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martes, 27 de febrero de 2018

Vida de Spinoza



La vida de Baruch de Spinoza nos es descrita fundamentalmente en un corpus ya canónico de biografías[1]: Lucas, Kortholt, Bayle, Colerus y Monnikhoff; documentos que en unos son producto de una profunda admiración, y en otros, una forma de propaganda negativa para prevenir contra los efectos del autor y su doctrina monstruosa. Parte fundamental de ese corpus, lo constituye también, el valioso conjunto de la correspondencia del autor[2] y se complementa con trabajos más recientes que cuentan con una sólida base documental como los de Dujovne, Feuer y Th. De Vries.


Baruj de Spinoza[3] nace en la comunidad judía de Ámsterdam en la primera mitad del siglo XVII. Desde muy temprana edad experimenta la pérdida con la muerte de su madre Hana Devora quien muere cuando él tenía seis años y posteriormente la de sus hermanos Yitzhak y Miriam. Su familia era acaudalada y se dedicaba al comercio, su padre Michael de Spinoza era una importante figura en la comunidad, tanto, que llegó a ser varias veces parnas, anciano o mayor, tenía un negocio en el cual Spinoza trabajó desde la edad de trece años y hasta dos años después de la muerte de su padre, acaecida en 1656, asociándose entonces con su hermano Gabriel y fundando la compañía comercial de importación y exportación de frutos Bento et Gabriel de Spinoza.

En el seno de la comunidad judía estudia hebreo, las escrituras, el Talmud y materias comerciales, y por su cuenta ciencias, dando muestras de ingenio e inteligencia. Ya en su juventud muestra especial interés por el estudio del latín por
lo que recibe instrucción inicial por parte de un estudiante alemán para después pasar a las manos del médico y profesor de latín Franz van den Enden quien posteriormente fue sospechoso de un ateísmo divulgado entre sus jóvenes alumnos, y que se dice, terminó sus días colgado en Francia por alentar la subversión de una provincia a favor de la liberación de los Países Bajos.[4] Spinoza se relacionó tanto con la familia de este médico que llegó a considerar la posibilidad de casarse con su hija única. También traba relación de aprendizaje con el rabi Menasshe ben Israel al lado de quien conoce a varios libre pensadores amigos suyos, como el famoso teólogo calvinista y hereje Isaac Peyrere a quien trata justo seis meses antes de hacer pública su separación de la sinagoga y de la ritualidad cotidiana, suponiendo algunos estudiosos que por ese periodo también mantuvo relación con Juan de Prado, notable personaje anatemizado antes que Spinoza[5].




En las biografías se nos dice que desde muy joven tenía concepciones sumamente particulares respecto de los textos bíblicos, la teología y la religión sobre las cuales era muy discreto.

… estaba, sin embargo, en apariencia, lleno de dudas y pensamientos heréticos. Conocía la Biblia de memoria y encontraba contradicciones. Consideraba, por ejemplo, que la noción de milagro se contradecía tanto con la razón como con las leyes de la naturaleza. Y en los profetas veía pruebas de un gran poder imaginativo pero no de pensamiento racional ordenado. Las ordenanzas de la Torá (ley escrita) y la halaká (ley oral) le parecían arbitrarias y meramente históricas, sin ninguna relación con las leyes de Dios. Si en efecto Dios tenía leyes, no podían ser sino inherentes al universo mismo, y adoptar la forma de leyes inmutables y universales de la naturaleza. La muerte era el fin absoluto de toda criatura viviente… Dios, objeto del amor del hombre, era antes bien el universo mismo, en la medida en que podía ser aprehendido como totalidad…[1]

Con la suma de los rumores de las ideas que sostenía y cultivaba en la clandestinidad[2] y el abandono absoluto de la ritualidad y la relación con la institución clerical, tras la muerte de su padre; el 27 de julio de 1656 en una ceremonia a la cual no asiste se le dicta el siguiente herem a Spinoza:

Por decreto de los Ángeles y la palabra de los Santos proscribimos, separamos, maldecimos y anatemizamos a Baruch de Spinoza […] con todas las maldiciones escritas en la Torá: Maldito sea de día y maldito sea de noche, maldito en su reposo y maldito en su vigilia, maldito en su acercarse y maldito en su entrar; y no quiera el Señor perdonarlo, y ardan en él la ira y el celo del Señor […] y los que fuisteis fieles a nuestro Señor hoy estáis vivos. Prevenimos que nadie puede tener con él contacto oral o escrito, ni hacerle favor, ni estar con él bajo el mismo techo, ni leer papel que haya hecho o escrito.[3]

