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domingo, 7 de julio de 2019

MAHA VIAL UNA ENORME POETA CHILENA









Escrito por Revista Nos en noviembre de 2006
Con una vida entera dedicada a la escritura y a la literatura, Maha Vial, casada y con una hija de 27 años, es una de las mejores exponentes de las letras de Valdivia. A través de sus poesías eróticas logró poner en el tapete la sexualidad de la mujer, específicamente la liberación del género femenino que -como señala- tiene un gran potencial aún no muy explotado.

Desde pequeña y con una apariencia normal supo distinguirse del resto de los niños por las ansias de escribir irreverentemente. Su idea de plasmar en letras sus pensamientos sobre la sexualidad comenzó durante su adolescencia, tras darse cuenta de la crisis que vivía la mujer chilena. Gracias al apoyo de sus padres pudo realizar y prolongar su carrera literata. También ha contado con el apoyo de su familia directa (marido e hija), quienes han sido de vital importancia en los momentos difíciles, como cuando ha sido criticada por su trabajo.

En la actualidad esta mujer comparte las horas del día entre las letras y las tablas. Es activa participante de una compañía de teatro, a la cual fue invitada a participar por una amiga. Hoy, juntas están desarrollando un proyecto teatral dedicado a rescatar personajes femeninos perdidos de Valdivia.

Así ha ido forjando su carrera y ni siquiera sus estudios inconclusos de Literatura y Pedagogía en Castellano han sido un obstáculo para demostrar que a la hora de escribir no deja indiferente a nadie.

¿Cómo es la experiencia de escribir desde el sur de Chile y cuáles han sido las principales desventajas que esta lejanía geográfica te ha ocasionado?
La verdad es que ha sido complejo, ya que como cualquier actividad necesita ser difundida. Uno no escribe para un sector determinado, sino que para todas las personas. La verdad es que tu palabra necesita un contacto, ser escuchada, porque de lo contrario mejor se hace un diario de vida y ahí se acaba todo. Creo que en la actualidad soy leída de forma “under”. Sin embargo, eso me gusta porque da un “plus” bastante interesante.

Con el tipo de escritura y las temáticas que has desarrollado a lo largo de tu historia artística ¿Crees que has sido discriminada por algunos sectores de la sociedad?
Sí, me ha pasado. He sido discriminada y mal interpretada con respecto a mi discurso. Lo que sucede es que esta sociedad no tiene la tolerancia suficiente para aceptar que la mujer tenga una postura en que el erotismo y la sexualidad estén presentes en un escrito de forma descarnada. La gente me ha dicho ¿qué pretendes con esto? Algunos hombres me han dicho que si escribo estas temáticas es porque me falta sexo. Hay otros que me dicen que lo que hago les parece bien, incluso, me han dicho que bien que haya planteado el verbo “Sexuar” en mis libros.

La presión social
Con respecto a la sexualidad de la mujer chilena, específicamente a los temas tabúes ¿Crees que la mentalidad femenina ha cambiado en cierta medida en los últimos tiempos?
Creo que no hay cambios sustanciales. Todavía hay una moralina, una represión con respecto a la mujer y la sexualidad. Creo que en esta sociedad no hay aún una apertura en que la mujer pueda ejercer el derecho de expresar todo lo que su cuerpo significa, sin ataduras. Una mujer que vive una sexualidad plena es vista con distancia, lejana hasta por los hombres. Esto queda ejemplificado en que la mayoría de los hombres sueña con las mujeres vírgenes, incluso estar con una les da estatus.

¿Se desprende de tus palabras que la mujer chilena es demasiado conservadora, “cartucha”, con respecto a los temas sexuales?
Yo diría que más que cartucha, la mujer chilena tiene una presión social. Debe cumplir ciertos cánones establecidos por una sociedad machista. En este sentido creo que existe una limitación social bastante fuerte, lo que hace que se autolimite. Creo que la mujer en la actualidad está jugando más con la sexualidad. Cuando una mujer es profesional, tiene poder, puede darse el lujo de jugar con esa parte del cuerpo. Sin embargo, aún quedan en Chile muchas dueñas de casa. Esas mujeres siguen siendo las mismas mujeres de los años 50, subyugadas socialmente.

Los temas tabúes…
¿Cuáles son los tabúes sexuales femeninos que más te molestan?
Me molestan varias cosas. En primer lugar me complica el concepto idealizado de la belleza de la mujer, ya que nos damos cuenta de que no somos así, que la realidad es otra. También me molesta la limitación del cuerpo (en el sentido corporal) de la mujer como expresión social.

¿Por qué te molesta el estereotipo de belleza de la mujer?
Porque en Chile la belleza no es la que se nos presenta. Cuando se nos pone en frente un modelo de belleza- que supuestamente es la belleza verdadera- las mujeres tratan de alcanzarla. Sin embargo, imagina las fragmentaciones, las dispersiones y toda la gran cagada que queda al descubrir que tu cuerpo no está dentro de los cánones. Creo que eso no es justo.

Maha Vial a lo largo de su carrera ha escrito alrededor de cinco libros, en los cuales ha sabido tocar temáticas que no dejan indiferente a la sociedad valdiviana. Temas propios de la mujer y conceptos nuevos en literatura han marcado su carrera.

La sexualidad impresa en los libros
Si bien la sexualidad está presente en todos los ámbitos ¿De qué forma se encuentra presente en tus libros?
Son muchos los temas que se encuentran presentes en mis libros. En la “Cuerda Floja” era la fragmentación de la pareja, el hombre y la mujer en momento de crisis.

En “Sexilio” tomé el concepto de lo sexual como una fragmentación, tanto lo femenino como lo masculino.

En “Jony Joi” me aboqué al cuerpo femenino. Tomando como íconos femeninos marginados, a las dueñas de casa, las locas o mujeres de la calle, las prostitutas y las lesbianas, o sea, cuerpos femeninos marginados.

En “La maldita Perra” me inspiré en el cuerpo femenino quebrantado a través del tiempo. Analicé el concepto de la belleza y de la juventud a través de la mujer. Además de su marginación.

Después de que las personas leen tus libros ¿Crees que hay una suerte de erotización en ellas?
Yo creo que no. Porque no es una poesía que la esté escribiendo con esa intención. En mis escritos hay un dejo trágico que, a mi juicio, te aparta del erotismo. Ahora, nunca se sabe, ya que como lectores somos impredecibles y tenemos cosas internas que en algunas lecturas nos puede erotizar ciertos pasajes. Están abiertos a la interpretación de los lectores.

A través de las palabras que plasmas en tus escritos ¿qué consejo o mensaje les darías a las mujeres chilenas?
En realidad no sé si soy la persona más adecuada para dar consejos. Me gustaría decir que las mujeres vayan por un camino que crean que es el que tienen que seguir. Sin embargo, va a ser difícil y pedregoso. La plenitud que una mujer pueda tener con respecto a su pensamiento y su acción es fundamental. Eso es lo que quiero para la mujer chilena.

Maha, por último ¿Te gusta lo que haces?
Sí, amo lo que hago al cien por ciento. Creo que está en mi naturaleza escribir.

Texto: Jorge Sanhueza Parra.

Categoría: Contenido

miércoles, 7 de febrero de 2018

Rebeca Matte, la primera mujer escultora chilena

Bisnieta de Andrés Bello, criada entre intelectuales, su existencia estuvo marcada por la desdicha. Al dar a luz, a su madre le dio una amnesia de la que nunca se recuperó. Y su hija falleció muy joven producto de una tuberculosis que ella misma le contagió. Sus obras, la llevaron a convertirse en la primera persona extranjera y mujer en ser nombrada Profesora Honoraria de la Academia de Bellas Artes de Florencia. Hoy su nombre vuelve a sonar fuerte por un accidente, momento propicio para recordarla.

