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lunes, 21 de marzo de 2016

ENRIQUE SILVA RODRÍGUEZ - UN CAMINO EN SEIS POEMAS POR ROSSANA ARELLANO


  

Escribir para vencer el tiempo o
para escribir el tiempo
en materia de exposición literaria”
José Saramago.

En la poesía de Enrique Silva, hay un compromiso de expresión, tal vez una obligación de sí mismo y su voz, que sabe libre, a pronunciarse sin exageraciones.

Como en el poema "Hombre con la mano en la barbilla”:

"...digo estío, pronuncio tempestad
y unas piedras caen de mi boca..."

Usar la razón en el sentido justo, redondeando ideas, la creación de lo visible o invisible. Despliega la propia realidad humana, contribuyendo con el lenguaje a la felicidad de otros.  El poeta Silva Rodríguez, nos habla con singular serenidad.

El "yo" que obedece a un ritmo de autor que utiliza la palabra como fuente de estimulación o ejemplo, lo observamos en el siguiente poema, Los bichos:


"yo venero entre los bichos,
los tres dones que no tengo:
sus corazas coloridas,
esas alas capaces de hacer música  y volar
y tanta, tanta luz
en un poquito de luciérnaga".


La palabra se reparte más allá de los labios y el hombre-poeta ocupa su vereda con un fruto sensual, entre las manos.

“…Porque trae tanto de la playa
es la mujer en mis orillas
tanto maramor lame mi lecho
que se esfumas sus …
en mi boca…”

El entorno, el amor, la atracción, son motivos de su íntima expresión poética, palabra que corresponde a una sensitiva, intensa y observadora mirada de los acontecimientos cotidianos, que se desliza firme y con excelente manejo del lenguaje donde no están ausentes los neologismos, es decir, las palabras que el poeta crea o la inclusión de un significado nuevo en una palabra ya existente. Observamos el poema Mujer como el mar:


Se ahogan mis manos en sus caderas
Me areno entre sus piernas
Me archipiélago en sus muslos
Y penínsulo
 Su pubis.

viernes, 4 de mayo de 2012

Entrevista a Jaime Valdivieso Mayo 2012

El Clarín Digital

    Viernes, 4 de Mayo 2012
Jaime Valdivieso: “Creo en la posibilidad de que la dictadura asesinó a Neruda”

DF.- En entrevista digital desde Ñuñoa, Jaime Valdivieso (1929) habla de Neruda: “Lo conocí una noche en casa de Volodia Teitelboim. Y poco después lo fui a ver a La Chascona donde estaba en cama con un resfrío.  Se hallaba en cama como quien está en una barca, pues de allí miraba una cascada que caía frente a su ventana. Por supuesto que todo eso me impresionó mucho. Tenía en su cama una serie de libros sobre pájaros”, y ante la solicitud de exhumación presentada por el Partido Comunista en el Caso Neruda, Valdivieso considera: “Creo que es muy posible que lo hayan asesinado en la Clínica Santa María, por el odio de la dictadura y del propio Pinochet contra el poeta”.


Autor de: El muchacho (1958); Tornillito y otros cuentos.(1961); Un asalto a la tradición (1962); La condena de todos (1965); País sin nombre (1969);  Realidad y ficción en Latinoamérica (1975); Bajo el signo de Orfeo (1980); Las máscaras del Ruiseñor (1982); País de la ausencia (1987); Chile: un mito y su ruptura (1989); Centro de gravedad (1989); Violencia de los animales (1991); Voces de alarma (FCE, 1992); El espejo y la palabra (1997); Escritura encadenada (1999); Señores y Ovejas Negras (Lom, 2000) y Ventajas de la tortuga (2002), entre otros libros.


El escritor y poeta oriundo de Valparaíso, vivió fragmentos del exilio en Temixco, a unos pasos de Cuernavaca, la ciudad mexicana emblemática en la vida de Neruda. Años después de regresar a Chile, fue invitado al directorio de la revista Cuadernos de la Fundación Neruda, sin embargo renunció cuando censuraron su ensayo La poesía mapuche como resistencia, en la revista argumentaron que el presidente de la Fundación Neruda había sufrido un atentado contra su fundo en Temuco, supuestamente perpetrado por dos lonkos de Traiguén, y por esa razón no podían reivindicar la poesía mapuche (sic). En opinión de Jaime Valdivieso: “Desgraciadamente Juan Agustín Figueroa no era la persona más adecuada para dirigir la Fundación Neruda, ni por su formación cultural, ni por sus intereses económicos”.

