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sábado, 23 de mayo de 2009

El arte de la poesía. Poemas escogidos - EZRA POUND

El ARTE DE LA POESÍA

Constantemente repito que se necesitaron dos siglos de Provenza y uno de Toscana para desarrollar los instrumentos que utilizó Dante en su obra maestra, y que fueron necesarios los latinistas del Renacimiento y la Pléyade, además del lenguaje colorido de su propia época, para preparar los instrumentos de Shakespeare. Es de enorme importancia que se escriba gran poesía, pero no importa en absoluto quién la escriba.
Si algo se expresó de una manera definitiva en la Atlántida o en la Arcadia, en el año 450 a. c., o en el 1290 de nuestra era, no nos toca a los modernos decirlo de nuevo ni empañar la memoria de los muertos diciendo lo mismo pero con menos habilidad y convicción.
En cada época uno o dos genios descubren algo y lo expresan. Puede estar solo en una o dos líneas, o en alguna cualidad de una cadencia, y después veinte o doscientos o dos mil o más seguidores repiten y diluyen y modifican.
La gran literatura es sencillamente idioma cargado de significado hasta el máximo de sus posibilidades. Tal como en medicina existen el arte de diagnosticar y el arte de curar, también en las artes, y en las artes particulares de la poesía ... existe el arte de diagnosticar y el de curar. Uno persigue el culto de la fealdad y el otro el culto de la belleza.
La mayoría de los llamados poetas mayores han regalado su propio don, pero el término de “mayor” es más bien un regalo que les hace Cronos a ellos. Quiero decir que han nacido justamente a su hora y que les fue dado amontonar y arreglar y armonizar los resultados de los trabajos de muchos hombres.
En el verso algo le ha sucedido a la inteligencia. En la prosa la inteligencia ha encontrado un objeto para sus observaciones. El hecho poético preexiste.
Los artistas son las antenas de la raza. ... digamos que los escritores de un país son los voltímetros y los manómetros de la vida intelectual de la nación. Son los instrumentos registradores, y si falsifican sus informes no hay límite al daño que pueden causar. El mal arte es un arte inexacto. Es arte que rinde informes falsos.
Toda crítica debería ser admitidamente personal. Al final de cuentas el crítico sólo puede decir “me gusta” o “me conmueve”, o algo por el estilo. Cuando se nos ha mostrado a sí mismo, podemos comprender lo que quiere decir. Todo crítico debería dar información acerca de las fuentes y límites de su conocimiento.
Sugiero mandar al diablo a cuanto crítico emplee términos generales vagos. No sólo a los que usan términos vagos por ser demasiado ignorantes para tener algo que decir, sino también a los críticos que emplean términos vagos para ocultar lo que quieren decir, y a todos los críticos que emplean los términos tan vagamente que el lector puede creer que está de acuerdo con ellos o que asiente a sus afirmaciones cuando de hecho no es así.
Haz que un hombre te diga antes que nada y en especial qué escritores piensa que son buenos escritores; después se pueden escuchar sus explicaciones.
La única crítica realmente viciada es la crítica académica de los que hacen la gran renuncia, que se niegan a decir lo que piensan, si es que piensan, y que citan las opiniones aceptadas... Su traición a la gran obra del pasado es tan grande como la del falso artista del presente. Si no les importa lo suficiente la herencia como para tener convicciones personales, no tienen derecho a escribir.
No hagas caso de la crítica de quienes nunca hayan escrito una obra notable.
Usar tres páginas para no decir nada no es estilo, en el sentido serio de la palabra.
No repitas en versos mediocres lo que ya se haya dicho en buena prosa. No creas que se puede engañar a una persona inteligente esquivando las dificultades del inefablemente difícil arte de la buena prosa mediante el artilugio de fraccionar la composición en versos.
Lo que hoy aburre al entendido aburrirá al público mañana.
Déjate influir por cuantos grandes artistas sea posible, pero ten la decencia de reconocer plenamente la deuda o, si no, trata de ocultarla. Que el aprendiz se llene la cabeza con las mejores cadencias que pueda descubrir, preferiblemente en un idioma extranjero, para que el significado de las palabras tenga menos posibilidades de distraer su atención del movimiento del verso.
No te imagines que algo “saldrá bien” en verso sólo porque resulta pesado en prosa. La poesía es un centauro. La facultad pensante, estructuradora y aclaradora de las palabras debe moverse y saltar con las facultades energizantes, sensitivas y musicales. Es precisamente la dificultad de esta existencia anfibia lo que mantiene bajo el número de buenos poetas de quienes se tiene noticia.
Es cierto que la mayoría de la gente poetiza más o menos, entre los diecisiete y los veintitrés años. Las emociones son nuevas, y para su dueño, interesantes y no hay mucha personalidad o mente que mover. Conforme el hombre, conforme su mente, se vuelve una máquina más y más pesada, una estructura cada vez más complicada, necesita de un voltage cada vez mayor de energía emotiva para adquirir un movimiento armónico... En el caso de Guido, su obra más fuerte se da a los cincuenta. La poesía más importante la han escrito hombres de más de treinta.
Citando mal a Confucio, se podría decir: No importa que el autor quiera el bien de la raza o que actúe simplemente por vanidad personal. El resultado se produce mecánicamente. En la medida en que su obra es exacta, es decir, fiel a la conciencia humana y a la naturaleza del hombre, en la medida en que formula con exactitud el deseo, será duradera y será “útil”, quiero decir que mantiene la claridad y precisión del pensamiento, no sólo para el beneficio de algunos diletantes y “amantes de la literatura”, sino que mantiene la salud del pensamiento fuera de los círculos literarios y en una existencia no literaria, en la vida general comunal e individual.