Fue una pionera, fue la primera mujer chilena que abrazó el oficio de la escultura y fue además nombrada profesora de la Academia de Bellas Artes de Florencia, cargo que nunca antes había sido otorgado a un extranjero y menos a una mujer. Fue además dueña de una vida marcada por la tragedia. Y quizás por eso mismo Rebeca Matte Bello, una mujer que se crió entre intelectuales, decidió dedicar su vida al arte y plasmar su dolor en obras que hoy adornan lugares importantes del territorio nacional, de forma silenciosa para la mayoría de los ciudadanos noveles en las lides de las bellas artes.

Pero un accidente, uno de los tantos “inconvenientes” que denunciaron los vecinos de Santiago provocados por la Fórmula E, la puso en el centro de la conversación: su obra Ícaro y Dédalo, cuya réplica se encuentra en el frontis del Museo de Bellas Artes, fue pasada a llevar por un camión, dejando a Ícaro, que en esta representación está a los pies de su padre Dédalo, sin pierna.

El hermoso trabajo de Matte lleva inscrita la leyenda Unidos en la Gloria y en la Muerte, una inscripción que tiene mucho de “esa tensión a la vez doliente e indomable, que caracteriza su producción”, como escribe el periodista Francisco Darmedrail en 2014, para destacar las esculturas de Rebeca que están en su casa de estudios, la Universidad de Concepción.

Es que la hija de Augusto Matte, diplomático y ministro de Hacienda del gobierno de Aníbal Pinto entre 1877 y 1880, y Rebeca Bello, bisnieta de Andrés Bello, nació en Santiago el 29 de octubre de 1875, bajo el signo de la tragedia, algo que la marcaría a lo largo de toda su vida.

El contexto político y social de la segunda mitad del siglo XIX en Chile era de profundos cambios por la influencia de las ideas liberales traídas del viejo continente por destacados políticos y la incipiente burguesía. La vida de Rebeca debió ser más bien apacible y tranquila, sin embargo, su infancia y juventud no fueron fáciles.

Poco después de dar a luz, su madre enloqueció, quedando sumida en una amnesia total, de la cual nunca se repuso, marcando para siempre la vida de la escultora.

La pequeña Rebeca se educó en casa de su abuela materna, Rosario Reyes de Bello. El lugar era un verdadero centro intelectual, donde concurrían destacados hombres como José Victorino Lastarria, los hermanos Amunátegui y Alberto Blest Gana, quienes fueron piezas claves en su formación educacional.

Su padre decide trasladarse a vivir a París con Rebeca, quien manifiesta allí su habilidad artística. Nada de raro, ya que vivió en medio de la vorágine por la Belle Époque, que fue parte de su inspiración. Con ese contexto, en los albores del siglo XX, inicia sus lecciones de escultura en Roma, con el maestro Giulio Monteverde y las continúa luego en la Academia de la Villa Medicis y en la Academia Julien de París.

De esta época juvenil surgieron importantes obras, que destacan por su fuerte acento dramático. Lamentablemente, también de este período es su contagio de tuberculosis, que tanto dolor le acarrearía más adelante.

El siglo XX

Ya en 1900 y 1901, Rebeca Matte obtuvo sus primeras medallas y distinciones en Europa y en Chile. En esos años se casó además con el joven diplomático Pedro Felipe Íñiguez. De este matrimonio nació Lily (Eleonora Íñiguez Matte), una tremenda alegría para la escultora, y cuya crianza la mantuvo alejada de su taller por varios años.

Hacia 1912, Rebeca Matte retomó su trabajo de escultora, y produjo una serie de obras en mármol y bronce, que destacan por su madurez artística y técnica. Sus esculturas en materiales nobles, de gran formato y tendencia clasicista, representan temas históricos, alegóricos y mitológicos.

En 1918, su brillante desempeño la llevó a ser nombrada Profesora Honoraria de la Academia de Bellas Artes de Florencia, distinción que, como contamos más arriba, fue por primera vez concedida a una extranjera y a una mujer. Rebeca se estableció finalmente en la ciudad italiana, aunque con largas estancias en nuestro país.

Entre sus trabajos cabe destacar el encargo efectuado por el gobierno del entonces Presidente Ramón Barros Luco con el fin de efectuar una escultura que sería donada al Palacio de la Paz en La Haya, donde se encuentra.

También el monumento en bronce Héroes de La Concepción, que se encuentra emplazado en la Alameda o Avenida Libertador Bernardo O’Higgins de Santiago, que le confió el gobierno de Chile en 1920.

En el interior del Museo nacional de Bellas Artes se pueden contemplar su Horacio, notable obra de juventud, en el que se aprecia su formación académica; y El Eco, una creación de lo simbólico: una bella figura femenina desnuda, escuchando voces lejanas o interiores.

Otra de sus más notables obras es Crudo Invierno, busto de un hombre altanero y sufrido, de gran expresividad.

Sus obras más personales son Militza, en préstamo al Museo de Arte y Artesanía de Linares; Dolor, dedicada a su madre y que se encuentra en el Cementerio General; y Mi Hija. En ellas, Matte logra plasmar una carga emotiva y sentimental que revela un trabajo estético con las tragedias que marcan su vida: la enfermedad de la madre, la muerte del padre y el amor por la hija fallecida prematuramente.

Fue en Florencia donde se manifestó con más violencia la tuberculosis de Lily, que su madre le había contagiado. Trasladada a un sanatorio en Los Alpes suizos, la joven finalmente falleció en 1926, dejando a Rebeca Matte sumida en el mayor de los sufrimientos.

No volvió a crear, y dedicó sus últimos años de vida a editar los versos que había escrito su hija, y a fundar varias instituciones de beneficencia en su nombre.

Rebeca Matte murió en París el 15 de mayo de 1929. Pero su Ícaro y Dédalo la pusieron hoy en la palestra para recordarla. Donada por su esposo al Museo Nacional de Bellas Artes en el año del fallecimiento de la artista e instalada en el frontis del Museo en el año 1930, de esta escultura que lleva inscrita la frase Unidos en la Gloria y en la Muerte existen al menos dos réplicas con diferentes nombres, ya que el gobierno de Chile encargó a la artista la ejecución de esta obra con el objeto de obsequiarla a Brasil en el día del Centenario de su Independencia. La entrega y la inauguración de la misma se efectuaron en el año 1922 en la Plaza Mauá de Río de Janeiro y lleva el nombre de Aviadores. Posteriormente fue trasladada al frontis de la Universidade da Força Aérea en Campo dos Afonsos en Río de Janeiro. Eso tiene el arte, que puede hacer que tu nombre se recuerde para siempre.

Fuente: El Mostrador

martes, 3 de enero de 2017

Autor y Editor Michael Kruger




"CUANDO DEJE DE PREOCUPARTE LA SALIDA,
ES QUE HAS LLEGADO A LA META"

Krüger: "Im Labyrinth", Aus der Ebene (1982)

Susana Pajares Toska
Universidad Complutense de Madrid




Michael Krüger, nacido en 1943 en Wittgendorf, vive en Munich. Es Jefe Editor de la Editorial Carl Hanser, editor de la revista literaria Akzente, y de la Edition Akzente. Ha ganado importantes premios literarios (Premio Peter Huchel, Premio Ernst Meister...), y es miembro de varias academias, como la de Mainz, la Academia Bávara y la Academia de la Lengua y la Poesía Alemanas.
Desde 1972 publica poesía, relatos y novelas. En España se han traducido las siguientes novelas: ¿Qué hacer?, ¿Por qué Pekín?, ¿Por qué precisamente yo?, El final de la novela y Cita en Corfú. 
Entre lectura y lectura nos recibió amablemente en su oficina en la Editorial Carl Hanser, donde contesto todas nuestras preguntas pacientemente y con gran sentido del humor. Vale la pena leer sus respuestas.
P: ¿Qué diferencia al autor Michael Krüger del otro Michael Krüger (jefe editor)?

