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viernes, 23 de junio de 2017

Rodolfo Fogwill escritor y sociólogo


1) Fogwill es el mejor porque escribía contra





Fogwill es el mejor escritor argentino del último tercio del siglo XX porque escribía contra. Siempre en contra de algo. Si hubiera que sintetizar, podría decirse que Fogwill escribía contra el poder del sentido común, contra la estupidez de los medios de comunicación, contra la mezquindad, el pajueranismo y el servilismo de los actores del campo intelectual, literario, periodístico. Hoy escribiría contra Facebook que es el imperio de la banalidad, contra las residencias de escritores parásitos sociales en Iowa, contra las políticas culturales, contra la programación de Nacional Rock, contra las Ferias del Libro internacionales, contra el consenso gestionalista y la profundización del capitalismo de amigos que se viene, y, probablemente, entre otras cosas, contra eventos como este.

2) Fogwill es un escritor sociólogo

Pero todo escribir contra no puede escindirse de un escribir sobre. Fogwill escribía sobre las fuerzas sociales. O sobre la relación entre las fuerzas sociales y las instituciones que irradian poder. Por eso, Fogwill era un escritor sociólogo. A diferencia de las letras, que se interrogan por el discurso, la sociología es una disciplina que se pregunta por el poder. Claro que ambas instancias, poder y discurso, son difícilmente separables. Pero hay un orden de prioridades. Una episteme. Las preguntas que generaba la escritura de Fogwill estaban siempre mirando al poder. Sus preguntas podrían ser:¿Cómo se hacen lengua las fuerzas sociales? ¿Qué circuitos entre la lengua, el futuro y el poder? Su obsesión con los idiolectos sociales, cierta veta lo que ahora podría pensarse como “etnográfica” en la escritura de Fogwill, tienen que ver con ese tipo de preguntas.

3) Los libros de la guerra es un manual anti “políticas culturales”





Los libros de la guerra son, quizás, una de las obras más importantes de Fogwill. Esa escritura ansiosa, casi de trinchera, ese escritor que evoca y aguijonea, invitan al lector a la experiencia sensible de sumergirse en el devenir de un pensamiento. Y sacan a la luz la obsesión de Fogwill con un tema que hoy, que declaramos que la socialdemocracia representativa es el único sistema político posible aunque compramos la promesa vagamente horizontalista de Internet, que rezamos el credo del desarrollismo con un mercado interno de cuarenta millones de habitantes, es central a la hora de pensar el estatuto del “arte” o de la “literatura”. Los libros de la guerra podrían ser leídos como un extenso y desordenado manual para pensar qué nos venden cuando nos hablan de políticas culturales. En su labor literaria Fogwill se permitía invertir la pregunta del márketing sobre “cómo vender” en “qué nos están queriendo vender”. ¿Qué rol tiene la cultura en un proyecto político? ¿Qué rol tiene lo cultural en la vida cotidiana? En contra de las ideas de entretenimiento y fomento a la industria que sostiene el populismo de derecha, en contra del horizontalismo achatante que propone el populismo de izquierda y en contra del misticismo pequeñoburgués formalista de centro cultural  propio de la carrera de letras, la propuesta de Fogwill se orientaba a que la cultura adquiriese un estatuto vivo. Donde su vitalidad se vinculase a las posibilidades de destruir a las instituciones para conformar otras nuevas. Esa cadencia entre vitalidad y reflexión es la cuerda eléctrica que atraviesa a la obra de Fogwill.