POEMAS

EL ÁRBOL

Estuve sin moverme, y fuí un árbol en el bosque,
Y supe la verdad de las cosas nunca vistas,
De Dafne y del laurel y de la antigua
Pareja que a los dioses celebraba
Unida, encina-roble, en medio de la campiña.
Sólo cuando los dioses fueron propiciamente
Llamados y atraídos al fuego de su pecho
Pudo obrarse el milagro.
Pues que fuí un árbol del bosque
Y muchas cosas comprendí
Que antes me parecieron inauditas.




UN PACTO

Haré un pacto contigo, Walt Whitman-

Te he detestado ya bastante.

Vengo a ti como un niño crecido

Que ha tenido un papá testarudo;

Ya tengo edad de hacer amigos.

Fuiste tú el que cortaste la madera,

ya es tiempo ahora de labrar.

Tenemos la misma savia y la misma raíz-

Haya comercio, pues, entre nosotros.




PICADILLY

Bellas, trágicas caras-

vosotras que fuísteis lozanas y estáis tan abatidas;

y, oh, las envilecidas, que pudísteis haber diso amadas,

y estáis tan impacientes y borrachas,

¿quién os habrá olvidado?

Oh, caprichosas, frágiles caras, pocas en muchas,

las gruesas, las toscas, las descaradas,

Dios sabe que no puedo compadecerlas, quizá, como

debiera;

pero, oh, vosotras, delicadas, caprichosas caras,

¿quién os habrá olvidado?





A UNA NIÑA

El árbol se ha metido en mis manos,

la savia ha subido a mis brazos,

el árbol ha crecido en mi pecho

hacia abajo.

Las ramas me brotan como brazos.



Arbol eres,

musgo eres,

eres violetas con viento sobre ellas,

una niña -¡tan alta!- tú eres;

y todo esto es locura para el mundo.




LA BUHARDILLA

Vamos, compadezcamos a los que están mejor que

nosotros,

Vamos, amigo, recordemos

que los ricos tienen camareros y no

amigos

Y nosotros tenemos amigos y no camareros.

Vamos, compadezcamos a los casados y a los no ca-

sados.



La aurora entra con pasitos menudos

como una dorada Pavlova,

Y yo estoy junto a mi deseo.

Y la vida no tiene nada mejor.

Que esta hora de diáfana frescura,

la hora de despertarnos juntos.

N. Y.

¡Mi ciudad, mi amada, mi blanca! ¡Ah, esbelta,

Escucha! Escúchame, y yo soplaré dentro de ti

un alma.

¡Delicádamente ante la caña, atiéndeme!



Ahora sí se yo que estoy loco,

Porque aquí hay un millón de gentes con la furia del

tráfico;

Esto no es una doncella.

Ni yo podría tocar una caña si la tuviera.



Mi ciudad, mi amada,

Eres una doncella sin pechos,

Eres esbelta como una caña de plata.

¡Escúchame, atiéndeme!

Y yo soplaré dentro de ti un alma

y vivirás para siempre.



LA TUMBA DE AKR AAR

´Yo soy tu alma, Nikoptis. He acechado

Estos cinco milenios, y tus ojos muertos

No se han movido, ni responden nunca a mis deseo,

Y tus ágiles miembros, en los que yo saltaba ardiendo,

No se queman conmigo, ni con nada azafranado.



Mira, la leve hierba brotó para hacerte de almohada,

Y te besa con sus miles de lengüitas de hierba;

Pero no tú a mí.

Me he cansado de leer todo el oro del muro,

Y mi pensamiento ha agotado todos los signos.

Y no hay nada nuevo en todo este lugar.



Yo he sido buena contigo. Mira, he sellado las jarras,

No sea que despiertes y sollozes por tu vino.

Y todas tus túnicas las tengo asentadas sobre ti.



¡Oh, ingrato! ¡Cómo me olvidaré!

-Aun el río hace tanto tiempo,

¿El río? Tú eras demasiado joven.

Y tres almas vinieron sobre ti-

Y yo vine.