R: Nada. Ambos tienen 53 años, ambos nacieron en 1943. Ambos tienen cada vez menos pelo y ambos sufren exceso de peso, sólo que uno tiene todavía menos tiempo que el otro. Cuando el otro va por la mañana a la oficina, el autor ya ha trabajado una hora y media. El oficinista se sienta entonces en su oficina hasta la noche, y cuando vuelve a casa esta tan cansado que apenas puede conversar con el otro. Así que se diferencian en que el primero tiene muy poco tiempo. 
La segunda parte de la pregunta es si uno es más infeliz que el otro. Por supuesto que sería más feliz si tuviera más tiempo, si pudiera escribir, pero por otra parte se escribe tanto que también se siente uno bastante contento cuando no todo el mundo escribe.

P: ¿Le resulta fácil encontrar siempre las palabras adecuadas?

R: No, en absoluto. !Es lo más duro! Hay una frase, creo que de Kafka, "Un escritor es escritor porque no sabe escribir". Si un escritor supiera escribir sería maravilloso. Podría ser cualquier cosa, periodista por ejemplo, podría incluso escribirle los discursos al presidente... Pero un escritor no sabe escribir en absoluto.

P: ¿Cuál es entonces su relación con el lenguaje?

R: La relación con el lenguaje merece mucho respeto, porque cuesta mucho encontrar las palabras. Uno intenta siempre bajar a las palabras de su trono y, por decirlo así, encontrar la palabra proletaria, esa otra palabra que se ha quedado sin trabajo en el lenguaje común, y ponerla en un contexto donde tenga un cierto brillo, otro aura, y pueda ser comprendida con exactitud. 
Es interesante por ejemplo la transformación del lenguaje en Alemania —no sé si sucede así en España— que ha sido tan radical que mucha gente no puede leer y entender un texto del siglo XVIII, o que sólo puede leer ciertas obras de Jean Paul con un diccionario. Al mismo tiempo tenemos lenguajes extremadamente especializados: en el Derecho, en la Economía, en la Política, en la Medicina..., de tal modo que la lengua literaria tiene una enorme función, porque al tener que ser valida para todos ha de intentar conservar el lenguaje en general, y al mismo tiempo ha de ser especial, porque es un lenguaje poético. Conseguir con una palabra cumplir estas dos funciones del lenguaje es hoy día más duro que en los siglos XVIII o XIX, porque las lenguas de cada profesión no estaban tan separadas del lenguaje común como ahora. 

P: Usted ha escrito que la Ciencia es como una mala novela. ¿Es todo ahora discurso? ¿No queda ninguna verdad con mayúsculas?

R: Es un problema que la Filosofía de los últimos 80 años haya expulsado a la verdad de la escritura, del lenguaje, de las palabras... La Filosofía ha dicho: la verdad no existe, la verdad es una construcción lingüística, un acuerdo, un convenio, una creencia..., que en ningún caso tiene detrás una construcción material. Ni en la Filosofía del lenguaje, ni en el resto de la Filosofía existe ya La Verdad. 
Lo que eso significa para la escritura es que de pronto los escritores han sido liberados de estos problemas. Por otra parte, creo que toda escritura no es otra cosa que el intento de recobrar esta verdad perdida, y aunque nunca pueda alcanzarla, intenta siempre acercarse a ella. Porque si se pudiera alcanzarla, si existiese ese lugar utópico donde la verdad y las cosas están unidas de nuevo, entonces se trataría de un lenguaje divino, y eso no puede ser.
Ahora bien, hay también teorías sobre la verdad basadas en el consenso. Es decir, que ciertas sociedades o partes de sociedades conciertan una obligación, una verdad, que es válida durante un determinado periodo de tiempo. Por ejemplo, Habermas, que intenta desarrollar una teoría de la Verdad a partir de la teoría de la Comunicación. Las sociedades se ocupan de un asunto hasta que se llega a un convenio sobre él. El convenio es válido durante un tiempo, hasta que aparece nueva información capaz de transformar esa verdad o de revolucionarla. Pero el escritor no puede confiar ya en conseguir un consenso que la sociedad acepte, y sólo puede convenir consigo mismo sobre la verdad. Y por eso hay tantos caminos en busca de la verdad como caminos hacia Dios o hacia otras cosas intangibles. 
Sin embargo, la pérdida de las cualidades metafísicas ha puesto a la literatura en una situación en la que ha de intentar arreglárselas con este vacío. Si hoy lee usted a Beckett, encuentra en él el intento de formular una verdad negativa, y ya ayudaría bastante poder decir que en un texto determinado no se puede encontrar una verdad. Esa sería una solución. Pero el problema de la verdad se ha convertido en un problema filosófico creciente, lo cual quiere decir ante todo que la literatura se ha librado de él. 
A principios de siglo llegó de pronto la Modernidad a la novela burguesa —de Balzac a Fontaine y de Dickens a Turgueniev - ofreciendo miles de verdades diferentes en todas las artes - en la pintura, en la literatura, en las artes plásticas en general...— de modo que ahora, tras ochenta años de Modernidad, cuando todas estas formas y posibilidades han sido más o menos agotadas, uno se pregunta si en todo este movimiento y desarrollo literario se puede encontrar algún rastro de verdad que nos guíe serpenteando a través del laberinto. Lo que hay es un montón de obras de entre las que no sabemos hoy cuáles servirán para el próximo milenio. Pero creo que habría una respuesta más banal a su pregunta, y al mismo tiempo más humana, porque la verdad es inhumana. La respuesta banal es que todos sabemos que cierta literatura se hace con la pretensión de ser leída también dentro de cien años. Y eso es lo que se intenta descubrir con todo el debate sobre el canon. Algunos encuentran este debate superfluo - para mi no es tan superfluo. Creo que más allá de la ciencia reina un sentido común que sabe que ciertas preguntas son importantes y que lo seguirán siendo en el próximo siglo. Cuando lee usted a Wittgenstein puede decir que en su búsqueda filosófica no ha encontrado la verdad, pero sin embargo ha planteado tantas preguntas que seguramente se le continúe leyendo en el próximo siglo. Cuando lee usted ciertos trabajos teóricos de Marx, puede saber aproximadamente que preguntas tendrán todavía un papel importante en la filosofía de la economía política del próximo siglo y que preguntas han quedado atrás.
Entre el interés por un texto y el modo en que un texto envejece hay por otra parte una gran diferencia, de manera que al final quedan los escritores que nunca tuvieron la pretensión de encontrar la verdad, pero que hicieron propuestas sobre cómo se debe tratar con ella. Y así Schopenhauer vuelve a ser de pronto interesante, mientras que Hegel languidece lentamente en la Universidad y deja casi de ser leído a no ser por filósofos profesionales. Sería muy interesante pedir a los estudiantes que nombrasen diez libros de la literatura española, alemana o francesa, que en razón de las preguntas que formulan, seguirán a su juicio leyéndose en el siglo que viene. Y así se comprobaría rápidamente, si la gente es sincera y no miente, que uno se concentra en determinados textos.

P: ¿Cree usted que hay una tendencia o una moda en la literatura alemana o europea?

R: No lo creo. Creo que hay una tendencia en la literatura mundial que reza: ¡tenemos que contar historias! Y eso es a mi parecer un reflejo del hecho de que las historias de la propia vida se han convertido en faltas de interés, o son consideradas así, y por eso se buscan en los libros historias diferentes. Uno se pregunta por qué hay todavía historias de amor. Todo esta ya contado... Abelardo y Eloisa... Hay diez grandes tragedias o comedias amorosas y uno no concibe por qué tienen que volver a contar lo mismo. Esta es una pregunta que hemos de hacernos, ¡que debemos hacernos! Porque estas viejas historias no añaden nada nuevo. Esto esta relacionado con que las relaciones sociales se han vuelto tan complicadas que la gente se alegra de que se las cuenten de nuevo en forma de libro. Esa parece ser la única tendencia visible: alejarse de los experimentos lingüísticos y volver a las historias que funcionan. Es la marcha triunfal de la literatura americana.

P: Sin embargo en su obra en prosa siempre hay un narrador sorprendido ante la vida cotidiana. ¿Qué significa para usted estar despierto?

