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viernes, 20 de febrero de 2009

Juan Pablo Riveros: El frío no es otra cosa que el silencio de Dios


Por Alejandra Zúñiga Sepúlveda

Aunque el currículum de Juan Pablo Riveros dice que es economista, al presentarse se define, ante todo como poeta. En las manos sostiene orgullosa la cuidada edición de su tercera obra: "El Libro del Frío", que toma como punto de partida el diario del almirante Richard E. Byrd, "Alone".Riveros nació en Punta Arenas en 1945. Su niñez transcurrió en isla Picton, de donde evoca su primer contacto con la nieve y la naturaleza: "tenía tres años, e iba a caballo con mi madre a visitar a unos amigos. Yo estaba cubierto con una manta… de pronto me asomé y vi el paisaje nevado, un árbol y un zorro. Ahí tuve el primer choque con la hermosura vasta e imponente de la naturaleza".Según su autor, "El Libro del Frío" se instala en las desolaciones implacables de la antártica y cuenta las etapas del solitario viaje de Byrd. Aclara que "lo que hice con el libro de Byrd fue un trabajo de destilación, de alambiques, completando informes que él no tuvo tiempo de terminar, recurriendo al privilegio de haber sido algo a sí como un copo de hielo en algún lugar siempre oculto de su refugio. Me entumí con su frío, y con el mío, me deleité con sus comidas, me maravillé con su música, me ensimismé con un universo espantosamente hermoso".Explorando el fríoTras su infancia en isla Picton, cursó sus estudios en el Liceo San José de Punta Arenas. Luego de estudiar en la Universidad de Concepción, volvió a la ciudad entre 1978 y 1980. Se había separado de su primera esposa y pasaba por una experiencia muy profunda, de búsqueda y reflexión.De esos años, recuerda un invierno extremadamente frío y en el que nevó mucho "yo leía mucho a Rimbaud y a raíz de eso nació mi primer libro "Nimia", poemas en prosa. Un día en la Biblioteca Municipal pedí un libro sobre la nieve y me encontré con "Alone" del explorador norteamericano Richard E. Byrd, en que relata su experiencia en la noche polar de 1934". Riveros explica que " contrató mucha gente y llevó 600 toneladas de víveres e implementos. Su idea era probar que las leyes que rigen el clima del planeta se definen en la Antártica. Instaló un campamento, "Little América", y luego de meditar quién era el elegido para partir a una base aislada a 200 kilómetros, donde se harían las mediciones, decidió que iría él mismo".Si bien en 1980 Riveros se encontró con "Alone" por primera vez, noi terminaría de leerlo hasta 1984, cuando lo compró en un puesto de libros en la calle. En ese entonces escribía "La Tierra sin Fuegos", su segundo libro, canto épico que habla de la extinción de los yámanas, selknam y onas.En memoria de Remigio Sapunar MarínTras su estada en Punta Arenas, Riveros se trasladó a Concepción donde instaló una librería en la que trabajó durante ocho años, renegando de su profesión de economista. En 1988 nacen los primeros borradores del "Libro del Frío", ese mismo año cerró la librería y se trasladó a Arica, para reinsertarse en el mundo académico a través de la Universidad de Tarapacá. Sobre su experiencia en el norte del país, declara que "Arica es donde peor lo he pasado en toda mi vida. La gente es fría, impersonal y envidiosa, por lo menos en el ambiente donde me moví. Lo bueno fue que me puse a escribir fuertemente y conocí a Remigio Sapunar Marín, a quien está dedicado este libro, que es el primer poemario que se ha escrito sobre la Antártida".La personalidad de Sapunar, también magallánico, impactó fuertemente en Juan Pablo Riveros. "Fue un gran hombre, un tipo como pocos, de profunda vocación de médico, de los que pensaba en todo menos en cobrar la cuenta. El me incentivó a estudiar un doctorado a la Universidad de Chile. Murió de un infarto fulminante en 1993. Realizó una importante labor en beneficio de los más necesitados. Hoy en Arica un Consultorio de Salud lleva su nombre. Siento que al publicar este libro, de alguna manera, cumplí con él", añade.Riveros define su obra como "poesía trascendente" y se declara "muy conocido en ciertos ambientes y desconocido en el pavoneo literario nacional. No estoy en la vitrina y no quiero estar. Hace poco fui a un encuentro literario den Valdivia, y se me acercó mucha gente porque creían que había muerto. Incluso una alemana me agradeció haber escrito "La Tierra sin Fuegos", y me contó que lo está traduciendo.-¿Qué influencias reconoce en su obra?-"Pertenezco a la línea de César Vallejo, poeta peruano. Algunos dicen que este libro sigue la tendencia de Vicente Huidobro, por la luminosidad y el vuelo. Objetivamente, este libro es una gran volada, diametralmente opuesto a "La Tierra sin Fuegos".-¿Qué simboliza el frío?-"Incomunicación, soledad, olvido, frío espiritual que genera el hombre. En este caso, el frío no es otra cosa que el silencio de Dios".-¿A quién está dirigido el libro?-"Como dice Teillier, uno le escribe a sus amigos, que son como cuatro o cinco. Si otras personas lo leen y sintonizan, macanudo".-¿Irá a Punta Arenas a presentarlo?-"Si me invitan, feliz. Piense que acá uno no sólo tiene que investigar, escribir el libro y editarlo, sino además publicarlo. Lo que sí puedo decir es que estará pronto en las librerías de allá".Juan Pablo Riveros tiene cuatro hijos y un nieto que lleva su nombre pero no conoce, porque vive en Puerto Natales. Trabaja como profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile y confiesa que muy seguido, vuelve en sueños a la isla Picton.

domingo, 19 de octubre de 2008

Cartas de Salvador Dalí a Federico García Lorca



Cadaqués, septiembre, 1926

Querido Federico:

Te escribo lleno de una gran serenidad y de tu santa calma; veras: ya hace un poco de mal tiempo en este bendito septiembre, llueve, hace viento, ancla un barco en el puerto; eso hace sentir mas el interior, y los ruidos suaves de los trabajos suaves y quietos en los interiores ... Mi hermana cose ropa blanca a mi lado cerca de la ventana, en la cocina se hacen confituras y se habla de poner uvas a secar; yo he pintado toda. la tarde, 7 olas duras y frías como son las del mar ... mañana pintare 7 mas; estoy tranquilo porque las he pintado bien, además cada vez el mar se parece mas al que yo pinto. Resulta también que san Sebastián es el patrón de Cadaqués,¿te acuerdas de la ermita de San Sebastián en la montar1a de Peni? Pues bien, hay una historia que me ha contado la Lidia, una historia de San Sebastián que prueba lo atado que esta a la columna, y la seguridad de lo intacto de su espalda. ¿No habías pensado en lo sin herir del culo de San Sebastián? Pero dejo eso y voy a contestarte tu carta de situaciones, como ¡viejos! amigos que ya somos. Tú no harás oposiciones a nada, convence a tu padre que te deje vivir tranquilamente sin esas preocupaciones de aseguramientos de porvenir, trabajo, esfuerzo personal y demás cosas ... , publica tus libros, eso te puede dar fama ... América, etc., con un nombre real y no legendario como ahora, todo Dios te estrenara lo que hagas, etc., etc.

... Yo suelo en irme a Bruselas para copiar a los holandeses en el museo; mi padre esta contento del proyecto ... ¿Venir a Granada? No te quiero engañar, no puedo; por Navidad pienso hacer mi exposición en Barcelona, que será algo gordo; hijo; tengo que trabajar esos meses como ahora, todo el santo día sin pensar en Nada Más. ¡Tú no puedes darte cuenta de cómo me he entregado a mis cuadros, con que cariño pinto mis ventanas abiertas al mar con rocas, mis cestas de pan, mis niñas cosiendo, mis peces, mis, cielos como esculturas!
Adiós, te quiero mucho, algún día volveremos a vemos, ¡que bien lo pasaremos!
Escribe. Adiós, adiós. Me voy a mis cuadros de mi corazón.

SALVADOR DALI

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Figueras. finales de septiembre, principios de octubre. 1927

Querido:

¿Te has reventado de una intoxicación alcohólica ? Yo hago una vida de máxima virtud -no bebo nada- absoluta castidad; el vicio es completamente artístico. Todas las mañanas boxeo con los soldados y hacemos largas carreras de resistencia; el cansancio cuando por la noche te vas a la cama es algo exquisito. El hombre pequeño y ruin es distinto. No se nada de ti, escríbeme. ¿Que hacéis con la revista? Mis cuadrecitos puros y recién nacidos van a ser expuestos a los PUTREFACTOS de Barcelona.

Adiós, escríbeme si te pasa por la cabeza, ya sabes que puedes disponer de tu

DALI

Escribo en muchos sitios y pronto voy a empezar una colaboración DIARIA. Adiós. Eso me gusta. Estoy contento como siempre.

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Figueras, octubre/noviembre, 1927

Federico:

He recibido los dos últimos números de Verso y prosa; es espantoso el marasmo putrefacto en que se mueve toda la promoción de Prados, Altolaguirre, etc. Qué arbitriariedad más espantosa; y en el fondo de sus pseudointelectualismos, qué roñoso sentimentalismo. Me dan pena tus cosas tan únicas y verdaderas confundidas entre todo esto. Pronto recibirás casi un libro de poemas míos; poéticamente soy el anti-Juan Ramón, que me parece evidentemente el jefe máximo de la putrefacción poética; es su putrefacción la peor de todas, ya que a su lado hasta el gran vulgar y puerco de Rubén Darío, por su malísimo gusto adquiere una cierta gracia sudamericana parecida a la arquitectura de Casa Colom en Cadaqués. La metáfora y la imagen han sido hasta hoy anecdóticas; tanto es así, que hasta las más puras e incontrolables pueden ser explicadas como un acertijo. En fin, ya te escribiré un largo ensayo sobre lo que pienso de la poesía.

Te abrazo,

DALÍ SALVADOR

Adiós, el poema de las cositas que te mandé, ¿qué te pareció? Juan Ramón no ha visto nunca nada, sólo percibe de las cosas emociones roñosas. Saluda a la Xirgu, Muñones, Porredones,etc. Recuerdos a los Calandres de goma, de los cafés y vístrulos. He releído Platero y yo, del que tenía buena idea; es un asco todo ese éxtasis emocional delante de las cosas que no ve, que no ve en absoluto.

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Cadaqués. julio 1928

... Tú eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo. La última temporada en Madrid te entregaste a lo que no te debiste entregar nunca. Yo iré buscarte para hacerte una cura de mar. Será invierno y encenderemos lumbre. Las pobres bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que eres inventor de cosas maravillosas y viviremos juntos con una maquina de retratar ....

