por: Ingrid Odgers, escritora
Ingrid:
¿Para quién escribes?, ¿Que es para ti la poesía?
Alejandro:
Partiendo de la base que, a través de los años, no he logrado encajar socialmente en ningún grupo, ya fuera la cómoda burguesía o la vanguardia anarquista, no me ha quedado mas remedio que buscar una marginalidad que se acomode justamente al aislamiento, en una soledad social, que entre otras cosas, ha servido para construir un discurso poético muy personal.
Escribo para todo aquel que pudiera tener el germen del disconformismo frente a un sistema, un nuevo imperio, que desintegra la esencia sensible del ser humano. Incluyo entre estos pocos lectores tanto a burgueses como a vanguardistas en un intento por no politizar un tema que es absolutamente transversal, ser uno mismo, ser lo que se es.
No existe la pretensión de escribir para alguien determinado pero no puedo negar mi ilusión de sembrar una semilla que aporte a despertar más conciencias frente al desastre del llamado proyecto progresista. El progreso no ha traído desarrollo humano, y muy por el contrario, se ha convertido en la perfecta excusa para abandonar las antiguas costumbres humanas, y reemplazarlas por un sistema económico que convierte a las personas en consumidores de psicoanálisis y noticieros morbosos.
La poesía es ese refugio personal desde donde, a través de la palabra, puedo gritar y protestar frente a las ridículas incoherencias del sistema político y económico.
Dicho refugio se transforma en una especia de burbuja personal donde dejo escapar y fluir cada pensamiento, ya sea provocado por alguna angustia o por determinadas rabias y tristezas.
La poesía me ha permitido observar acontecimientos tremendos; desde la caída de los falos imperialistas en N. York hasta la ignominia de un África olvidada. La poesía es el camino hacia la belleza espiritual, y al mismo tiempo, el arma con que se combate la ignorancia y la codicia. Escribir poesía es más que catarsis, más que un trabajo, la poesía es la herramienta que aún puede salvar al hombre neurótico del siglo 21.
Ingrid:
¿Cuándo escribes, necesitas algo a tu alrededor, alguna cosa, haces algo en particular, etc.?
Alejandro:
Debo decir que mi habitación es a la vez mi sala de estudio, donde, junto a dos escritorios, me hago acompañar por música y mis libros favoritos.
He visto desde mi ventana como la ciudad se ha ido llenando de altos edificios, afianzando aún más un patriarcado falico que me llena de melancolía al momento de la nostalgia por un Concepción que ya no existe sino en la memoria de los más viejos.
Actualmente escucho música étnica de distintos puntos del planeta, y resulta vitalizante al momento de entender la tremenda descompensacion existente entre el mundo desarrollado y el tercer mundo.
Debo confesar que he experimentado escribir ingiriendo alcohol, y puedo decir que, más allá de un mal o buen poema como resultado, el acto de escribir se vuelve tremendamente relajado y místico ya que las palabras parecieran haber estado aguardando dicho incentivo para ser escritas.
En las paredes de la habitación cuelgan diversas reproducciones de Matta y Dalí, haciendo del surrealismo una de las principales fuentes de inspiración.
Ingrid:
¿Es necesario que el escritor sea comprometido?
Alejandro:
Es absolutamente necesario que no lo sea. Un escritor, un poeta que vende su discurso a los intereses de una ideología, una religión o un grupo organizado, se convierte en un militante manco que no despliega libremente lo que emana de su experiencia personal.
Toda poesía es personal, humana, y el compromiso a terceros termina por hacer desaparecer al poeta a favor de su militancia.
Ingrid:
¿Que estas escribiendo hoy?, ¿Qué proyectos escriturales no te dejan dormir?
Alejandro:
En la actualidad me encuentro corrigiendo una serie de poemas que, inicialmente correspondían a dos libros distintos. Trato, ahora, de fundirlos en uno solo, donde se resume, modestamente, el drama humano del desamor y la soledad.
No es un libro de poemas románticos ni mucho menos, nunca he escrito sobre temas amorosos, y este proyecto en particular tiene la pretensión de ser un espejo para quienes lleguen a leerlo ( si se publica ), y logren, con dicha lectura, comprender los significados mas profundos de la tragedia humana, tal cual es posible encontrarla, por ejemplo, en la ópera.
Hace años que intento el ejercicio de la narrativa sin mayor resultado. En la actualidad he podido avanzar en un borrador, el cual retomo cada cierto tiempo, ya que debo confesar que la narrativa es más difícil de concretar que la poesía. En todo caso la literatura no me quita el sueño, como si lo hace el hombre moderno con sus ambiciones y sueños plásticos.
Ingrid:
¿Qué autores o artistas de otras áreas constituyen tus pilares fundamentales?, y ¿Qué hecho detonó en particular la decisión de ser poeta?
