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lunes, 6 de marzo de 2017

YA NO SOMOS VÍRGENES, de Ingrid Odgers

Miércoles, marzo 01, 2017


Ingrid Odgers

Terminé de leer hace unos días, Ya nos somos vírgenes de Ingrid Odgers, Ediciones Orlando. Versátil escritora y poeta que nos sumerge esta vez en un mundo interno, muy privado, muy íntimo con la historia de esta mujer, Erika, avecindada en la ciudad de Concepción, separada, con hijos y una difícil sobrevivencia. La novela está escrita en primera persona y tiempo presente en la mayor parte y posee un lenguaje liviano, claro y conciso, sin adornos que entorpezcan el hilo de la historia.  

Ya no somos vírgenes se divide en capítulos cortos que corresponden a experiencias diarias de Erika y su lucha por vivir, por ser, por levantar el rostro frente al mundo, a su familia, a sus padres –aún vivos-, a la sociedad, e incluso, a esos (as) amigos (as) que dieron vuelta el rostro al enterarse de su orientación sexual.

Me parece una apuesta valiente la de Ingrid pues pone sobre la mesa el tema homosexual en nuestro país; y eso es, aunque ya no un tabú, una acción de rebeldía. Y es que estamos inmersos, a estas alturas de los años y siglos, en una cultura hipócrita y hostil frente a la aceptación de aquellos que viven una sexualidad diferente. Posee la novela episodios eróticos muy bien escritos, sin ningún atisbo vulgar; y recalco esto porque tiende a pensarse que si un trabajo literario trata de la homosexualidad, es, necesariamente grotesco. Abajo con los prejuicios de una vez por todas. Ese es mi llamado. En Chile son pocos los escritores que han desarrollado estos temas, pienso, por ejemplo, en Jorge Marchant Lazcano, Pablo Simonetti, Carlos Iturra… entre otros (as);  la mayoría, varones. En poesía, sin embargo, son las mujeres las que se atreven a tocarlo con más frecuencia; y, la verdad es que en toda la literatura gay que he leído de nuestro país, tanto las historias como los versos, son reflejo del amor, de la búsqueda, de la atracción que cualquier ser humano puede sentir por otro, ya sea del mismo sexo o no.

Erika a través de su historia va dejando en claro su propia lucha, sus sentimientos, su tristeza y, a veces, desesperanza; las dificultades que enfrenta por la cesantía y la dependencia económica de su ex esposo; el desgano de no encontrar su propio sitio en el mundo, el juego que significa mentirle a todos y tener que ocultar los sentimientos que la embargan. El amor que nos relata –a María Belén- es conmovedor. No dejo de pensar en mis propios sentimientos cuando he tenido pérdidas amorosas o dudas frente a mis experiencias y no veo ninguna diferencia entre aquello que relata el personaje y yo. El amor es amor, eso es todo. No hay más vuelta que dar al tema. 

Ya no somos vírgenes es una novela para conversarla, para tratarla, para hacerla pública; para que la sociedad atienda y desarrolle la inteligencia emocional necesaria y vernos, por fin, a todos por igual con iguales derechos. Las opciones son muchas en la vida, nosotras (os) tomamos los naipes que deseamos asir. Lo demás es la propia aventura y búsqueda; y, por tanto, un camino personal que ha de ser respetado.

Cecilia Palma


Santiago, marzo 2017


Nota: Cecilia Palma. Poeta chilena, reside en Santiago; ex vicepresidenta de la Sociedad de Escritores de Chile. Publicaciones: A Pesar del Azul (1992), Asirme de tus hombros (2002), Piano Bar (2007). Confesión Vertical (México, 2014). Vuelvo de Siberia esta tarde (2011 - 2015).

lunes, 21 de marzo de 2016

ENRIQUE SILVA RODRÍGUEZ - UN CAMINO EN SEIS POEMAS POR ROSSANA ARELLANO


  

Escribir para vencer el tiempo o
para escribir el tiempo
en materia de exposición literaria”
José Saramago.

En la poesía de Enrique Silva, hay un compromiso de expresión, tal vez una obligación de sí mismo y su voz, que sabe libre, a pronunciarse sin exageraciones.

Como en el poema "Hombre con la mano en la barbilla”:

"...digo estío, pronuncio tempestad
y unas piedras caen de mi boca..."

Usar la razón en el sentido justo, redondeando ideas, la creación de lo visible o invisible. Despliega la propia realidad humana, contribuyendo con el lenguaje a la felicidad de otros.  El poeta Silva Rodríguez, nos habla con singular serenidad.

El "yo" que obedece a un ritmo de autor que utiliza la palabra como fuente de estimulación o ejemplo, lo observamos en el siguiente poema, Los bichos:


"yo venero entre los bichos,
los tres dones que no tengo:
sus corazas coloridas,
esas alas capaces de hacer música  y volar
y tanta, tanta luz
en un poquito de luciérnaga".


La palabra se reparte más allá de los labios y el hombre-poeta ocupa su vereda con un fruto sensual, entre las manos.

“…Porque trae tanto de la playa
es la mujer en mis orillas
tanto maramor lame mi lecho
que se esfumas sus …
en mi boca…”

El entorno, el amor, la atracción, son motivos de su íntima expresión poética, palabra que corresponde a una sensitiva, intensa y observadora mirada de los acontecimientos cotidianos, que se desliza firme y con excelente manejo del lenguaje donde no están ausentes los neologismos, es decir, las palabras que el poeta crea o la inclusión de un significado nuevo en una palabra ya existente. Observamos el poema Mujer como el mar:


Se ahogan mis manos en sus caderas
Me areno entre sus piernas
Me archipiélago en sus muslos
Y penínsulo
 Su pubis.

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