4) Leer mal a Fogwill es tomarlo al pie de la letra

Fogwill fue un pedagogo romántico que cayó en la trampa de la poesía. La industria editorial y sus negocios con la prensa, el sistema audiovisual en oposición al pensamiento, la poesía como laboratorio del lenguaje. Estas tres obsesiones presentes en el recorrido biográfico de Fogwill requieren de una revisión urgente: la industria editorial sigue siendo la misma porquería de siempre, aunque se sumaron las editoriales de buena conciencia, pulularon las editoriales pequeñas dependientes de sus limitaciones intelectuales y los triunfadores del “proceso” contribuyen a través de festivales y mecenazgos, en un pintoresco retorno a la sociedad cortesana. La literatura entendida como disciplina y como industria es un paradójico commodity mayormente administrado en el país por pequeños comerciantes –distribuidores y librerías-, una excusa de las grandes editoriales para mantener sus beneficios. O una carta de presentación para que el Estado y sus amigos hagan negocios de turismo o exportaciones en ferias y festivales, con alguna participación de la filantropía internacional. Basta decir que su principal problema es la piratería en internet, señal de que se trata de un negocio moribundo. La prensa, los suplementos culturales, aunque consiguieron seguir con sus negocios, son poco significativas y quizás por eso están impregnadas del triunfo de la tradición de los marginales, las literaturas menores, los pequeños experimentos íntimos, la falta de ambición. Claro que eso no mejoró el estándar de lo que se escribe, sino que lo volvió intimista y reaccionario, como era de preveer. El proyecto cultural de Fogwill fracasa porque se arraiga en una estructura del sentir defensiva y asustada que, como Fogwill en su inmadurez, como Fogwill mucho antes de obtener la beca Guggenheim, se basa en la creencia de que es suficiente escribir para un pequeño cenáculo de lectores virtuosos, en una extraña formulación de la teoría del derrame o de la conversión para las sectas místicas del medio oriente. El sistema audiovisual, embrutecedor o no, se amalgamó en un ecosistema animal-social que incluye la escritura permanente en medios de comunicación digital. Esta escritura online condena a la poesía, por su parte, a convertirse en pequeño circuito autonomizado y autista cuyas prácticas sociales tienen muy poco que ver con la ética que pregonaba Fogwill, entendida como responsabilidad ante uno mismo. Nadie que lee poemas a media luz en un centro cultural mugroso ama a su prójimo, nadie que autoedita su plaqueta en papel se ama a sí mismo. La poesía deviene arcaica, e imaginar sus correas de transmisión con el discurso social se convierte en una tarea tan urgente como determinar la sexualidad de los ángeles. Leer mal a Fogwill, entonces, es tomar su relación con la industria editorial, con la poesía y con el sistema audiovisual al pie de la letra.


5) Fogwill no era un humanista sino un mutante

Fogwill era un escritor que, desde la pregunta por los pactos, los murmullos del poder, desde el sedimento antropológico que constituye la lógica del rumor y del secreto, se deslizaba hacia una estética vinculada a lo biológico. A veces, y ahora voy a permitirme algo de misticismo, leer a Fogwill es como acceder a una suerte de genoma del lenguaje. Cada libro de Fogwill propone leer una composición social desde la mirada no de un científico, sino desde la percepción corporal, sensible, de una suerte de mutante alucinado. Se trata de un mapa con zonas ásperas y deformes, con figuras tan hermosas como perturbadoras. Horacio González lo comparó a un Cyber-alquimista y un humanista que busca la experiencia sensible más allá de la manipulación técnica. Pero yo prefiero pensarlo desde la figura del mutante: pensar a su antropología del lenguaje menos como una excavación en los despojos, que como una cartografía de las nuevas contaminaciones. Desde la trinchera, Fogwill pensaba al amor como un fenómeno impuro y desordenado, un virus, cuya sintaxis era muy similar a la de la guerra. Un orden de la guerra que, en la Argentina, parecería sustentado en una guerra sucia, y tenía, en Fogwill, inoculado el virus del amor.


6) Fogwill nos dejó un croquis para pensar el escritor del futuro

Leer mal a Fogwill es también traerlo al presente como un francotirador, o sea como un bufón de comportamientos excéntricos y levemente misóginos, como un donante compulsivo de anécdotas personales, o como un lingüista intuitivo, ligeramente salvaje. Esa tarea queda para los mistificadores, el “periodismo narrativo”, los poetas de la nada. Para los gestores turístico-literarios chupamedias de lo que está bien. Creo que es más sugestivo pensar a Fogwill como un croquis para imaginar al escritor del futuro. Prefiero pensar al escritor del futuro menos como un artista que como un sociólogo, y Fogwill fue eso, más sociólogo que artista. Fue un sociólogo de trinchera, por fuera de los referatos del Conicet y del miserabilismo de las políticas sociales. Fogwill fue un antiprogresista anarquista avant la lettre, desde ya mucho más inteligente que los antiprogresistas de Twitter. El escritor sociólogo del futuro, como Fogwill, tendría como misión un doble movimiento de carcomer lo existente y delinear lo que viene. Para ello, el pensamiento crítico tiene que combinarse menos con el posibilismo que con la disposición utópica. Ese es el sentido del cinismo que Fogwill ejercía.