Y si de por sí la expulsión de una comunidad resulta una medida muy dura y significativa, en el caso de la comunidad judía de Ámsterdam lo fue aún más ya que se trataba de una comunidad que se fundaba exclusivamente en el reconocimiento y la realidad de sus relaciones fácticas que era lo único que vinculaba y protegía al individuo judío, al carecer propiamente hablando de un ordenamiento jurídico y de las instituciones político-administrativas que hicieran efectivo legalmente ese ordenamiento. Y entonces,  despojar fácticamente al individuo de sus relaciones con la comunidad, consistía en despojarle de todo vínculo con la única comunidad a la que podía pertenecer por las circunstancias antisemitas de la época. Considerado esto desde la perspectiva de que se trataba de una comunidad marcada por la persecución y la exclusión, cuando en sus manos se encuentra la posibilidad de sancionar recurre a la exclusión y la nulificación como la medida más radical, resultando de ello una especie de círculo
perverso, en el cual, ciertas fuerzas heterodoxas en la comunidad van apareciendo paulatinamente enfrentándose a las más ortodoxas y “conservadoras”, como una anomalía que encubierta y subterráneamente va abriéndose paso hasta que termina por enfrentarse a aquellas fuerzas que han adquirido la modalidad tan bien exterior de la exclusión, lo cual se asemeja mucho a la concepción genealógica de la aparición de la filosofía que Nietszche propone en la Genealogía de la moral[4]. En el caso de Spinoza esto adquiere un nivel prodigioso ya que él termina por devenir una especie de anomalía constante[5] en todos los medios por los cuales pasa y donde lo único que parece solicitar era tolerancia, “sólo un poco de tolerancia”, la suficiente para la realización de sus fines, insólitos en ese momento para todos, tanto para las religiones como incluso para la filosofía racionalista contemporánea, ya que su concepción panteísta de Dios fundada en una inmanencia radical, principio y pilar de su pensamiento, le distancia abismalmente tanto de las tradiciones religiosas como de los pensamientos racionales deístas o protoseculares también a su modo trascendentes.

Pensar de este modo distanciaba a Spinoza tanto del judaísmo como del cristianismo e, incluso, de la tradición filosófica aceptada: era un hereje desde el punto de vista, no sólo de las religiones establecidas, sino también de los libre pensadores y de las diversas clases de deísmo filosófico que éstos proponían por entonces.[6]

Y al decir de Deleuze:

Ahí adquiere todo su sentido la soledad del filósofo. Pues no puede integrarse a ningún medio, no es bueno para nadie… Pues por todas partes donde está, no pide, no reclama, con más o menos posibilidades de éxito, más que ser tolerado, él y sus fines insólitos, y según esa tolerancia juzga el grado de democracia, el grado de verdad, que una sociedad puede soportar, o bien, por el contrario, el peligro que amenaza a todos los hombres.[7]


También es significativa la respuesta que da Spinoza al herem al no asistir a la ceremonia ni retractarse de las acusaciones, a pesar de que como señalan algunos de sus biógrafos haya existido el ofrecimiento de un arreglo incluso económico a favor de él propuesto por los rabi; sino muy al contrario, como también consta en varios documentos y biografías, redactó una Apología para justificar su salida de la Sinagoga escrita en español,[8] según muchos exegetas antecedente directo del Tratado teológico político, que se encuentra perdida. Con lo cual, reivindica su posición como la condición necesaria de su vida de libre pensador, que no podía encontrase sujeta a los dogmas y restricciones de una comunidad religiosa fundada en el engaño y el control del hombre a través de la manipulación y apropiación del culto, uno de los temas centrales del Tratado teológico político.

Y a pesar de que trata de continuar con su vida en Ámsterdam a la manera en que
ya venía haciéndolo, distanciado de la instancia eclesiástica y al margen de la ritualidad cotidiana, no es posible hacerlo en una comunidad fundada precisamente en aquello que con ideas criticaba y con su vida misma ponía en entre dicho, la dominación a través de la gestión y administración del culto.