SALVADOR DALÍ

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Cadaqués, 27 de marzo, 1936

querido Federiquito:

Qué lástima me ha dado que no nos hayas venido a ver en PARÍS, tan bien que lo hubiéramos pasado. Y tenemos que hacer cosas juntos otra vez. Yerma es una cosa llena de ideas oscurísimas y surrealistas. Pasamos dos meses en Port-Lligat para hacer una cura de análisis y objetividad, y comer todas estas cosas extravagantes que NADIE conoce y que son las habas estofadas de primera calidad, superfinas y lisas, que dan gusto de vedas y son los mismísimos misterios de Eleusis por lo que al condimento se refiere. Dime lo que haces y lo que piensas hacer. Estaremos siempre contentos de verte adelantar hacia nuestra casa. ¿Te acuerdas de aquella estructura estrambótica de carne y hueso (pero que parecía mentira) que se titulaba MAX Aub?

Gala te manda su afección y yo te abrazo.

SALVADOR DALI


Las cartas que Salvador Dalí le envío a Federico García Lorca desde 1925 hasta 1936 echan luz sobre la vida privada de los dos artistas y contienen claros indicios de sus búsquedas artísticas. Dalí trabó amistad con el poeta granadino en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde ambos compartían estudios y aventuras junto a un amigo en común: Luis Buñuel. Lorca era seis años mayor que Dalí, y se enamoró de él nada más verle. El carácter de ambos difería: el poeta era tímido, Dalí extrovertido. Entre otros puntos destacables de estas cartas se pueden mencionar los dibujos de Dali preanunciando su talento; la opinión de Dalí de sus contemporáneos, la mutua influencia que estos artistas se prodigaron y la actitud íntima que ambos poseían. Por lo visto vivieron un romance que nunca llegaron a consumar.


viernes, 13 de junio de 2008

"JUAN EMAR ES LA IMBECILIDAD" *


Marcelo González

A estas alturas, para nadie debiera ser un misterio, o por lo menos, una sorpresa tremenda el hecho de que en nuestro país exista un escritor como Juan Emar; simplemente, por la extraña tendencia en estas tierras de no reconocer a sus profetas a tiempo o quizás por lo que el propio Emar señalaba como el ejercicio de una mentalidad de "caleta". Tampoco debiera sorprender el que Juan Emar no sea -o no haya sido- "profeta en su tierra", y que sólo hoy, más de sesenta años después, recién se comience a comprender "cabalmente" lo que fue su real aporte o, mejor dicho, lo que fue un intento de aportar un gran proyecto a la alicaída mentalidad "provinciana" de su tiempo. En todo caso, es un hecho que, introvertido o no en su relacionarse con la gente, volcó en su literatura , todo lo que -quizás- nunca dijo de boca en boca a alguien. Ahí tenemos entonces a sus textos Un año, Ayer, Diez o Miltín 1934, obras que no pueden ser entendidas en su totalidad si es que no se las inserta dentro de otro gran proyecto "artístico-social" como fueron las vanguardias artísticas de comienzos de siglo, aparecidas en Europa, pero que no por eso dejaron de repercutir en este continente; para esto, sólo basta revisar textos como Altazor de Huidobro o Residencia en la tierra de Neruda, que muestran cómo estos movimientos influyeron y dejaron hondas huellas en algunas mentes privilegiadas de este lado del mundo que fueron capaces de comprender la aventura en la que consistía hacer este tipo de escritura. Digo aventura, porque indudablemente las obras escritas bajo la influencia de estos movimientos artísticos respondían a otros tipos de principios constructivos, como lo será el montaje, por ejemplo, todos los que develaban una estructura, o una significación mucho más profunda de la que a simple vista podía verse -o leerse-. No voy ahora a ahondar en este tema, que es de singular importancia, para poder entrar de lleno en la materia que ocupa en este momento mi atención; materia que no es otra que el análisis de Miltín 1934 y, específicamente, de un fragmento de ella bastante bien delimitado, desde el cual, creo, uno puede desplegar la mayoría -si no todos- los principios "ocultos" que se encuentran operando en la obra. Ahora bien, el hecho de que sea un solo un fragmento de la novela total -quizás la mejor de Emar- no debiera preocupar si se parte del hecho de que el arte de vanguardia se constituía a partir de fragmentos "montados" unos en otros que llenaban de un nuevo significado a la obra, y que, por lo tanto, entendiendo a este texto como parte de ese momento histórico, se le debe entender y explicar también, desde este punto de partida y no debiera representar un problema mayor la situación contextual en que se encuentra la parte que analizaré, aunque, como veremos, ella despliega de gran manera temas que se encuentran a lo largo de sí misma.

Zumba la hélice.

El fragmento que analizaré va desde las páginas 156 a la 197 de la edición señalada en la bibliografía, y que cuenta el viaje del narrador, junto al capitán Angol, por los aires y el espacio hasta llegar al encuentro con Dios. De inmediato, este pasaje nos pone frente a uno de los motivos centrales de la novela, el viaje. Se puede ver en ella -en la novela-, se puede reconocer en ella al hombre Martín Quilpué, que durante todo lo que dura el texto sólo se dedica a pasar y pasar, en un vagabundeo en cuyo significado no profundizaremos, pero el cual es constantemente señalado por el narrador y que en definitiva, es lo que le da la unidad a la novela; también encontramos este "motivo" en las "aventuras" que son vividas junto a Naltagua por los campos de Chile, o cuando peregrina al monte del cacique, etc.; "motivo" que, por cierto, deposita su importancia no en el destino del viaje en particular, sino que por el contrario, en el viaje mismo, en el transcurrir de él; es allí donde se encierra otro tipo de trascendencia, la cual emerge de "la personalidad interior del narrador que se configura en el relato y convierte las experiencias particulares narradas en símbolos plenos y sugerentes e inagotables significaciones" (1); es de esta manera como debemos concebir y entender el relato que se describe a continuación, pues solo así se podrán develar las significaciones "ocultas" que lleva en sí este pasaje.

A continuación, en palabras del propio Emar, al referirse a sus viajes, señala que "serán cuatro diferentes y (...) cada uno mejor que el anterior" (2). Esto actualiza de inmediato una matriz numerológica que le da sentido -otro sentido- a cada uno de los viajes realizados por la pareja de amigos (3). De esta manera, la correspondencia sería:

Vuelo A: 1

Vuelo B: 2

Vuelo C: 3

Vuelo D: 4

Teniendo en cuenta esto, el Vuelo A (1), correspondería al ser, a la aparición de lo esencial, a la unidad espiritual, que en este caso nos sirve como presentación del viaje, y como inicio del descalabro que sufrirá la realidad en manos -o en la mente- de Emar. De alguna forma, lo esencial debiera entenderse, primeramente, como el inicio de una percepción diferente de la realidad, un ver la realidad de otra manera (4). Basta fijarse en cómo visualiza a la ciudad de Santiago, aplanada, producto de su iniciática subida y cómo la cordillera se levanta enorme -más enorme aún, al parecer- a su vista y paciencia. Se detecta aquí una sutil ironía que luego aparecerá con mayor fuerza -y que analizaré mas adelante- que se deja caer tanto sobre la forma como en la temática característica en que describía la literatura chilena moderna (5). Emar, en todo caso, logra verle la cara a la cordillera, señalando y dejando ver su estupor por este descubrimiento, ya que así, se le presenta como un objeto con vida, con idea, con peligro; mediante lo cual se empieza a tensar la realidad tal y como la conoce el lector, ya que no sólo está viva, sino que además, está aburrida de tanto vivir; se le presenta a Emar como aburrida de esa monotonía que lleva, quizás como señal de lo "aburrido" que puede llegar a ser vivir dentro de las "cánones" del criollismo o mundonovismo que imperaban en el país. Esto es la aparición de lo esencial, y de lo que abundará en estos pasajes. Por otra parte, simbólicamente, la montaña siempre ha señalado la idea de ascensión, por ende, de una elevación espiritual, necesaria, por cierto, para dejar esa monotonía señalada.

Llegamos, entonces al Vuelo B (2); entendido como la instalación del conflicto, incluso como la naturaleza versus el creador; como el transcurso de dos puntos, de dos líneas. Esto último será tremendamente importante en la parte en que el narrador se describe como un mosquito, elemento que estudiaré un poco más adelante.

Los dos pasajeros se elevan. Entonces se fija la vista en el Sol. El Sol está solo. Claramente podemos reconocer una metonimia en esto, además que se apela directamente al lector preguntándole "¿compréndese lo que esto significa, "solo", cuando se refiere al Sol?" (6); se puede ver cómo el significado de las cosas esta siendo desplazado de su lugar. Si pensamos en el Astro rey como el que revela las cosas -según Cirlot, debido a su fijeza inmutable-, este estaría relacionado con una idea de purificación de las cosas; acaso si el narrador, al concentrarse en él, deja de lado su visión "de hombre" por una mucho más certera, más pura. Por otra parte, se sigue abriendo una puerta hacia la nueva significación, ya que el Sol jamás ha pensado en tales cosas (sus "obligaciones", como acalorarnos) y hasta las ignora. Se está señalando cómo el hombre le da un significado -en este caso, una misión- a las cosas; las carga de sentido casi como un capricho de él, y que es este mismo "capricho" el que será profundamente perturbado aquí. El Sol también aparece como un ser vivo, preocupado sólo de sus asuntos, los que le interesan solo a él, viviendo su vida -no la, o en función de los hombres-. Es sintomático, que el mismo capitán Angol refuerza este hecho al señalarle a Emar que descenderá cuando él quiera y no cuando se lo pidan. Así, en la mente del narrador surge un embrión, una reflexión (7): Si una cosa vive, deben de vivir todas. Para una mente "elemental" imaginar vida en la no-vida es algo absurdo; o es lo uno o es lo otro; además de que cada cosa viva a su manera, con lo que se refuerza la opción individual de cada uno y, aún más, es tarea de otros el resolver este problema (8). Aquí ya no se trepida en darnos una clara señal de cómo ve el mundo: "es diferente saber a ver" (9). Las cosas no sólo se consiguen con el simple hecho de mirar, de alguna manera hay que comprender lo que se encuentra más allá de nuestros ojos y que el autor señala en muchas de sus obras y en ésta también; se nos está llamando la atención acerca de cómo debemos comprender al mundo y el texto. Por otra parte, Angol considera las horas y el tiempo como él quiere, únicamente en relación con las posturas del globo y el Sol. La forma de entender la realidad continúa siendo tensada -voluntad manifiesta desde el comienzo de la novela, por ejemplo, en la propia descripción del hombre Martín Quilpué- esta vez, de una manera muy sutil, pero bastante efectiva si pensamos que unas líneas más adelante, se nos propone que el hombre descubre que la vida no es sólo una, es decir, que existen otras formas de entenderla y por extensión, también de entender al mundo; da miedo ver agrandarse todo y cómo es uno el que se achica; de alguna manera también se está instalando la idea de simultaneidad de los puntos de vista que manejaba el cubismo, pero que se expone de mejor manera más adelante. El mundo está siendo concebido como multívoco y, en esta situación es válida cualquier forma de observar; por eso ataca al pasado realista, a la forma de ver del realismo, porque ellos no aprovechan las múltiples posibilidades de observar; sólo se quedan en el mirar y por ende, caen en el regionalismo; una mirada, a todas luces, superficial. Recuerda aquí a Viterbo y nos apunta aquí con certeza que a nadie se le había ocurrido que ese personaje vivía en forma independiente de la representación que cada uno hacía para sí de él; "representación de nuestras mentes proyectadas hacia el mundo" (10). Aún más, finalmente termina diciendo que " el mundo no era solamente uno, era por lo menos dos" (11). Creo que queda bastante clara la idea que se está manejando acerca de la realidad, al fin y al cabo. Pero continuemos viajando.