R: Creo que este mundo en el que vivimos es el más impenetrable que uno pueda imaginarse. Todos hemos aprendido en la Universidad que las democracias modernas están ahí para hacerles a los hombres la vida más fácil y al medio ambiente transparente. Por tanto todas las instituciones sociales se orientan a liberar al individuo de sus trabajos, desde la Sanidad Publica a la Seguridad Social. 
La verdad es sin embargo según mi experiencia que el mundo es cada vez más opaco. Cuando uno se va por la noche a la cama piensa que es maravilloso estar en el mundo todavía. El mundo se ha convertido en algo tan impenetrable y complicado que no se concibe que alguien pueda entenderlo. Para mí es un enigma. Nunca he comprendido que haya hombres que van por el mundo diciendo: "Es facilísimo. Hay que hacer las cosas así o asá y todo está en orden." Para mi el mundo es cada vez más complicado, y la complicación aumenta con la edad. Cuando leo las teorías de Fukujama, de que el mundo social ha llegado a ser el mismo en las democracias ilustradas que tenemos hoy, me dan ganas de reir. El mundo no ha llegado a ser el mismo; nunca estuvo tan lejos de sí mismo como ahora.

P: Esto es una causa de soledad, como la de los personajes de sus novelas.

R: Si, esa es sin duda una consecuencia de que cada vez entendemos menos y cada vez conocemos menos personas que puedan dar una respuesta. En la filosofía ocurre lo mismo. En mi juventud me interesaban profundamente unos veinte filósofos, a los que preste atención largo tiempo. Hoy me siguen interesando quizás dos.

P: Esta gente que todo lo sabe, ¿son los académicos? En sus libros el mundo académico está descrito como algo bastante falso. ¿Es así de veras?

R: Hay una frase muy conocida del filosofo alemán Marquart, que ha invertido la tesis feuerbachiana de Marx ("Se ha interpretado siempre el mundo de forma diferente, lo que importa es cambiarlo") a: "Los filósofos siempre han querido que el mundo cambiase, pero lo que importa es dejarlo en paz". Los científicos no pueden dejar al mundo en paz, si lo hicieran no serían científicos. Pero no se dan cuenta de que en realidad desordenan el mundo. Algunas veces pienso que sería estupendo que de vez en cuando se tomaran un año sabático en el que no hicieran nada. Seguramente eso daría un poco de tranquilidad al mundo.

P: ¿Hasta qué punto están sus obras ligadas a Alemania?

R: Alemania es mi país, mi destino y mi lengua, es lo que mejor conozco. Aquí ha habido fascismo, la división de un país durante más de cincuenta años y yo me he criado en medio de este desastre. Mis maestros seguían siendo fascistas después de la guerra. Yo vengo del Este, fui en Berlín a la escuela y he sentido y participado de todo el descontento alemán. Pero también he participado en la cara grandiosa y maravillosa de este desarrollo: una democracia segura y que funciona parlamentariamente. No quiero quejarme de este país, pero no es un país que uno tenga que amar.

P: ¿Es Alemania el símbolo de una descomposición cultural de Occidente?

R: No, yo no lo diría. A Alemania se le pueden reprochar muchas cosas, pero nunca ha habido aquí verdaderos deconstruccionistas.

P: Usted habla bastante irónicamente de la prensa y la televisión...

R: Considero una tragedia que el hombre haya venido al mundo; considero una tragedia que no sea capaz de sobrevivir solo; considero una tragedia que siempre quiera estar en compañía de otros. La televisión tiene esta doble función: uno se sienta solo delante de la televisión y al mismo tiempo sabe que otros 50 millones de personas están viendo lo mismo, la misma película policiaca o la misma retransmisión deportiva. Tiene además una doble naturaleza: aísla y es al mismo tiempo el mayor comunicador. Eso es terrible, porque somos todos acuñados idénticamente, mientras que nuestra vida debería ser individual. Es espantoso pero es así. Uno puede protestar, pero no ocurre nada. La queja es un tanto gratuita.

P: ¿Qué importancia tiene Internet para usted como editor?

R: Para ser totalmente sincero, me he ocupado bastante poco de ello, ya que no tengo tiempo. Pero sé que una editorial no puede sobrevivir hoy en día sin Internet. Estamos conectados con todo el mundo y la Editorial tiene todas las facilidades técnicas - ahora bien, como ve, en mi despacho no hay una maquina de escribir o un ordenador. Soy el único que sólo tiene un teléfono. Eso es todo. Sé que es arrogante y pasado de moda, pero no he tenido tiempo para

ocuparme del asunto. Teóricamente sí he reflexionado sobre lo que el cambio pueda significar para la cultura de la comunicación, pero personalmente estoy bastante lejos del tema.

P: ¿Cree usted que cambiará la cultura del libro?

R: Estoy completamente seguro de ello. Empieza con que por ejemplo las Humanidades se comunicarán de ahora en adelante a través de bancos de datos. Eso significa, en lo que concierne a la Filología y las Humanidades, que tendrán que expresarse en inglés. Y eso es una tragedia, pero no puede cambiarse. Un islandés escribirá su tesis en inglés, se distribuirá por Internet y todos sabrán que hay un trabajo de Ingmar Gunmundson sobre los sonetos de Petrarca. Eso cambiará la literatura. Algunos libros determinados dejarán de existir, porque el flujo informativo irá a través de Internet. 
En segundo lugar, seguramente las Ciencias Naturales dejaran de imprimirse en 50 años, igual que ahora hay una revista de Matemáticas no en papel, sino en la pantalla. Con seguridad seguirá habiendo novelas mucho tiempo, porque son baratas, ligeras y bonitas para llevarlas en el bolsillo.
Me pregunto si necesitamos técnicas de comunicación como Internet, si son necesarias para mejorar nuestra condición, o si sólo son hallazgos tecnológicos que continúan simplemente porque un día alguien empezó con ellos. Esto deberían preguntárselo los propios usuarios. Se debería hacer una encuesta en condiciones sobre lo que esperan de Internet, aparte de que vaya rápido y cada uno pueda mirar lo que quiera. ¿Es de veras una mejora condicional de nuestro cerebro, de nuestro físico, de nuestra movilidad, o es sólo un medio de hacernos más lentos, más tontos? - lo tenemos todo ahí en nuestra pantallita. Esa es la pregunta fundamental para los próximos diez años. Estaría bien que no sólo se la plantearan los teóricos culturales sino también los usuarios, los "users", y así se pudiera desarrollar un concepto claro de lo que se quiere hacer en el futuro con el dichoso Internet.

P: ¿Cuál es en su opinión el papel del escritor, si es que ha de tener alguno?

R: Escribir. Sólo puede intentar escribir. Si todavía tendrán el publico o la critica un papel dentro de cincuenta años es otra cuestión interesante que no puedo sin embargo contestar. No soy profeta, pero puedo imaginarme que en algún momento dentro de treinta años todos los críticos europeos se reúnen y cometen suicidio colectivo porque se han quedado sin función. Nadie hace caso de lo que dicen. Así que se reúnen en la Plaza Mayor, comen y beben bien una vez más y luego se suicidan juntos.

P: ¿No dejarían ningún canon tras de sí?

R: El canon no viene de los críticos. Viene de los lectores. Hay una gran diferencia entre creer lo primero o lo segundo.

P: ¿Tiene usted como lector su propio canon?

R: Naturalmente que tengo mi canon. Releo siempre mis libros. Admiro a Kafka, admiro a Robert Walser, leo al joven Goethe, a Büchner, las historias de Kleist... Cuando se tiene tan poco tiempo como yo, se prefieren libros cortos. Leo mucha poesía cada día.

P: ¿Qué lee usted en este momento?

R: Puedo decirle lo que voy a leer esta noche. Hay una nueva traducción de la poesía de Konstantinos Kavafis, por primera vez todas las poesías: las póstumas, las suprimidas por el, etc. Y me he hecho con el primer ejemplar que leeré esta noche.

P: Como jefe de una Editorial lee usted todos los días libros nuevos. ¿Qué no le apetece leer en absoluto?

