente simulando ser una edición alemana, provocando tal repuesta en su contra que es precisamente en ese momento cuando la leyenda negra de Spinoza se consolida pues al tratar estos temas que se encuentran en el corazón de la mayoría de propuestas políticas y pensamientos de la época como un dogma o un principio incuestionable, entonces, todos los círculos bienpensantes se vuelven en contra de la obra y del autor una vez que es  descubierto.

La repuesta negativa desatada en contra de el Tratado teológico político revela el carácter anómalo del filósofo, ya mencionado antes, puesto que si bien Spinoza frecuenta algunos círculos de grupos minoritarios desde su juventud o retoma algunos de sus elementos en su libros y planteamientos: menonitas, cristianos, liberales o cartesianos; siempre lo hace de una manera parcial, y sobre todo, como parte de una estrategia (recordemos el criptojudaísmo) que le permite por una parte, aprovechar las condiciones de cierta tolerancia que acompañaba a estos grupos, para inicialmente poder entablar mínimamente un intercambio de ideas, y posteriormente, para posibilitar la producción y la difusión de la obra. Así, en el caso del cartesianismo se hace patente la distancia abismal que separa a éste con Descartes en el momento en que los cartesianos casi compiten por ver quien se deslinda más eficazmente de las ideas spinozistas, y sobre todo, de las conclusiones de estas posiciones: el cuestionamiento de la religión, de las categorías escolásticas tradicionales o de la concepción panteísta de substancia que es irreconciliable con los planteamientos de Descartes. En este sentido, pasa algo semejante con las relaciones que entabla con Leibniz quien niega tener alguna relación con él, cuando a partir de la correspondencia de Spinoza es posible saber de una relación epistolar, y por testimonios, que el mismo Leibniz fue en alguna ocasión a visitar a Spinoza en1667.

En tales términos, la relación que Spinoza guarda con los hermanos de Witt es muy especial pues si como decíamos, el resto de relaciones que mantiene con ciertos grupos que gozan de alguna tolerancia las tiene de una manera estratégica sin compartir convicciones ni ideas, con los hermanos de Witt existe una particular comunión y colaboración que resulta tan evidente como significativa pues no solamente existe la coincidencia entre el contenido del Tratado teológico político y el Tratado político con los problemas que agobiaban al partido de los de Witt en su pugna con la casa de Orange,[24] también están las visitas regulares de Johan de Witt al filósofo en La Haya. Además, existe una última anécdota-aforismo que como una rúbrica firma esta relación con el sello de la comunidad en la búsqueda política de un mundo muy otro al de la tiranía y la servidumbre.

Tras el asesinato de los hermanos de Witt realizado con extrema brutalidad, pues no sólo fueron desollados, empalados y exhibidos sus cadáveres y corazones públicamente, sino que incluso, se dice que fueron repartidos trozos de su carne para ser comidos por la multitud; Spinoza considera y siente de tal modo este
hecho que considera la idea de colocar un libelo en el lugar del asesinato que
califique literalmente ese acto de Ultimi barbarorum arriesgando con ello su propia
vida al hacer pública sus relaciones con el enemigo del régimen en turno, mostrando así, una cercanía y fraternidad del filósofo político con el político profesional, en cierto modo revolucionario, frente al conservadurismo, pero sobre todo, frente a la tiranía de la casa de Orange que llega al extremo de la barbarie. La anécdota termina con la decisión del casero de cerrar con llave al filósofo para salvar su vida, mientras aquel se encontraba en el único episodio que se sabe donde se hayan desbordado sus pasiones.



Con este tono cerramos la aproximación histórica a un Baruch de Spinoza próximo
y fraternal con la política, la más radical de su tiempo y la más radicalmente futura,
puesto que la aproximación que hemos hecho ver aquí trata sobre todo de mostrar esta vinculación del pensamiento inmanente de Spinoza con la política más inmanente, que es la afirmativa y vital que ha animado desde ese entonces el espíritu de revuelta y la revolución, y si bien, a Spinoza generalmente se le trata de ver como un antecedente, aunque imprescindible siempre como un momento, de la política moderna liberal-burguesa, ya sea como antecedente de Hegel o continuador y confirmador de las ideas racionalistas liberales o contractualistas, cuando, como nos hacen ver Deleuze y Negri, constituye un pensamiento revolucionario que piensa por primera vez la posibilidad y necesidad de una realidad política inmanente, para lo cual, realiza una transformación radical de la metafísica que conlleva una nueva concepción del poder. Pues a decir de Negri: La filosofía de Spinoza es una filosofía de su tiempo: ¡Su tiempo es el futuro![25] Y especulando un poco, solamente un poco, quizá sea lo que nos diga ese espacio en blanco dejado en el último libro de Spinoza, el Tratado político –que Deleuze califica de simbólico-, más específicamente en su última parte dedicada a la descripción de las formas de gobierno existentes, al quedar incompleto con la muerte de su autor acaecida en febrero de 1677, precisamente en la parte de la democracia, quizás, porque la democracia aún no se había vivido en los tiempos de Spinoza como tampoco en los nuestros, quizás también, porque Spinoza pensaba en la posibilidad de una democracia absoluta y de una política absolutamente inmanente que como el estado de gracia del hombre, beatitud, consistiría en la mayor plenitud, poder y felicidad socialmente posibles para todos los hombres.

Y si es posible que el hombre consiga un estado tal de gracia en su existencia y vida, un estado virtuoso en sí mismo que no espera ni recompensa ni castigo, una sociedad en tales términos será a sí mismo una en la cual no se espere nada más allá del bienestar común definido en los términos de la existencia misma.

