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martes, 1 de noviembre de 2016

Diamela Eltit, la escritora de Chile

A finales de los 80 Diamela Eltit compartía frente a la cámara de Alfredo Jaar un poema que hablaba del terror y de estropear la vida. El registro en blanco y negro fue exhibido hace poco más de un mes en el encuentro “eX-céntrico: Disidencias, soberanías, performance” y formó parte de la obra “Estudios sobre la felicidad”. En la cinta aparece Eltit con el cabello corto y una expresión solemne, apenas unos segundos entre cientos de testimonios que participaron del proyecto.

Ya han pasado más de 35 años de esa grabación y la pregunta de Jaar sobre si somos o no felices los chilenos parece particularmente contingente al momento de leer Réplicas (Seix Barral, 2016), conjunto de artículos y ensayos en los que Diamela Eltit entrega una mirada crítica y perspicaz sobre el Chile de la última década a través de temas como el arte, literatura y política.


Réplicas retrata al Chile de Camila Vallejo y de la agrupación CADA, rememora el boom latinoamericano y analiza el mundo-selfie y las consecuencias de un sistema económico instalado en dictadura, entre otros muchos temas. El texto se divide en siete segmentos titulados según la flora y fauna kawéskar, e incluye relatos orales que surgieron a partir de un trabajo de hace tres décadas con el lingüista Óscar Aguilera. “El pueblo kawéskar era canoero y pensé que ese viaje nomádico me permitía organizar el libro y señalar la extinción del pueblo”, explica Eltit, quien dicta clases en la UTEM y, desde 2007, en la Universidad de Nueva York.

En “Réplicas” hay varios ensayos dedicados a la figura de Gabriela Mistral. Durante los últimos años ha habido una relectura de la poesía de Mistral, desde que el Estado adquirió el archivo de Doris Atkinson y luego de la publicación de “Niña Errante”. Como conocedora de su correspondencia y de su obra ¿Cómo siente que ha cambiado la percepción de los chilenos respecto a la figura de Gabriela Mistral?

Depende de cuáles chilenos. Yo pienso que Mistral por el premio Nobel y su importancia ha pertenecido a un signo de identidad del Estado, aunque también del mercado. Pienso que la primera aproximación a Mistral fue en la parte más cursi de lo femenino, que era lo que la época leía y validaba. Después hubo un segundo momento hacia la Mistral más pensante que organizaba sedes de pensamiento, que escribía en El Mercurio como columnista y tenía un orden crítico, no era solo poeta. Luego vino este nuevo enfoque planteado desde la diversidad sexual, en un momento en que las identidades sexuales están teniendo un protagonismo mayor. Es decir, nada ha ocurrido fuera de su tiempo. Hay figuras que son muy pétreas, pero Mistral se modifica y siempre se va a modificar según el orden de los tiempos. Hay además algo inamovible que es el Norte Chico, que es mistraliano.

Y respecto a esta primera referencia que hacía de Mistral, en un ensayo de “Réplicas” se comenta un personaje de Marta Brunet llamado María Rosa. María Rosa niega el romanticismo como centro estructural del sujeto femenino, siendo una excepción para la época. En el libro hay una crítica hacia la narrativa femenina volcada hacia un otro que generalmente es un hombre. En ese sentido ¿Cuánto cree que ha cambiado el panorama en la escritura femenina?

Brunet es completamente excepcional. Es interesante que ella era laica, por lo tanto no estaba revestida de un pensamiento católico y pudo pensar más republicanamente el tema de la mujer. Ella puso una otra que no estaba en ese momento escrito. Yo pienso que la gente tiene que escribir lo que quiera, aquí no hay imposiciones. Efectivamente el tema más bestsellerístico de mujeres está muy ligado a lo masculino. La mujer sigue siendo un “no” que depende de un “sí” que es el hombre que tiene al frente. O no lo tiene al frente, se va o se queda. Pero su ser en el mundo no es autónomo. Por supuesto no quiero desarmar las historias amorosas y su importancia, porque lo emotivo es muy definitivo en cada uno. Pero el modo en que se cursa como superior-inferior a mí me parece que no contribuye a generar subjetividades femeninas más poderosas, más complejas, con deseos más erráticos y menos formateados por el sistema. Me parece que es una pérdida cuando se reduce al universo amoroso, ya sea del gran encuentro o de la gran decepción. Creo que hay una consciencia de género y las mujeres escritoras estamos muy mal ubicadas en las organizaciones literarias, en el punteo, quiénes se nombran, quiénes no se nombran. Incluso se omiten, porque una cosa que no se nombren porque no se conocen y otra cosa es la omisión misógina. Las políticas de las mujeres deberían incrementar sus propios imaginarios. En ese sentido también pienso que es interesante cómo las disidencias sexuales se organizan en los espacios literarios de manera política.