Sin embargo, pareciera que esto aún no logra satisfacer a Emar por completo. Sólo al virar y quedar con el cerebro "descargado" frente al Sol, se le viene a la mente lo que busca y señala que él antes de ser hombre era un mosquito. No sólo encontramos la idea de una reencarnación como el acceso de todo ser a una nueva vida, sino que también podemos entender al mosquito en tanto insecto, así el mosquito lleva en sí toda una idea de agresividad, ya que viola la vida íntima de su víctima. Una mañana sucede algo inesperado. Siente un malestar por encontrar un ojo. Podemos entender la mañana como el momento en que nace el día; así, es sintomático que vea un ojo, ya que a éste lo entenderé como una metonimia (parte por parte) de la percepción intelectual (12), del comprender. Primero, da dos vueltas. Dos, se actualiza la matriz que se encuentra sobre el viaje B; se instala el conflicto. Como mosquito, y pese a lo poco que dice recordar, satiriza aquí nuevamente la descripción realista de los hechos (13). Nuevamente, mira primero y luego, ve. Y ve un ojo, y quiere saber cuánto ve ese ojo, cuánto comprende, pero no lo sabe; aunque pondrá todos sus esfuerzos por descubrir este enigma. Comienza aquí una sucesión de hechos en que él, como mosquito, busca la posición adecuada para lograr ver al ojo, denotando una vez más la idea de los puntos de vista que pesan en el texto (14). Claramente cuando señala: "miraba para todos a la vez"(15); de nuevo, el concepto de simultaneidad del cubismo que ya abordaremos en el vuelo C. Luego de reunirse con un grupo de sus semejantes, emprenden a buscar el ojo y se encuentran con que existe otro más, ante lo cual deciden trazar una línea recta entre ambos e ir de un lado hacia otro, con lo que, como ya se sabe, se vuelve a actualizar la matriz que propuse en torno a este vuelo. Es sintomático, en todo caso, que se agrupen alrededor del tres, número de fin del conflicto, para resolver esta "dualidad ocular". Aquí vuelve la sensación de vida aparte a la de uno; es decir, se instala esa "otra" realidad ya señalada con anterioridad, se ha traspasado el "umbral". Por encima de los temores desencadenados encontramos la curiosidad de conocer; éste es un efecto que constantemente busca provocar Emar en sus obras: si no puede cambiar el medio, por lo menos intenta despertar la curiosidad, el deseo de ver otro mundo es suficiente; como el mismo señala más adelante: "curiosos de sorprender otra manifestación de vida que algo nos orientara en las tinieblas en que nos hallábamos" (16). La orientación que buscan la encuentran un poco más adelante al toparse con ocho ojos; ocho = regeneración; así, descubren finalmente, logran entender que no son los únicos en el universo; por extensión, que no hay una sola forma de ver el mundo. Esto es claramente reforzado cuando señala la tendencia de los hombres a verlo todo según ellos mismos y que, al hacerlo, se encuentran con varias afirmaciones que se pueden llamar errores. Esto confirmaría de cierta forma, la idea que expuse en la nota 15, en donde los mosquitos bien podrían ser Emar y sus "cómplices", opuestos a los seres humanos, no otros que los criollistas, los burgueses al fin, si se piensa en la idea de reacción que tuvieron las vanguardias contra esa casta social. Los "mosquitos" ven de otro modo que los hombres, termina por corroborar. Aún más, señala que esto no corresponde exactamente al mundo que hoy existe, y que un "mosquito" de ayer no corresponde a lo que se conoce como mosquito hoy. Se instala, además, una cierta relativización de la realidad, el parecer "más o menos" algo, también situando alguna forma la simultaneidad.

Los mosquitos siguen buscando, dejando a esos 7/8 que no lo son, que se mecen en un aire primitivo, para nacer entre ellos una voluntad inquebrantable con lo cual llegan a ser los hombres que hoy son (y los demás, irónicamente, siguen siendo mosquitos); ahora la polaridad "ellos/nosotros" se sitúa dentro del propio bando de los insectos, reforzando nuestra idea antes señalada. Como Emar mismo dice, "al fin y al cabo, hombres; (...) seres últimos que miran y a quien nadie mira." (17). Todo lo demás, sólo confirma esta hipótesis que lleva a la resolución de la dualidad, del conflicto que se sucede en tres, en el viaje C.

Como se puede ver -o entender, diría Emar- el Vuelo C se corresponde con el número tres, el cual propone la síntesis, la resolución del conflicto planteado en la dualidad. Esta idea será de suma importancia porque es en este pasaje donde Emar logra finalmente ver la realidad, acceder a la realidad en la forma en que él quiere hacerlo: de una manera geométrica, figurativa; es decir, a través de figuras geométricas como la circunferencia o el triángulo lo que lleva, finalmente, al cubismo, tema ya anunciado.

Todo se inicia cuando la tierra es la que asume ahora su visión geométrica, es como una pelota de tenis; una circunferencia al fin, tanto así -nos señala Emar- que el capitán la llamará "bolilla" durante todo el trayecto. La luna es vista de la misma forma y las estrellas asumen una igualdad inexistente. El capitán Angol instala un teléfono (18), como el sistema que les permite comunicarse actualizando el "motivo" del "artefacto", es decir integrando un nuevo elemento "moderno" -antes, el avión en que viajan-, como lo son el paracaídas de Huidobro, por ejemplo en Altazor; característica propia de las vanguardias artísticas del siglo XX. La geometrización de la tierra alcanza tal punto que el propio narrador se ve tentado de golpearla con una raqueta de tenis, pero indicará que no lo hace por una muy sencilla razón: la costumbre. Es la rutina que no quiere romper la que se lo impide, porque ya está acostumbrado a vivir en la Tierra, siempre existe la posibilidad de que en otro planeta no existan camas ni tabaco, ambas metáforas de sexo (y por extensión del amor) y vicio, respectivamente, los cuales Emar se niega a perder porque como se sabe, ambos son elementos fundamentales para que el autor se "salve", la redención por medio del amor, y el vicio (del tabaco, del alcohol) para poder acceder a otra realidad, en la medida que los vicios permiten "ver de otro modo" (19). Mejor dejar las cosas como están, aunque rápidamente los viajeros sean sobresaltados por un giro del espacio; giro que no es tal ya que es el capitán quien ha girado la máquina y los planetas. Se continúa trabajando sobre la base de la diversidad de puntos de vista existentes, hasta el punto en que Angol llega a geometrizar por completo la situación cuando le grita a Emar explicándole cómo suceden las cosas, Evidentemente, como después se señalará, el capitán Angol, es un avezado piloto que conoce bien la configuración real del espacio. Esta figuración del medio se vuelve a dar con el juego de los cinco anillos que realiza Emar, los ve horizontalmente primero y, luego, en forma vertical, para ver a través de ellos a Saturno, que puede entenderse como el Norte dentro de la simbología tradicional. A continuación aparece Urano y el deseo de ver pasar a un astro junto a ellos. Urano tanto como Neptuno no son corrientemente tomados en consideración en la simbología tradicional, pero aquí sí son tomados en cuenta junto a dos nuevos astros, Desdémona y Proserpina, rompiendo absolutamente con el conocimiento que se tiene de nuestro sistema solar.

Llegamos aquí al que quizás sea el punto central del viaje, absolutamente necesario para que éste concluya con éxito en el cuarto vuelo. Todo se inicia apelando directamente al lector. Lo que viene es sólo para quienes "se interesen por los aviones volando entre planetas" (20); claramente apelando a la gente que puede observar el mundo y no sólo verlo. Se presenta un croquis que contiene en sí lo que tanto había sido señalado por Emar y anunciado por mí: en él encontraremos finalmente una completa y total representación figurativa del espacio, donde todo se ha reducido a ángulos, distancias y figuras geométricas, al fin, cubismo puro. Eran los propios cubistas quienes reprochaban, al igual que Emar en toda su obra, el hecho de que los impresionistas fueran sólo retina y no cerebro; nos encontramos así, con la tendencia por excelencia que intentó "la superación subjetiva de la objetividad" (21), la realidad sustituida por un orden abstracto; la naturaleza concebida según tres módulos fundamentales: el cono, la esfera y el cilindro; concepción que llevará a mirar los objetos desde varios puntos de vista en un esfuerzo por captar la forma plástica de las cosas y darles peso y volumen en la tela. Esto ya no es una novedad, lo he señalado a lo largo de todo el trabajo y es lo que Emar acostumbra a hacer en sus obras, especialmente en ésta, donde el cubismo quizás si aparece como una "piedra angular" del texto, lo que queda demostrado de mucho mejor manera en la discusión final del texto que éste sostiene con Rubén de Loa, su amigo pintor. Esta concepción permite la creación de un "espacio evocativo, verdadero, no ilusionista, en el que los objetos podían abrirse (...) trastocando las reglas de la imitación y permitiendo al artista una nueva <22). El propio Emar cita en sus Notas de arte a Raynal para que éste señale que "concebir un objeto es querer conocerlo en su esencia, representarlo en su espíritu (...) lo más puramente posible, al estado de signo y totalmente despojado de todos los detalles inútiles como son los aspectos" (23).