Y corrí dentro de ti, las eché;

He tenido intimidad contigo, conocido a tu modo.



¿No he tocado la palma de tus manos y la yema de

tus dedos?

¿Circulado dentro de ti, y en torno tuyo y de tus

talones?

¿Cómo 'te entré'? ¿No era yo acaso tú y Tú?



Y ningún sol viene a darme descanso en este lugar,

Y me destrozo en la dentada sombra,

Y ninguna luz cae sobre mí, y tu no dices

Ni una palabra, día tras día.



¡Oh! Yo me podría salir, a pesar de los signos

Y todo el trabajo en la puerta hábilmente ejecutado,

Afuera sobre los campos de verdura de vidrio...

Pero aquí es quieto:

No me voy.



LA CAPA

¿Guardas tu rosa intacta

hasta que pase la primavera?

¿Es que esperas el beso de la muerte?

¿Crees que en la tumba oscura

hallarás un amante

mejor que yo ? No te echarán de menos

las rosas nuevas.

Cúbrete con mi capa y no del polvo

que cubre lo pasado.

Ten más miedo del tiempo

que de mis ojos.



CARTA DEL EXILIADO

A So-Kin de Racuyo, mi viejo amigo y Canciller de Gen

Recuerdo cuando me hiciste un bar particular

En el extremo sur del puente de Ten-Shin.

Con oro reluciente y transparentes gemas pagábamos

los cantos y las risas

Y pasábamos ebrios un mes tras otro, sin pensar en el

rey ni los príncipes

Hombres inteligentes venían por el mar y la frontera

occidental

Y con ellos, contigo sobre todo,

Nos entendíamos perfectamente

Y nada para ellos cruzar el mar o las montañas

Con tal de estar en nuestra compañía,

Y hablábamos de todo, sin ocultarnos nada, y sin

pesares

Después fui confinando a Wei del Sur,

Encerrado en un bosque de laureles,

Y tú hacia el norte de Raku-hoku

Hasta no haber entre nosotros más que añoranzas y

memorias comunes

Y luego, cuando era ya insufrible continuar separados,

Volvimos a encontrarnos y fuimos a Sen-Go,

Siguiendo las mil vueltas y remolinos de las sinuosas

aguas,

Hasta un lugar resplandeciente con millares de flores,

Que era el primero de los valles,

Y luego otros mil valles llenos de voces y del rumor

del viento en sus pinares.

Y con sillas de plata y riendas de oro

Salió a encontrarnos el capitán Kan del Este y su

comitiva.

Y vino allí también el verdadero mandamás de Shi-yo,

a darme a mí la bienvenida

Sonando un órgano de boca incrustado de piedras

preciosas

Y en las casas de dos y más pisos de San-Ko nos

obsequiaron más música Sennin,

Con muchos instrumentos, como en un coro de Pichones

de Fénix.

El mandarín de Kan Chu, ebrio, bailaba,

porque sus largas mangas no conseguían estar

inmóviles

Con la charanga de aquella música.

Y yo, cubierto de brocados, me lo quedé dormido sobre

las piernas,

Con el espíritu tan encumbrado que me hallaba en el

séptimo cielo,

Y antes del fin del día nos dispersamos como estrellas

o lluvia.

Yo me tenía que marchar a So, muy lejos todavía aguas

arribas,

Tú regresaste a tu puente del río.

Y tu padre, que era valiente como un leopardo,

Gobernaba en Hei-Shu, y sometió a los bárbaros.

Y un mes de mayo te mandó a traerme,

a pesar de la enorme distancia.

Y con las ruedas rotas y lo demás, fue un viaje duro,

sobre caminos retorcidos como tripas de chivo,

Y yo que caminaba todavía a finales de año

bajo el viento cortante que soplaba del norte,

Y pensaba qué poco te preocupaba el gasto

y tú me preocupabas lo suficiente para pagarlo.

Y ¡qué recibimiento!

Copas de jade oro, platos bien arreglados en una mesa

azul toda enjoyada

Y yo borracho, y sin pensar en el regreso,

Y tú caminabas conmigo hasta el extremo occidental

del palacio

Hasta el templo dinástico, rodeado de agua, un agua

transparente como jade azul claro,

Con canoas bogando, y el son de las armónicas y tam-

boriles,

Y las ondas parecidas a las escamas de los dragones,

remedando el verdor de la yerba en el agua,

El placer prolongado en compañía de las cortesanas,

yendo y viniendo sin estorbos,

Con las pelusas de los sauces cayendo como nieve,

Y las chicas pintadas con bermellón, emborrachándose

por fin al caer la tarde

Y el agua, de cien pies de hondo, reflejando sus cejas

verdes,

-Unas cejas pintadas de verde son para verse bajo la

luna tierna,

Lindamente pintadas-

Y las muchachas cantando y respondiéndose con cantos

las unas a las otras

Bailando en trajes transparentes,

Y el viento alzando el canto, interrumpiendo,

Y zarandeando bajo las nubes.