Siguiendo la misma línea, a lo largo de la historia el Premio Nacional ha sido otorgado solo cuatro veces a escritoras ¿por qué cree que ha sido tan esquivo?

Obedece a la mala repartición de género, a una simetría que está sostenida por la élite. No solamente la naturalizan, sino que la habitan, la circulan y la promueven. Me parece que es parte de un síntoma mayor, sin considerar los premios como algo trascendente o estructural. En realidad los premios no son lineales con lo literario. Si se escribe para ganar un premio estamos jodidos. Viéndolo como un dato sociológico, es una forma de repartición social. Incluso las propias mujeres son colaboradoras de esa simetría de manera intensa, porque o están enteramente colonizadas por lo masculino o piensan de manera ingenua que a buen árbol se arrima buena sombra lo cobija. Pero en realidad si seguimos ese refrán se quedan en la sombra del árbol.

En “Réplicas” en un momento se habla de la nula visibilidad de las lesbianas y la jerarquización de hombres y mujeres en organizaciones como el Movilh o Iguales, ¿por qué cree que sucede esto dentro de organizaciones que se piensan como disidentes?

Es lo mismo, se repite el hombre como falorector del universo social. Y se apodera de la palabra, del lenguaje. Estas organizaciones han traído reflexiones, han dialogado bien con el Estado y han conseguido ciertas áreas emancipatorias. Sin embargo su estructura repite la misma simetría en las hablas públicas. Una integrante de una de las organizaciones, Emma de Ramón, disintió de lo que yo decía, que me parece muy legítimo. Yo no me refería a cómo está organizada esa estructura internamente, sino a quiénes toman la palabra en lo público. Quiénes se sientan en las mesas de discusión en lo público, quiénes van al Congreso. En ese sentido esas organizaciones están enteramente formuladas desde lo masculino. Se repite el mismo escenario que lo heterosexual, no es distinto. Hay instituciones muy interesantes como la de Erika Montecinos “Rompiendo el silencio” o muchas otras. La pregunta es qué pasa con esas voces que no llegan al espacio público aunque tengan una existencia de muy larga data. Se repite lo mismo que en los espacios heterosexuales y por eso dije – y eso ofendió un poco – que son estructuras heterogays, que lo sigo pensando, entendiendo que es una afirmación un poco polémica.

Volviendo a lo literario, siempre se habla de modas. Cuando aparecen voces nuevas se los trata de encasillar en ciertos espacios, ¿identifica un sello en las generaciones de jóvenes escritores?

Yo no he leído todo, en parte porque hay muchos libros y muchas editoriales independientes con una capacidad de circulación reestringida. Lo que he leído en general es que habría una mirada más bien desoladora sobre el presente. Un joven que tiene que resguardarse a sí mismo y ese resguardarse es muy accidentado. En algunos casos conduce a la muerte, entonces el cuerpo y la sexualidad adquieren más poder porque es lo único que se tiene y no hay un horizonte. Sin utopía, sin salida, por ahí van algunas de las formas. Incluso hay libros naturalistas o de un realismo exacerbado que dan cuenta de otro registro de desamparo social general, no solo chileno, sino que hay un desamparo general por el neoliberalismo.

Claro, justamente en “Réplicas” hay una alusión constante al capitalismo exacerbado que estamos viviendo. Se habla del fin del ciclo de la Concertación y la situación política actual en Chile. Con el destape del caso Penta, Caval, SQM, ¿cómo cree que se podría recuperar la credibilidad en la clase política y qué rol cree que debe jugar la ciudadanía?