La vida se le volvió difícil en Amsterdam. Quizás después de un intento de asesinato por un fanático, se traslada a Lyden para continuar los estudios de filosofía y se instala en las afueras de Rijswijk. Se cuenta que Spinoza guardaba su abrigo agujereado por un navajazo, para recordar mejor que no siempre el pensamiento es amado por los hombres; pude ocurrir que un filósofo acabe en un proceso, pero es más extraño que empiece con una excomunión y un intento de asesinato.[9]

Así las cosas, después de ser expulsado de la comunidad a los 24 años de edad sale en completa soledad y pobreza de Ámsterdam, pues al romper con el medio religioso también rompe con el medio económico (en un acto integralmente consecuente puesto que la vida de la comunidad judía en su itinerancia había privilegiado estos dos elementos) abandonando los negocios paternos y renunciando a la herencia familiar, al sólo pedir su cama en un gesto que podría ser considerado deliciosamente cínico o fabulador, y que perfectamente podría formar parte del catálogo de anécdotas contadas por Diógenes Laercio en su Vida de filósofos ilustres, o del estilo literario de Kortholt[10] al intentar delinear como a un personaje los caracteres del protagonista de la biografía que escribe. Entonces, el camino de la soledad y la itinerancia comienza de una manera plena para no terminar en toda la vida del filósofo, al convertirse Spinoza en un permanente inquilino de paso rodeado apenas de algunas personas que forman parte del contexto del lugar en turno y si bien contaba con leales amigos, con los cuales guardaba muy cordiales relaciones que pueden seguirse en su correspondencia, tenía apenas contacto físico con ellos en las extraordinarias ocasiones en que aquellos lo iban a visitar, encontrándose el resto del tiempo solo y dedicado a la producción de su obra, la investigación científica, sobre todo de óptica, y al trabajo artesanal de pulir lentes, con el cual, obtenía los recursos para su subsistencia.

Algunos de los biógrafos cuentan que por entretenimiento tenía fumar, dibujar y echar a pelear moscas y arañas que capturaba en frascos, peleas que podía contemplar durante horas con un regocijo que llegaba a las carcajadas. Al respecto de cómo estas anécdotas y hábitos delinean el rostro histórico de Spinoza es importante destacar el sentido de la anécdota en la vida del filósofo, como nos advierte Deleuze directamente en relación a Spinoza, y en particular, respecto a uno de los dibujos realizado por él mismo y que refiere su biógrafo Colerus:

Negri est sans doute le premier à donner son plein sens philosophique à l’anecdote selon laquelle Spinoza s’était lui-même dessiné en Masaniello, le révolutionnaire napolitain (cf. ce que Nietzsche dit sur l’importance des « anecdotes » propres à la « pensée, dans la vie d’un penseur».[11]

Y es que nos refiere Colerus un cuaderno de dibujos realizados por Spinoza, en el
cual, el último de sus caseros el señor Henryk van der Spyk decía reconocer “en todos los detalles” el rostro de Spinoza en un dibujo de Massaniello,[12] Tommaso Aniello d´Amalfi, quien fue un pescador que se convirtió en uno de los líderes de las insurrecciones napolitanas de 1647-1648, acontecidas en el virreinato español de Nápoles.

El motín fue el más agudo de su época, tanto en su carácter antifeudal, antiestatal y autónomo, y fueron "los diez días que conmovieron al mundo" barroco. Masaniello deviene el primer día un orador furioso, un gran tribuno, que conjuga la protesta con formas horizontales de organización, con una representatividad social insuperable, un antipolítico consumado, que desarma el mecanismo del gobierno vicerreal: mediación aristocrática, lúmpenes y provocadores paramilitares, estructuras populistas, ritos de honor y religión. Su brevísima "Reppubblica" popular, que reclamaba derechos iguales, reforma fiscal y representación de la plebe en las cámaras de gobierno, enfrentada al modelo barroco, es una contradicción en carne viva, que culminará con su asesinato.[13]

El dibujo en cuestión con el rostro de Spinoza emulaba la manera común de representar a este revolucionario en los grabados y cuadros de la época, pues siendo pescador se le representaba en camisa y con una red de pescar sobre el hombro derecho. Con lo cual, nos encontramos con la primera cercanía del “Filósofo” con la revolución, en el momento de su génesis misma, antes que Hegel, antes que Marx, antes que todos, y si Spinoza tiene este privilegio es por la grandeza de su pensamiento que lo hace engendrar una nueva concepción del poder, radicalmente inmanente, y por ello, potencialmente creativa a partir de darle un giro completamente radical a la metafísica con la inmanentización de la realidad y la divinidad como base de dicha concepción, tesis propuesta por Toni Negri en La anomalía salvaje[14] y apoyada plenamente por Deleuze en el prólogo que realiza a tal obra.