R: Filosofía sistemática, porque es terriblemente aburrida, y novelas aburridas. Nada es más espantoso que tener que leerse una novela de 500 páginas que no interesa nada, ni lingüísticamente, ni en cuanto al contenido, ni de ninguna manera. Es la tragedia de mi vida, que constantemente he de leer libros que no me interesan.

P: ¿En qué situación está en su opinión Occidente?

R: Hay una frase que a mi parecer viene de Valèry, pero que le ha usurpado Derrida, que dice: "Se demostrará si Europa no es más que un pequeño apéndice de Asia o si todavía puede llenarse de algún sentido". De momento no tengo la impresión de que se piense mucho acerca de la cultura europea. En las elecciones británicas, por ejemplo, no se hablo para nada de cultura, no la había. En Francia, debido al cambio tan rápido, existe todavía una cierta inseguridad sobre si se debería volver a hablar de cultura. En Alemania es difícil, porque no tenemos una administración cultural central, sino que cada estado de la federación es competente al respecto, por lo que la cultura local es bastante diferente en cada uno. Del propio Gobierno no espero nada personalmente con respecto a la cultura. En otras palabras: depende bastante de si los escritores, los intelectuales, el teatro, las instituciones culturales están en condiciones de lograr un clima en el que valga la pena reflexionar sobre cultura. Ahora tenemos en ocho semanas los tres mayores acontecimientos del arte plástico: hace cuatro semanas fue la exposición en Berlín "Retrospectiva sobre un siglo", anteayer fue Venecia, en cuatro semanas es la Documenta y luego viene la gran exposición de escultura de Münster.
Cuando se revisa lo que hasta ahora hay publicado en información y en filosofía se tiene la impresión de que están todos hartos de enfrentarse a este arte. El elemento repetitivo es tan fuerte que la gente no puede soportar ver otra vez un abeto a la vuelta de la esquina o una cabeza de ternera roída por gusanos. Es el examen ocular - todo lo que uno ve ya lo había visto antes... basta. No hace más de veinte años uno iba a las exposiciones de arte porque esperaba algo nuevo, mientras que hoy va a ver lo viejo porque lo nuevo le aburre tremendamente. Esta tendencia puede continuar, pues hay en Europa un fuerte movimiento elitista de derechas que va hacia atrás, que al ser conservador se ocupa por decirlo así de reciclar lo viejo. Para contestar a su pregunta: no veo en este momento ningún gran intento cultural relevante europeo de desarrollar algo desde Europa. Lo único que le interesa a Europa en este momento es el dinero. Eso es todo. Cuando en el periódico se habla de arte, se hace en un estilo irónico. Eso quiere decir que el critico ya lo conoce todo y está profundamente aburrido - y este hastío es peligroso.

P: Usted habla siempre en contra de la ironía, ¿qué tiene de peligroso?

R: La ironía ya no es peligrosa. Simplemente digo que cuando se habla irónicamente de la cultura se debe contar con que la cultura deje de ser tomada en serio, y me pregunto si deberíamos hacerlo.

P: ¿El arte del que habla no tiene nada que ver con el público?

R: Eso no lo sé, pero en arte da lo mismo, como dijo una vez Hans Magnus Enzensberger, si es Dante o el Pato Donald. Ya no hay ninguna diferencia cualitativa. Da igual. Tengo la impresión de que hay demasiado arte. Ya hemos visto diez veces el mismo cuadro en el que no hay nada pintado, y no queremos verlo por undécima vez.

P: Entonces no esta usted de acuerdo con la teoría que dice que cualquiera puede ser un artista...

R: No, odio eso. Esa teoría viene de la idea de que el arte es una cosa innata, y eso no es cierto. Si se piensa así, no se sabe por qué ha habido un Leonardo da Vinci, un Miguel Ángel o un Goya. Quien piensa así está a mi juicio loco o no ha entendido lo que es el arte.

P: ¿Qué le parecería que titulase esta entrevista con una frase de su obra Aus der Ebene: "Cuando deje de preocuparte la salida, es que has llegado a la meta"?

R: Sí. Eso es cierto, es una de las Verdades.

P: ¿Está usted trabajando ahora en algo nuevo?

R: Si. En los últimos dos años he escrito bastantes ensayos, y preparo también una novela, pero no sé si la acabaré, porque ya es muy gorda. Puede que vuelva a tirarla entera, y casi me alegro anticipadamente de su destrucción...

P: Muchas gracias por esta entrevista.

© Susana Pajares Toska 1997

martes, 5 de abril de 2016

Crónicas del exilio –Comentario a la poesía de Alicia Pereda Saavedra*-




Por Santiago Ocampos

Alicia Pereda Saavedra es una escritora del pequeño instante. Allí, exiliada por la inspiración, la realidad es transmutada por lo que pasa en su alma. En la primacía del tiempo interior su mente dibuja las geografías de todo lo que la rodea, recreando los sonidos, los olores, lo que los sentidos le dictan mientras escribe en el silencio, principal aliado, en la búsqueda de algún tipo de explicación al don de la escritura recibido gratuitamente.

Desnuda por las palabras, se atreve a emprender un camino que no ha trazado de antemano. Como una rama, que se deja llevar por la corriente de un río, su poesía es cautiva de los recuerdos y las ilusiones que se confunden, y, a la vez se transforman en metáforas sencillas que imprimen un halo de misterio.

En su obrar literario, predomina la visión en primera persona cuya característica esencial, es la capacidad de contemplar el mundo inasible detrás de las palabras. Rendida a la inefabilidad del momento, la protagonista se siente vulnerada y se pierde en la maraña de significados que terminan desenredándose hasta un final inesperado. De la sombra de la rutina, emerge de la nada, la poesía que nombra nuevamente las cosas conocidas.

En “Mi café y yo” la autora absorta, multiplica las imágenes que la retrotraen a un pasado remoto que no nos es revelado. Sin embargo, hace que la poesía se sumerja en un vaivén continuo de emociones vividas, permitiendo así que una simple taza de café, de pronto sea un boleto para alcanzar una tierra inhóspita, un lugar íntimo por el solo esfuerzo intelectual de recordar.

La lluvia aparece como un elemento reparador porque permite caminar sin miedo el recorrido imaginario propuesto. La inspiración, motivada por ella, es “una melancolía de nubes viajeras y soñolientas” que está regida por la nostalgia del amor que no está y, al que sólo podemos conocer, por el movimiento perpetuo del caer de las gotas. Lo externo y lo interno se mezclan hasta lograr fundirse en una sola imagen, la del amado perdido.

Estos estados de exilio de la vida real, acercan a Alicia Pereda Saavedra al desarrollo de una poesía intimista, que describe la maravilla del color, de la ternura, de lo humano que intenta cambiar el mundo. Cada poesía define un instante único en el que vislumbramos, dolorosamente, como las cosas se desvanecen rápidamente por algún intersticio invisible. Escribir es, en definitiva, un acto de resistencia que vale la pena intentar para detener el tiempo.

Alicia Pereda Saavedra siente la poesía como una prenda de paz que convida a los que tienen los labios dormidos, a los que tienen fiebre, a los que no son socorridos por las urgencias de la noticia. Tomada por el verso y, al igual que Oliverio Girondo, desde la “masmédula” redacta la crónica de una utopía donde “descalza su memoria” y promete a sus palabras, un viaje sobre las alas de una mariposa antes que las campanas suenen y Chile vuelva a poblarse con sus viejos fantasmas. 

*Alicia Pereda Saavedra nació en Concepción (Chile). Es integrante del Movimiento Poetas del Mundo y coordina el Taller literario ALAVAL, en ciudad de Bulnes (Chile). Publicó su primer libro “Mariposas en la ciénaga” en 2009. Sus trabajos han sido publicados en las páginas de internet “Nuestro Bío Bío, tierra de encuentros” y “Vitrinasur”. Actualmente reside en la ciudad de Chillán. Para mayor información de la autora y su obra pueden encontrarla en Facebook.