MC.- ¿Cuándo conoció a Neruda?

JV.-Conocí la poesía de Neruda en un hospital donde me mejoraba de una leve tuberculosis en la montaña, allá por el año 1952 o 1953. Me impresionó mucho por supuesto, se trataba de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924). Luego lo conocí, años más tarde, una noche en casa de Volodia Teitelboim. Y poco después lo fui a ver a La Chascona donde estaba en cama con un resfrío.  Se hallaba en cama como quien está en una barca, pues de allí miraba una cascada que caía frente a su ventana. Por supuesto que todo eso me impresionó mucho. Recuerdo que en una larga conversación junto a su cama me habló de que una revista lo comparaba con Jorge Luis Borges. “¿Qué tengo yo que ver con Borges?”, me dijo, y seguimos conversando. Tenía en su cama una serie de libros sobre pájaros. También me habló de la importancia para un escritor que era conocer su tierra.


MC.- ¿Recuerda dónde estaba al recibir la noticia de la muerte de Neruda?

JV.-Estaba en Texas, impartía una cátedra de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Houston.


MC.- ¿Aumentó el interés de sus estudiantes sobre Neruda durante los años del exilio mexicano? 

JV.-Sí, en México me preguntaban mucho en los talleres que hice en el norte, en Sonora y Laredo.


MC.- ¿Cuál es su conclusión sobre la denuncia del presunto asesinato de Neruda y la posible exhumación?

JV.-Creo que es muy posible que lo hayan asesinado en la Clínica Santa María, por el odio de la dictadura y del propio Pinochet contra el poeta.


MC.- ¿Qué objetivos debería cumplir la Fundación Neruda?, ¿cuál era la última voluntad del poeta?

JV.-Su objetivo era formar poetas con espíritu chileno y Latinoamericano, de hermandad entre los países con culturas originarias y mestizos, como somos los chilenos con nuestro mestizaje con los mapuches.


MC.- ¿Estudió la iniciativa de Neruda para fundar la Universidad Mapuche?

JV.-No, desgraciadamente no la estudié, pero algo supe de su intención.


MC.- ¿Conversó con el poeta Elikura Chihuailaf sobre la influencia de la cosmogonía mapuche en Neruda?

JV.-Específicamente no conversé ese punto, pero sabía que Elikura conocía la posición y admiración de Neruda sobre el pueblo mapuche.


MC.- ¿Quién lo invitó a colaborar en el directorio de la revista “Cuadernos” de la Fundación Neruda?

JV.-Me invitó Aída Figueroa, la hermana del presidente de la Fundación Neruda, y acepté porque me pareció que podía hacer una labor patriótica, ya que yo había sido -junto con Elikura Chihuailaf- el organizador del Primer Encuentro entre poetas chilenos y mapuches en Temuco, el año 1994.


MC.- En 2001, renunció al directorio de “Cuadernos” porque censuraron su ensayo: “La poesía mapuche como resistencia”. ¿Era incompatible el perfil editorial de la revista con la vida personal de J. A. Figueroa?

JV.-Era incompatible, pues él tiene tierras en la zona y según dijo los mapuches le habían quemado un galpón y con ese pretexto aplicó la Ley Antiterrorista.


MC.- Se distanció de Volodia Teitelboim ante el nulo respaldo en el caso de la revista “Cuadernos”. ¿A qué atribuye la lealtad de algunos intelectuales con la Fundación Neruda?

JV.-Sí, me distancié de Volodia y de la Fundación Neruda hasta el día de hoy. Creo que la lealtad de algunos intelectuales se debe a razones personales. Yo en eso no los critico.


MC.- Finalmente, después de retirarse de la revista “Cuadernos”, quedaron en evidencia las irregularidades financieras e incongruencias políticas de la Fundación Neruda. ¿Renunció justo a tiempo?, ¿cómo mira las cosas a la distancia? 