7) Fogwill fue un escritor anti corporaciones

Fogwill fue un escritor de sutil ciencia ficción. Prefiguró una literatura que cruce una crítica del lenguaje con una narración del consumo y de los secretos de lo político. Bajo este prisma, Fogwill es un sociólogo de la lengua oculta de las organizaciones, es decir, un escritor político. Fogwill trazó una agenda: hablar de las ruinas de futuros imposibles, pensar a las marcas y a las corporaciones como nuestros dioses.


8) Fogwill, nuestro gran escritor antimoderno

El cánon no es otra cosa que una correa de transmisión entre a) las erráticas rencillas de los eruditos y su deseo histérico e impotente de ser aceptados e incomprendidos por el público, o por lo que queda de él, yb) el mercado. Fogwill, escritor lateral, maldito por desesperación, merece un lugar un tanto más central que el que poseen otros dos escritores vivos que, con proyectos en muchos puntos antitéticos, encarnan y producen a la vez posiciones dominantes y regresivas. Para decirlo de modo brutal, si César Aira es el gran escritor posmoderno –en el sentido de frívolo pero también de acreedor consecuente de las paradojas de la modernidad-, y si Ricardo Piglia es el gran escritor moderno –en el sentido en que puede ser moderno un intelectual periférico cuya subsistencia depende en gran medida de esa franquicia llamada Borges-, Fogwill viene a declarar banal la oposición que fundamenta sus estéticas. En esta cartografía, que podría representarse a través de uno de esos mappings tan afines a los que trabajan en investigación de mercado, Fogwill ocuparía la posición del escritor antimoderno. No se trata de un antimodernismo antitécnico, y creo que Fogwill dio bastantes pruebas de no estar en contra del avance tecnológico –Los Pichiciegos como una novela sobre los efectos de una guerra en desventaja tecnológica sobre los cuerpos y el discurso-, sino de un antimodernismo expresionista y corrosivo sustentado en una poética de la anticipación cuyo primer momento es el desvelamiento. Más similar al de Arlt que al de Martínez Estrada.


9) Aquellos que quisieron correr a Fogwill por “izquierda” o por “derecha” fracasaron

Escribir a Fogwill por izquierda, entonces, se trataría menos de extremar sus procedimientos llevando su poética hacia un non-sense ocioso y aletargante, que de nutrirlo de los actuales horizontes suscitados por los cruces contemporáneos entre la técnica y la biología, y por interrogar a un sistema de corporaciones y actores que, tras la supuesta superación del ciclo de stop and go, se encuentran en metamorfosis. Jorge Asís, otro escritor antimoderno, opera como un laboratorio viviente de la escritura de Fogwill por derecha. Fosilizado y en involuntaria autoparodia, el lenguaje en Asís expresa el atascamiento de una imaginación incapaz de superar una lectura de lo social como un tablero de juego para estructuras partidarias arcaicas y actores sociales en declive. La gran maldición del setentismo y su lectura sobre las clases sociales, que Fogwill no se cansaba de evitar. Pero, al mismo tiempo, Asís muestra una especial sensibilidad para tematizar la dinámica bélica del ascenso social, del rapiñaje organizacional y del enanismo cultural de los escritores. Problemas a los que la escritura de Fogwill no era ajena.