Como advierte Nietzsche, existe un sentido filosófico en las anécdotas de las vidas de los filósofos que son efecto de la dimensión vital o práctica de la filosofía, pues la vida misma, la existencia, en ciertas filosofías -al menos las que a él le importan- se convierte en un efecto de la propia filosofía al devenir una vida filosófica que, en cuanto tal, se convierte en testimonio y efecto de la filosofía que como auténtico acontecimiento filosófico es filosofía práctica. Y en ese sentido, dichas anécdotas constituyen una especie de literatura histórica que con sus personajes y sus acciones es así mismo un texto integrado con signos y símbolos que se convierten en parte de la obra filosófica, acompañante esencial de la obra teórica; así, resulta sustancial la vida y el fin de Sócrates en la manera en que lo entendemos, ni que discutir al respecto de los presocráticos y especialmente de los cínicos que tenían un discurso fundamentalmente integrado de una performática filosófica, o de las célebres muertes de Epicuro y Séneca.

Nietzsche dispone de un método de su invención: no hay que contentarse ni con la biografía ni con la bibliografía, hay que alcanzar un punto secreto en el que es la misma cosa una anécdota de la vida y un aforismo del pensamiento. Es como el sentido que, en una cara, se atribuye a estados de vida y, en la otra, insiste en las proposiciones del pensamiento. Hay ahí dimensiones, horas, lugares, zonas glaciares o tórridas, nunca moderadas, toda la geografía exótica que caracteriza un modo de pensar, y también un estilo de vida. Quizá Diógenes Laercio, en sus mejores páginas tuvo un presentimiento de este método: encontrar Aforismos vitales que fueran también Anécdotas del pensamiento: la gesta de los filósofos. Empédocles y el Etna, esa es una anécdota filosófica. Vale tanto como la muerte de Sócrates, aunque opera precisamente en otra dirección.[15]

De tal manera, la otra anécdota descrita según la cual una de las diversiones de Spinoza consistía en contemplar con deleite peleas entre arañas o entre éstas y moscas, que cazaba para luego depositarlas en frascos o ponía en sus mismas telarañas para ver las batallas que libraban hasta la muerte, tiene un sentido que nos descubre Deleuze en relación directa con la posición absolutamente afirmativa del pensamiento de Spinoza donde la totalidad es una sola e infinita afirmación, Dios, y las existencias particulares, expresiones divinas de la totalidad, pura afirmación cuyo negación o aniquilación temporal solamente puede venir de fuera, posicionándose con ello en una postura afirmativa que impugnaba los poderes de la negatividad: tristeza, servidumbre, muerte y esclavitud, en virtud de la reivindicación del poder de la vida y el mundo, en una acto de suma inocencia y confianza en la afirmación.

Su biógrafo Colerus cuenta que le gustaban los combates entre arañas. “Buscaba arañas a las que hacía luchar, o moscas que echaba en la telaraña, y a continuación contemplaba esa batalla con tanto placer que a veces reía a carcajadas”. Ocurre que los animales al menos nos enseñan el carácter irreductiblemente exterior de la muerte. No la llevan en ellos, aunque se den muerte necesariamente unos a otros: la muerte como un mal encuentro inevitable en el orden de las existencias naturales. Sin embargo, todavía no ha inventado esa muerte interior, ese sadomasoquismo universal del esclavo-tirano… En un mundo roído por lo negativo, tiene suficiente confianza en la vida, en el poder de la vida…[16]


Así las cosas, tenemos dos anécdotas propias de una filosofía práctica en la vida, una que es signo de la inmanentización del poder y otra de la absoluta afirmación de la realidad total y de toda existencia particular, que convierten a Spinoza en un visionario y un vidente, un pulidor de lentes que con su obra tiene la finalidad de hacer ver al hombre enfermo y paralizado, despojado de su poder, al corregir su visión con las lentes para el alma que son las proposiciones del método geométrico; y reivindicar con ello lo propio de que sólo se es despojado a base del engaño, la violencia y las mentiras de sacerdotes y tiranos: el poder.