La verdadera ciudad propone a los ciudadanos más el amor a la libertad que esperazas de
recompensa o incluso la seguridad de los bienes; pues “a los esclavos y no a los hombres
libres es a quienes se recompensa por su buen comportamiento”.103

Terminemos este retrato filosófico de Baruch de Spinoza realizado con los trazos y los fantasmas de la memoria hecha palabra, que acompañan a la filosofía como la otra cara de una moneda áurea que en un lado tiene grabada la imagen del sol, las ideas-conceptos, y en la otra refleja los rayos del astro mismo, la fuerza de los conceptos convertidos en vivencias y acciones, por ser en cierta manera la imagen y la presencia del sol, el astro mismo que se hace presente en el pensamiento y en la vida de los hombres. Y hagámoslo con un último destello, una de las visiones más significativas de la imagen de Spinoza, aparecida en América Latina.



Baruch de Spinoza

Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de jacinto.
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y el mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.

Jorge Luis Borges


[1] Ibíd. p. 23
[2] “Los Caballeros de la comunidad de la Mahamad [el Consejo Rector] le hacen saber que, conociendo desdehace cierto tiempo las malignas opiniones y obras de Baruch de Espinoza, se ha esforzado por varios medios y promesas de apartarlo de sus malas costumbres; y no siendo capaces de remediarlo, sino al contrario,recibiendo cada día más noticias sobre las horribles herejías que practica y enseñó, y las abominables acciones que cometió, y teniendo de esto muchos testimonios fiables, todos dados en prueba del dicho Espinoza, que los concibió; y habiendo examinado todo esto en presencia de los Caballeros Hahamin [rabinos], resolvieron con el consentimiento de ellos que el dicho Espinoza sea sometido al herem [proscripción] y proscrito de la nación de Israel, como en vedad lo proclama el siguiente herem:…” Fragmento de la sentencia del herem contenida en el libro de registros de la comunidad de Amsterdam. Ibíd. p. 21.
[3] Ibíd. pp. 20 y 21.
[4] Según Deleuze Nietzsche propone el modelo del travestismo para comprender el proceso genealógico con el que algo nuevo aparece en la sociedad o la cultura, al aparecer y por ser inicialmente débil, lo novedoso tiene que simular ser otra cosa para ganar el tiempo suficiente en que su fuerza sea mayor y el de las fuerzas hostiles disminuyan, el ejemplo que da es el del surgimiento del filósofo que al principio asume la apariencia del antiguo sabio asceta como una estrategia de sobrevivencia,
[5] Término acuñado por Toni Negri en sus estudios sobre Spinoza realizados durante su estancia en prisión y de los cuales el primer fruto es Spinoza la anomalía salvaje y el segundo la recopilación de ensayos Spinoza subversivo.
[6] Yovel. Op. cit. p. 23.
[7] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. pp. 10 y 11.
[8] Domínguez. Op. cit. Colerus [18]. p. 109.
[9] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p.12.
[10]  “Al morir su padre, dejó la patria y toda la herencia con la única excepción de una cama a sus parientes…” Domínguez. Op. cit. Kortholt [3] p. 92.
[11] “Negri es sin duda el primero en dar su pleno sentido filosófico a la anécdota, según la cual, Spinoza se dibujó a sí mismo como Masaniello, el revolucionario napolitano.” Fragmento del prólogo escrito porDeleuze al libro Spinoza la anomalía salvaje escrito por Negri. Página de la revista Multitudes consultada el día 20/01/09: http://multitudes.samizdat.net.
[12] “Tengo en mis manos todo un librito con esos dibujos, en los que ha dibujado a distintos personajes relevantes que le eran conocidos y que ocasionalmente le habían visitado. Entre éstos encuentro en la página cuatro un pescador dibujado en mangas de camisa y con una red de barco sobre su hombro derecho, justamente de la forma en que los grabados históricos han dibujado al célebre jefe de los rebeldes napolitanos: Massaniello. A este respecto me decía el señor Henryck van der Spyck, que fue el último hospedero de Spinoza, que éste se parecía a él punto por punto y que seguramente lo había esbozado sobre su propio rostro…” Domínguez. Op. cit. Colerus [20] p. 110.
[13]http://www.poderautonomo.com.ar/buenas%20companias/viejo/spinoza%20el%20pescador%20rebelde.htm página consultada el día 20/01/09.
[14] Toni Negri. La anomalía salvaje. Anthropos, UAM-I. México. 1993.
[15] Gilles Deleuze. Lógica del Sentido. pp. 139 y 140.
[16] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p. 20.
[17] Nos señala además Deleuze que en la propia obra de Spinoza está presente esta metáfora de los ojos para el alma en el TTP, cap. 13; Ética, V, 23, escolio. Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p. 22.
[18] Domínguez. Op. cit. p. 114. (Colerus [24])
[19] Ibíd. Colerus [30]. p. 116.
[20] Ibíd. Colerus [31]. pp. 117 y 118.
[21] Ibíd. Jelles [4]. p. 46
[22] Deleuze. Spinoza, Kant y Nietzsche. p. 16.
[23] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p. 17.
[24] ¿Qué posibilidades tiene una aristocracia comercial? ¿Por qué ha fracasado la república liberal? ¿De dónde proviene el fracaso de la democracia? ¿Resulta posible convertir a la multitud en una colectividad de hombres libres en lugar de un conjunto de esclavos? Todas estas preguntas animan el Tratado político, que queda inconcluso, simbólicamente, al principio del capítulo sobre la democracia. Ibíd. p. 19.
[25] Toni Negri. La anomalía salvaje.

Literatura en TV