Pero todo esto tiene fin.

No se vuelve a encontrar otra vez.

Me fui a la corte a presentar examen,

Probé la suerte de Layú, ofrecí el canto Choyo,

Sin lograr promoción

Y regresé a las montañas del Este

con la cabeza blanca.

Y más tarde, otra vez, nos encontramos en el puente

del sur,

Y luego el grupo se deshizo, tú pariste hacia el Norte,

para el palacio San,

Y si tú me preguntas cómo es que siento tu partida:

Tal como caen las flores al terminar la primavera,

Confusamente, en agitado remolino.

¿Para qué sirve hablar? -y hablar no tiene fin,

No tienen fin las cosas del corazón.

Llamo al muchacho,

Lo hago sentarse en los talones aquí a mi lado

A sellar esto,

Y te la envío hasta mil millas de distancia, mientras

quedo pensando.




CANTAR I (fragmento)



Y entonces descendimos a la nave

Pusimos rumbo a las olas, nos deslizamos en el mar divino

E izamos el mástil y la vela sobre la nave oscura

Ovejas van a bordo junto con nuestros cuerpos

Deshechos en llanto, y el viento sopla a popa Impulsándonos a través de las hinchadas velas,

De Circe es la nave, la diosa bien peinada.

Entonces nos sentamos en el puente, con el rumbo fijo,

Y así, con vela tensa, bogamos hasta el fin del día.

(...)

CANTAR XIV

Llegué a un lugar a todas luces mudo...

(lo venni in luogo d’ogi luce muto)

Huele a carbón mojado: políticos ... E, y ... N, que se ata las muñecas a las piernas,

Con el culo al aire,

Con máscaras pintadas en la grupa,
y ojo avizor sobre fondillo plano,

Con un colgante matorral por barba,

Hablando a multitudes con su ano,

Hablando a multitudes en el fango,
son cresas y babosas, acuáticos gusanos,
y con ellos ...R,
escrupulosamente limpia servilleta
Colgada debajo de su pene,
y también ...M

Al cual no le gusta hablar coloquialmente,

Emperifollados pero sucios, con cuellos
rodeando sus piernas,
La piel peluda y, llena de espinillas
saliéndose del cuello,

Aprovechados bebiendo sangre endulzada con mierda,

Y tras ellos ...F, el que da a los financieros
latigazos de hierro.

Y los traidores del idioma,
... N con la banda de la prensa,
Todos aquellos que mienten por provecho,
pervertidos, pervertidores del lenguaje
y aquellos pervertidos que anteponen el dinero

A los placeres de la carne.
... chillidos, como de gallinas en una imprenta,
el traqueteo de las prensas,

Volar de polvo seco y de papel rasgado,
hedor, sudor, peste a naranja vieja,
bosta, último pozo negro de todo el Universo,
un misterioso ácido de, azufre,
los pusilánimes gruñendo,
lanzando joyas en el fango,
y aullando al encontrarlas impolutas,
sádicas madres obligan a sus hijas a follar con viejos,
puercas comiéndose su vientre,
y aquí una placa indica: Imagen de la tierra
y allí: Cambio de personal.

Derritiéndose como cera sucia,
velas podridas, culos en poltrona,
caras hundidas en jamones,
y en el fangal debajo de ellas,
todo al revés: van planta contra planta
y palma contra palma, los agentes provocadores,
los asesinos de patriotas,
y ... H, el gran torturador,
y los fanáticos: Calvino y San Clemente,
represores, usureros del espíritu, escarabajos negros
enterrándose en su propia mierda,
La tierra decrepita y el limo mordido,
erosión y límites perdidos.

Por encima del hedor del infierno
el gran agujero del culo,
reventado de almorranas,
estalactitas pendientes,
grasientas como el aire sobre Westminster,
los invisibles, numerosos ingleses,
en un lugar carente de interés,
última escualidez, decrepitud completa,
los cruzados del vicio, cagándose en la seda,
mientras tiemblan los símbolos cristianos,
fregando con un pito de lata de a penique,
Las moscas trayendo novedades, harpías contagiando mierda.

El fangal de no amables mentirosos,
atascadero de estupideces,
malévolas estupideces, y más estupideces,

el suelo de pus viva, lleno de gusanos,
cresas muertas engendrando cresas vivas,
dueños de los suburbios,
usureros que exprimen ladillas, alcahuetes del estado,
pets‑de‑loup, sentados sobre pilas de libros de piedra,
oscureciendo los textos con la filología,
ocultándolos tras sus personas,

el aire sin refugio del silencio,
guarida de piojos, en dentición,
y sobre todo la falsa oratoria,
eructos por el culo de predicadores.