Todo lo que hemos dicho lleva a la siguiente afirmación, al develamiento de lo que bien podría ser un secreto del universo: "es totalmente falso que la materia atraiga a la materia en razón directa de la masa (...). La materia atrae a la materia en razón directa de las ganas que se le dan de atraer a la materia" (24). Éste es el momento en que la tensión de la realidad ya no aguanta y ésta queda absolutamente parodiada y transmutada en una concepción absolutamente diferente, cubista. Así la historia de los planetas que sigue a continuación no es más que la patentización de este hecho (de la parodia, de la ironía), como también lo son las absurdas relaciones que establece entre la tríada (3) Tierra - Luna - Sol, pero no por ellos las dimensiones que se despliegan de estas relaciones. Se puede ver, en cuanto a la situación Sol-Tierra, cómo existe una parodia al culto de la aurora y del crepúsculo y a los poemas que se han escrito en torno a ellos por quienes "cantan y lloran", y que son desdeñados por otros quienes descubren que aún se encuentran bajo la influencia de una atracción mínima y que, además, han vencido al mismo astro rey en fuerza de voluntad. Estos otros que no son más que Emar "y su banda". La situación de los selenitas no hace otra cosa sino reforzar la risa en el lector, así como la ironía (25) acerca de la relación Tierra-Sol llega a uno de sus puntos más altos, pues no sólo ríe a costa de esto sino que también, integra en su descripción la simultaneidad propia de los puntos de vista y las ideas de tono, luz y sombra que también son parte de la representación plástica del cubismo. La situación en torno a Luna-Tierra, también confirma estas ideas aparecidas con anterioridad, así como se "llama a escena" a un viejo conocido, el doctor Hualañé (26), quien aparece como un guía para Emar, en tanto Hualañé = 7, orden completo; lo cual no deja de ser sintomático en un momento en que el orden no abunda precisamente en el mundo en que se encuentran. La enfermedad provocada por el bacilo descubierto por nuestro doctor, provoca una serie de síntomas de los cuales, lógicamente, Emar se burla, ya que no está haciendo más que atacar a las "ideas lacrimógenas y babósicas", a la melancolía al fin, y a ésta como un motivo de la literatura romántica. Tanto así, que esta poesía se iguala con el aullido de un lobo (27) en noche de Luna, aunque, irónicamente, se demuestre más adelante la supuesta "superioridad" del hombre frente a los animales. Luego, retoma la historia del vuelo, sólo para dirigirse a lo que será el cierre total del conflicto; el vuelo D, previo paso por Neptuno.

Aún en la órbita de Urano, otra vez se sucede una descripción simultánea de lo que les sucede en la nave. Se detienen para suplir el capricho de Emar de ver pasar un planeta "como quien ve, desde su balcón pasar un desfile" (28). Más adelante, hace explícita su forma de entender al mundo; lo único que ve es a Urano inmóvil y siente cómo el avión se endereza. Diferencia claramente las dos maneras de percibir el mundo; la realista y la vanguardista. Después de todo, Urano resulta ser una lata, y Emar se ríe ahora del lector señalando que Urano le carga. Parten, entonces en busca de Neptuno que, inicialmente es descrito en forma geométrica y en función a distintos tonos de colores, cosa que ya no debiera sorprender. Una nueva señal, para que quede clara la diferencia de las dos ideas; ideas cósmicas versus las ideas piojos de "nuestra" tierra. Creo que ya no va siendo necesario develar algo que ya "se cae de maduro". Sigo.

La conversación del capitán con Emar reitera -ya hasta el cansancio- la idea de los puntos de vista y cómo el mundo no es lo que aparenta y cómo, aconseja el avezado capitán, no debe dejarse llevar por una idea preconcebida, por prejuicios de cómo se ven las cosas. Por eso el capitán ve a Neptuno de una forma -la "correcta"- y Emar de otra -la "errada"- haciendo uso de sí mismo para denotar este hecho. Llegamos entonces al último vuelo.

El vuelo D responde como principio articulador al número cuatro, símbolo del Hombre, de la Tierra y de los límites externos naturales. Como se podrá ver, esto resulta sintomático si se piensa que es en este momento donde Emar se "reunirá" con Dios, llevando a cabo un genial parodia.

El tiempo sigue transcurriendo pero ya no significa nada dentro de esta nueva realidad, dentro del nuevo "espacio" en que están moviéndose; se debe recordar que ya la realidad se ha caído a pedazos producto de los incesantes golpes de Emar, y, en este sentido, es bastante lógico que ya el tiempo no represente un orden determinado por el hombre. Entonces, Angol lo invita a escuchar música, la música de las estrellas, ante lo cual, obviamente Emar debe negarse y manifestar su no simpatía por este tipo de arte. "No soy aficionado a la música" dice Emar; ¿por qué?; simple, porque para Emar es mucho más atractivo el ruido que es producto de vibraciones irregulares que la música, que viene de vibraciones regularizadas, es decir, que responde a leyes inviolables, y que por lo demás, son conocidas por todo el mundo (29). Al final, prefiere un pedazo de jamón y un par de huevos duros en vez de escuchar música, donde una vez más se le encuentra riéndose del mundo que lo rodea. Y así se encaminan hacia Dios, el Todopoderoso que de ninguna manera se escapará a las burlas de Juan Emar.

Todo se inicia con una parodia a "otros viajeros" que como él han subido a las estrellas, lejos, lejos, ridiculizándose él para parodiar a quienes han hecho el ascenso divino para dar a conocer "observaciones", algunas erróneas, otras acertadas como la de A. C. Este A. C. no es otro que Acario Cotapos, importante músico vanguardista que, lógicamente por serlo (vanguardista), es citado por Emar y además, como se comprenderá, sus observaciones son correctas (casi como si se tratara de defender a una fortaleza pequeña del resto del mundo). Así introducirá lo que van a ser sus observaciones, señalando el hecho de que en caso de ser acertadas, esto no es más que por un designio divino y de ser erróneas, claramente es por el hecho de ser un humano. De alguna manera, en este momento está igualando su figura a la de Dios para luego introducir una serie de anotaciones que no hacen sino, confirmarlo como otro ser humano que no tiene nada de especial, salvo el que él crea ser Dios, ya que ni los propios hermanos pueden creerle (30). De inmediato aquí se actualiza una de las consecuencias inmediatas que produce el motivo del viaje, ya que al perderse el método habitual (modernista) con que se organizaba el mundo "los personajes sufren de inmediato los efectos de una caracterización contradictoria; los seres aparentemente poderosos revelan de pronto su radical inseguridad; los débiles se transforman en poderosos, si no físicos, existenciales; los antiguos héroes [en este caso, bien podría ser el mismo Dios] dejan paso a los antiheroicos protagonistas de vidas mínimas, etc." (31). La burla a esta figura sacra, la desacralización al fin, responde a la idea de acabar con el último eslabón "canónico", con lo más alto en el orden del mundo contra el cual Emar se ha venido levantando de hace rato. Cada uno de los elementos por medio de los cuales Dios va siendo descrito no buscan más que humanizarlo más y más, llevando la parodia al límite al señalar el hecho que, si alguna de las cosas que Acario Cotapos ha dicho -y que él ha confirmado- son modificadas en la tierra es por inventiva de los hombres y por acción demoníaca. A continuación, las observaciones de Emar siguen en esta senda. Lógicamente que al señor no le gustan los cantos de Chevalier pues es señalando como un amante de cosas clásicas, como el vals a tres tiempos, o que lea The Times, que no guste del cine, que tome té con leche o que sólo lea La caperucita roja y El patito feo a sus santos, alcanzando un nivel de burla que cuesta creer. Gusta, además, de los trabajos de José Toribio Medina, lo cual, humildemente, creo que raya ya en el mal gusto (de Dios, claro está). Finalmente, Emar da el golpe final al señalar que es "falso también que Dios, se preocupe de lo que hacen los hombres (...) Dios pasa a menudo largos años sin preguntar ni una palabra sobre la Tierra (...) Dios asegura que jamás le ha llegado a los oídos ninguna oración de ningún hombre (...) [y] desmiente categóricamente que la Tierra sea redonda, que gire alrededor del Sol y que Él se encuentre en todo lugar" (32). Queda absolutamente claro como la desacralización de la figura de Dios es llevada a cabo al máximo, sin perdonar nada de lo que su figura representa; además que, algo creado por los hombres, y para su propio bien irónicamente les ha dado las espaldas y no siente ni el menor interés por los hombres ni por la Tierra. Ahora bien, es bastante sintomático que Dios no les preste la más mínima atención, ya que así la figura de la ironía logra finalmente su objetivo; uno esperaría que al visitar al señor, por lo menos se fijará en ellos, pero aquí su condición está tan igualada con la de los visitantes, que no lo hace. La figura última, quizás el máximo estandarte de lo "clásico", ha perdido toda su significación, representando, significando algo absolutamente distinto; y dándole al cuarto vuelo un sentido final de concreción, algo así como una tarea cumplida con satisfacción por lo que cómo se lee, Emar vuelve a su problemática inicial que aborda a lo largo de todo el texto: la escritura del Cuento de Medianoche y qué rol darle a Fredegunda. Más aún, él mismo se parodia al señalar que ya está aburrido de tanto mosquito, de tanto avión, planetas y demases y que hace rato que lo único que quiere es descender; nos ha venido "tomando el pelo" de hace rato y ahora resulta que "no tiene pelos en la lengua" para señalarlo. Esto es -creo- sencillamente genial.

Mi amigo Juan Emar

Hemos visto -leído- a lo largo de todo este estudio acerca de un muy pequeño pasaje de la obra Miltín 1934, como en él se actualizan una serie de variaciones de la matriz numerológica (es decir, su modelo), que se encuentran alrededor y construyendo al texto como un objeto que porta un significado que es necesario develar y para lo que se debe ir más allá de lo meramente textual; esto no es otra cosa que la alegoría funcionando en su plenitud en el texto. Claramente se puede observar cómo entran a jugar en la novela una serie de dimensiones, que no son comprensibles si no se toma en cuenta, por lo menos, el contexto en que se estaba desenvolviendo Emar en esa época; estas dimensiones -por otra parte- muchas veces responden a principios ajenos a lo meramente literario, aunque no a lo artístico. Me refiero específicamente al cubismo y al hecho de que sea éste -quizás- el elemento, el principio constructivo más importante del escritor, ya que no solo lo encontramos a lo largo de todo Miltín, sino que también en sus otros textos lo que demuestra la clara conciencia que poseía el autor acerca de su rol y del rol que la literatura debía ocupar en ese momento en el país; opuesto a la tradición literaria anterior al surgimiento de estas vanguardias artísticas ya mencionadas(ya sea, criollismo, realismo, mundonovismo o como quiera llamárseles), literatura precedente a él y que éste no deja de ironizar y parodiar a lo largo de todo el texto produciendo una tensión en la realidad que junto al resto de los principales principios "organizadores" aquí presentes, se encargan de aniquilarla y permitir el acceso a otra dimensión de ella o, por lo menos, el conocimiento de la existencia de la otredad.

Dentro de esta nueva forma de ver el mundo aparece, entonces, el motivo del viaje en el texto; motivo que el propio Promis señala como uno de los centrales en la generación del 27, lo que señalaría también el hecho de que Emar no sólo estaba consciente de lo que sucedía "allá afuera" sino que también conocía (consciente o inconscientemente) las técnicas literarias que se manejaban en el momento y que, como se sabe, provienen de una viejísima tradición literaria; es decir, el viaje no es un motivo que estos autores hayan puesto "en el tapete" por primera vez, pero sí invierten su sentido al hacer que sea el acto de viajar lo importante, y no el destino o la meta de éste.