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domingo, 6 de marzo de 2016

Conmemoración Día de la Mujer





El 8 de marzo se conmemora el Día de la Mujer. Ese día se reafirma “la plena participación, en condiciones de igualdad, de la mujer en la vida política, civil, económica, social y cultural”.
A principios del siglo XX, algunas militantes por los derechos de la mujer en Estados Unidos conmemoraban el Día de la Mujer el último domingo de febrero. En la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague en agosto de 1910, las delegadas norteamericanas Lena Morrow Lews y May Wood presentaron la moción de celebrar en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer. La propuesta fue aprobada, pero durante algunos años el Día de la Mujer se conmemoraría en varios países en diferentes fechas.
El incendio ocurrido en la fábrica textil Compañía de Blusas el Triángulo en Estados Unidos el 25 de marzo de 1911 reavivó los reclamos de las trabajadoras que venían denunciando las precarias condiciones laborales a las que eran sometidas. La tragedia ocurrió cuando se desató un incendio en la fábrica causando la muerte de 146 trabajadores, en su mayoría mujeres.
Recién en 1914, las mujeres del mundo lanzaron un llamado de fraternidad universal y fijaron el 8 de marzo como fecha universal dedicada a la mujer luchadora.
A continuación transcribimos un fragmento del libro Mujeres tenían que ser, de Felipe Pigna, donde se relatan aquellos episodios.
Fuente: Felipe Pigna, Mujeres tenían que ser. Historia de nuestras desobedientes, incorrectas, rebeldes y luchadoras. Desde los orígenes hasta 1930, Buenos Aires, Planeta, 2011, págs. 451-453.
Se sigue hablando vagamente, sin muchas precisiones y con muchas contradicciones, del incendio intencional de una fábrica textil tomada por sus trabajadoras en huelga, un 8 de marzo de 1857 como el origen del día internacional de la mujer.
Así dicho, pareciera que “la principal democracia del mundo”, tan afecta a las autocríticas cuando éstas ya no implican ningún cuestionamiento serio al sistema sino más bien una ratificación de su mentada “libertad de expresión”, reconociendo sus males, les hubiese entonces concedido un día en el calendario a las mujeres luchadoras. Pero puede muy bien imaginar el lector que la cosa no fue así. 
Aquella tragedia que enlutó a la familia obrera de los Estados Unidos no ocurrió en aquella fecha de mediados del siglo XIX. El incendio de la fábrica textil Compañía de Blusas el Triángulo, propiedad de Max Blanck e Isaías Harris, se produjo el 25 de marzo de 1911 y comenzó en el octavo piso del edificio dejando un saldo de 146 muertos; la mayoría eran mujeres.
Muchas de las trabajadoras muertas venían participando de la lucha por sus derechos y habían encabezado la huelga del invierno de 1909, que se extendió a 20.000 compañeras afiliadas al International Ladies Garment Workers (Sindicato internacional femenino de Trabajadores de la Confección)
Las obreras les reclamaban a sus patrones mejoras salariales, reducción de la jornada laboral a ocho horas, descanso dominical y el fin de la explotación de los niños; y al gobierno federal, el control de las condiciones de higiene y seguridad. Denunciaban la inexistencia de salidas de emergencia y de elementos para combatir incendios, muy frecuentes en el rubro textil. 
El movimiento logró la firma de convenios favorables a las trabajadoras en 300 de las 500 fábricas textiles de Nueva York, pero el gobierno desoyó todos los reclamos dejando obrar a “las sabias leyes del mercado”. Las condiciones laborales en aquellos establecimientos fueron descriptas por una obrera de la siguiente manera: “¡En esos agujeros malsanos, todos nosotros, hombres,  mujeres  y jóvenes ¡trabajábamos entre setenta y ochenta horas semanales, incluidos los sábados y domingos! El sábado a la tarde colgaban un cartel que decía: ‘Si no venís el domingo, no hace falta que vengas el lunes’. Los sueños infantiles de un día de fiesta se hicieron añicos. Nosotros llorábamos porque, después de todo, éramos sólo unos niños”. 1 Sobre el mismo tema el poeta Edwin Markham escribió: “En habitaciones sin ventilación, las madres y los padres cosen día y noche y a los niños que están jugando, les llaman para trabajar junto a sus padres. ¿No es cruel una civilización que permite que se agoten estos pequeños corazones y se aplasten los hombros bajo la responsabilidad de los adultos, mientras en los bonitos bulevares de esa misma ciudad, una dama luce un perro engalanado y lo mima en su regazo de terciopelo?”. 2
El incendio del la fábrica del Triángulo no pasó inadvertido, y la marcha convocada en recuerdo de las víctimas y como denuncia de la empresa que no ofrecía a sus trabajadores las mínimas condiciones de seguridad e higiene, reunió en Broadway a más de 100.000 personas. En el acto de homenaje a las trabajadoras realizado el 2 de abril en el Metropolitan Opera habló la activa militante socialista Rose Schneiderman y dijo: "La antigua Inquisición tuvo su bastidor y sus tornillos y sus instrumentos de tortura con los dientes de hierro. Sabemos cuáles son estas cosas hoy, el dientes de hierro son nuestras necesidades, los tornillos son los de alta potencia de la maquinaria en la que tenemos que trabajar". Hoy sabemos cuáles son estas cosas, el dientes de hierro son nuestras necesidades, los tornillos son los de alta potencia de la maquinaria en la que tenemos que trabajar y el potro de tormento está aquí en las estructuras que son trampas en los incendios, que nos destruirán al minuto en que ardan”.Recordando a las mujeres de Salem que fueron quemadas vivas acusadas de brujería por oponerse al corrupto y supersticioso poder de su tiempo, señaló: "Esta no es la primera vez que las niñas han sido quemadas vivas en esta sociedad". Y volvió a levantar su dedo acusador: "Cada semana me entero de de la prematura muerte de un hermano trabajador. Cada año miles de nosotros somos mutilados. Mientras que nuestras vidas no valen nada la propiedad privada es sagrada. Hay tantos de nosotros para un trabajo que poco importa si son 146 los que caen quemados hasta la muerte". 3

Rose era de una de aquellas militantes socialistas de los Estados Unidos que venían conmemorando el Women’s Day el último domingo de febrero desde 1909 para promover el derecho de las mujeres a votar. Al año siguiente en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague los días 26 y 27 de agosto de 1910, las delegadas norteamericanas Lena Morrow Lewis y May Wood Simons, transmitieron su experiencia a sus compañeras y presentaron la moción de celebrar en todo el mundo el “Día Internacional de la Mujer”. La propuesta, apoyada por la representante alemana Clara Zetkin, fue aprobada. En los  años sucesivos los distintos países conmemoraron la fecha en diferentes días hasta que en 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, las mujeres del mundo lanzaron un llamado a la fraternidad universal, alertaron sobre los desastres de la guerra “intercapitalista en la que el pueblo pondrá los muertos para que los mismos de siempre se enriquezcan aun más”; y fijaron el 8 de marzo como fecha universal dedicada a la mujer luchadora. Tres años más tarde las mujeres encendían un 8 de marzo de 1917 la chispa que encendería la Revolución Rusa. Ese día miles de mujeres encabezaron motines de protesta contra el hambre y la miseria provocados por el decadente régimen zarista.
A partir del triunfo de los bolcheviques y de la extensión del bloque de los países socialistas, en recuerdo de aquellas mujeres pioneras, la fecha 8 de marzo se instaló detrás de la cortina de hierro como el “Día de la mujer comunista”.
Referencias:
1 En Howard Zynn, La otra historia de los Estados Unidos, Madrid, Siglo Veintiuno, 1999.
2 Idem.
3 Rose Schneiderman, El Triángulo de fuego, 1911.
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viernes, 4 de marzo de 2016