10) Los Pichiciegos declara obsoletas a las crónicas periodísticas que padecemos


La poética de Fogwill, que soltaba sus cosas en internet como una suerte de ejercicio de terrorismo amoroso, que se enfrentaba a sus editores porque en primer lugar los consideraba incapaces de leer, se nutría de una urgencia y un deseo de intervención que permiten pensarlo como un precursor de cierta inmediatez digital. Probablemente la época lo protegió de ciertos deslices. Pero existe en su escritura una vocación anti-acumulativa que tiene las huellas de lo contemporáneo, una contradicción entre reflexión e inmediatez, la desesperación por “pasar datitos”, por “que no lo tomasen por boludo”. Sin embargo, la mayoría de sus libros son perfectamente legibles hoy. Fogwill fue el mejor cronista. Inventó Los Pichiciegos en base a una investigación sobre el habla social. Un murmullo que recogía de su vida profesional y cotidiana. Importa poco si Los Pichiciegos fue escrito en dos días y con una cantidad X de cocaína. Las premisas de la crónica y del “periodismo narrativo”, su transparencia, su clasismo, su “ir detrás de los hechos”, su llamado superficial al moralismo y a una complejidad de bajo vuelo, lo hubieran espantado, le hubieran parecido una estupidez ///PACO

miércoles, 29 de octubre de 2014

BIPOLARIDAD Y GENIO POÉTICO

Ya hemos hablado de las enfermedades que han padecido algunos autores, específicamente de la epilepsia e incluso de ciertas rarezas auténticas que han girado en torno a la vida de algunos de ellos.

Como las enfermedades mentales son una de los aspectos de la salud que más me interesan, hoy he preparado un texto sobre el trastorno bipolar, para dar a conocer a varios autores que lo padecían y mencionar en qué parte de su obra puede verse reflejado el mismo. Espero que les guste.

¿Qué es el trastorno bipolar?

El trastorno bipolar es una enfermedad muy antigua, pese a que durante varios siglos no tuvo un nombre y se la conocía como la enfermedad silenciosa, escondida detrás de diagnóstico como depresión, locura o paranoia.

Los síntomas de esta enfermedad son episodios claramente diferenciados con períodos de humor cambiantes (período depresivo, período normal, período maníaco). En general no se conoce un patrón claro que delimite cada uno de estos períodos o de qué forman se alternarán, incluso en algunas personas cada período puede llevar horas, meses o incluso años.

No se sabe a verdaderamente cuál es la etiología de esta enfermedad, sin embargo muchos especialistas se inclinan a afirmar que se debe a un desorden bioquímico que puede tener raíces genéticas o hereditarias y que es desencadenada a partir de factores externos.

El riesgo más importante de esta enfermedad es que, una persona que padece este trastorno en un período de angustia o ansiedad podría ser llevada al suicidio; de hecho, un 20 por ciento de los que la padecen se suicidan y alrededor de la mitad de todos ellos, lo intenta.

Es un mal muy presente entre los artistas (músicos, pintores, escritores) muchos de los cuales se quitaron la vida, posiblemente como consecuencia de los temores y experiencias que despertara en ellos este trastorno.



La enfermedad y la literatura

En la literatura existieron muchos autores que padecían este trastorno, entre los que podemos nombrar a incuestionables hombres de las letras como lo fueron Tolstói, Faulkner, Virginia Woolf, Juan Ramón Jiménez e incluso José Agustín Goytisolo. Muchos de ellos fueron diagnosticados con psicosis maníaco-depresiva, nombre que entonces recibía la actual bipolaridad. Y existen muchos otros nombres e historias que aún no se han desvelado.

En el caso de Juan Ramón Jiménez, él mismo escribió que fue cautivado por una ola de melancolía que le impedía ver más allá, se sentía triste y desesperado al punto de desear la muerte y estar a punto de suicidarse en varias ocasiones.



La familia Hemingway

En la familia Hemingway existen varios casos de suicidio. El padre de Ernest Hemingway se voló la cabeza cuando el futuro escritor tenía unos pocos años de vida; éste conservó la pistola utilizada por su padre y hablaba de ella con cierta sorna. Su trastorno bipolar lo llevaba desde extremos absolutamente opuestos, de la euforia manifiesta a la clara misantropía. Se quitó la vida el 2 de julio de 1961.

Posiblemente, las mismas razones que llevaron a su padre a volarse los sesos fueron las que motivaron a Ernest y, varios años más tarde, a su nieta, Margaux (también era bipolar y se refugiaba en el alcohol para hacer más llevadera la existencia), quien escogió el 1 de julio de 1996 para quitarse la vida, como una fecha simbólica, esta vez de una forma menos brusca, tal vez, una sobredosis de fenobarbital.