Por otro lado, como siempre se pueden encontrar en las obras de este autor, los símbolos ocultos que ya articulaban la dimensión alegórica de Diez o Un año, siempre siendo un factor fundamental a la hora de comprender el texto o la alegoría presente en él. Comprender, esto debe ser lo central en la obra de Emar, no sólo leer sus textos, sino siempre ir más allá, encontrar ese significado que el autor guardó para nosotros de celosa manera y, por medio del análisis de sus técnicas de construcción literaria -montaje- develan, por fin, el secreto que se oculta tras sus obras; secreto que no es otro que una gran y total reflexión acerca del arte y la literatura de su tiempo; hecho que prueba que Juan Emar era para su tiempo, un adelantado, un visionario que se oponía a los inexpertos ojos de la mayoría, dentro de un país donde Juan Emar era la imbecilidad (33). Ellos se lo perdieron.

NOTAS

1. Promis, José. La novela chilena actual, Fernando García Cambeiro, Bs. Aires, Noviembre de 1977, p. 88

2. Emar, Juan, Miltín 1934, Ed. Zig - Zag, Stgo. de Chile, 1935, p. 156

3. Recordemos aquí el hecho de que Diez también está construida bajo el mismo principio, es decir, de acuerdo a la tétrada Pitagórica invertida, de manera que las cuatro secciones corresponden a 4, 3, 2 y 1. Es sintomático y para nada casual que nuevamente encontremos este mismo principio constructivo en "Miltín 1934".

4. "Para los ojos del artista las cosas no aparecen como para los ojos del profano." II El Arte - Diálogo; en Wallace, David. Cavilaciones de Juan Emar. Tesis de Licenciatura en Literatura, 1993.

5. Ana Casassus señalará de acuerdo a esto que "Emar enuncia su propuesta de escape de los límites temáticos de ese tipo de narrativa. Ironiza (...) sus riquezas naturales, como la cordillera." en El narrador en Miltín 1934, Tesis de grado de Licenciatura en literatura, p. 24. Contra esta literatura, enfilará "sus armas" constantemente, por la "falsedad" en que había caído en su modo de representar el mundo y que, como ya se sospechará, es blanco usual de la novela, a veces, en forma explícita.

6. Emar, Juan, op. cit. p. 158

7. Esto es muy importante si recordamos que la importancia del motivo del viaje reside, principalmente, en el narrador que nos enseñará, a través de la manifestación de su interioridad, nuevas significaciones.

8. "Otros" opuesto a "ellos"; ¿acaso la forma de ver de los artistas como los concebía Emar opuestos a los modernistas?, esto bien puede ser un forma de reírse de "ese" tiempo, de "esa" forma de pensar.

9. Recordemos a Cavilaciones de Juan Emar cuando el pintor señala "tome el hábito de observar la naturaleza y ojalá también el hábito de convertir todas sus sensaciones y visiones a una forma plástica". Wallace, David, op. cit. p. 247.

10. Emar, Juan, op. cit. p. 160

11. Emar, Juan, op. cit. p. 160

12. Cabe recordar a El pájaro verde, donde el loro ataca al tío de Emar y le saca los ojos, teniendo estos el mismo sentido que aquí. En Diez, p. 21.

13. Recordemos también, a Maldito gato, cuando se nos muestra una interminable sucesión de sensaciones que el narrador tiene, y que también utiliza como una parodia a la descripción realista.

14. Además, nos encontramos con la idea de visión como comprensión. Recordemos a A. Machado "El ojo que ves no es ojo, porque tú lo veas, sino porque te ve".

15. Emar, Juan, op. cit. p. 163

16. Emar, Juan, op. cit. p. 165. Es curioso, pero esta parte me da la idea de que los mosquitos y él, pueden ser un "alegoría" de Emar y sus "amigos" dedicados a promover las vanguardias en el país.

17. Emar, Juan, op. cit. p. 168

18. Otra vez señalaré la "coincidencia" temática de esta situación con respecto a Un año, cuando Emar al hablar con Camila, queda con el auricular del teléfono adherido a su oreja, y, sintomáticamente, será el doctor Hualañé quién lo curará de este problema; mismo doctor que aparece más adelante nombrado por el propio Emar en estas líneas.

19. Esta idea es la matriz que articula a todo Diez, el vicio del alcohol se encuentra tanto al inicio del texto, como al final mostrando claramente la importancia que adquiere el vicio para poder acceder a otra realidad. Por otra parte, en Cavilaciones esta idea también es señalada.

20. Emar, Juan, op. cit. p. 175

21. De Micheli, Mario. Las vanguardias artísticas del siglo XX, Alianza Editorial, Madrid, 1979, p. 198.

22. De Micheli, Mario, op. cit. p. 207

23. Emar, Juan. "Cubismo" en "Escritos de arte ( 1923 - 1925 )", recopilación de Patricio Lizama, Stgo.: Dirección de bibliotecas, archivos y museos, 1992, p. 33

24. Emar, Juan, op. cit. p. 175

25. El concepto de ironía está tomado según el trabajo de Carmen Foxley (en bibliografía) según el cual, la función de la ironía es la "de presuponer lo contrario de lo dicho como simultáneo con lo dicho (...) es una contradicción que niega la afirmación textual", p. 10. Esta yuxtaposición de predicaciones crearía un contrasentido grotesco, deformador o risible.

26. Como ya se señaló con anterioridad, el doctor Hualañé hace su aparición en Un año, para despegar el teléfono de la oreja de Emar, en la p. 102.

27. De inmediato debemos recordar aquí, al famoso Lobo-garú y el tema de las potencias sexuales (los aullidos) que Emar nos muestra en los cuentos Chuchezuma y El vicio del alcohol, en su libro Diez.

28. Emar, Juan, op. cit. p. 185. Es pertinente señalar cómo nuevamente Emar se exhibe a sí mismo, con uno de sus motivos recurrentes; recordemos que en Un año, Emar se asoma a una ventana para ver pasar al cortejo fúnebre de su amigo (en p. 29), lo que tiene toda una carga de acceso a otra visión de la realidad.

29. Si se revisan nuevamente los Escritos de Arte, se verá que en la dedicada al Cubismo señala al respecto que "la música no es más que una ampliación viviente de las matemáticas. Para el pintor, el número pasa a ser un tamaño o un tono de color (...) la obra de arte debe ser Eurítmica; es decir que cada uno de sus elementos debe estar ligado al todo por una relación constante que satisfaga ciertas leyes"; lo que generará un equilibrio que de ninguna manera es el que hoy se comprende como tal, muy por el contrario, "resulta de una relación de números o de proporciones geométricas que constituyen una simetría por equivalentes"; en Escritos de Arte, op. cit. p. 34.

30. Cito a Vicente Huidobro: "El poeta es un pequeño dios".

31. Promis, José, op. cit. p. 97

32. Emar, Juan, op. cit. p. 195

33.- Juan Emar, Miltin 1934, Ed. Zig- Zag, 1934, p. 13.

jueves, 5 de junio de 2008

Heidegger: el arte del ser



por:Alejandro Escudero Pérez

UNED, Madrid

El escrito principal de Heidegger sobre este tema es un texto de mediados de los años treinta, titulado “El origen de la obra de arte” (traducido en Caminos de bosque, ed. Alianza, 1996). Es a él al que preferentemente nos referiremos.

Dicho al margen: de todas las artes la que más constantemente atrajo la atención de Heidegger fue la poesía (especialmente la de Hölderlin, Rilke y Trakl). Aunque en interesantes ensayos como “Arte y espacio” y “Construir, habitar, pensar” se acercó, respectivamente, a la escultura y a la arquitectura (cuando redactó estos ensayos mantuvo un fecundo contacto, por ejemplo, con Eduardo Chillida).

Heidegger, como sucede con todo gran pensador, ha intentado volver a definir qué sea la filosofía y, en el contexto que nos atañe qué sea arte. Heidegger concibe la filosofía como ‘onto-logía’, como saber del ser (el verbo por excelencia, algo que alude, pues, a un acto, una acción, un acaecer, una eclosión; ‘ser’ es, ante todo, el aparecer de lo que aparece, aquello por lo que y desde lo cual los entes son lo que son y lo que pueden ser, ganando cada vez lo que les es propio).

Un breve acercamiento a sus planteamientos puede comenzar con la lectura de la primera página de “El origen de la obra de arte” (pg. 11 de la edición citada).

A modo de comentario –y después de leerla- diremos lo siguiente:

Lo primero que en todo momento nos ayudará a entender lo que dice –en este y otros casos- es fijarnos a qué situación de experiencia nos remite el texto. Una situación que en dos pinceladas caracterizaremos así:

“Estamos, hoy, aquí y ahora, ante una obra de arte, tal vez en un museo o una sala de conciertos. Lo que, a la vez, quiere decir: estamos –al hacer eso tan corriente- imbuídos por una comprensión –más o menos explícita- de qué sea arte (y sólo desde ella y por ella el cuadro o la pieza musical tiene para nosotros el sentido que tiene cuando los experimentamos). Con esa comprensión contamos siempre, sin que reparemos en ella”.

Y es ahí y sólo ahí donde cabe formular una pregunta filosófica sobre el arte – una pregunta formulada en una actitud que implica una cierta suspensión,

aunque sea parcial, de la comprensión del arte vigente, en la que de ordinario nos movemos-. Heidegger, reactivando un inveterado gesto filosófico, pero dándole matices ‘novedosos’, en este contexto, propone que preguntemos por el “origen” (Ursprung) y la “esencia” (Wesen) de la obra de arte.

Si seguimos los vericuetos del fragmento que hemos leído entenderemos que el origen de la obra de arte es su esencia considerada a partir de su fuente (Herkunft), la fuente de qué es y cómo es la obra de arte que antes contemplábamos en otra actitud (sin pregunta filosófica por medio). A esa fuente la llama Heidegger el Arte (die Kunst).

Heidegger denomina “Arte”, por un lado, a una constelación (el Arte es un conjunto de elementos diferenciados e irreductibles, articulados e interdependientes), y, por otro, a aquello a partir de lo cual y por lo cual esa constelación adopta una figura precisa, un contenido y una consistencia específica. El Arte posee, pues, dicho en otro lenguaje, a la vez, un aspecto óntico y otro ontológico.

Es importante destacar que a pesar de que todos los elementos de esa constelación son necesarios, y juegan su peculiar papel, su centro no es ni el artista (como en las estéticas románticas del genio) ni el espectador (como en las estéticas del gusto) sino la propia obra de arte (un centro, eso sí, descentrado y descentrable en tanto no es posible establecer de una vez por todas la ‘esencia’ del arte; ‘ser’ es un ‘acontecer’ –una eclosión-, y si el Arte es una fuente lo es porque actúa como un manantial del que brotan, cuando lo hacen, obras de arte en torno a las cuales cristaliza una entera constelación (que incluye a los artistas y al público, a los modos técnicos de elaboración y a los canales de difusión etc.).