El método geométrico deja de ser un método de exposición intelectual; ya no se trata de una ponencia profesoral, sino de un método de invención. Se convierte en un método de rectificaciónvital y óptica. Si el hombre está en cierta manera torcido, se rectificará este efecto de torsión relacionándolo a sus causas more geometrico… Hay que comprender el método geométrico en un todo, la profesión de pulir lentes y la vida de Spinoza. Pues Spinoza forma parte de los vivientes-videntes. Dice, precisamente, que las demostraciones son ojos del alma. Se trata del tercer ojo, el que permite ver la vida más allá de todos los falsos pretextos, las pasiones y los muertos.[17]


De una manera semejante nos es descrita la austeridad voluntariamente asumida en la que vivía Spinoza en descripciones de una vida cotidiana carente de lujos y cubierta elementalmente en sus necesidades básicas con habitaciones modestas y comidas sobrias. Y la negativa a la posibilidad de vivir de otro modo ya que además de renunciar a la fortuna familiar después rechaza el ofrecimiento de su amigo Simón de Vries para ser su heredero sugiriéndole que mejor legue sus bienes a su propio hermano, y a este, una vez heredado con la cláusula de hacer llegar una suma periódica de dinero a Spinoza, que la suma sea menor a la señalada[18]; así como el rechazo a la propuesta del Conde de Ultrech de que le dedicara una de sus obras a cambio de dinero[19] y el rechazo al ofrecimiento de la cátedra de filosofía en la Universidad de Heidelberg con una supuesta “cum libertate philosophandi amplissima” (con la mayor libertad de razonar) hecha por el elector palatino Carlos Luis a través de una carta del doctor Johann Fabritius,[20] invitación que Spinoza rechaza, en la carta con la que responde a Fabritius, con la respuesta de que no había pensado en la enseñanza pública y que le quitaría tiempo para la realización de sus investigaciones, pero sobre todo y en realidad, porque la propuesta contenía la cláusula de que la libertad otorgada no se podría malgastar en perjuicio de la religión pública establecida.

Tras la salida de Ámsterdam esta vida de austeridad y recogimiento continuó desarrollándose, aunque en diferentes lugares, en Holanda. Establece, pues su vivienda lejos de sus conocidos, primero en Rijnsburg, después en Voorbug y finalmente en La Haya, donde fallece de cierta enfermedad llamada tuberculosis.[21] Durante ese itinerario Spinoza guarda, aunque a distancia y casi solamente por correspondencia, relaciones estrechas con sus amigos, la mayoría de ellos entusiastas seguidores y estudiosos de sus ideas para quienes en ocasiones llegó a elaborar textos de carácter didáctico y a quienes se debe el trabajo y los recursos tanto para la preservación de la obra como para su publicación. El Tratado Breve es un texto en latín expuesto a sus amigos en Rijswijk, quienes toman notas y uno de ellos, Jelles, lo traduce al holandés. En 1661 escribe el Tratado de la reforma del entendimiento, que a decir de Deleuze “se abre con una especie de itinerario espiritual, a la manera menonita, centrado en la denuncia de la riqueza”;94 y es oportuno también señalar que emulando en tono y forma retóricas a la introducción de las Meditaciones metafísicas de Descartes. Aproximadamente en 1663 redacta los Principios de la filosofía de Descartes, acompañado de los Pensamientos metafísicos que consistía en un análisis crítico de las concepciones de la escolástica, escritos con la finalidad didáctica de colaborar a la instrucción de un joven aprendiz que durante algún tiempo vivió con Spinoza, el texto es publicado por su amigo Riewertz con los recursos proporcionados por Jelles y Balling, otro amigo, lo traducirá al holandés, mientras que el médico y poeta Louis Meyer precursor de un nuevo teatro en Amsterdam elabora el prólogo a la obra. Con estos trabajos termina la parte de la obra de Spinoza identificada por Deleuze como “profesoral” por estar prioritariamente dirigida a la instrucción didáctica. La Ética comienza a escribirla en 1661, año en que abandona la redacción del Tratado de la reforma del entendimiento dejándolo inconcluso para embarcarse en la empresa de la producción intelectual del propio pensamiento de una manera plena, ya que las obras anteriores son sobre todo de carácter expositivo, o en todo caso, germinales de muchas de sus principales tesis, conceptos y metodología mientras que el Tratado Teológico Político, y sobre todo, la Ética demostrada según el orden geométrico de las cosas constituyen su obra capital, donde está expuesta de una manera total y sistemática su filosofía inmanente y afirmativa.