Uno de los aspectos curiosos en el trastorno de muchos bipolares, que también se notaba en Ernest, es que la luz funciona como un poderoso antidepresivo, mejorando su estado de animo y llevándolos a experimentar una leve esperanza en sus desesperados pensamientos.



Sylvia Plath, su poesía y el suicidio

Si nos fijamos en la vida de Sylvia Plath, una de las poetisas más extraordinarias de la poesía confesional que ha dado Estados Unidos, podemos comprender en qué grado el enfermo es incapaz de dominar sus propios sentimientos, sus ideas le corroen, lo llevan a límites que posiblemente no creía poder alcanzar (Virginia Woolf, reconociendo que una nueva crisis estaba al acecho decidió quitarse la vida, creyendo que no podría pasar por lo mismo una vez más).

En el caso de Plath, después de la ruptura con su esposo, Ted Hughes, que la llevó a un período de tristeza y soledad casi insoportables, su vida se terminó una mañana en la que abrió el horno de la cocina de su casa de Londres y metiendo la cabeza dentro, le dio fin.

Cabe aclarar que su suicidio no tiene que ver con un desengaño amoroso, como muchos creen, sino más bien de esa sensación de ser abandonada, sensación que la perseguía desde la muerte de su padre, cuando la poetisa tenía tan sólo 9 años. Su angustia rozaba los límites imaginables por cualquier ser humano, en su diario dejó escrito:


¿Genio o padecimiento?

Posiblemente para alguien que no haya sufrido de un trastorno semejante o no haya vivido de cerca los estragos que las enfermedades mentales hacen en las personas, todo esto suene a historia dramática o exagerada, sin embargo y lamentablemente, no es así.

La mente juega con nosotros y a algunos les ha tocado soportar angustias que el resto de los mortales jamás podremos ni siquiera imaginar; muchos de estos enfermos escogieron la literatura u otra arte para expresar sus sentimientos más profundos y poner en palabras los daños que este trastorno les provocaba, para muchos la literatura fue la salvación pero para muchos otros tan sólo un refugio fugaz e insuficiente.

En un extenso artículo sobre el tema, Rafael Narbona, dejó en el aire ciertas reflexiones que me han resultado sumamente interesante. Expresaba que dadas esas características que este trastorno tiene que lleva a que tengan lugar en el cerebro asociaciones algo irracionales, ideas poco claras y una disfuncionalidad de todo lo establecido por norma, no es de extrañar que ciertos autores, como Faulkner o incluso Alejandra Pizarnik hayan tenido una habilidad incuestionable para presentar obras que trascenderían su tiempo y que se convertirían en exquisitas experiencias artísticas jamás comparables.

Y todo esto lo llevaba a preguntarse si tendrían razón Nietzschey Hölderlin al decir que el dolor es lo que nos hace profundos y si las únicas obras que realmente merecen la pena son aquellas capaces de mostrar una experiencia del dolor. Y concluye diciendo algo que me parece ideal para alumbrar este párrafo, dice:



La depresión maníaca está tocando mi alma. Sé lo que quiero pero simplemente no sé como aceptar el conseguirlo.”
-Jimi Hendrix (Músico)

No hay genio que no tenga parte de loco.
-Aristóteles (Filósofo)

“La locura es relativa. Depende de quién ha encerrado a quién en qué jaula.”
Ray Bradbury (Escritor)

“Si un hombre llega a las puertas de la poesía sin haber sido tocado por la locura de las musas, pensando que su buen técnica le hacen ser buena poeta, él y sus rectas composiciones alcanzarán la perfección, pero acabarán eclipsadas por las obras del loco inspirado”.

Decide si soy un técnico experto o un loco inspirado en este video.

-Platón (Filósofo)

“Lo que hay delante de nosotros y lo que hay detrás de nosotros importa poco comparado con lo que hay dentro de nosotros”.

-Ralph Waldo Emerson (Escritor, filósofo y poeta)

“El desorden bipolar puede ser un gran maestro. Es un reto pero puede hacerte ser capaz de hacer casi cualquier cosa en tu vida”.