Para continuar, llegados aquí, nos detendremos en algo que apunta Gadamer en su artículo “La verdad de la obra de arte” (escrito como introducción a la edición de 1960 del ensayo de Heidegger). En la página 104 de su traducción castellana leemos:

«Con ello, aunque no sólo esto, [Heidegger] ofrece una descripción del modo de ser de la obra de arte que evita los prejuicios de la estética tradicional y del pensamiento subjetualista moderno».

Un poco antes, en la página 99, completando esta idea, decía el fundador de la hermenéutica filosófica: «Es necesario superar el concepto mismo de estética». La cuestión es ¿por qué es necesario intentar tal cosa? ¿qué hay de malo en la ‘estética’ tal como la conocemos hasta ahora?

Con el término ‘estética’ se designa aquí la disciplina filosófica surgida en el siglo XVIII aunque también a todo un modo de entender el arte (sobre esto se puede leer la primera parte del libro de Gadamer Verdad y método, ed.

Sígueme, el libro de Sergio Givone Historia de la estética, ed. Tecnos etc.). Lo relevante es que la ‘estética’ –hija de la modernidad ilustrada y romántica-contiene un presupuesto, encierra un prejuicio que –según dicen Heidegger y Gadamer- tiene que ser cuestionado. ¿Cuál?

Sobre todo el de que el ‘Hombre’ es el ‘Sujeto’ del arte (y de la ciencia, la técnica, la ética, la política, la religión etc.), es decir, lo que le ‘subyace’, lo que lo sostiene y lo funda, su fundamento necesario y universal, su ‘razón de ser’.

En un escrito de Heidegger, “La época de la imagen del mundo”, que ofrece en sus primeras páginas un recuento de los principales aspectos constitutivos de la modernidad, y a este respecto, podemos leer:«Un tercer fenómeno de igual rango en la época moderna es el proceso que introduce al arte en el horizonte de la estética. Esto significa que la obra de arte se convierte en objeto de la vivencia y, en consecuencia, el arte pasa por ser expresión de la vida del hombre» (Caminos del bosque, ed. Alianza, pg. 75-76).

En la época moderna (o sea, tanto en la estética filosófica como en las artes que la corresponden) se sostiene –con inmensas consecuencias (unas mejores y otras peores)- que el arte es algo del Hombre, él es, por emplear dos términos griegos, su ‘arché’ y su ‘télos’. El arte en su conjunto se concibe como algo para el Hombre, algo por él dispuesto como Sujeto universal de la razón, algo gracias a lo cual o por medio de lo cual el Sujeto llega a ser Sujeto.

Dos ejemplos pueden ayudar a precisar esta última idea:

-En el diccionario Anaya, como primera acepción del término ‘arte’ se dice lo siguiente: “capacidad del hombre para crear belleza” (un definición que habría que estudiar con todo detalle).

-Los libros de José Jiménez, catedrático de Estética en la Universidad Autónoma de Madrid, La estética como utopía antropológica e Imágenes del hombre (fundamentos de estética), ambos publicados en la editorial Tecnos, como explícitos herederos de la tradición moderna, explican que las obras de arte son una ‘imagen del hombre’, en el doble sentido que tiene la expresión: suya en tanto a él referida y suya en cuanto por él producida; pero ¿de qué hombre es la obra de arte ‘imagen’? Del hombre emancipado, del sujeto libre, por eso afirma el carácter utópico del arte: éste nos libera, nos hace libres, y esa es su ‘función’, para eso ‘sirve’.

A partir de éstas coordenadas –cuya aclaración requiere un desarrollo mucho más amplio y minucioso- nosotros, los hijos de la era moderna, entendemos el arte en general.

Heidegger –al que puede considerase un pionero- pretende, como indicaba Gadamer en los textos que antes citamos, poner todo esto en tela de juicio. Según él otra época para el arte –aunque no sólo para el arte- empieza a ser posible, comienza a vislumbrarse de un modo aún oscuro y confuso. El asunto

es ¿cómo iniciar, en este terreno, la discusión (o problematización) de la situación aún vigente? De varios modos, por ejemplo estos:

1. Para empezar hay que reconocer, con todas sus consecuencias, que el Arte (como constelación, como ámbito óntico y ontológico etc.) tiene en sí su ‘arché’ y su ‘télos’. No es algo, pues, al servicio del Hombre, a su disposición como medio para llegar a ser él mismo. Más bien hay que pensar (en tanto, a la vez, pertenecemos a ese ámbito y participamos en él) que estamos al cuidado de él, que nos corresponde cuidar de él como de algo ‘sagrado’; sólo desde el amor al arte cabe cultivar con acierto ese fértil territorio al que nos debemos.

2. Restablecer el vínculo entre el ‘arte’ y la ‘verdad’, haciéndonos ver que el arte es un modo o aspecto de la verdad. Algo que, con razón, en primera instancia nos puede parecer chocante, ante todo porque contraviene el reparto de ámbitos aún vigente; este reparto, por ejemplo, puede encontrarse en las tres críticas de Kant: en la Crítica de la razón pura se establece, a través del entendimiento del Sujeto, el nexo entre el conocimiento y la verdad; en la Crítica de la razón práctica, a partir de la voluntad del Sujeto, se fija la conexión de la moral y el bien; y en la Crítica del Juicio, desde el sentimiento del Sujeto se decide qué es bello y qué es sublime, esto es, las dos ‘categorías’ que articulan la esfera estética. Heidegger piensa que este reparto no tiene por qué ser aceptado, subrayando que todo esto tiene que ser replanteado a fondo.

Cuando Heidegger propone vincular el arte y la verdad lo hace, desde luego, a partir de un intento de redefinir qué sea la verdad. La acepción tradicional (la verdad es una adecuación, una conformidad, una correspondencia etc.) no tiene que ser enteramente desechada, pero sí conducida a una dimensión más radical: la de la verdad como desocultamiento (de lo ente por el ser, desde el ser). Sólo de este modo el Arte puede comparecer como uno de los modos en los que la verdad acaece.

Una posible, y parcial, traducción de esto al nivel de la obra de arte (en la que se concretaría la posible verdad del Arte como tal) lleva a decir que ésta no es, en sentido literal, una re-presentación: la presentación segunda de algo que ya estaba antes ahí dado. La obra de arte es la presentación o la mostración de algo, desplegada, pues, de acuerdo con el modo artístico de manifestación del ente (en la que lo óntico gana brillo y esplendor).

Heidegger, y éste es uno de los nudos de su ensayo, señala que la verdad de la obra de arte se establece en y como una lucha, una tensión, en el seno de cada obra, entre su ‘mundo’ y su ‘tierra’, siendo ‘mundo’ lo desplegado por la obra y ‘tierra’ lo replegado en la obra (en los cuatro ensayos de la segunda parte de G.

Vattimo, El final de la modernidad, ed. Gedisa, pueden encontrarse más precisiones sobre estos términos).

La clave, en todo caso, de lo propuesto por Heidegger –y es lo que pretendemos resaltar en la medida en que incita a pensar lo que hoy nos corresponde pensar en este ámbito de cuestiones filosóficas- está en entender el Arte como ‘acontecer’, como una fuente y manantial (inagotable) de modos de artisticidad, de maneras (a la vez distintas y enlazadas) de configurarse y articularse epocalmente lo artístico (ese peculiar ámbito de lo ente).

¿Es posible aportar, dicho esto, y a fin de concretarlo algo más, una pista al menos de por dónde va la cosa según este planteamiento? Tal vez, y dicho para concluir, ayude a ello la indicación siguiente:

Desde esta perspectiva –que debe ser puesta a prueba para ver hasta dónde da de sí a la hora de ‘pensar las artes’-, por ejemplo, y a propósito de las ‘artes plásticas’ cabe decir que éstas ensayan en cada caso una sensibilización de lo insensible (el pintor Paul Klee decía, en este sentido, que la pintura no pinta lo ya visible, sino que “hace visible” etc.). Es aquí, en este volver sensible lo que no lo es o no lo era, donde se pone en juego el conflicto entre el ‘mundo’ y la ‘tierra’, en cuyo filo se sostienen las obras de arte.

Indicaciones bibliográficas.

En castellano, salvo artículos dispersos en revistas, hay pocos textos que se puedan leer con provecho sobre tratamiento heideggeriano del problema del arte.

Por su calidad e interés son recomendables los ensayos de Félix Duque – precisamente porque no son escritos ‘sobre Heidegger’ sino ‘a partir de Heidegger’, aprendiendo de lo que éste ha enseñado y haciendo algo con ello-por ejemplo Arte público y espacio político, ed, Akal, 2001 y La fresca ruina de la tierra, ed. Calima, 2002. Muy interesante es su introducción (titulada “La mirada y la mano”) a un libro que recoge dos ensayos de Heidegger, “Observaciones relativas al arte-la plástica-el espacio” y “El arte y el espacio”, publicados por la Cátedra Jorge Oteiza en el 2003.

El comentario más exhaustivo del ensayo de Heidegger “El origen de la obra de arte” es el elaborado por F. -W. Von Herrmann, se trata de Heideggers Philosophie der Kunst, ed. V. Klostermann, 1994.

Alejandro Escudero Pérez, Marzo, 2004.



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© Alejandro Escudero Pérez, 2004

Publicado en la Revista Rastros del Departamento de Filosofía

Facultad de Filosofía de la UNED


Revista Lindaraja

Foro de Realidad y ficción

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jueves, 21 de febrero de 2008

Rescatando a los poetas olvidados de la V región


La solidaridad y cordialidad del hombre de letras.

*Luis Ossa Gajardo

Vivimos en la era del vacío y la indiferencia, continuamente marcada por el sello de la individualidad.

El hombre sin satisfacer sus aspiraciones más elevadas, se hace cada vez menos sabio, menos auténtico, más frío e intolerante. Con esta profunda marca en sus entrañas, sólo pretende sobresalir en un afán permanente, sin ninguna formulación axiologicamente honesta.

Las tristes ansias de sus búsquedas auto-referentes se alzan ante sus ávidos ojos, como un nefasto ídolo, siempre inconsistente.

Extraños dominios deshumanizan al hombre, una hostil aversión a los valores del espíritu constituye la oscura niebla de su racionalidad, sin una vida interior se hace esencialmente inconstante e incapaz de desarrollar algunas de sus elementales virtudes.

La carne fugaz en las oscuras redes hedonistas, el timón de las vigilias sin una estrella que ilumine el rumbo axiológico del poeta, desorienta y fatiga al lector. De ahí la necesidad del lírico en empeñarse por una exploración íntima y constante de su propio espíritu cuidando la precisión del lenguaje con un claro acento y en su máxima energía.

Estimado escritor y poeta: anhelamos desde el fondo de nuestro corazón que la solidaridad sea el auténtico libro abierto de nuestra vida, en cuyas páginas transparentes brote la cordialidad, el agua cristalina, la pluma y el verso verdadero.