En 1663 se muda primero a Voorburg y después a La Haya, aproximándose con ello al centro político de Holanda en el que se desarrolla la disputa política entre el
conservadurismo calvinista de la casa de Orange y el partido liberal republicano liderado por los hermanos de Witt, que tras la falta de rey Guillermo II, al morir repentinamente de viruela apenas a unos días de haber nacido su heredero, toman el gobierno de una república más establecida por la fortuna que por la decisión y conquista popular, lo que en cierto modo explica el apoyo de las masas populares al partido de la casa de Orange.

Entre los dos grandes partidos, calvinista y republicano, la situación pude resumirse así: el primero permanece apegado a los temas de la independencia, a una política de guerra, a las ambiciones de la casa de Orange, a la formación de un estado centralizado. El partido republicano, de una política de paz, a una organización provincial y al desarrollo de una economía liberal […] a la conducta pasional y belicosa de la monarquía Jean de Witt opone la conducta racional de la república apoyada en un método natural y geométrico.[22]


Spinoza entabla relaciones muy estrechas con los hermanos de Witt, sobre todo
con Johan de Witt,  líder del partido liberal, quien le frecuenta en su vivienda de
La Haya y se convierte en su protector. En esta tónica, en la que el pueblo holandés se encuentra en una república contingentemente y con su descontento, Spinoza suspende la redacción de la Ética para dedicarse a la elaboración del Tratado teológico político que tiene como uno de sus temas principales desentrañar el problema de la servidumbre al tirano:

¿Por qué el pueblo es tan profundamente irracional? ¿Por qué se gloria de su propia
esclavitud? ¿Por qué los hombres luchan “por” su esclavitud como si fuese su libertad? ¿Por qué una religión que invoca el amor y la alegría inspira la guerra, la intolerancia, la malevolencia, el odio, la tristeza y el remordimiento?[23]

Y en 1670 el libro es editado anónimamente simulando ser una edición alemana, provocando tal repuesta en su contra que es precisamente en ese momento cuando la leyenda negra de Spinoza se consolida pues al tratar estos temas que se encuentran en el corazón de la mayoría de propuestas políticas y pensamientos de la época como un dogma o un principio incuestionable, entonces, todos los círculos bienpensantes se vuelven en contra de la obra y del autor una vez que es  descubierto.

La repuesta negativa desatada en contra de el Tratado teológico político revela el carácter anómalo del filósofo, ya mencionado antes, puesto que si bien Spinoza frecuenta algunos círculos de grupos minoritarios desde su juventud o retoma algunos de sus elementos en su libros y planteamientos: menonitas, cristianos, liberales o cartesianos; siempre lo hace de una manera parcial, y sobre todo, como parte de una estrategia (recordemos el criptojudaísmo) que le permite por una parte, aprovechar las condiciones de cierta tolerancia que acompañaba a estos grupos, para inicialmente poder entablar mínimamente un intercambio de ideas, y posteriormente, para posibilitar la producción y la difusión de la obra. Así, en el caso del cartesianismo se hace patente la distancia abismal que separa a éste con Descartes en el momento en que los cartesianos casi compiten por ver quien se deslinda más eficazmente de las ideas spinozistas, y sobre todo, de las conclusiones de estas posiciones: el cuestionamiento de la religión, de las categorías escolásticas tradicionales o de la concepción panteísta de substancia que es irreconciliable con los planteamientos de Descartes. En este sentido, pasa algo semejante con las relaciones que entabla con Leibniz quien niega tener alguna relación con él, cuando a partir de la correspondencia de Spinoza es posible saber de una relación epistolar, y por testimonios, que el mismo Leibniz fue en alguna ocasión a visitar a Spinoza en1667.

En tales términos, la relación que Spinoza guarda con los hermanos de Witt es muy especial pues si como decíamos, el resto de relaciones que mantiene con ciertos grupos que gozan de alguna tolerancia las tiene de una manera estratégica sin compartir convicciones ni ideas, con los hermanos de Witt existe una particular comunión y colaboración que resulta tan evidente como significativa pues no solamente existe la coincidencia entre el contenido del Tratado teológico político y el Tratado político con los problemas que agobiaban al partido de los de Witt en su pugna con la casa de Orange,[24] también están las visitas regulares de Johan de Witt al filósofo en La Haya. Además, existe una última anécdota-aforismo que como una rúbrica firma esta relación con el sello de la comunidad en la búsqueda política de un mundo muy otro al de la tiranía y la servidumbre.