-Carrie Fisher (Actriz)

 “Estoy muy feliz porque hoy encontré a mis amigos. Están en mi cabeza. Soy tan feo. Pero no pasa nada porque tú también. Hemos roto nuestros espejos. Domingo por la mañana. Por mí lo es cada día y no tengo miedo. Enciende mis velas. Aturdido porque hoy encontré a Dios”.

   
-Nirvana (Grupo de música)
“Locura es pensar en demasiadas cosas demasiado rápido o en una demasiado exclusivamente”.

-Voltaire (Científico)

“Si Winston Churchill hubiera sido un hombre estable y equilibrado no habría podido inspirar a la nación. En 1940, cuando todo estaba en contra, un líder juicioso habría admitido la derrota”.
– Anthony Storr (Psiquiatra)

 “Hay un tipo concreto de dolor, miedo y soledad relacionado con este tipo de locura. Cuando estás arriba es tremendo; las ideas y sentimientos vuelan como estrellas fugaces. Pero en un momento todo cambia. La ideas son demasiadas y demasiado veloces. La confusión reemplaza a la claridad. Todo lo que antes te impulsaba ahora se pone en contra, estás irritable, asustado e incontrolable. Nunca termina ya que la locura acaba tallando su propia realidad”.

-Kay Redfield Jamison (Escritora y psicóloga)

lunes, 14 de enero de 2008

Rita Levi Montalcini: Premio Nóbel de Medicina




La Dra. Rita Montalcini, que tiene hoy 98 años, recibió el Premio Nóbel de Medicina hace 21 años cuando ella tenía 77 años.

Ella nació en Turín ,Italia, en 1909 y obtuvo su título de Médico especializada en Neurocirugía.

Por causa de su ascendencia judía se vio obligada a dejar Italia un poco antes de comenzar la II Guerra Mundial. Emigró para los Estados Unidos de Norteamérica donde trabajó en el Laboratorio Víctor Hambueger del Instituto de Zoología de la Universidad Washington de San Luís.

En el año de 1951 viajó a Brasil para realizar experimentos de cultivos in Vitro en el Instituto Biofísico de la Universidad de Río de Janeiro, donde en diciembre del mismo año, la investigadora consiguió identificar el factor de crecimiento de las células nerviosas ( Nerve Growth Factor, conocido como NGF). Este descubrimiento le valió a ella, en el año de 1986, el Premio Nóbel de Medicina, junto con Stanley Cohen.

Entrevista el 22/12/2.005:

¿Cómo va usted a celebrar sus 100 años ?

Ah !!. No sé si viviré hasta esa edad, y además no me gusta las celebraciones. Lo que yo estoy interesada y me gusta es lo que hago cada día.

¿Y qué es lo que hace cada día ?

Trabajo para ofrecer becas de estudios para las niñas africanas para que estudien y prosperen ellas y sus países. Y sigo investigando y pensando.

¿Y cómo está su cerebro ?

Igual que cuando tenía 20 años ¡ No noto la diferencia en cuanto a ilusiones y capacidad. Por ejemplo, mañana voy para un Congreso Médico.

¿Pero tendrá alguna limitación genética?

No, mi cerebro va a tener un siglo…pero no conoce la senilidad…El cuerpo se arruga, no lo puedo evitar, más no mi cerebro!

¿Cómo usted hace eso ?

Poseemos gran plasticidad neural : cuando mueren las neuronas, las que restan se reorganizan para mantener las mismas funciones, pero claro para eso es necesario estimularlas !

¿Cómo , ayúdeme a hacerlo…

Mantenga su cerbero con ilusiones, altivo y haga que trabaje pues así nunca degenera.

¿ Y vivirá más años ?

Vivirá mejor los años que viva y eso es interesante. La clave es tener curiosidad, empeños y pasiones.

¿ La suya fue la investigación científica ?

Y sigue siéndolo…

¿Descubrió cómo crecen y se renuevan las células del sistema nervioso ?

Si, en 1942 le dí el nombre Nerve Growth Factor (Factor de Crecimiento Nervioso, NGF), y durante casi medio siglo hubo dudas acerca de mi descubrimiento, hasta que fue reconocida su validez en 1986, y por eso recibí el premio.