Sobre poemario Cementerio de disidentes de Patricio Bruna Poblete

Una estética de la insurrección



Quien aquí escribe esta poesía tenía trece años para el golpe de estado de 1973. La historia chilena, desde ese entonces hasta hoy, al decir de este autor, se ha construido con un gran cementerio de disidentes. En Valparaíso existe un Cementerio de disidentes, fundado en 1825. Y surge de la intolerancia de la iglesia católica, por no acoger más muertos que a los de su misma fe o a los convertidos a ella. Luego, en el año 1883 se terminó la discriminación religiosa en los cementerios fiscales y municipales con las leyes laicas. Al corregirse esta alevosa exclusión, dicho Cementerio de disidentes no ha crecido mayormente, y hasta hoy se halla de manera funcional en el centro de la ciudad, en el cerro Panteón. Esta reflexión es lo que motiva y da título a este libro. Porque también existe, en un incisivo espejeo, el cementerio “virtual” de disidentes, aquel de los detenidos desaparecidos que sí fueron asesinados, o el real de los que se han hallado o de los que no desaparecieron, esto durante el golpe de estado de la dictadura pinochetista y su permanencia en el poder. Pero los efectos de este amargo reflejo son más vastos, porque también existe ese otro cementerio “virtual” de disidentes, aquel donde yacen los restos, casi imposible de particularizar, de toda aquella generación que fue mutilada culturalmente, privada de lo que pudo crecer en sus intelectos, condenada a lo que pudo ser y nunca fue, en el devenir de aquel cuerpo social asesinado en su más pleno crecimiento por la pérdida de la democracia y posteriormente por el simulacro de democracia, y que heredamos hasta hoy de aquella dictadura, y que lamentablemente se expresa objetivamente en la descomunal desigualdad de nuestra sociedad actual.
Historia que parte simbólicamente en dicha fecha (septiembre de 1973) para este poeta, pues, por la brutalidad genocida de sus consecuencias que demasiadas personas comenzaban a vivir desde aquel mismo instante, adelantaba abruptamente su llegada a la adultez y lo ponía como obligado testigo presencial. Y muy luego también como receptor directo de sus inconmensurables nefastas consecuencias sociales, como así las sufrirían la mayoría de los hijos de este pueblo, conforme fueron pasando aquellos aciagos días, meses, años, décadas después, al tenor de la propia memoria que así se construía, hasta llegar a hoy.

Estos textos surgen, entonces, del sustrato de la historia personal de este autor ligada a la historia política y social de aquel Chile que moría asesinado, y de aquel otro que nacía en su asesinándolo. Sean estos textos, por tanto sociológicamente implicantes, una crítica al excesivo individualismo que corroe las bases de nuestra más sana sociabilidad como país. Este Chile, desde 1973 a 1989 bajo dictadura militar, y con una carta fundamental heredada de esta con profundos rasgos antidemocráticos hasta la fecha. Una crítica que alude directamente a las desastrosas consecuencias de la profunda desigualdad social del modelo neoliberal in extremis imperante en nuestro país.

Pero, tratándose esto de poesía, esta hace la crítica del contexto sociopolítico ya señalado desde la desestructuración  de  nuestro  mismo  lenguaje  poético  más  retardatario, aquel que nunca ha dejado de estar en boga en la mayoría de las voces más facilistas y populistas de nuestra actual poesía, de aquel del lirismo más propio del siglo XIX que de nuestra contemporaneidad. En un país retardatario como el nuestro este poeta se permite, entonces, la experimentación formal en la escritura del poema. Pues, al artista con  conciencia crítica no le cabe más labor que la insurrección contra la estética dominante más retardataria de este mal país. Así, lo anterior, junto con poner en tensión crítica la sintaxis más lógica y convencional de la escritura poética hasta un grado mayor de complejidad en sus componentes relacionales de significación. Pues estos textos temáticamente quieren dar cuenta de la problemática entre la individualidad y la pluralidad del ser, justamente allí, en lo social, en medio de sus injusticias y carencias. Por esto la constante del “nosotros”, que lucha incesantemente por imponerse al “yo” de la primera persona ―que tampoco aquí, por necesario contra punto, no quiere ni puede dejar de ser―, cuando este tiende a agotarse en la expresión de aquel lirismo más conservador que se halla mermando significativamente la capacidad expresiva del poema. Pero, sirva este tema, que podría ser el central, como paradigma de lo criticable o sujeto de reflexión de lo posible por revelar, para todos los otros temas que subyacen más o menos explícitamente en estos textos: el mismo golpe de estado del ´73 y lo relacionado culturalmente con este: la pintura, la escritura, el cine, la televisión y sus contenidos, el amor de pareja, la religión, el ateísmo, etc., etc., y que de cierta forma configuran el sustrato de una memoria quebrándose y tratándose de recomponer en un perpetuo continuo, desde 1973 a la fecha.

Luego, la prosa en estos textos, en su ordinario tono conversacional, conviene en adentrarse en el verso y allí fracturarlo en su convencionalismo más retardatario; pero fracturándose ella también en su propia convención narrativa, al devenir en ser el simulacro de sí misma, es decir, una historia que solo se insinúa, que nunca se completa formalmente como tal; y que de resolverse, finalmente lo hace en la forma estética de un decir poético.

Finalmente esta escritura construye su opacidad,  su extrañeza, sus múltiples sentidos de significación, no solo con la metáfora, el oxímoron y demás recursos afines de la poesía misma, sino de manera central con su ruptura de la linealidad unívoca más convencional —linealidad que a veces solo se insinúa más clara en alguno que otro poema—, es decir, con la insurrección a través de lo experimental de su propia estructura sintáctica y formal, para lograr constituirse así como palabra poética.

Karina García Albadiz
Departamento de Dirección
Centro de Investigaciones Poéticas Grupo Casa Azul











sábado, 19 de enero de 2013

Conversaciones en el jardín del fin del mundo



  

Javier Cánaves habla con Héctor Hernández Montecinos



JC: De su libro [coma] (2006), el poeta Raúl Zurita ha dicho que no se trata de una obra individual, sino que es una obra colectiva que representa la agonía y simultáneamente el nacimiento de una generación. ¿Es muy exagerado pensar que [coma] supone un punto de inflexión en la poesía chilena?

HHM: Creo que cada libro es un punto de inflexión, ya sea en la historia personal de un autor, de una generación o de una tradición/ruptura literaria, pues de algún modo un libro viene a visibilizar un conjunto de decisiones líricas en cuanto a diversos asuntos que van desde el libro como mercancía hasta la alegorización de un suceso determinado. En este caso, [coma] nace en el seno de una generación de jóvenes poetas chilenos llamada por la crítica como la "novísima", la cual ha planteado un nuevo escenario de políticas escriturales que no se veía desde la dictadura militar chilena desde comienzos de los años setenta. Los contextos han cambiado, pero siguen siendo los mismos. Antes fue una dictadura milica con un rostro hegemónico, ahora esa ley marcial se ha fracturado en microdictaduras del mercado, de clase, de género, etarias, entonces esa es la escenografía de esta nueva avanzada de poetas jóvenes. [coma] se rebela a la dictadura del lector burgués que desea un libro ameno, corto, sin cortapisas para su lectura, sin aspavientos en su escritura, entonces ese es el salto, o el punto de inflexión me imagino al que se refiere Zurita, es un libro, no un poemario, que debiera leerse como novela, como guión, como obra dramática. Los géneros ya han sido deslindados, los literarios también. Allí hay una inflexión, un pliegue deleuziano, un deconstruirse desde dentro de la obra misma, centrípeta, anómala, nómade, bastarda, exiliada. Es quizá por eso que esta generación brillante ha tenido su primer espolonazo desde sus propias filas, un harakiri, un fratricidio, un hoyo negro que sin más arrastra consigo a lo que esté cerca de él.

JC: O sea, si los géneros literarios ya han sido deslindados, ¿habrá que volver a lindarlos, acercarlos más unos a otros? Es más, ¿habrá que barajarlos o, incluso, olvidarnos de ellos para escribir esa obra total y nueva (que es lo que parece pretender con [coma])?