Basado en estos principios es que vengo a presentar ante Uds. mi ponencia que he denominado “Rescatando a los poetas olvidados de nuestra región”. Pero antes permítanme a modo de valioso ejemplo y sencilla reflexión exponer algunos elementos referenciales con el propósito de centrar nuestra mirada en un valor de la lírica chilena que, gracias a la solidaridad de otros poetas e investigadores, la gloria de su pluma, ha trascendido más allá de nuestras fronteras, me refiero a Carlos Pezoa Véliz, quien a través de una breve y fecunda existencia, supo contener el vaso de su humanismo en su más alta expresión. Considerado uno de los primeros poetas chilenos en desarrollar una voz singular y propia, lo cual ha permitido que su poesía esté presente en cualquier exigente antología y ser considerado el primer poeta social del país, quien llegó a representar el "alma chilena", llegando a dar cuenta del tono colectivo de un pueblo. La mayoría de sus creaciones poéticas que lo hicieron famoso las realizó en los alrededores de Valparaíso, donde vivió gran parte de su corta existencia.

Carlos Pezoa Véliz, nace un 21 de julio de 1879, -a principios de la Guerra del Pacífico- en un popular barrio capitalino, alrededor de la bulliciosa calle San Diego, específicamente en la calle Mencia de los Nidos, a un costado de la Plaza Almagro. Fue hijo natural de Elvira Jaña y de un español apellidado Moyano. Su madre se desempeñaba domésticamente en el hogar del matrimonio conformado por José María Pezoa y Emerenciana Véliz, quienes definitivamente le criaron y otorgaron sus apellidos.

"Niño pálido, muy rubio, de cabello ensortijado, cuyos ojos claros aumentaban la transparencia del rostro" (Silva Castro). En los alrededores del antiguo mercado de San Diego, donde su padre adoptivo tenía un negocio de carbón y vituallas, Carlos Pezoa Véliz empieza a descubrir un mundo que temáticamente aparecerá posteriormente en su poesía; un barrio bravo donde deambulan tipos populares, donde lo rural se vierte en la ciudad y donde transitan personas al margen de la ley. Aquí realiza sus estudios primarios en la escuela pública Nº 3, para luego ingresar al Colegio de San Agustín, donde se destaca como un buen alumno. En esta época comienzan sus escapadas del hogar familiar, en algo que se transformará con el tiempo en una característica de su vida, con sus altibajos y las carencias económicas.

Pasa una corta estadía por la guardia nacional, obteniendo un grado superior a soldado, lo cual le inspirará el poema "Las Penas de azotes". "Formado el batallón, rígido humilla / al pobre desertor aprehendido / que sobre el patio del cuartel tendido / siente el roce brutal de la varilla."

Luego se dedica esporádicamente y con frenesí a varias ocupaciones: como aprendiz de zapatero, ayudante de una escuela de la calle San Diego e incluso llegó a ser calador de Sandías en el Mercado Central, donde se vendía "La Lira Popular", un folletín en el que, bajo el seudónimo de Juan Mauro Bío, publica sus primeros versos, que aludían a la crónica roja, por ejemplo el titulado "Crimen en la calle del Puente". La “Lira Popular” consistía en un par de hojas. Como podemos observar puede ocurrir que en una simple hoja de papel podemos hallar poesía de extraordinaria calidad. Y ocurre también, que he visto en ediciones de lujo, poesías mediocres y algunas horrorosas. Y recordemos que publicar muchos libros no hará un mejor poeta.

Inconformista, de formación autodidacta, mantuvo una estrecha relación con los Ateneos, donde se divulgaban conocimientos de la ciencia y se trataban las problemáticas sociales. Empapado de conciencia social, frecuentó círculos anarquistas como el Ateneo Obrero de Santiago o más tarde la Sociedad en Resistencia de Carpinteros de Valparaíso. Cuenta el poeta Oscar Hahn, que Pezoa Véliz fustigó duramente a los anarquistas a través de la prensa responsabilizándolos de la disolución del Ateneo Obrero de Santiago y acusándolos de "llevar en sus trajes no las honrosas manchas que se reciben con el trabajo diario, sino las huellas recientes de borracheras al aire libre".

El espíritu inquieto de Pezoa Véliz lo lleva a viajar por primera vez a Valparaíso alrededor de 1900, pasando toda clase de pellejerías. Dedicado a la bohemia, duerme en los carros eléctricos del recorrido Viña del Mar - Valparaíso y participa en desafíos a contrapunto con "puetas" en fondas y tabernas de este puerto. Hace amistades, entre la que destaca el poeta Víctor Domingo Silva, quien se desempeña como bibliotecario de la Armada y permite que nuestro poeta duerma en la biblioteca rodeado de libros y sueños.

En 1902 decide radicarse en el puerto y ese mismo año se realiza una velada en el Ateneo de la Juventud de Valparaíso, donde lee sus poemas y se confirma como poeta.

Alrededor de 1903 lo vemos vivir en Playa Ancha, específicamente en la calle Taqueadero Nº 55, casa que era propiedad de la familia Silva Endeiza, de los poetas Víctor Domingo y Gustavo, que inmortalizara en el poema "Al amor de la lumbre". "Junto a la gruta de las quebradas,/ donde las aguas alborotadas/ charlan de asuntos sin ton ni son,/ hay una casa de corredores,/ donde hay palomas, tiestos con flores/ y enredaderas en el balcón."
En 1904, mientras ejerce como profesor en Viña del Mar, se relaciona con varios escritores, entre los que destacan Augusto D'Halmar, Manuel Magallanes Moure, Samuel A. Lillo y Ernesto Montenegro. Ejerce como periodista y publica en varias revistas y diarios como "Pluma y Lápiz", "Instantáneas de luz y sombra" y "Sucesos".

En 1905, trabajando como redactor de "La Voz del Pueblo", es enviado al norte del país, para dar cuenta de la vida de los trabajadores y obtener suscripciones para el periódico. Pretende escribir una obra, a la que incluso titula "Tierra Bravía", pero no alcanza a concretar su proyecto. Producto de este viaje es el poema "De vuelta en la pampa" y el genuino retrato de "El taita de la oficina". "Es decir el más viejo de los trabajadores, el más corrido, el más espoliado, el más vicioso, el más pobre. El que reunía en sí aquellos atributos lamentables del pampino andariego, sin olvidar siquiera los más odiosos o los más conmovedores"

De vuelta de este viaje, al obtener Pedro Montt la presidencia de la República, Carlos Pezoa Véliz es nombrado secretario de la alcaldía en la Municipalidad de Viña del Mar. Atrás quedaban las zozobras económicas y lo vemos aparecer impecablemente vestido en uno de los pocos retratos que se conservan. Pero las ilusiones pronto se desvanecen y el destino no tardará en ensañarse con el poeta. Acaece el terremoto de 1906 que deja por los suelos a gran parte de Valparaíso y Viña del Mar, y es precisamente en esta ciudad donde una muralla de adobes aplasta al poeta, dejándolo gravemente herido, debiendo ser trasladado al hospital Alemán de Valparaíso, donde se constata la fractura de ambas piernas.

Es aquí, en la sala común, donde compone una de sus poesías genialmente logradas y famosas:

Tarde de Hospital

Sobre el campo el agua mustia

cae fina, grácil, leve;
con el agua cae angustia:

llueve

Y pues sólo en amplia pieza,
yazgo en cama, yazgo enfermo,
para espantar la tristeza,
duermo.

Pero el agua ha lloriqueado
junto a mí, cansada, leve;
despierto sobresaltado:
llueve

Entonces, muerto de angustia
ante el panorama inmenso

mientras cae el agua mustia,
pienso

Escrito en el Hospital Alemán de Valparaíso en 1906.

Alcanzó a recuperarse de las heridas para volver nuevamente a este hospital, donde es operado de apendicitis. La dolencia continúa y decide trasladarse al hospital San Vicente de Paul en la capital, (hoy José Joaquín Aguirre) donde se confirma la enfermedad que había temido y prefigurado en sus escritos: Tuberculosis, en su caso al peritoneo, lo cual le causa profundos sufrimientos por heridas que no cicatrizan y sus correspondientes curaciones.

Frente a este infierno se le ve blasfemar ante la adversidad, como una forma de calmar la desesperación y los dolores. En ese estado es visitado por algunos amigos destacados como Fernando Santiván, Augusto D´Halmar, Guillermo Labarca o Emilio Vaisse. Lo inevitable cae sobre él como un destino trágico y deja de existir tras una larga agonía, el 21 de Abril de 1908.

Carlos Pezoa Véliz fue un innovador, cuando la poesía nacional estaba entrampada con el modernismo de Rubén Darío y con los lugares exóticos, cisnes y princesas. Supo poner la vista en otros lugares: "Si el poeta habla del agua con la voz misma del agua, hable también de los sedientos... si quiere contar sus cuitas al paisaje, hable desde la tosca puerta del rancho carcomido, donde hay tapias, rosales, organismos y esperanzas ruinosas..." (Antonio de Undurraga en "Pezoa Véliz")

En su poesía encontramos al hombre en su relación primordial con la tierra y con destinos adversos o tristes, al hombre anónimo cargado de amargura, a los humildes, a los tristes de corazón, en construcciones argumentales donde la voz del poeta consigue transformarse en voz colectiva.
Hay en sus versos un deseo de redimir a los desamparados, de ayudarlos en sus infortunios cuando les llega a decir: "No hay más que una vida de eterno desamparo, donde para alcanzar la migaja de placer que os corresponde como hombres, es fuerza que la arrebatéis a bayonetazos, colocando brutalmente en la balanza donde se os roba el pan, toda la brutalidad musculosa de vuestros puños"

Por sus cantos desfilan personajes profundamente reales y populares como Teodorinda, la hija del capataz, "Esa muchacha llena de risa es un bocado que el tiempo guisa para las hambres de su señor" o Pancho y Tomás, los hermanos de infortunio, o los anónimos personajes en Nada- También no faltan los perros abandonados como en "El perro Vagabundo". "Allá va. Lleva encima algo de abyecto. / Lo persigue de insectos un enjambre, / y va su pobre y repugnante aspecto/ cantando triste la canción del hambre." Estos y otros personajes configuran un mundo marginal hábilmente retratado donde el verso de cuidadosa factura logra hacernos parte, hacernos carne, en una gran lección de humildad.

Carlos Pezoa Véliz no alcanzó a cumplir los treinta años ni a ver, como le gustaría a todo escritor, impreso su nombre en letras de molde. En su corta vida, desde un origen incierto y modesto, logró luchar contra un destino adverso, sobreponiéndose a toda clase de penurias, para con tesón y esfuerzo lograr una voz propia, con la cual llegó a representar los destinos de muchos hombres anónimos, con sus sufrimientos y pesares, entonando la canción colectiva de un pueblo.
Póstumamente sus amigos concretarán su deseo inconcluso, la publicación de un libro. Su poesía, entonces, siguió su propio camino, trascendiendo fronteras, conservándose y recordándose a través del tiempo, algo que se contrapone con su efímera existencia. Su lírica, junto a su prosa de gran factura, fue un gran aporte a la literatura chilena, con sus contenidos sociales y populares, donde se expresan conmovedoramente las existencias silenciadas.