Y Envidia,

el corruptio, foetor, fungus,
animales líquidos, osificaciones derretidas,
lenta podredumbre, fétida combustión,
colillas de cigarros masticadas, sin dignidad, sin drama,
... M Episcopus, tiembla un condón lleno de escarabajos negros,
monopolizadores, obstructores del conocimiento,
obstructores de la distribución.



CANTAR XV - CON USURA

Con usura no tiene el hombre casa de buena piedra
Con bien cortados bloques y dispuestos
de modo que el diseño lo cobije,
con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia
harpes et lutz (arpas y laúdes)
o lugar donde la virgen reciba el mensaje
y su halo se proyecte por la grieta,
con usura
no se ve el hombre Gonzaga,
ni a su gente ni a sus concubinas
no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa
sino para venderlo y pronto
con usura,
pecado contra la naturaleza,
es tu pan para siempre harapiento,
seco como papel, sin trigo de montaña,
sin la fuerte harina.
Con usura se hincha la línea
con usura nada está en su sitio (no hay límites precisos)
y nadie encuentra un lugar para su casa.
El picapedrero es apartado de la piedra
el tejedor es apartado del telar
con usura
no llega lana al mercado
no vale nada la oveja con usura.
Usura es un parásito
mella la aguja en manos de la doncella
y paraliza el talento del que hila. Pietro Lombardo
no vino por usura
Duccio no vino por usura
ni Pier della Francesca; no por usura Zuan Bellini
ni se pintó "La Calunnia”
No vino por usura Angélico; no vino Ambrogio Praedis,
no hubo iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit.
No por usura St. Trophime
no por usura St. Hilaire.
Usura oxida el cincel
Oxida la obra y al artesano
Corroe el hilo en el telar
Nadie hubiese aprendido a poner oro en su diseño;
Y el azur tiene una llaga con usura;
se queda sin bordar la tela.
No encuentra el esmeralda un Memling
Usura mata al niño en el útero
No deja que el joven corteje
Ha llevado la sequedad hasta la cama, y yace
entre la joven novia y su marido
Contra naturam
Ellos trajeron putas a Eleusis
Sientan cadáveres a su banquete
por mandato de usura.

Nota bene: Usura : gravamen por el poder adquisitivo, impuesto sin tener en cuenta las circunstancias de producción; a menudo sin tener en cuenta siquiera las posibilidades de producción. (De allí la quiebra del banco de los Medici.)

CANTAR XLVII (fragmento)

¡Aquel que aún muerto tiene la mente entera!
Este sonido nació en lo oscuro
Primero debéis ir por el camino
del infierno
Y hasta el antro de la hija de Ceres, Proserpina.
En medio de una negritud temible, para ver a Tiresias,
El sin ojos, sombra, en el infierno
Tan lleno de saber que los de carne firme saben poco a su lado,
Antes de llegar al final del camino.
Conocimiento sombra de una sombra
Y sin embargo iremos en su busca
sabiendo aún menos que las bestias drogadas.
phtheggottietha thasson
Así pues, partamos enseguida...



CANTAR XLIX

Para los siete lagos, no escrito por hombre este poema:
Lluvia, río vacío, un viaje,
Fuego de nube helada, lluvia fuerte en el crepúsculo
Había una lámpara bajo el techo de la cabaña.
Las cañas pesan, dobladas por el viento,
y el carrizal nos habla: parece estar llorando.
Luna otoñal; alzadas colinas junto al lago
contra el sol poniente.
La tarde es como una cortina de nubes,
como mancha sobre ondas, y a través de ella
largas picas agudas del canelo,
fría tonada entre las cañas.
Detrás de la colina la campana del monje
movida por el viento.
Pasó la vela en abril, quizás vuelva en octubre.
El barco se desvanece en plata; lentamente;
fulgor solar solo sobre el río.

Donde una bandera del color del vino recoge el poniente
Ralas chimeneas humean en la luz cruzada.

Llega entonces la costra nevada sobre el río
Y un mundo se cubre de jade
La barcaza se mece como una linterna,
y el agua flotante coagula de frío. Y en San Yin
son gente plácida.
Ocas salvajes se lanzan a la arena,
Las nubes se acercan al agujero de la ventana
Aguas limpias; las ocas siguen su curso en otoño
Los grajos festejan sobre las linternas de los pescadores,
Una luz se mueve sobre el horizonte norteño;
donde los niños levantan las piedras buscando cangrejos;
En mil setecientos vino el Emperador Tsing a estos lagos de las colinas.
Una luz se mueve sobre el horizonte sureño.
¿Debe el Estado para crear riquezas contraer deudas?
Se trata de una infamia; se trata de Geryon
Ese canal todavía conduce a Ten Shi
aunque el viejo rey lo hizo por capricho.

