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sábado, 10 de diciembre de 2011

FRAGILIDAD COMO ESTÉTICA

Pese a todo no dejamos de asombrarnos de haber vivido este terror infame, esta secuencia de errores fatales, esta vacua ingeniería tecnológica del jaguar americano pregonado a viva voz otrora. La magnitud de la tragedia ha desbordado todos los límites previsibles. Pero existe otra certeza irrefutable, y es que habrá una literatura post 27 de febrero del 2010 en Chile.

"Es en la fragilidad donde la literatura nace viva, ardiente y voraz para elevar un discurso que de cuenta de lo experimentado, de lo observado, transmisión de un aprendizaje que ayude al crecimiento y perfeccionamiento de los sistemas actuales, en especial del cambio imprescindible en el pensamiento valórico del hombre y la mujer, un sanar de las heridas, una terapia poética".

A un mes del desastre telúrico y marítimo, recurrentemente he pensado en la fragilidad del ser, y es que ningún poeta ignora esta frágil esencia tanto física como espiritual. Sabido es que desde el estado más débil y carente creamos nuestras obras en busca del mundo nuevo tal Colón en las Américas o en busca de nuestro verdadero hogar como Ulises navegando en pos del Itaca. Es en este mundo ficticio donde refugiamos nuestra humanidad e hilamos versos y/o prosa en la soledad que anhelamos y buscamos. Entonces no es noticia alguna, no es descubrimiento la fragilidad para el artista, esa conciencia nos acompaña día y noche y han de fulgurar el papel, lápiz y teclado, los infaltables instrumentos en nuestro refugio soñado para instaurar el hábitat en que nos movemos ágiles como peces en el agua para comunicar lo invisible que brota del movimiento de la imagen y el ser.

Pese a todo no dejamos de asombrarnos de haber vivido este terror infame, esta secuencia de errores fatales, esta vacua ingeniería tecnológica del jaguar americano pregonado a viva voz otrora. La magnitud de la tragedia ha desbordado todos los límites previsibles. Pero existe otra certeza irrefutable, y es que habrá una literatura post 27 de febrero del 2010 en Chile, tal como el autor Elias Khoury (1), novelista y dramaturgo libanés, manifestó en una entrevista en relación a la guerra: “En una situación así sólo pueden ocurrir dos cosas: o se despoja uno de toda huella de humanidad, insensibilizándose ante lo que vemos, o el horror circundante exacerba nuestra sensibilidad haciéndonos creer que la existencia es un completo sinsentido”. Y ¿es que acaso esto no nos ha parecido una verdadera guerra?.

Ya lo dijo el escritor libanés: “La buena literatura es un tributo a la fragilidad humana, a la muerte”. Ha de haber entonces literatura post-terremoto y post- maremoto, quizás muchos han nacido a la escritura en sólo casi tres minutos en la región del BioBio del 2010.

Así como Elías Khoury, tenemos el deber como escritores, como intelectuales y seres humanos hacer saber al mundo lo que ha ocurrido, que la preocupación por las transacciones comerciales no nos desvíe de nuestro afán primero. Es en la fragilidad donde la literatura nace viva, ardiente y voraz para elevar un discurso que de cuenta de lo experimentado, de lo observado, transmisión de un aprendizaje que ayude al crecimiento y perfeccionamiento de los sistemas actuales, en especial del cambio imprescindible en el pensamiento valórico del hombre y la mujer, un sanar de las heridas, una terapia poética. Nos hablará cada piedra, ladrillo, clavo o madera y cada hombre, mujer y niño nos contará el secreto, o nos entregará la llave. Habrá de develarse el sótano de aquel edificio derrumbado o los restos de casas devastadas traerán el mensaje cuya voz quiere elevarse.

Lo decía Bacon: “Ahora el hombre se da cuenta que es un accidente, un ser completamente fútil”. El artista, devela esa contradicción que está en lo más profundo del ser humano. En 1933 hace la primera de una larga serie de imágenes de la Crucifixión. La verdad es que pocos han mostrado la cruz con la violencia y brutalidad que lo hace Bacon. La exposición arranca con Tres estudios para figuras de una Crucifixión del 44. Sus crucificados son un amasijo de carne humana ensangrentada, colgado en cruces en forma de T. El retorcimiento y dramatismo de estas figuras, ha hecho pensar a muchos en el Guernica de Picasso, pero reflejan la fragilidad de la naturaleza humana. Su grito es el clamor de una humanidad perdida, que con Bertrand Russell confiesa: “El centro de mí es siempre y eternamente un extraño dolor salvaje, una búsqueda de algo situado más allá de lo que el mundo contiene, algo transfigurado e infinito”. Todos podemos identificarnos con la desesperanza de Bacon, porque no hay nadie que no haya vivido “sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12).

Una historia concluyó, una historia se inicia, nacida de la fragilidad extrema, del dolor indescriptible, de la angustia. Uno de los retos como creadores, es intentar encontrar una explicación a la conducta humana ante situaciones catastróficas a través de la literatura. No hay alternativa, es nuestro camino.

Distinguimos a su vez -como con la finalidad de ofrecer una nueva perspectiva de las relaciones sociales- la literatura Gore, que trabaja los temas tradicionales de la literatura (amor, odio, abandono o muerte) con un punto de vista diferente. Utiliza como estrategia estética el fracaso de las relaciones sociales. Por esta razón, los motivos literarios de los escritores de este género son el sadismo, el canibalismo, el asesinato, la tortura, el morbo o la necrofilia. El principal objetivo que tienen los creadores es enfrentar a los hombres con una verdad universal e innegable: la fragilidad de nuestra existencia, empleando como medio el cuerpo humano. Entonces, esos mismos temas cumplen con el objetivo de demostrarnos que la vida, de por sí fugaz, puede acortarse aún más por causas fuera de nuestro control (2).

Para conseguir ese fin estético, diversos artistas centraron su descripción visual y verbal en la violencia extrema, dicha decisión es uno de los detonantes que propició el nacimiento del género Gore. La mayor parte de las producciones creadas bajo esa concepción son habitualmente censuradas por su contenido gráfico, aunque irónicamente es el medio que eligieron para impactar al lector/espectador y hacerlo consciente de su propia fragilidad.

Como parte del objetivo de transmitir el mensaje claro y directo al lector/espectador, los productores del Gore, escritores y cineastas ambientan sus textos y grabaciones en espacios cotidianos, como son el hogar, hoteles y/o mall, de esta forma crean el sentimiento de inseguridad y fragmentan toda armonía que el marketing y las agencias publicitarias conceden a los espacios de esparcimiento. Al mostrar esos lugares como carnicerías improvisadas por fríos asesinos, los escritores obligan a sus lectores a interiorizar y ocupar el lugar de la víctima, ya que gracias a lo familiar de los escenarios donde transcurre la novela, el lector inconscientemente entra en la trama al considerar que podría estar en una situación similar en cualquiera de sus paseos dominicales.

En literatura, la vertiente narrativa denominada Género Negro ha adquirido los elementos del Gore para cuestionar las relaciones entre los seres humanos.

Después de todo, la estética propuesta por la literatura Gore es llana: el ser humano carece del sentido de la supervivencia. Las novelas tienden a crear una atmósfera que sofoca al lector con narraciones detalladas e imágenes violentas, así nos recuerda que la inmortalidad está basada en el deseo de olvidar que la muerte acecha detrás de cada segundo.

Nada más propicio a los tiempos que nos ha correspondido vivir en el último mes: un verdadero desafío a la literatura.

Por: Ingrid Odgers Toloza

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