HHM: Creo que la literatura contemporánea, y en específico la poesía latinoamericana, ha dado un paso al proponer no una lectura de un 'qué' sino el estar leyendo un 'algo'. Este algo, llámese cruce de géneros, obra total, postvanguardia, avanzada, etc. ha abierto una brecha en el punto más radical de lo que significa la literatura y es la forma de cómo se leen las obras. La existencia de los géneros literarios es algo que la academia desea perpetuar, la convención editorial, no sé. Uno, como autor, se propone mover ese límite impuesto a la escritura justamente haciendo el gesto de permitir una lectura paralela a tal obra. Por ejemplo, en mi caso particular, [coma] está presentado como un libro de poesía, pero como tal excede la cantidad de páginas "normales", su paisaje escritural y temático es más cercano a la narrativa y lo lírico suele ser uno de tantos detalles, pero si se leyera con los ojos de una novela funcionaría con el inconveniente de ser muy poética. Ese es el punto que me interesa, ese intermezzo, esa fisura del género, ese 'algo' que te decía antes, un neutro, un nódulo impertinente. No se trata de volver a lindar ningún género, sino que de multiplicar sus entradas, voltear el guión que tiene cada género. Por último, una obra total y nueva sólo será posible en el seno del único género que existe: la ficción.

JC: Desde luego, su obra resulta insultantemente libre. Si Antonin Artaud dijo "perdonad mi libertad absoluta", usted parece decir "soy radicalmente libre y no necesito que nadie me perdone ". Pero dígame una cosa: ¿No pueden darse de un modo simultáneo, en un mismo autor, una escritura "radical" (llamémosla así) y otra más convencional? ¿Es la suya una apuesta feroz y sin fisuras?

HHM: La convencionalidad con la que trabajamos los poetas es desoladora, existe una rigidez del género poético que se ha mantenido por siglos y siglos. O sea, nosotros, latinoamericanos, ya con el hecho de continuar ese idioma español purista estamos siendo conservadores, de allí la radicalidad de un César Vallejo, un Vicente Huidobro o un Oliverio Girondo, por ejemplo. Las formas se mantienen y son el límite de que un trabajo escritural sea leído como poesía, narrativa o ensayo, por eso cuando me hablas de esa fisura justamente es la fuga a ese encasillamiento de las herramientas y materialidades de las que uno se sirve. Incluso, ahora que está de cierta moda ser radical, ese mismo gesto se ve obligado a plegarse en su contingencia política, es decir, hacer un caligrama o la poesía concreta ya no es radical, pero sí salirse del formato libro que es una mercancía del fascismo en ciertas condiciones. La literatura se ve obligada a desplazarse más allá de la dialéctica forma y contenido hacia áreas que se preguntan por la función de la literatura durante la catástrofe o su labor de subjetivización y epifanía creativa. La ferocidad de una apuesta literaria tiene como ese límite dejar la escritura, o sea que el gesto más radical, y únicamente radical, es no escribir, o publicar más. Y ese es el gesto que me he propuesto como acción de arte extrema.

JC: Vayamos seis años atrás. En 2001 aparece el poema "No!", un texto furioso, generacional y clarividente, un texto que de algún modo ya contiene todas estas ideas que desarrolla en esta entrevista. ¿Siempre lo tuvo claro? En fin, háblenos de sus inicios...

HHM: Sí, tienes razón, este texto de algún modo es bien clarividente, pues sin quererlo es el primer poema colectivo de esta nueva generación de poetas, y desde allí se abre como una visibilización de una comunidad que en el 2001 no existía aún, ni menos en marzo del 2000 que es cuando se escribe ese poema a raíz de la obtención del Premio Nacional por parte de Raúl Zurita. Las putas de la belleza y los perros de la poesía me parecieron los primeros enemigos contra los cuales uno como poeta joven estaba disparando, y después de seis años esta postura la radicalizo en el libro nuevo que continúa a [coma], que se llama [y punto]. Allí recupero la potencia de mis primeros textos, como tú dices, furioso. También me preguntas por el inicio de mi trabajo, bueno, intentaré hacerlo corto. Comencé a escribir el año 99 en un taller de poesía al cual llegué por casualidad, desde allí hasta ahora todo y nada ha pasado. He viajado, publicado algunos libros, conocido varias personas. Desde el primer libro hasta el último no es mucho lo que puede ir dejándose de lado o volverse a integrar. Una y otra vez las mismas obsesiones, las mismas rabias, las mismas penas. Siempre vi un solo libro que es La Divina Revelación conformado por [guión] (2001-2003), [coma] (2004-2006) e [y punto] (2007-2009). Una especie de paso de cuerpos infernales pasando por territorios suspendidos hasta llegar a la resurrección de los discursos de la muerte. En este gran solo libro aparece este poema "No!", el primero publicado hasta lo que escribiré en 2009, año en que aparecerá este último volumen.

JC: Constantemente habla de una nueva generación de poetas. ¿Nos podría citar algunos nombres?

HHM: Sí, se ha dado en Latinoamérica una gran oleada de jóvenes poetas, en distintos países. Muchos autores, muchas editoriales, publicaciones, festivales, etc. Es un gran momento que sin embargo no ve su correspondencia en las políticas culturales nacionales. O sea, hay mucha vida cultural, pero los financiamientos son siempre mínimos, escasos, y en algunos países son realmente nulos. Entonces es un doble escenario. Acá en Chile se le llamó "novísima"o post2000, y resuenan autores como Paula Ilabaca, Felipe Ruiz, Pablo Paredes, Diego Ramírez, entre muchos otros. Me interesan esas escrituras nómades, peligrosas para las expectativas del género lírico, y así en países tan distintos como Uruguay aparece un poeta absolutamente delirante como Manuel Barrios, como al mismo tiempo en México Alejandro Tarrab, Ernesto Carrión en Ecuador o en Perú un Rafael García-Godos. Podría citarte muchos nombres, pero quizá el fenómeno más significativo sea justamente esa diversidad de registros, de poéticas dislocadas, de escrituras "sucias".

JC: ¿Tienen algún referente común? ¿Cuál sería su lema o bandera en caso de tenerlo?

HHM: Hay varios referentes, no sé si comunes, pero que transversalizan los discursos como la desprotección cultural a la poesía, y tal vez por un lado eso le dé más fuerza al movimiento. En términos literarios, los cánones locales sirven como un referente tanto de recelo a las autorías-autoridades, como de representación de los saberes académicos. La labor fuera de las academias y las instituciones es una característica interesante, porque de algún modo ese carácter errante de la poesía halla su correspondencia en rehuir de las seducciones del mercado, la máquina cultural, etc. No estamos en épocas de banderas, panfletos, no sé, pero hay algo que nos une a todos los poetas jóvenes latinoamericanos, y es la esperanza colectiva de que la poesía viva más allá de los libros, es decir que el poema sea un acontecimiento de vida y no sólo literatura.

JC: ¿Qué le diría a los que puedan pensar que existe un punto de contradicción entre practicar una escritura "rupturista" y recibir una ayuda del estado para la creación?

HHM: Las rupturas en términos literarios son siempre condicionadas por la escritura, o sea, lo que quiero decir es que una real ruptura en la escritura sería dejar de hacerlo: no escribir, entonces con ese referente los quiebres vanguardistas son siempre una metáfora y un estilo literario. Acá hay unas pocas becas de creación para artistas por lo cual es común que un escritor reciba alguna vez esos fondos, y por lo demás no tienen un carácter de premio político, ni mucho menos. Existe una independencia entre el trabajo mismo como temáticas y referentes y la existencia de una beca. Además, este tipo de financiamientos en términos técnicos es de propiedad de todos los chilenos. Por otro lado, y de fondo, prefiero recibir una beca desde el oficialismo que del fascismo o del empresariado chileno, el nuevo viejo partido político que mueve Chile. Por último, existen tan pocas subvenciones monetarias para escritores que aprovecharlas bien es una demostración de que no es plata perdida, sino que una inversión material y simbólica.

JC: Suelo terminar las entrevistas preguntándole a mi invitado si cree que es posible la poesía en el s. XXI... ¿Qué me dice?

HHM: Mientras exista una esperanza y un sueño colectivo, la poesía, en el siglo que sea, será posible. La catástrofe que vivimos es el alimento de las poéticas del futuro, y de cierto modo la poesía es el arte del futuro porque siempre será una intuición y una respuesta a preguntas que aún no han sido hechas.

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