K E I M E N R A N K E I

K I U M A N MA N K E I

JITSU GETSU K 0 K WA

T A N F U K U TA N K A I

Orto; trabajo poniente;
reposo cavar pozo y beber agua
cavar el campo; comer del grano
¿Poder imperial? ¿Qué significa eso?
La cuarta, la dimensión de la quietud.
Y el poder de domar a las bestias feroces

Textos extraídos de las páginas:

"Cubaliteraria"

"Web Islám"

miércoles, 20 de mayo de 2009

Correspondencia entre Zweig y Hesse

Basilea, enero de 1903

Muy estimado señor:

¡No se asuste usted porque, ahora, de repente, le aborde con un saludo y una petición!

Adjunto a esta carta encontrará usted mi librito Gedichte [Poemas], que contiene, entre otras cosas, una traducción de Verlaine. Si algo en este libro resultara de su agrado, le ruego encarecidamente que me regale en reciprocidad su libro sobre Verlaine (los poemas suyos ya los tengo). Me haría muy feliz poseer ese hermoso volumen con una línea de dedicatoria escrita de su puño y letra.

Me proporcionará usted una alegría enorme. Soy ridículamente pauvre y me veo obligado a ir mendigando mis contentos acá o acullá. En esa empresa, sin embargo, he encontrado siempre, por azar, muchos amigos queridos [...]. ¿Tendré la misma suerte con usted?

¿O no?

Le saluda afectuosamente, su devoto servidor,

Hermann Hesse.

Viena, 2 de febrero de 1903

Muy apreciado señor Hesse:

[...] su libro me ha deparado una gran alegría. Se lo agradezco de verdad, desde lo más hondo, y tengo que pedirle también que crea lo que voy a decirle: hace mucho tiempo que tenía la intención de dirigirme a usted [...] He creído siempre en aquella «Liga secreta de los melancólicos» de la que habla Jacobsen en su Maria Grubbe; sostengo también que los que sentimos, en lo íntimo de nuestro ser, cierta afinidad del alma, no debemos permanecer desconocidos los unos para los otros. Conocerle ahora personalmente a usted, a quien estimo mucho desde hace tiempo por algunos versos aislados leídos en revistas, me depara una alegría sincera.

¿Me permite decirle algo sobre su libro? [...] lo he tomado en mis manos y, guiándome por mi sensibilidad más clara y viva, se lo he llevado a algunos amigos para leerles pasajes en voz alta. Con toda sinceridad, me doy cuenta de que, junto a El libro de las imágenes de Rilke, a Der Spiegel [El espejo] de Wilhelm von Scholz y al Adagio stiller Abende [Adagio de atardeceres apacibles], obra de mi querido amigo Camill Hoffmann -libro que, además, siento extraordinariamente cercano-, éste es [para mí] el más querido poemario de este año. Con satisfacción puedo colocarlo junto a los otros libros que me han sido dedicados; y la compañía allí, por cierto, no es nada despreciable [...]. También me gustaría, en cuanto se preste la ocasión, hacer algo por su libro, y hacerlo en una gran publicación, donde sepa que mis palabras no se las llevará el viento.

Recibirá mi Verlaine en unos ocho días. Le pediré hoy mismo a mi editor algunos ejemplares nuevos; he tenido, por cierto, muchas satisfacciones con él, se vende magníficamente bien y espero que, para el otoño, vea la luz una segunda edición, con una tirada de tres mil ejemplares. Quiero, para entonces, añadir su magnífico poema, y le pido que eventualmente me haga llegar otras pruebas.

Y una cosa más: en vista de que ha sido usted, con su fuerza y su desenfado, quien ha roto el hielo, no quisiera que perdamos del todo el contacto. Me gustaría conocer más de usted [...]. No soy un autor de cartas muy fiable [...]. Sin embargo, siempre constituye para mí una dicha poder decirle a algún amigo al que aprecio cosas más íntimas y personales, esas que nos mueven y nos ocupan en lo más profundo; sólo que, en mi caso, esas cartas surgen de manera espontánea: no salen nunca con el próximo correo, sino que tardan a menudo tres semanas o más. Si se atreve usted, en tales circunstancias, a referirme muchas más cosas acerca de su persona, me sentiré satisfecho y hondamente agradecido, y creo que, en ese caso, podrá contar conmigo. Como poeta no me tengo en muy alta estima, y es ésa la razón por la que no dudo jamás en considerarme un ser totalmente superfluo para el mundo, a menos que me valore en mi virtud de ser «amigo de mis amigos». Y tengo la impresión de que podré contarle a usted entre ellos. [...]

Stefan Zweig.

Basilea, 5 de febrero de 1903

Muy estimado señor:

[...] Debido a mi naturaleza inconstante, me resulta imposible establecer acuerdos u obligaciones. Por otra parte, no siento ninguna inclinación hacia los intercambios epistolares de corte literario. A ello se añade que mis ojos, normalmente tan claros e incansables, se muestran muy débiles ante el papel (durante el último año pasé meses sin poder leer ni escribir). Pero, a fin de cuentas, ¡ni usted ni yo pretendemos contraer matrimonio! Aunque no suelo escribir cartas, siempre contará con mi gratitud por cualquier saludo amistoso o cualquier forma de acercamiento personal, y en algunas ocasiones también compartiré con usted, con sumo gusto, alguna pena o alegría. ¡Pero sin regularidad ni reglamentos! ¿Me entiende usted?