Entonces nos preguntamos que hubiera sucedido si Ernesto Montenegro no hubiese recopilado y editado “Alma Chilena” en 1912, Leonardo Pena posteriormente “Campana de oro”, “Poesías y prosas completas” de Armando Donoso en 1927 y “Pezoa Véliz, biografía crítica y antología” de Antonio de Undurraga en 1951. Libros que fueron publicados después de su muerte por hombres de letras solidarios que supieron ver sin egoísmos, en Pezoa Véliz en el ritmo vigoroso de su verso, la expresión de un realismo trascendente y universal.

Una vida similar a la de Pezoa Véliz encontramos en la de Mauricio Vega Montt, poeta que residió en la década del 50 en la ciudad de Quilpué. Mi primer contacto con la poesía de este artista de la palabra, sucedió hace algunos años cuando leía un semanario titulado “El Quilpuéino” editado por Don Raúl Troncoso, un distinguido ex funcionario municipal de dicha comuna. Me sorprendió, en aquel entonces, la hondura de su lírica, al tiempo la desdicha de su vida, narrada en breves líneas por el doctor Ramón Campbell que adjuntaba al poema publicado. Se trataba de un soneto magistralmente logrado, perfecto en la exigente estructura, bello y elevado en su estética, triste, fuerte y profundo en su contexto.

“La verdad sin tapujos tú deseas, hermano

que te demuestre mi vida sin reflejo escondido.

Ya ves como accedo. Ven, estrecha mi mano,

y lo que a nadie he dicho, te lo diré al oído.

Por lo falso y soberbio nunca amor he sentido.

Me fascina el misterio, lo imposible y lejano;

la Belleza y la Muerte, y el Dolor y el Olvido;

lo raro, lo doliente, lo exótico, lo arcano.

Mil pasiones extrañas me han besado y herido;

de maléficos pozos agua y sangre he bebido,

y estoy harto de todo lo divino y lo humano,

ya no espero ni creo, ni me doy ni pido,

ni los hombres me importan, ni ese Dios tan temido,

ni mañana ser sombra, lirio, luz o gusano”

Desde aquel momento surgió en mí el interés por tener una muestra más amplia de su quehacer poético. Tanto repetí su nombre entre mis pares hasta que un día, después de muchos años, uno de ellos me sugirió que, tal vez Don Heraldo Orrego pudiera tener algunos ejemplares ya que él había financiado años atrás una publicación de Mauricio Vega Montt. Fue así como generosamente, a través de su persona, obtuve el último ejemplar del que disponía, cuyo título es: “Cuatro Tiempos de una Vida, Poemas de Mauricio Vega Montt.” Libro conmovedor que asiduamente leo cada día con mayor interés.

El Dr. Ramón Campbell, un gran defensor de la cultura, que residió en Quilpué, relata dentro de este libro, como un día llegó el poeta a su casa en las colinas de Valencia, su objetivo era hacer entrega de su antología, rústicamente empastada por sus propias manos.

Cuenta además, el Dr. Campbell, como por ocasión de las tradicionales fiestas de la primavera que otrora se celebraban en diversas ciudades de nuestro país, conoció a Vega Montt: “Me llamaron a integrar el jurado Elogio a la Reina, lo presidía Augusto D”Halmar, nuestro primer premio nacional de literatura…leímos numerosos poemas a la primavera, a la belleza femenina y a la juventud: Algunos sentidos, otros vulgares, o plagiados, en fin, de esos que se miran y se deja a los pocos segundos. De pronto Don Augusto tomó una hoja y con su tono profundo y reposado, nos leyó un poema hermoso. Allí había un poeta de verdad; sencillo, claro, lleno de hermosas imágenes. Inquirimos el nombre: Mauricio Vega Montt” y prosigue “Ante nosotros se presentó un jovencito, delgado, humilde, pobre, tímido casi. No se atrevía a sonreír para no demostrar los defectos de sus dientes desgastados” Luego relata el Dr. Campbell que un dentista amigo arregla la dentadura del poeta y se le provee de ropas adecuadas para estar presente en el acto de coronación de la reina, pero no se presentó.

Mauricio Vega Montt, poeta pobre por fuera, sin embargo, henchido de riquezas inconmensurables dentro del cofre de su alma, padeció uno de los infortunios más grandes y desgarradores que ser humano sea capaz de soportar en toda su vida: hijo expósito no conoció a su madre, y seguramente tampoco al padre. De Alberto Maturana, quién analizó en profundidad la obra de Mauricio Vega Montt rescatamos las siguientes palabras: “Así este hombre triste, mutilado, que sólo en la muerte y al que tantas cosas han herido, ama sin embargo, a los demás hombres, y por ellos eleva un canto viril, hermoso y profundo” Leamos entonces algunos de sus poemas:

PAN

Porque comí del pan que hizo tu madre

tengo el corazón celeste esta tarde.

Algo bendito tenía de seguro,

porque me siento puro,

y en mis venas no arde

ni el egoísmo duro

ni la llama cobarde.

Algo bendito tenía, de seguro,

Este pan de tu madre.

Yo no la conozco pero la bendigo,

Por este pan que me ha el amigo

Que iluminó mis soledades.

Yo no la conozco pero la bendigo,

Y a tu lado, y contigo,

Le deseo saudades.

Que la espiga le sea generosa

Y crezcan más altos sus juncales;

Que la vida le sea dadivosa

En donde vaya, en donde ande.

Poema: llega hasta su mano

y entrégale lo que arde

de generoso y sobrehumano

en mi corazón esta tarde.

Y en el preludio de su muerte escribe:

SINFONÍA DE LA SANGRE

Oh sangre azul y envenenada

yo no quisiera poseerte,

y tengo que sentir tu grito, en cada

hora que me habla de la muerte.

Oh sangre azul iluminada

del resplandor de un cielo inerte,

que siempre me recorres, inundada

de algún hechizo antiguo y fuerte.

Quizás por ti sufrí tan hondo

este tormento ya sin fondo,

y sin final y sin comienzo;

Bendita sangre envenenada.

te siento mía en la jornada,

y por ti vibro, vivo, y pienso.

Gracias al interés por la cultura y el arte que siempre demostró el Dr. Ramón Campbell y gracias a la benéfica mano de Don Heraldo Orrego, quienes supieron valorar la expresión poética de este insigne poeta es que podemos ser testigos hoy de su gran talento.

***

En Valparaíso en un frío día de invierno el año 1979 mientras esperábamos a otros poetas para subir a colocar una placa recordatoria en el hospital alemán por motivo del centenario del Natalicio del poeta Carlos Pezoa Véliz, tuve la ocasión de conocer y conversar con Guillermo Quiñones, el poeta olvidado de Valparaíso. Un hombre sencillo, diría casi tímido como un adolescente a pesar de sus bien conservados 80 años de edad. Conversamos de su Balada “La Galleta Marinera” y “Canto al Cartero” poemas que en mi primera juventud había leído con entusiasmo.

Guillermo Quiñones nació en Valparaíso, el 25 de junio de 1899. Poeta surrealista de verbo ágil y rítmico. Caracteriza la poética de Quiñones su estilo barroco, sus vocablos, conceptos e incluso imágenes antagónicas sin pretender construir andamiajes líricos que sorprendan al lector.

En su poesía se observa una clara expresión exultante y fuerte, y un franco concepto de la vida.

En vida publicó algunos escasos poemas en revistas (entre ellas, Multitud, Caballo de Fuego y Mapocho) Su obra póstuma la constituye una antología de poemas recogidos bajo el título “Cuando los veleros anclaban en Valparaíso, publicada por la Sociedad de Escritores de Valparaíso, una edición de escasos ejemplares, desprovista de una efectiva distribución comercial y ninguna recepción crítica en el ámbito nacional.

De su canto al cartero extractamos algunos de sus versos:

“Hombre que has cruzado todas las civilizaciones,

como cualquier astro o insecto alrededor de la noria de la tierra.

serviste al Emperador de la China entre dragones

de piel de alucinado verde, como minas de esmeralda

en las que hubiéranse derrumbado todas las estrellas

y todas las verdes hojas y todos los verdes frutos de todas las primaveras…”

***

Manuel Astica Fuentes es otro de los escritores casi olvidados en Valparaíso y a nivel nacional. Nacido en Linares (1906), vivió en Valparaíso desde 1938 hasta su muerte en 1996. Siendo cabo escribiente de la Armada fue uno de los principales líderes de la sublevación de la escuadra naval en el año 1931. En 1932, publicó Thimor, la primera novela de ciencia ficción chilena. Nunca ha sido reeditada. Y aunque no se ubica en ninguna librería, no pierdo la esperanza de encontrarla en alguna feria de libros viejos, tal como he encontrado la de otros valiosos autores.

Conclusiones:

Propongo a los Sres. Asistentes a este Encuentro Internacional de Escritores “Pedro Mardones Barrientos” Organizado por la Agrupación Literaria Regional -5ª Región de Chile

Primero.- Sostener la firme resolución por rescatar de manera destacada la memoria de dos poetas o más, cada año en sus respectivas regiones, honrando con sus nombres en concursos literarios, recitales, aniversarios de su natalicio y/o de su muerte. Para lo cual sugiero entregar al público asistente algún tríptico o similar con una breve reseña biográfica y una pequeña muestra de su obra poética.

Segundo.- Publicar en conjunto con todas las regiones y países participantes en este Encuentro Internacional de Escritores una Antología que incluya a dos o más –previo acuerdo- poetas olvidados que se hayan destacados por la calidad de su obra poética más que por otros méritos.

Tercero.- El ideal de todas las proposiciones: Reeditar, difundir a nivel nacional e internacional las obras literarias que exhalan un poderoso hálito de grandeza y universalidad como las obras de los poetas que aquí he expuesto.

Muchas gracias.

*Luis Ossa Gajardo

Fuentes Bio-bibliográficas:

“El Quilpuéino” Antiguo semanario de la comuna de Quilpué, hoy desaparecido.

“Atlas de la poesía” de Antonio de Undurraga.

“Cuatro Tiempos de una Vida” Poemas de Mauricio Vega Montt

* Luis Ossa Gajardo: Poeta, Ensayista, Libretista radial , Humanista, Crítico Literario Chileno.

Ponencia presentada en Olmué el día 9 de Noviembre de 2007 por motivo del Tercer Encuentro Internacional de Escritores organizado por la Agrupación Literaria de la 5ª Región y The Cove Rincón, Miami, Estados Unidos de Norteamérica.

Mayores antecedentes sobre del autor de esta ponencia utilizar Google.cl.

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