Alejandro:
Sin duda debo mencionar a Roberto Matta como inspirador de una fuerte concepción psíquica de entender el hombre. Podrá parecer extraño para algunos conocedores de su trabajo que me refiera al hombre y no al cosmos como idea central de su obra, pero, al entender de nuestros días, con la vigencia de las teorías cuánticas y sus correspondientes energías vibratorias, su obra está más vigente que nunca.
Walt Whitman es un referente obligado al momento de intentar comprender el camino del poeta. Sus odas a la vida y a la muerte son tremendamente poderosas, más allá de cualquier religión o creencia espiritual. Whitman vivió tal cual iba sintiendo cada día, y es ejemplo, muy pocos poetas pueden decir que han logrado llevarlo a cabo.
Por ultimo, Khalil Gibran, con un existencialismo romántico, influenciado en gran medida por Nietszche, constituye un pilar fundamental en mi manera, no solo de entender la poesía, sino la vida misma.
En particular, y con esto no digo nada nuevo, fue la derrota personal la que me indujo a buscar en la poesía, un consuelo al dolor y también respuestas que desconocía hasta entonces.
La poesía, afortunadamente, se encarga de abofetearlo a uno con la verdad existencial. Allá uno si se convierte en poeta y acepta esta verdad, o bien, bota a la basura el poema de su vida y se dedica a leer libros de auto ayuda y psicología occidental.
Ingrid:
Inicios en la poesía, lecturas que te influyeron o marcaron. Indica la importancia de la lectura.
Alejandro:
Para mí la lectura, en general, ha sido un poco esquiva. Cada vez que he comenzado algún libro, alguna circunstancia intranquilizadora ha impedido finalizarlo. Por lo mismo, con los años, la lectura se ha ido transformando más en un placer que en un aprendizaje.
Los inicios en la poesía están claramente determinados por Whitman y Gibran. Ambos, en sus propios estilos, se convirtieron, por así decirlo, en verdaderas biblias donde veía el reflejo de la vida, que hasta ese entonces, me atravesaba. Sin duda Gibran marcó fuertemente mi corriente humanista, y desde ya puedo agregar, que su obra se encargó, sin intención, de ubicarme en un lugar marginal de la sociedad, tan ajena a la espiritualidad del libanés.
De sus poemas rescato dos o tres que se repiten como mantras dentro de mi cabeza: “La noche y el loco“, y “Fealdad y belleza “, del libro El Loco.
Ingrid:
Cinco libros que recomendarías leer…
Alejandro:
Recomiendo leer a:
• Hojas de Hierba, de Walt Whitman
• Conversación en la catedral, de Vargas Llosa
• Esquizo, de Gonzalo Rojas
• El Aleph, de J.L. Borges
• La Pieza Oscura, de Enrique Lihn
Ingrid:
¿Qué libro te hubiese gustado escribir?
Alejandro:
Me hubiera gustado escribir “La pieza oscura”, de Lihn, ya que refleja todas las sensaciones de la infancia con una perfecta lucidez, sensaciones que vamos perdiendo con los años de adultez.
Ingrid:
¿Cuál es tu relación con los poetas de tu generación?
Alejandro:
Conozco pocos escritores y poetas que pudiera llamar de mi generación, sin embargo, aunque pocos, los hay y muy valiosos, rescatando a Alejandra Ziebrecht, Paulina Ibieta, Ingrid Odgers, Héctor Hernandez, Greta Montero, entre otros. Destaco mi estrecha amistad con Ingrid Odgers, quien ha sido un gran aporte para sacar adelante mi trabajo poético.
Ingrid:
¿Que opinión te merecen los talleres literarios?
Alejandro:
La mejor impresión tengo de los talleres, sobre todo de aquellos donde se vive la libre expresión de las ideas y se estimula a expandir la imaginación a partir de un multi-diálogo sobre las experiencias particulares de cada cual.
Ingrid:
¿Que libros no has podido terminar de leer?
Alejandro:
Me ha resultado difícil terminar Ulises, de Joyce, La vida breve, de Onetti y La naúsea, de Sartre.
Ingrid:
¿Cuáles son, para ti, los poetas chilenos olvidados?
Alejandro:
Pienso que hay dos poetas que no están destacados todo lo que debieran por sus obras, y estos son Pablo de Rohka y Enrique Lihn.
Ingrid:
¿Qué palabras le dirías a alguien que esta comenzando en esto de la poesía o la escritura, alguien que ha decidido ser poeta?
Alejandro:
Es difícil recomendar o aconsejar algo sobre ser poeta o amar la poesía. En general, podría decirse que es un oficio solitario y requiere una actitud poética frente a la vida.
No se escribe para parecer sensible o encantador, se escribe para despertar corazones que puedan, luego, mover el mundo hacia otras direcciones.
Quien ame profundamente la necesidad de cambiar el estado actual de las cosas podría llegar a ser un poeta.
También recomiendo leer algunos escritores imperdibles como Lihn, Borges, Cortazar, Rojas, Whitman, entre otros.
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