De mí hay poco que contar. Aparte de algunos amoríos, mi corazón jamás ha pertenecido a los hombres, sino únicamente a la naturaleza y a los libros. Adoro a los antiguos novelistas italianos y a los románticos alemanes, pero estimo aún más las ciudades de Italia y, mucho más que todo eso, amo las montañas, los ríos, los desfiladeros, el mar, el cielo, las nubes, las flores, los árboles y los animales. Andar, remar, nadar y pescar están para mí por encima de todo. Sólo que no practico nada de eso como deportista, sino como un soñador [...].

[...] Me gusta tratar con los niños, con los campesinos, con la gente de mar, etcétera, y siempre se me puede encontrar empinando el codo en las tabernas de marineros. Siento un horror enorme ante esos lugares a los que se entra con guantes blancos o palabras selectas y, desde hace dos años, me mantengo estrictamente alejado de toda «vida social». Durante la semana trabajo en una pequeña tienda de libros viejos; por las noches leo o juego al billar, y los domingos me pierdo en alguna que otra montaña o valle, siempre en solitario. [...]

Hasta ahora me he librado totalmente de cualquier éxito literario. [...] Para convertirme en folletinista soy en parte demasiado torpe, en parte demasiado orgulloso y, en parte también, demasiado perezoso. La creación, para mí, es siempre goce, nunca trabajo. No obstante, de vez en cuando tengo que hacer cosas de ese tipo para ganarme la vida.

No sé si con esto tiene usted una imagen de mí, ¡uno se conoce tan poco! Por lo demás, no estoy acostumbrado a hablar de mí mismo, y mucho menos a tenerme como tema de conversación. ¡De modo que dese usted por satisfecho! [...]

Hermann Hesse.

Viena, 2 de marzo de 1903

Estimado señor Hesse:

[...] Yo, aquí, también suelo apartarme de los caminos de la literatura. Creo [...] que en el extranjero se imaginan la literatura austriaca como una enorme mesa de café alrededor de la cual permanecemos sentados todos, día tras día. Ahora bien, yo, por ejemplo, no mantengo una relación estrecha ni con Schnitzler, ni con Bahr, ni con Hofmannsthal, ni con Altenberg; es más, a los tres primeros ni siquiera los conozco. Recorro mis caminos por el campo con algunos autores más silenciosos: Camill Hoffmann, Hans Müller, Franz Karl Ginzkey, un poeta franco-turco, el doctor Abdullah Djaddet Bey, y algunos pintores y músicos. Creo que, en el fondo, todos nosotros -y con «nosotros» me refiero a los que sentimos esta afinidad- vivimos de un modo parecido. Yo también he prodigado, y no poco, la vida, sólo me falta ese último desbordamiento: el de la embriaguez. [...]

¡Y para colmo tengo que practicar la ciencia! Ahora trabajo como un demente para acabar el año que viene, de una vez por todas, con lo del título de Doctor philosophiae, y así poder arrojarlo a mis espaldas como si se tratase de unos molestos harapos. Ésta es, tal vez, la única cosa que hago para complacer a mis padres, en contra de mi propio yo. Me siento totalmente aniquilado de tanto quemarme las cejas, algo que sólo interrumpo de vez en cuando para pasar alguna noche de locura, pero nunca para divertirme o liberarme; espero poder imponer en casa el consentimiento para ir en Pascua por diez días a Italia. He aprendido italiano y estoy ávido por ver los cuadros de Leonardo, que sé que me encantarán [...].

Suyo.

Stefan Zweig.

lunes, 18 de mayo de 2009

EL MUNDO DE LA CULTURA LLORA A BENEDETTI



Murió el poeta de los sentimientos, la emoción y las ideas
Mario Benedetti fue uno de los grandes de la literatura latinoamericana. Con un estilo llano, creativo y profundo cautivó a varias generaciones. Tenía 88 años.

Ayer su corazón, corazón coraza, dijo basta en su casa, en su Montevideo, once días después de haber sido dado de alta por una dolencia digestiva crónica que le originó sangrado de colon y una descompensación respiratoria. Había vuelto a su casa, al responder satisfactoriamente al tratamiento médico, en la que fue su cuarta internación hospitalaria durante 2009. Lo velarán hoy en la sede del Congreso de Uruguay.

Así cerró su trato con la vida, a la cual había asomado el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Tacuarembó. Sus padres le dieron cinco nombres: Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno. Por eso le dedicó un poema al hijo que nunca tuvo, prometiéndole un nombre monosilábico.