Tras el asesinato de los hermanos de Witt realizado con extrema brutalidad, pues no sólo fueron desollados, empalados y exhibidos sus cadáveres y corazones públicamente, sino que incluso, se dice que fueron repartidos trozos de su carne para ser comidos por la multitud; Spinoza considera y siente de tal modo este
hecho que considera la idea de colocar un libelo en el lugar del asesinato que
califique literalmente ese acto de Ultimi barbarorum arriesgando con ello su propia
vida al hacer pública sus relaciones con el enemigo del régimen en turno, mostrando así, una cercanía y fraternidad del filósofo político con el político profesional, en cierto modo revolucionario, frente al conservadurismo, pero sobre todo, frente a la tiranía de la casa de Orange que llega al extremo de la barbarie. La anécdota termina con la decisión del casero de cerrar con llave al filósofo para salvar su vida, mientras aquel se encontraba en el único episodio que se sabe donde se hayan desbordado sus pasiones.



Con este tono cerramos la aproximación histórica a un Baruch de Spinoza próximo
y fraternal con la política, la más radical de su tiempo y la más radicalmente futura,
puesto que la aproximación que hemos hecho ver aquí trata sobre todo de mostrar esta vinculación del pensamiento inmanente de Spinoza con la política más inmanente, que es la afirmativa y vital que ha animado desde ese entonces el espíritu de revuelta y la revolución, y si bien, a Spinoza generalmente se le trata de ver como un antecedente, aunque imprescindible siempre como un momento, de la política moderna liberal-burguesa, ya sea como antecedente de Hegel o continuador y confirmador de las ideas racionalistas liberales o contractualistas, cuando, como nos hacen ver Deleuze y Negri, constituye un pensamiento revolucionario que piensa por primera vez la posibilidad y necesidad de una realidad política inmanente, para lo cual, realiza una transformación radical de la metafísica que conlleva una nueva concepción del poder. Pues a decir de Negri: La filosofía de Spinoza es una filosofía de su tiempo: ¡Su tiempo es el futuro![25] Y especulando un poco, solamente un poco, quizá sea lo que nos diga ese espacio en blanco dejado en el último libro de Spinoza, el Tratado político –que Deleuze califica de simbólico-, más específicamente en su última parte dedicada a la descripción de las formas de gobierno existentes, al quedar incompleto con la muerte de su autor acaecida en febrero de 1677, precisamente en la parte de la democracia, quizás, porque la democracia aún no se había vivido en los tiempos de Spinoza como tampoco en los nuestros, quizás también, porque Spinoza pensaba en la posibilidad de una democracia absoluta y de una política absolutamente inmanente que como el estado de gracia del hombre, beatitud, consistiría en la mayor plenitud, poder y felicidad socialmente posibles para todos los hombres.

Y si es posible que el hombre consiga un estado tal de gracia en su existencia y vida, un estado virtuoso en sí mismo que no espera ni recompensa ni castigo, una sociedad en tales términos será a sí mismo una en la cual no se espere nada más allá del bienestar común definido en los términos de la existencia misma.

La verdadera ciudad propone a los ciudadanos más el amor a la libertad que esperazas de
recompensa o incluso la seguridad de los bienes; pues “a los esclavos y no a los hombres
libres es a quienes se recompensa por su buen comportamiento”.103

Terminemos este retrato filosófico de Baruch de Spinoza realizado con los trazos y los fantasmas de la memoria hecha palabra, que acompañan a la filosofía como la otra cara de una moneda áurea que en un lado tiene grabada la imagen del sol, las ideas-conceptos, y en la otra refleja los rayos del astro mismo, la fuerza de los conceptos convertidos en vivencias y acciones, por ser en cierta manera la imagen y la presencia del sol, el astro mismo que se hace presente en el pensamiento y en la vida de los hombres. Y hagámoslo con un último destello, una de las visiones más significativas de la imagen de Spinoza, aparecida en América Latina.



Baruch de Spinoza

Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de jacinto.
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y el mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.