JV.-No pude haberlo hecho mejor. Desgraciadamente Juan Agustín Figueroa no era la persona más adecuada para dirigir la Fundación Neruda, ni por su formación cultural, ni por sus intereses económicos.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Gabriela Mistral y Doris Dana: amor desclasificado



Doris Dana y Gabriela Mistral

No es nuevo pero es noticia. Después de medio siglo, la oficialidad mistraliana tuvo que aceptar lo que hasta ahora había negado porfiadamente. Gabriela Mistral y su secretaria y heredera treinta años menor, Doris Dana, fueron pareja. A los que osaron contar la verdad, apoyados en investigaciones y estudios de la vida y los escritos de la premio Nobel, los trataron casi como herejes, y desacreditaron cada una de sus tesis.


Gabriela y Doris vivieron una historia de amor intensa, donde hubo lugar para la amistad, la pasión, los celos, la separación, el reencuentro, el dolor, el goce. Las 250 cartas que se acaban de publicar en el libro Niña Errante, dan cuenta de esto y en ellas Gabriela Mistral eleva el género epistolar a la gran literatura.

21 de Abril de 1949: Mi amor: (…) Y tengo celos de estos nubes que pueden verte más pronto que yo. Y el viento –el viento me abraza- y yo ruego al viento “abraza a ella para mí, haga que ella que es mi abrazo, tierno, y pasionado”. Yo me pongo en el viento y en la lluvia tierna, para que estos, viento y lluvia, puedan abrazarte y besarte para mí. Doris Dana

24 de Noviembre 1949: Doris mía: (…) Procuro cuidarme para ti. Yo no tengo razón de vivir. Cuando llegaste, yo no tenía nada, parecía desnuda, y saqueada, paupérrima, anodina como las materias más plebeyas. La pobreza pura y el tedio y una viva repugnancia de vivir. Todo lo has mudado tú y espero que lo hayas visto. (…) Un abrazo tierno, Gabriela

31 Noviembre 1949: Doris. (…) Tal vez el caso tuyo actual sea el de que el amor que me diste ha pasado a otro y es a estas horas la dicha de otro. (…)Pero, así y todo, te pido no escribirme. Déjame curarme, déjame reaprender mi pobre vida de antes. (…) Te lo repito por última vez: yo no soy la bestia de mera calentura física que tú has visto en mí. (…) Pero eso no fue hecho por otra cosa, fue un amor violento de alma y cuerpo. Gabriela

La prueba del amor prohibido entre la poeta y la joven estadounidense estaban guardadas en las 168 cajas junto a los poemas inéditos, manuscritos, fotos y otros documentos que fueron entregados al estado chileno por la sobrina de Doris Dana, cuando ésta murió en 2006.

Sus versos, los misteriosos y los simples, los tiernos y los amargos, suenan desde hoy diferentes, nuevos, con la certeza de que fueron escritos por una mujer compleja, forzosamente atormentada, osada y pasional. Sus poemas no serán mejores ni peores después de esto, pero releer su obra sabiéndola enamorada de una mujer, enredada entre la culpa y el amor, lo prohibido y la libertad, el erotismo y los celos, la vida pública y el secreto, los hará distintos.

A ella no hay nada que reprocharle, cabe solo el respeto. Las explicaciones tienen que darla los que quisieron acallarla, tapar su vida y sus versos con el barniz de la hipocresía, los que le negaron esta dimensión solo por prejuicio, por miedo a que se le desmorone un icono, porque esa Gabriela Mistral homosexual no entraba en el molde de los ‘grandes chilenos’.

Mistral: “Tengo para ti en mí muchas cosas subterráneas que tú no ves aún”.

Dana: “Quiero conocer estas cosas subterráneas y tú sabes bien que tengo confianza, muchísima confianza. He dado a tí (sic) la prueba de mi confianza”.

Mistral: “Lo subterráneo es lo que no digo. Pero te lo doy cuando te miro y te toco sin mirarte”.

Dana: “¿Y piensas tú que en mi mirada a ti y mi manera de tocar a ti no hay cosas que yo pueda decir o mostrar? He vivido siglos buscando a ti (sic)”.

La verdad siempre sale a la superficie, a veces demasiado tarde. Otras, como en este caso, a tiempo para mover las piezas del puzle y hacer que todo calce. Los herejes tenían razón, la biografía oficial de la poeta era una mentira.

Literatura en TV