Un ligero humor, cierta esperanza, una prosa despejada, una atenta mirada sobre el universo de la clase media rioplatense, fueron elementos típicos de su extensa obra. Exiliado y famoso, vivió entre Montevideo, Buenos Aires, Lima, La Habana y Madrid.

Escribió en todos los géneros. Fue cuentista, novelista, dramaturgo, ensayista, periodista, poeta. Publicó más de 80 libros. Sus poemas serían musicalizados e impresos en afiches. Sus novelas y cuentos llegarían a ser películas taquilleras. Sus ensayos --sobre todo Letras del continente mestizo, de 1967-- influirían en las lecturas de miles de jóvenes latinoamericanos. Integró la corriente literaria que en los años 60 fue llamada "nueva literatura latinoamericana" -junto a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, José Donoso, Juan Rulfo, entre otros- que tenía como fórmula los relatos mágicos y el lenguaje ágil, destreza aprendida de los narradores norteamericanos y el periodismo.

El autor de la novela La tregua -150 ediciones y traducida a veinte idiomas, la versión fílmica de Sergio Renán fue nominada al Oscar en 1974- tuvo una infancia y adolescencia muy duras. Estafaron al padre y la farmacia de éste quebró. En 1924 se mudaron a Montevideo. Benedetti hizo la primaria en el Colegio Alemán --aprendió el idioma y el hábito de la puntualidad- hasta que sus padres lo sacaron porque ahí se hacía el saludo nazi. Cursó la secundaria en el Liceo Héctor Miranda --símbolo de la educación laica-- y en 1935 empezó a trabajar en la empresa de repuestos Will Smith, donde fue contador, cajero y taquígrafo.

En 1939 se mudó a Buenos Aires como secretario de la Secta Raumsólica de Logosofía. En esta orilla vivió en pensiones pobres, leía poemas de Baldomero Fernández Moreno en la plaza San Martín y le escribía poemas a su amada de toda la vida, Luz López Alegre, con quien se casaría en 1946. Ella murió en 2006 y desde entonces el escritor no se movió del centro de Montevideo. Sólo salía para ir al cercano bar San Rafael donde almorzaba, acompañado por su hermano Raúl y su secretario, Ariel.

Hacia 1941 el joven escritor volvió a Montevideo con un puesto en la Contaduría General de la Nación, pero se enfermó de tifus. Su amada Luz se atrevió a besarlo en la boca a pesar del tifus y lo conquistó para siempre. En 1945 Benedetti se integró al semanario "Marcha", allí conoció a Juan Carlos Onetti, Angel Rama, Idea Vilariño y otros escritores de la mítica Generación del 45. Allí trabajo hasta su cierre, en 1974, por la dictadura de Juan María Bordaberry.

El regalo de sus bodas con Luz, en 1946, fue un primer libro de poemas, La víspera indeleble, que apenas vendió nueve ejemplares y jamás fue reeditada. En 1948 dirigió la revista "Marginalia" y publicó la primera de sus obras influyentes, el ensayo "Peripecia y novela". Integró la redacción de la revista "Número" y ya era el director literario de "Marcha" pero no abandonaba su empleo público. Uruguay "es la única oficina que ha conseguido el estado de República", decía en 1956 en sus Poemas de la oficina.

Con la publicación de un libro de cuentos, Montevideanos, en 1959, mostró su ojo para captar el mundo de la clase media uruguaya. Y en 1960, con la novela La tregua se hizo famoso.

Se identificó además con los movimientos de liberación, con la izquierda y con la Revolución Cubana.

El golpe de Estado de ese años en Uruguay lo lanzó al exilio. Tras el cierre de "Marcha" se fue a Buenos Aires, de donde escapó en 1975 amenazado por la Triple A. Fue detenido en Lima y en 1976 llegó a La Habana por intermedio de Haydée Santamaría, directora de la Casa de las Américas. En 1980 se trasladó a Palma de Mallorca. Y en 1983, a Madrid. En 1985 volvió a Montevideo para orientar el semanario "Brecha". Llegarían desde entonces muchos honores, como los premios Reina Sofía y Amnesty International, entre otros. Hacia 1994 se difundieron en España recopilaciones de sus poemas y sus cuentos. Los críticos literarios anotaron a Benedetti en el "coloquialismo".

Hasta el fin de su vida continuó defendiendo el socialismo "como esencia". En 1999, cuando ganó el Premio Reina Sofía de poesía, dijo que el siglo XX fue el tiempo "del progreso técnico y científico, egoísmo y vergonzoso desarrollo de la injusticia social. La globalización política y económica está en boca de todos, pero nadie habla de la globalización de la hipocresía y de la frivolidad".

Sus compatriotas lo homenajearon en 2004 cuando recibió el doctorado honoris causa en la Universidad de la República. Ya era un montevideano universal.



http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/05/18/_-01921049.htm


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