¿ Cómo fue que una niña italiana en los años 20 se convirtió neuroccientista ?

Desde pequeña tuve el empeño de estudiar. Mi padre quería que me casara bien, que fuese una buena esposa, una buena madre…Yo no quise y fui firme al confesar que quería estudiar.

¿ Y su padre se desilusionó ?

Si, pero yo realmente no tuve una infancia feliz. Me sentía fea, tonta y poca cosa. Mis hermanos mayores eran muy brillantes y yo me sentía inferior.

¿Seguro que eso fue un estímulo ?

Mi estímulo fue también el ejemplo del Médico Albert Schweitzer. Que estuvo en África ayudando con el asunto de la lepra. Deseaba ayudar a los que sufren, ese fue mi gran sueño!

Y Ud. lo realizó con sus ciencia…

Y hoy ayudo a las niñas del África para que estudien. Luchamos contra las enfermedades y contra la opresión de las mujeres en los países islámicos, además de otras cosas.

¿La religión frena el desarrollo cognitivo ?

La religión margina muchas veces a las mujeres en relación a los hombres, afectando a su desarrollo cognitivo, pero algunas religiones están tratando de corregir esa posición.

¿Existen diferencias entre el cerebro de la mujer y de los hombres ?

Solamente en las funciones cerebrales relacionadas con las emociones, vinculadas al sistema endocrino. Pero en cuanto a las funciones cognitivas no existe diferencia alguna.

¿Porqué todavía existen pocas mujeres científicas?

No es así…muchos descubrimientos científicos se atribuyen a los hombres, pero realmente fueron hechas por mujeres…

¿Es verdad ?

La inteligencia femenina no es admitida y se deja en la sombra. Hoy felizmente hay más mujeres que hombres en la investigación científica, como si fuesen las herederas de Hipatia ¡

La sabia Alejandrina del Siglo IV…

Ya no vamos a terminar asesinadas en las calles por los monjes cristianos misóginos como fue ella. Claro, el mundo parece que ha mejora en algo…

¿Nadie ha intentado asesinarla a usted ?

Durante el fascismo Mussolini quiso imitar a Hitler al perseguir a los judíos. Yo tuve que ocultarme por un tiempo, pero no dejé de investigar : tenía mi laboratorio en mi cuarto. Y descubrí posteriormente la muerte programada de las células.

¿Porqué existe un alto porcentajes de judíos entre científicos e intelectuales ?

La exclusión estimula en los judíos el trabajo intelectual. Le pueden prohibir todo pero no que piensen…es verdad que existen muchos judíos con el premio Nóbel.

¿Cómo explica usted la locura Nazi ?

Mussolini y Hitler supieron como hablarle al pueblo donde siempre existe el cerebro emocional por encima del neurocortical o intelectual. Estimulan emociones pero no razones…

¿Esto esta pasando también ahora ?

Fíjese que en las escuelas norteamericanas se enseña ahora más el creacionismo y no el evolucionismo.

¿La ideología es emoción sin razón ?

La razón es la hija de la imperfección. O sea los invertebrados todos están programados : son perfectos. Nosotros no ! y entonces tenemos que recurrir a la razón y a los valores éticos Discernir entre el mal y el bien es el más alto grado de la evolución Darwiniana.

¿Usted nunca se caso y no tuvo hijos ?

No… entre al campo de la investigación del sistema nervioso y quede allí tan fascinada por su belleza que decidí dedicarle todo mi tiempo y mi vida.

¿Lograremos algún día curar el Alzheimer, el mal de Parkinson y la demencia senil ?

Curar ?..Lo que vamos a lograr será frenar, atrasar, minimizar todas esas enfermedades.

¿Cuál es hoy su gran sueño ?

Que algún día logremos utilizar al máximo la capacidad cognitiva de nuestro cerebro.

¿Cuándo dejó de sentirse fea ?

Todavía estoy consciente de mis limitaciones !

¿Y que ha sido lo mejor de su vida?

Ayudar a los demás…

¿Qué haría usted hoy si tuviese 20 años ?

Más de lo que estoy haciendo…

posted by Alfredo Ascanio Guevara @ 10:14 PM 7 commen

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