Jorge Luis Borges


[1] Ibíd. p. 23
[2] “Los Caballeros de la comunidad de la Mahamad [el Consejo Rector] le hacen saber que, conociendo desdehace cierto tiempo las malignas opiniones y obras de Baruch de Espinoza, se ha esforzado por varios medios y promesas de apartarlo de sus malas costumbres; y no siendo capaces de remediarlo, sino al contrario,recibiendo cada día más noticias sobre las horribles herejías que practica y enseñó, y las abominables acciones que cometió, y teniendo de esto muchos testimonios fiables, todos dados en prueba del dicho Espinoza, que los concibió; y habiendo examinado todo esto en presencia de los Caballeros Hahamin [rabinos], resolvieron con el consentimiento de ellos que el dicho Espinoza sea sometido al herem [proscripción] y proscrito de la nación de Israel, como en vedad lo proclama el siguiente herem:…” Fragmento de la sentencia del herem contenida en el libro de registros de la comunidad de Amsterdam. Ibíd. p. 21.
[3] Ibíd. pp. 20 y 21.
[4] Según Deleuze Nietzsche propone el modelo del travestismo para comprender el proceso genealógico con el que algo nuevo aparece en la sociedad o la cultura, al aparecer y por ser inicialmente débil, lo novedoso tiene que simular ser otra cosa para ganar el tiempo suficiente en que su fuerza sea mayor y el de las fuerzas hostiles disminuyan, el ejemplo que da es el del surgimiento del filósofo que al principio asume la apariencia del antiguo sabio asceta como una estrategia de sobrevivencia,
[5] Término acuñado por Toni Negri en sus estudios sobre Spinoza realizados durante su estancia en prisión y de los cuales el primer fruto es Spinoza la anomalía salvaje y el segundo la recopilación de ensayos Spinoza subversivo.
[6] Yovel. Op. cit. p. 23.
[7] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. pp. 10 y 11.
[8] Domínguez. Op. cit. Colerus [18]. p. 109.
[9] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p.12.
[10]  “Al morir su padre, dejó la patria y toda la herencia con la única excepción de una cama a sus parientes…” Domínguez. Op. cit. Kortholt [3] p. 92.
[11] “Negri es sin duda el primero en dar su pleno sentido filosófico a la anécdota, según la cual, Spinoza se dibujó a sí mismo como Masaniello, el revolucionario napolitano.” Fragmento del prólogo escrito porDeleuze al libro Spinoza la anomalía salvaje escrito por Negri. Página de la revista Multitudes consultada el día 20/01/09: http://multitudes.samizdat.net.
[12] “Tengo en mis manos todo un librito con esos dibujos, en los que ha dibujado a distintos personajes relevantes que le eran conocidos y que ocasionalmente le habían visitado. Entre éstos encuentro en la página cuatro un pescador dibujado en mangas de camisa y con una red de barco sobre su hombro derecho, justamente de la forma en que los grabados históricos han dibujado al célebre jefe de los rebeldes napolitanos: Massaniello. A este respecto me decía el señor Henryck van der Spyck, que fue el último hospedero de Spinoza, que éste se parecía a él punto por punto y que seguramente lo había esbozado sobre su propio rostro…” Domínguez. Op. cit. Colerus [20] p. 110.
[13]http://www.poderautonomo.com.ar/buenas%20companias/viejo/spinoza%20el%20pescador%20rebelde.htm página consultada el día 20/01/09.
[14] Toni Negri. La anomalía salvaje. Anthropos, UAM-I. México. 1993.
[15] Gilles Deleuze. Lógica del Sentido. pp. 139 y 140.
[16] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p. 20.
[17] Nos señala además Deleuze que en la propia obra de Spinoza está presente esta metáfora de los ojos para el alma en el TTP, cap. 13; Ética, V, 23, escolio. Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p. 22.
[18] Domínguez. Op. cit. p. 114. (Colerus [24])
[19] Ibíd. Colerus [30]. p. 116.
[20] Ibíd. Colerus [31]. pp. 117 y 118.
[21] Ibíd. Jelles [4]. p. 46
[22] Deleuze. Spinoza, Kant y Nietzsche. p. 16.
[23] Gilles Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche. p. 17.
[24] ¿Qué posibilidades tiene una aristocracia comercial? ¿Por qué ha fracasado la república liberal? ¿De dónde proviene el fracaso de la democracia? ¿Resulta posible convertir a la multitud en una colectividad de hombres libres en lugar de un conjunto de esclavos? Todas estas preguntas animan el Tratado político, que queda inconcluso, simbólicamente, al principio del capítulo sobre la democracia. Ibíd. p. 19.
[25] Toni Negri. La anomalía salvaje.

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