Estamos viviendo un momento muy intenso, interesante y agobiante. Cualquier iniciativa que toque vagamente el capital produce terremotos públicos. El punto es cómo perforar ese blindaje del capital. La propuesta del Gobierno para AFP aparentemente conserva la línea general y toca algunos aspectos tocables. La ciudadanía expresa su deseo pero hay un muro que hasta el momento ha sido infranqueable y tiene que ver con la Constitución. Para que ese muro se haga más poroso tendría que haber una Asamblea Constituyente que reestableciera derechos, que pusiera límites. Mientras eso no pase ese muro conserva todo su poder, porque tiene todos los periódicos, la mayoría de las radios y las redes. La misma gratuidad, una provocación que es muy interesante y necesaria, para mí es todo un logro. Pero claro, las universidades públicas no ampliaron matrícula. Mientras las universidades públicas no amplíen matrícula y cambien condiciones de ingreso esa gratuidad va a favorecer solo a las universidades privadas porque hay una crisis en la educación de magnitud.

En uno de sus ensayos usted se refiere al “mundo selfie” como este mundo en el que se está expuesto a internet. Recientemente Julian Assange, director de Wikileaks, dijo que Google hoy recibía más datos que los propios dispositivos de inteligencia de Estados Unidos. ¿Cómo observa el escenario en relación al uso de medios digitales considerando esta evidente red de vigilancia global a la que estamos expuestos?

Bueno, todos los instrumentos de comunicación son también empresas, no son inocentes ni van a beneficiar a cada sujeto. Si pensamos en Facebook que es algo multitudinario y se vende en la bolsa de valores, mientras más usuarios tiene más suben los precios de sus acciones. Se usan esos mecanismos en general para exaltar logros. Que ganó esto, que le fue bien, que entró a tal. Entonces está inclinando a la población a cierta depresión, porque la gente puede tener logros, pero también tiene tremendos desastres. Cuando tú ves que todo el mundo es feliz menos tú, te empiezas a preguntar qué pasa con tu propia vida. Entonces genera zonas depresivas. Es un formato que no se puede intervenir, que es seriado y multitudinario. Eso a su vez es un instrumento más que valioso para todas las agencias de seguridad y para las grandes empresas que necesitan datos sobre consumo. Twitter con 140 caracteres es un límite, ¿bajo qué criterio se siguieron esos 140 caracteres? ¿quién decidió? Hay que ver hasta qué punto somos una máquina de producción de esas grandes empresas.

Y considerando el uso masivo de Snapchat donde las historias duran solo 24 horas y esta cultura de lo inmediato que estamos viviendo, ¿cómo se podrían proyectar las relaciones interpersonales a futuro?

Pienso que es interesante la tecnología. No hablo de no usar Facebook o Twitter, creo que tenemos que leer los instrumentos que tenemos y comprenderlos. No hay que navegar en ellos ingenuamente, tenemos que entender que son compañías que ganan con tu participación. Cada vez que pones algo estás incrementando las ganancias. También son políticas de desmemoria, porque necesitan renovar. Por otro lado pienso que una vez que ya entraste en la tecnología nada es borrable. Se incrementa la vigilancia, pero también se podrían incrementar algunas hablas que necesitan ser escuchadas. WhatsApp pone a la escritura como primordial, que estaba muy por debajo de la imagen. Ahora la gente escribe alterando las gramáticas y me parece interesante como subversión frente a la gramática académica. Por muy banal que sea el mensaje en WhatsApp tienes que tener una organización para que te entiendan y se repone una capacidad de estar leyendo. Creo que sobre todos esos mecanismos podría haber una gran reactualización de la lectura y la escritura.

Por último, ¿en qué proyectos está hoy?

Estuve trabajando de manera bastante absorta en el libro, eso me suspendió muchas otras cosas. Tengo la posibilidad de escribir una novela. Es una escena más bien amorosa, cómo navegar con la novela entendiendo que después nos vamos a separar de manera irreversible. Estoy tratando de llegar a un acuerdo para que nos enamoremos. Por otra parte estoy con harto trabajo, sigo en la UTEM y me voy a seguir trabajando a Nueva York. Pienso que necesito descansar porque estoy más vieja, como la señora de la portada de “Réplicas”. De alguna manera soy yo misma, es la vieja pensando.



Foto: latercera.com

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